miércoles, 1 de abril de 2020

La casa y nosotros (arquitectura y construcción)

Preguntarse si estamos en casa o la casa está en nosotros puede ser, en estos inciertos tiempos de reclusión, un acertijo sarcástico.
Sin embargo, dicha cuestión se la planteó el filósofo francés, atento a la capacidad evocadora de las imágenes, Gaston Bachelard. Casi podríamos decir que resolvió la cuestión, nunca respuesta con seguridad, sobre la relación entre la construcción y la arquitectura. La casa en la que nos hallamos es una construcción; la casa en la que soñamos, o que recordamos, por el contrario es arquitectura. La arquitectura no está ante nosotros sino en nosotros. La habitamos, sin duda, y quizá ésta sea la verdadera o auténtica "forma" de habitar: nos proyectamos hacia ella, tendemos hacia su umbral, y moramos en sueños, o con la imaginación en su interior.
Casa del pasado o del futuro; casa anhelada; pero casa siempre dispuesta a acogernos. "La casa, incluso más que un paisaje, es un "estado del alma"", escribe Bachelard en la Poética del espacio. La casa es una construcción imaginada. Existe, de eso no cabe duda, no es una obra imaginaria; existe, puesto que podemos volver a ella o tender hacia ella; podemos imaginarnos viviendo en ella. Recorremos sus estancias, descubrimos los muebles, y escogemos dónde instalarnos. Esta casa nos protege realmente del exterior. El entorno ya no nos afecta. La casa recordada o imaginada suscita imágenes placenteras, de plenitud. Esta casa no se puede construir, no se tiene que construir: Si quisiéramos levantar los muros, paradójicamente los derribaríamos. La casa construida es una caja en la que no siempre encajamos. Tiene la dureza de lo que no simpatiza con nosotros. Podemos sentirnos bien, o tener la sensación, cierta, de estar a gusto. Pero la casa edificada no está hecha a nuestra medida, a la medida de nuestros sueños. Solo cuando soñemos con ella, cuando ya no estemos físicamente en y con ella, la construcción se convierte en arquitectura. En tanto que lejana, en el tiempo o el espacio, está cerca de nosotros, está en nosotros. Por eso, cobra vida. La animamos, y nos anima. Nos devuelve a la vida. Ésta una casa, pero también un refugio, un laberinto, un palacio y una cueva. Es lo que queremos que sea. Se amolda a lo querríamos que fuera, lo que querríamos ser. No podemos medir la arquitectura. Ésta se amplía o se encoge en función de nuestros sentimientos, de las emociones que nos suscita. Casa secreta, íntima, sin duda. Pero casa abierta a todos con quienes simpatizamos, con quienes queremos o querríamos estar -aunque ya no estén. En ella no soñamos con emprender acciones inesperadas ni en establecer un permanente estado de fiesta, sino que es una casa en la que nos vemos, el tiempo de un sueño, o de una imagen, para siempre. 

martes, 31 de marzo de 2020

Mirando atrás

Me han recordado que nos dio clases de historia del arte.
Luego, dimos clases en la misma cátedra durante diez años. Él tenía treinta y cinco años más que yo. Se jubiló hace veinticinco años.
Era afable; siempre sonreía, con los ojos achinados. Hablaba con voz fuerte, acentuando algunas palabras, casi como Dalí, pero con modestia, sin ostentación.
Le hice poco caso. Lo veía como un personaje de otra época, con la misma edad que tendré de aquí a menos de diez años. Hablaba con respeto de la vanguardia cuando la transvanguardia asolaba.
El resto de los profesores, más jóvenes que él, también lo trataban no sé si con indulgencia o con condescendencia.
Nunca se rebajó ni se vendió.
Pero le admirábamos porque Tàpies le ninguneaba: sin duda porque Tàpies sabía que sin él no habría sido nadie.
Hoy ha muerto. Ha dejado su colección de arte, su archivo y su biblioteca a la Escuela de Arquitectura de Barcelona -cuando nadie estaba interesado en ella.
Los años de las vanguardias de los años cincuenta y sesenta estaban en él; los vivió, y los fundó.
Hoy querría hablar con él.
Ha muerto.
Extraña suerte la de la juventud que desdeña lo que, cuando ya es demasiado tarde, querría conocer. Corremos sin darnos cuenta que lo que dejamos atrás hubiera tenido que ser nuestro punto de llegada.
Supo que era mejor dejar que Dios jugara a los dados de siete caras.

A Arnau Puig (1926-2020), maestro

(Agradecimientos a Félix Solaguren)

In memoriam...



EDOUARD LUNTZ (1931-2009): ... ENFANTS DES COURANTS D´AIR (.... LOS NIÑOS DE LAS CORRIENTES DE AIRE, 1959)



Documental (o semi-documental) sobre la vida de niños en las misérrimas periferias de Saint-Denis y de Aubervilliers al norte de París, a finales de los años cincuenta, pobladas por inmigrantes venidos respectivamente de España y de la colonia de Argelia, en plena Guerra de Independencia.
Barracas de tablones, al pie de nuevos bloques de polígonos, como en tantas ciudades, en medio de descampados polvorientos, convertidos en campos de inmundicias, que ciñen la capital.
Juegan con la vida....

lunes, 30 de marzo de 2020

"Arte de tercer orden" (en: Juan Antonio Bardem, La muerte de un ciclista, 1955)





El reciente fallecimiento de la actriz Lucía Bosé (1931-2020), protagonista de la gran película de Juan Antonio Bardem (1922-2002), La muerte de un ciclista, en 1955, ha llevado a que se volviera a proyectar en un canal de televisión.

Una escena decisiva acontece en una galería o un museo de arte. Un crítico de arte, Rafael Sandoval, sospecha de la moralidad de la figura central, María José, una hermosa joven acaudalada, gracias a un matrimonio de conveniencia, y la cita, para amenazarla, en el marco de una exposición de cuadros y esculturas expresionistas y abstractas.
Las obras, que el crítico descalifica -"de tercer orden"-, se convierten en una imagen de la bajeza del amenazador y de la frialdad de la protagonista -que ha atropellado, involuntariamente, a un ciclista, y ha huido del lugar, junto con su amante, esperando que nadie los hubiera visto. Pero...
Las obras configuran un escenario dantesco, ante el que desfilan lentamente el acosador y su víctima. Algunas esculturas de hierro, formadas por barras o por púas, evocan un instrumento de tortura; otras, son monstruos tentaculares que bien podrían aludir a las redes que el crítico tiende a la joven.

Los estudiosos han discutido si esta exposición tuvo realmente lugar en Madrid y si las obras ya existían independientemente de la película.
El escenógrafo, Enrique Alarcón Sánchez era arquitecto y pintor. Pero no parece que las obras fueran suyas.
No se ha llegado a ninguna conclusión, aunque se ha emitido la hipótesis que la exposición hubiera tenido lugar en las galerías Buchholz, o en Fernando Fe, en Madrid, galerías que promovían arte "moderno, de la Segunda Escuela de Vallecas, dirigida por el surrealista Benjamin Palencia, algunas de cuyas obras parecen poblar el cabezal de la habitación conyugal de la protagonista.
Se diría que algunos cuadros podrían ser de Luis Seoane, y algunas esculturas de Benjamín Lobo.

En cualquier caso, aunque la mirada de Bardem era crítica con respecto a estas obras "modernas" -en esta escena el personaje del crítico parece ser el portavoz del cineasta-, cabe preguntarse si, dado el éxito de la película, ésta contribuyó a la creciente difusión del arte de vanguardia español en los años 50, promovida incluso por el propio régimen franquista.

Este fragmento no suele proyectarse en las exposiciones permanentes dedicadas al arte de vanguardia  español tras la Guerra Civil, en museos como el Centro Reina Sofía.

A la espera de poder estudiar el archivo del cineasta, cualquier dato que esclarezca estas obras -autor, título- y el espacio expositivo, será bienvenido -citando siempre el autor de la información.













El imaginario mesopotámico, ayer y hoy




Agradecimientos a Ignaco Urbistondo por la edición y montaje del vídeo.


Esta filmación corresponde a la segunda y última parte de una reciente clase "virtual" para estudiantes del Máster del Departamento de Historia y Teoría de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC-ETSAB).

Se comentan algunos ejemplos de obras y acontecimientos que revelan tanto la construcción de un imaginario mesopotámico occidental como la influencia de dicho imaginario en las artes modernas, artes que, a su vez, ayudan a construir juicios y prejuicios nuestros acerca de este pasado, que siempre se ha querido distinguir, incluso oponer al pasado greco-latino -sin desdeñarlo por su conexión con el Antiguo Testamento-, que durante mucho tiempo se ha solido pensar que era exclusivamente occidental.

domingo, 29 de marzo de 2020

RAGNAR KJARTANSSON (1976): THE VISITORS (LOS VISITANTES, 2012)



Los visitantes (título del último disco del grupo Abba) es el nombre de una instalación del artista islandés Kjartansson, que algunos críticos consideran como una de las obras de arte más importantes del siglo XXI.

Consiste en la proyección en múltiples pantallas dispuestas en un mismo espacio, que éstas organizan y parten, de músicos, uno por pantalla, unos invitados que tocan cada uno en una habitación distinta de una casa victoriana y del jardín, en la costa este norteamericana, cuya interpretación la instalación junta y armoniza.

En tiempos de confinamiento, quizá sea un símbolo de la soledad compartida, y de como se pueden  aunar idealmente, de cómo una obra de arte puede romper barreras, la cuarta pared que nos separa de los demás. 

La obra, creada tras una ruptura, simboliza una reunión, no física -cada uno vive en su mundo-, sino a través de las múltiples voces que se elevan.


KRZYSZTOF PENDERECKI (1933): SINFONÍA NÚMERO 7: LAS SIETE PUERTAS DE JERUSALÉN (1996)



El número siete no es casual ni insignificante.
In memoriam....