sábado, 21 de marzo de 2020
Una mirada "occidental" a la creación "no occidental": el Museu de les Cultures del Mòn de Barcelona
Montaje y edición: agradecimientos a Lucas Dutra
Estas dos filmaciones forman parte de un primer bloque de cuatro vídeos que ofrecen una visita "virtual" a las salas de artes de distintas culturas del continente africano del Museo de las Culturas del Mundo de Barcelona.
Esta visita sustituye, en la medida que se pueda, a una visita "real", imposible de realizar en estos momentos de confinamiento.
Los vídeos, preparados para la ocasión, tratan de suplir la imposibilidad de salir de casa y acudir al museo, cerrado.
Dicha visita forma parte de las prácticas de la asignatura de Teoría II de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC-ETSAB), que comprenden -o hubieran tenido que incluir- visitas a colecciones temporales o permanentes de museos de Barcelona o fuera del área metropolitana, centros de arte, galerías, talleres y estudios de artistas y yacimientos arqueológicos, principalmente, para poder entrar en contacto directo con creaciones de culturas y épocas diversas, enmarcadas en su contexto y en el nuestro, y enmarcando nuestra manera de relacionarnos o enfrentarnos a ellas.
El imaginario mesopotámico en Occidente
Edición: Ignacio Urbistondo, a quien agradezco la predisposición y el trabajo
No queda más remedio que dar clases por internet. Las clases en directo necesitan de una infraestructura que no siempre tenemos (programas Google Meet, o Teams) o no es fácil de manejar.
Quedan los vídeos grabados.
En este caso, se trata de la primera parte de una "clase virtual", de la asignatura sobre el imaginario arquitectónico antiguo, para alumnos del Máster del Departamento de Teoría de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC-ETSAB).
La charla proseguirá próximamente.
Una versión menos desarrollada y con menos ejemplos, fue impartida en Caixaforum, de Madrid y de Barcelona, este año. Una tercera sesión, en el Caixaforum de Zaragoza, debería impartirse a final de mes; ha quedado suspendida.
La relación entre el imaginario mesopotámico actual y la ópera será tema de estudio, a cargo de Joan Borrell y yo mismo, para un congreso en Boston en noviembre, si todo va bien.
Dada la poca familiaridad con el medio, me excuso por las tribulaciones ante la pantalla y el micrófono.
jueves, 19 de marzo de 2020
FRITZ LANG (1869-1976): METROPOLIS (1927) Y BABILONIA
Metropolis es una película desconcertante: ya tan solo por el cartel original de la película, se intuye que ésta trata de una ciudad -y una sociedad- futuras, pero posibles, caracterizadas por rascacielos y calles atestadas de medios de transporte terrestres y aéreos, en las que los edificios y las vías de comunicación se entrecruzan, como si constituyeran los ejes verticales y horizontales que ordenan el espacio y ubican a todos los ciudadanos, así como por robots antropomorfos (femeninos), que sustituyen a la mano de obra y quizá incluso a los ciudadanos.
Sin embargo, la visión de la película, por el contrario, revela que ésta, trata del pasado, o de cómo el presente y el futuro se modela sobre el pasado, y lo revive.
Babilonia es una referencia obvia, sabida, de la metrópolis; la torre de Babel inspira los rascacielos que atestan la ciudad.
Pero la Babilonia que subyace a la ciudad que describe Metrópolis no es la Babilonia real, que los arqueólogos alemanes habían estudiado y escavado a principios del siglo XX, y los restos -ladrillos vitrificados, en azul u ocre, algunos con relieves de animales, símbolos de dioses protectores-, de cuya muralla y de una de sus puertas de acceso, la llamada Puerta de Ishtar, que yacían desperdigados, habían sido trasladados y remontados, de manera más o menos aproximada, en el Museo de Berlin, donde se hallan aún hoy.
La Babilonia a la que remite la película de Fritz Lang es la que Juan describe en el Apocalipsis -y que entronca con toda una tradición apocalíptica que se remonta a los profetas del Antiguo Testamento. Así, el robot, no es una figura venida del futuro, sino del pasado, y refleja la distorsionada imagen que, en Occidente, se tenía del Oriente antiguo: el robot es un doble de la Gran Prostituta de Babilonía -que gobierna sobre los trabajadores esclavizados, una referencia al pueblo elegido esclavizado en las canteras egipcias del faraón, antes del Éxodo-, tal como la presenta Juan: una personificación de Babilonia, como una ciudad peligrosamente seductora que lleva a la perdición a quienes quedan fascinados por ella.
La película refleja la visión tan negativa de la ciudad que transmite el Antiguo Testamento, en el que hasta la propia Jerusalén es condenada. Y no digamos Babilonia, Nimrud o Nínive: ciudades, que remiten a la ciudad antediluviana de Babel, cuna de todos los males, condenadas, malditas por Yahvé, sobre cuya caída y destrucción advierten los profetas.
Sorprendentemente, quizá sea una mirada hacia el pasado y no hacia el futuro, el que hace que la película sea aún fascinante, y aparezca como una advertencia.
miércoles, 18 de marzo de 2020
Creación v. Destrucción (La pertinencia de la imagen naturalista)
Primera parte de la Tercera Sesión de Estética y Teoría de las Artes para los estudiantes de la asignatura troncal de Teoría II de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC-ETSAB).
Versa sobre la relación que mantenemos con las imágenes naturalistas, tanto creadores como espectadores, empezando con un breve recorrido histórico, que seguirá en una Cuarta Sesión.
Continua y matiza los comentarios de la Segunda Sesión, ya presentada en este blog.
El montaje, y la selección y preparación de la imagen de cabecera, a cargo de Lucas Dutra, a quien agradezco nuevamente la dedicación y la prontitud en editar la filmación.
A través de la ventana
El piso apenas tiene cincuenta metros cuadrados; los hijos adolescentes comparten una habitación muy pequeña y duermen en literas. Tan solo el comedor, con una distribución extraña, ofrece un espacio mínimo en el que cuatro personas tratan de trabajar y estudiar con sus portátiles y sus móviles. Mientras, se oyen discusiones en una piso vecino, que rompe un silencio ensordecedor, al igual que el altavoz de un coche de policía que ordena volver a casa, a encerrarse en casa.
Casa, vivida como una encerrona, de la que, sin embargo, nadie puede impedirnos evadirnos. De cara a la pared, en un rincón, o la cara pegada a la ventana, uno vive y revive, vive verdaderamente vidas que no supo vivir; recuerda la casa cuando los hijos no estaban, cuando se compró; y recuerda la casa en la que pasó sus primeros años, las casas. de los abuelos, maternos o paternos, de los padres -tuvieran una o dos, estuvieran juntos o no, de los padrastros. El largo pasillo, que se adentraba en la penumbra, e invitaba a recorrerlo corriendo, pese al temor que suscitaba, la habitación con literas, objetivamente tan parecida a la de los hijos, hoy, y sin embargo tan distinta, pues era, pensábamos, una habitación tan grande que el ascender a la litera superior permitía concluir el día con una nueva proeza. La sala de estar impresionaba por sus muebles oscuros, la quietud de los sillones vacíos, que solo se descubrían cuando había visitas, ya que se solía comer sobre el mármol de la cocina, mientras se dudaba sobre la existencia de los Reyes Magos.
Las casas del pasado, de nuestro pasado no se visitan, se reviven, se exploran, y se descubren por vez primera como espacios acogedores, pese al frío, la oscuridad, las estancias angostas y la severidad monástica, vagamente inquietante, de muebles demasiado grandes para nosotros, a los que no podíamos subir. Y este viaje, esta salida de la casa del presente hacia la casa del pasado, este verdadero viaje puesto que un viaje a través de los recuerdos, agrandado por la imaginación, solo se puede realizar cuando uno se siente encerrado. El encierro es la ocasión de una salida hacia un mundo dotado de todas las cualidades, transfigurado por lo que éramos, de las que carecía cuando nos enfrentábamos a él.
Bienvenido el encierro, quizá.
Mientras, un altavoz, con la voz de un ogro metálico, que pasa retumbando abajo, en la calle vacía, nos devuelve a lo que creemos es la realidad.
Pero la realidad verdadera se halla fuera de la realidad mundana, en nosotros y no fuera, a la que llegamos con la imaginación, cuando cerramos y echamos la llave de la puerta de esta realidad prosaica.
Casa, vivida como una encerrona, de la que, sin embargo, nadie puede impedirnos evadirnos. De cara a la pared, en un rincón, o la cara pegada a la ventana, uno vive y revive, vive verdaderamente vidas que no supo vivir; recuerda la casa cuando los hijos no estaban, cuando se compró; y recuerda la casa en la que pasó sus primeros años, las casas. de los abuelos, maternos o paternos, de los padres -tuvieran una o dos, estuvieran juntos o no, de los padrastros. El largo pasillo, que se adentraba en la penumbra, e invitaba a recorrerlo corriendo, pese al temor que suscitaba, la habitación con literas, objetivamente tan parecida a la de los hijos, hoy, y sin embargo tan distinta, pues era, pensábamos, una habitación tan grande que el ascender a la litera superior permitía concluir el día con una nueva proeza. La sala de estar impresionaba por sus muebles oscuros, la quietud de los sillones vacíos, que solo se descubrían cuando había visitas, ya que se solía comer sobre el mármol de la cocina, mientras se dudaba sobre la existencia de los Reyes Magos.
Las casas del pasado, de nuestro pasado no se visitan, se reviven, se exploran, y se descubren por vez primera como espacios acogedores, pese al frío, la oscuridad, las estancias angostas y la severidad monástica, vagamente inquietante, de muebles demasiado grandes para nosotros, a los que no podíamos subir. Y este viaje, esta salida de la casa del presente hacia la casa del pasado, este verdadero viaje puesto que un viaje a través de los recuerdos, agrandado por la imaginación, solo se puede realizar cuando uno se siente encerrado. El encierro es la ocasión de una salida hacia un mundo dotado de todas las cualidades, transfigurado por lo que éramos, de las que carecía cuando nos enfrentábamos a él.
Bienvenido el encierro, quizá.
Mientras, un altavoz, con la voz de un ogro metálico, que pasa retumbando abajo, en la calle vacía, nos devuelve a lo que creemos es la realidad.
Pero la realidad verdadera se halla fuera de la realidad mundana, en nosotros y no fuera, a la que llegamos con la imaginación, cuando cerramos y echamos la llave de la puerta de esta realidad prosaica.
RAINER MARIA RILKE ( 1875-1926): EN LA VIEJA CASA (1895)
En la vieja casa, libre ante mí
diviso Praga entera a la redonda;
al fondo, silencioso y quedo el paso,
pasa de largo la hora honda del crepúsculo.
La ciudad se desvanece como detrás de una luna.
Alta sólo, al modo de un gigante empenachado,
se alza ante mí la cúpula verdosa
de la Torre de San Nicolás.
Ya parpadea aquí y allá una luz
lejana sobre el denso fragor ciudadano. -*
Para mí es como si en la vieja casa
ahora una voz me dijera “Amén”.
diviso Praga entera a la redonda;
al fondo, silencioso y quedo el paso,
pasa de largo la hora honda del crepúsculo.
La ciudad se desvanece como detrás de una luna.
Alta sólo, al modo de un gigante empenachado,
se alza ante mí la cúpula verdosa
de la Torre de San Nicolás.
Ya parpadea aquí y allá una luz
lejana sobre el denso fragor ciudadano. -*
Para mí es como si en la vieja casa
ahora una voz me dijera “Amén”.
Brevísima Antología Poética
Versión de Jaime Ferreiro Alemparte
Publicado en Nueva antología poética de Rainer María Rilke
Madrid: Espasa Calpe, Colección Austral, 1999
Publicado en Nueva antología poética de Rainer María Rilke
Madrid: Espasa Calpe, Colección Austral, 1999
Ofrenda a los Lares
(1895)
(1895)
martes, 17 de marzo de 2020
FRANÇOISE HARDY (1944): LE LARGE (ALTA MAR, 2018)
Una de las mejores canciones de la cantante francesa Françoise Hardy. Y la última publicada. Quizá la última; posiblemente ya no edite más
En alta mar, cuando ya no se ve tierra alguna, ninguna isla donde acostar.
Una (hermosa) canción para tiempos que se apagan (filmada por el cineasta francés François Ozon).
"Aucune histoire banale gravée dans ma mémoire
Aucun bateau pirate ne prendra le pouvoir
Aucune étoile filante me laissera dans le noir
Aucun trac, aucun
Aucune étoile filante me laissera dans le noir
Aucun trac, aucun
Et demain tout ira bien, tout sera loin
Là au final quand je prendrai le large
Tout sera loin, donne-moi la main
Là au final quand je prendrai le large
Là au final quand je prendrai le large
Tout sera loin, donne-moi la main
Là au final quand je prendrai le large
Aucune larme aucune viendra m'étrangler
Aucun nuage de brume dans mes yeux délavés
Aucun sable ni la dune n'arrête le sablier
Aucun quartier de lune, aucun
Aucun nuage de brume dans mes yeux délavés
Aucun sable ni la dune n'arrête le sablier
Aucun quartier de lune, aucun
Et demain tout ira bien, tout sera loin
Là au final quand je prendrai le large
Tout sera loin, donne-moi la main
Là au final quand je prendrai le large
Là au final quand je prendrai le large
Tout sera loin, donne-moi la main
Là au final quand je prendrai le large
Aucun autre décor, aucun autre que toi
Aucune clef à bord, aucune chance pour moi
Aucune clef à bord, aucune chance pour moi
Et demain tout ira bien, tout sera loin
Là au final quand…"
Là au final quand…"
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