domingo, 30 de diciembre de 2018
THE LAST DETAIL: PLACES (LUGARES, 2018)
Sobre este dúo (Erin Moran y Mehdi Zannab) franco-norteamericano, véase su página web
Mehdi Zannab, francés, es arquitecto y profesor de arquitectura.
sábado, 29 de diciembre de 2018
La ciudad de Pandemonio
John Martin: Pandemonio, c. 1824
El nombre común pandemonio, no inhabitual, es una palabra compuesta por dos términos griegos: pan -que significa todo- y daemon -que se traduce por espíritu, o "pepito grillo", pero que ha dado lugar a la palabra demonio (no no siempre designa a un ser maléfico, sino también a un semi-dios)-. Pandemonio significa lugar caótico, ruidoso, peligroso; un lugar en el que es mejor no adentrarse, que cabe evitar.
Esta palabra, sin embargo, procede de un nombre propio. Fue forjado por el poeta inglés John Milton, en su largo poema El paraíso perdido, a finales del siglo XVII. Tal era el nombre de la ciudad infernal, en que Satán reinaba, poblada por una turbamulta de diablos. El nombre era particularmente adecuado para este lugar, descrito tanto como un palacio ostentoso como una ciudad organizada alrededor del mismo.
Pandemonio fue construida por el mítico arquitecto Muliber. Muliber, que significa "El que ablanda el metal " -que se vuelve maleable, mullido- era un epíteto del dios latino Vulcano (equiparado, en época romano-imperial, con el griego Hefesto). Hefesto o Vulcano era el dios de la forja. Era hijo de Juno (Hera, en griego), concebido sin la intervención de su esposo, el dios padre Júpiter (Zeus). A poco de nacer, Júpiter, furioso de las libertades que Juno se había tomado, echó por la borda al niño que vino a caer en el ponto y fuer salvado y educado por deidades marinas ancestrales que vivían en cuevas y practicaban las artes del metal en contacto con el fuego de las entrañas de la tierra. El dios Mammón las dirigía. Mammón era el dios del gusto, de la avidez por las riquezas que extraía de la tierra abriéndola en canal, y de la avaricia:
"Mammón era el espíritu menos elevado de todos los que cayeron del Cielo; pues su aspecto o pensamiento incluso en el Cielo eran siempre rastreros puesto que más admiración sentía por las riquezas que el Cielo pavimentan, el oro que pisaba, que por algo divino o sacro, lo propio del goce de la visión beatífica. Él fue quien enseñó a los hombres el primero y los indujo a saquear el suelo, desentrañando con manos impías los tesoros que allí su madre Tierra tenía reservados" (J. Milton: El paraíso perdido, Libro I, 676-688).
Vulcano se convirtió en un dios herrero. Labró las altas torres en la que moran los dioses celestiales y, en particular, el palacio del tronitonante Júpiter. Vulcano, en su faceta de ablandador de los metales, fue también quien forjó un palacio o una ciudad antitética. Ubicado en lo hondo de la tierra, Pandemonio "surgió cual una exhalación, una estructura enorme de la Tierra (...). Construido como un templo que tenía pilares circulares y unas columnas dóricas cubiertas de arquitrabes dorados; no faltaban ni frisos ni cornisas, en relieve labrados, y con grecas de oro el techo estaba cincelado. Ni Babilonia ni la grandiosa Alcairo [Menfis] la igualaban en su magnificencia y en su gloria, para la honra de Belus (o Baal) o Serapis, sus dioses, o para sede de reyes, cuando Egipto era rival de Asiria en opulencia y lujo." (Op. cit., 711-723).
Pandemonio no empalidecía ante la Jerusalén celestial o ante el templo de Salomón. Deslumbrante, proclamaba la excelencia del arquitecto Mulciber y la grandeza de Satán "cuyo trono de realeza, que eclipsaba con mucho la opulencia de Ormuz y de la India o de donde el Oriente suntuoso con su mano generosa derrama perlas y oro sobre sus reyes bárbaros" que "se erguía (...) por propio mérito elevado a esa mala eminencia (Libro I, 1-8).
Sin embargo, en una escena en la que quizá Lewis Carroll se inspirara en Alicia en el País de las Maravillas, en cuanto los demonios entraron en Pandemonio, tuvieron que empequeñecerse, "como aquella raza de los Pigmeos que vive tras los montes de la India" (libro I, 780-781), o como loe elfos y los duendes, los genios del Sueño de una noche de verano, de Shakespeare, "los mágicos seres, cuyas fiestas de medianoche, de un bosque a la vera, o de una fuente, algún retardado campesino ve o sueña que ve" (Ibid, 782-785) pese a que "hasta entonces "parecían aún mayores que los gigantes hijos de la Tierra" (Ibid, 776-777), no porque el palacio fuera tan descomunal que cualquiera, incluso un demonio se convirtiera en en enano, sino porque el palacio era ilusoriamente grande pero, en verdad, el espacio era "angosto": un espacio que no era lo que parecía, mentiroso como los mismos demonios, crédulos, esta vez: habían encontrado la horma de su zapato.
Pandemonio ha marcado el imaginario arquitectónico occidental. Fue la primera construcción de metal. La imagen del mismo pintada por John Martin, a principios del siglo XIX, está quizá detrás, no solo de las reconstrucciones imaginarias de los palacios neo-asirios, descubiertos, en Occidente, en la primera mitad del siglo XIX (y que han forjado el gusto orientalista y acentuado la asociación entre lujo, molicie, perversidad y Oriente), sino también del Palacio de Cristal (y de Metal) de la Exposición Universal de Londres de miad del siglo XIX, considerado el primer edificio de la modernidad -y la piedra angular de todas las pesadillas de vidrio que desde entonces asaetan las ciudades.
Dedicado a Marcel Borràs
jueves, 27 de diciembre de 2018
La ciudad de Dite
(Sandro Botticelli: La ciudad de Dite, ilustraciones para la Divina Comedia, de Dante Alighieri, c. 1485)
Dis Pater era uno de los nombres del dios de los infiernos en Roma. Quizá significara dios de las riquezas (dives), o dios supremo, un nombre o un título que también recaía en su hermano, el dios de los cielos el tronante Júpiter. El dios de los infiernos era también llamado Plutón, que significa, en griego, riqueza.
Riqueza fruto de la avidez y de la avaricia. Dis Pater era, pues, un dios dotado de garras y de faz sombría, siempre al acecho.
El dios de los infiernos poseía una morada. Según Virgilio, Dis Pater vivía en una casa (domus), sin duda un palacio. Pero Dante, en la Divina Comedia (cantos octavo y noveno de los Infiernos), inspirado por Virgilio, sin embargo, consideraba que Plutón se hallaba en una verdadera ciudad llamada Dis (o Dite).
Esta ciudad, a la que Dante, guido por Virgilio, descendió, tras cruzar el noveno círculo infernal, era la antítesis de la Ciudad de Dios (la Jerusalén celestial). La soberbia se expresaba a través de sus altas torres, como bien lo ilustró Botticelli. En lo alto de aquéllas vivían las Furias infernales. La estructura de la ciudad de Dis replicaba la ciudad de los hombres, invirtiendo a menudo los elementos que la componían. Ciudad doliente, que no de vida, se hallaba en lo más hondo del abismo, en el lugar más distante del empíreo. Una muralla que parecía de hierro la rodeaba, con tan solo una puerta de entrada (aunque poseía múltiples puertas) guardada por mil demonios que gruñían, precedida por numerosos profundos fosos pestilentes. No solo los pecadores se refugiaban en ella. Cuando Virgilio logró que los demonios dejaran que Dante accediera en el interior, descubrieron una inmensa llanura -el tejido urbano, contrariamente al de una ciudad, era laxo-, tan solo poblada de lápidas y de tumbas siempre abiertas donde los muertos aun estaban "vivos". Los edificios más característicos, que sobresalían por encima de la muralla, eran mezquitas enrojecidas por el fuego eterno -aclara Virgilio, ante la sorpresa de Dante-, y altas torres (que quizá recordaran la torre de Babel, símbolo igualmente de soberbia). Dite era la ciudad de los muertos y de los demonios; acogía también a la Gorgona que petrificaba con su mirada, por lo que solo los muertos y los ciegos podían desplazarse a tientas por la ciudad de Dite.
Dite y la Ciudad de Dios, dos ciudades antitéticas, han forjado, junto con el Templo de Salomón y la Torre de Babel, el imaginario arquitectónico y urbano occidental, determinando que la única ciudad que acogía y protegía la vida no era de este mundo (la Ciudad de Dios). Todas las otras grandes obras se hallaban hundidas en la tierra, y retaban el cielo, como obras malditas que eran, inspiradas todas en la primera ciudad fundada por Caín.
miércoles, 26 de diciembre de 2018
Banderas
Si Dante levantara la cabeza hoy...
Dante situó a quienes corren detrás de banderas en uno de los círculos de los Infiernos que el poeta recorrió descendiendo, guiado por Virgilio:
"E io, che riguardai, vidi una ´nsegna
che girando correva tanto ratta,
che d´ogne pose mi parea indegna;
e dietro le venìa sì lunga tratta
di gente, ch´ií non avrei creduto
che morte tanta n´avesse disfatta"
"Y yo, que los [los malditos (...) odiosos a la misericordia y la justicia] miré, vi un estandarte
que giraba veloz y tremolaba
sin tener un instante de reposo,
y venía detrás tan largo séquito
que yo no imaginaba que la muerte
hubiese destruido a tanta gente"
(Dante: "Infierno", La Comedia, canto III, 52-57)
-en la maravillosa nueva edición y traducción de José María Micó (el mejor libro del año), Acantilado, Barcelona, 2018-
Dante contaba que acabaron "desnudos, hostigados por tábanos y avispas".
Dante fue un lúcido profeta.
Dante situó a quienes corren detrás de banderas en uno de los círculos de los Infiernos que el poeta recorrió descendiendo, guiado por Virgilio:
"E io, che riguardai, vidi una ´nsegna
che girando correva tanto ratta,
che d´ogne pose mi parea indegna;
e dietro le venìa sì lunga tratta
di gente, ch´ií non avrei creduto
che morte tanta n´avesse disfatta"
"Y yo, que los [los malditos (...) odiosos a la misericordia y la justicia] miré, vi un estandarte
que giraba veloz y tremolaba
sin tener un instante de reposo,
y venía detrás tan largo séquito
que yo no imaginaba que la muerte
hubiese destruido a tanta gente"
(Dante: "Infierno", La Comedia, canto III, 52-57)
-en la maravillosa nueva edición y traducción de José María Micó (el mejor libro del año), Acantilado, Barcelona, 2018-
Dante contaba que acabaron "desnudos, hostigados por tábanos y avispas".
Dante fue un lúcido profeta.
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actualidad de los mitos,
Libro recomendado
Navidad y Año Nuevo (en la Edad Media)
Cada ciudad tenía su calendario en la Edad Media. Las fechas laicas y religiosas nada tenían que ver con las actuales.
Así, en Florencia -como en otras ciudades-, el Año Nuevo empezaba el 21 de marzo (día del equinoccio de primavera, lo que ocurría también en culturas antiguas). Esta fecha también correspondía con las del día de la Anunciación a María, y de la Concepción de su hijo, Jesucristo. De este modo, la engendración o concepción del hijo de Dios coincidía con el de la regeneración del mundo, y ésta sucedía inmediatamente al del anuncio de la venida del Aquél. Es decir, la palabra -la buena nueva, la llamada- era efectiva (palabra mágica que afectaba el mundo material), pues su enunciación conllevaba la renovación del universo.
Así, en Florencia -como en otras ciudades-, el Año Nuevo empezaba el 21 de marzo (día del equinoccio de primavera, lo que ocurría también en culturas antiguas). Esta fecha también correspondía con las del día de la Anunciación a María, y de la Concepción de su hijo, Jesucristo. De este modo, la engendración o concepción del hijo de Dios coincidía con el de la regeneración del mundo, y ésta sucedía inmediatamente al del anuncio de la venida del Aquél. Es decir, la palabra -la buena nueva, la llamada- era efectiva (palabra mágica que afectaba el mundo material), pues su enunciación conllevaba la renovación del universo.
martes, 25 de diciembre de 2018
El hogar
"El ojo de una casa es la presencia de su dueño"
(Esquilo: Los Persas, 169)
Una casa viva, que otea, que tiene el ojo avizor, que no duerme, que protege, siempre que la anime quien hace cuerpo con ella, y que vive (seguro) gracias al ojo bien abierto de la casa. La casa como un ser vivo, la casa guardiana del ser, ser que solo "existe", que solo es" si "está" en "su" casa.
Nota: Dueño, en griego, se decía despotes -contiene una palabra que ha dado lugar al moderno término de poder-
(Esquilo: Los Persas, 169)
Una casa viva, que otea, que tiene el ojo avizor, que no duerme, que protege, siempre que la anime quien hace cuerpo con ella, y que vive (seguro) gracias al ojo bien abierto de la casa. La casa como un ser vivo, la casa guardiana del ser, ser que solo "existe", que solo es" si "está" en "su" casa.
Nota: Dueño, en griego, se decía despotes -contiene una palabra que ha dado lugar al moderno término de poder-
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