jueves, 27 de diciembre de 2018

La ciudad de Dite




(Sandro Botticelli: La ciudad de Dite, ilustraciones para la Divina Comedia, de Dante Alighieri, c. 1485)


Dis Pater era uno de los nombres del dios de los infiernos en Roma. Quizá significara dios de las riquezas (dives), o dios supremo, un nombre o un título que también recaía en su hermano, el dios de los cielos el tronante Júpiter. El dios de los infiernos era también llamado Plutón, que significa, en griego, riqueza.
Riqueza fruto de la avidez y de la avaricia. Dis Pater era, pues, un dios dotado de garras y de faz sombría, siempre al acecho.
El dios de los infiernos poseía una morada. Según Virgilio, Dis Pater vivía en una casa (domus), sin duda un palacio. Pero Dante, en la Divina Comedia (cantos octavo y noveno de los Infiernos), inspirado por Virgilio, sin embargo, consideraba que Plutón se hallaba en una verdadera ciudad llamada Dis (o Dite).
Esta ciudad, a la que Dante, guido por Virgilio, descendió, tras cruzar el noveno círculo infernal, era la antítesis de la Ciudad de Dios (la Jerusalén celestial). La soberbia se expresaba a través de sus altas torres, como bien lo ilustró Botticelli. En lo alto de aquéllas vivían las Furias infernales. La estructura de la ciudad de Dis replicaba la ciudad de los hombres, invirtiendo a menudo los elementos que la componían. Ciudad doliente, que no de vida, se hallaba en lo más hondo del abismo, en el lugar más distante del empíreo. Una muralla que parecía de hierro la rodeaba, con tan solo una puerta de entrada (aunque poseía múltiples puertas) guardada por mil demonios que gruñían, precedida por numerosos profundos fosos pestilentes. No solo los pecadores se refugiaban en ella. Cuando Virgilio logró que los demonios dejaran que Dante accediera en el interior, descubrieron una inmensa llanura -el tejido urbano, contrariamente al de una ciudad, era laxo-, tan solo poblada de lápidas y de tumbas siempre abiertas donde los muertos aun estaban "vivos". Los edificios más característicos, que sobresalían por encima de la muralla, eran mezquitas enrojecidas por el fuego eterno -aclara Virgilio, ante la sorpresa de Dante-, y altas torres (que quizá recordaran la torre de Babel, símbolo igualmente de soberbia). Dite era la ciudad de los muertos y de los demonios; acogía también a la Gorgona que petrificaba con su mirada, por lo que solo los muertos y los ciegos podían desplazarse a tientas por la ciudad de Dite.
Dite y la Ciudad de Dios, dos ciudades antitéticas, han forjado, junto con el Templo de Salomón y la Torre de Babel, el imaginario arquitectónico y urbano occidental, determinando que la única ciudad que acogía y protegía la vida no era de este mundo (la Ciudad de Dios). Todas las otras grandes obras se hallaban hundidas en la tierra, y retaban el cielo, como obras malditas que eran, inspiradas todas en la primera ciudad fundada por Caín.

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