Platón no se llamaba Platón...
Platón escribió acerca de una República ideal; una ciudad estado armónica, que no era sino la imagen de una estructura anímica, un modelo de cómo ser, estar y comportarse. La ciudad exterior era una imagen de la ciudad interior. un mundo pacífico y regulado, iluminado por la luz que el alma atesoraba de sus años en contacto con el uno, antes de encarnarse. Años más tarde, y teniendo también como referente el apocalipsis de juan, San Agustín, de formación griega, escribiría sobre la Ciudad de Dios.
Platón, al final de su vida, escribió un texto más sombrío o desencantado -y desde luego menos encantador-: las Leyes, una descripción del intento de organización de una ciudad terrenal.
Del mismo modo, Platón, al final de su vida, habría viajado en tres ocasiones a Siracusa, invitado por el tirano Dionisio II, fascinado por el texto de la República que su tío, el filósofo Dion le dio a conocer -una estructura bajo el mando único de un ser supremo- y curioso de conocer de viva voz las visiones de Platón. Los tres viajes concluyeron del mismo modo. Platón, a cada vez, huyó de Siracusa de vuelta a Atenas, temiendo por su vida, tras descubrir el verdadero rostro de Dioniso, un supuesto "amigo de la sabiduría", pero en verdad un tirano ávido de poder.
Platón habría intentado no quedarse en el invisible mundo de las ideas -aunque idea, en griego, significara forma característica que define lo que uno "es", una forma terrenal aunque quizá desdibujada por la materia de la que es imposible a veces desgajarse u olvidarse.
Platón se llamaba Aristón o Aristocles. Platón era un apodo. En griego platus significa ancho y plano y, en concreto, ancho de espaldas (plate es omoplato, y platos, anchura de un ente fuerte y masivo). Platón era un luchador de pancracio, de lucha libre mezclada con boxeo, un ejercicio físico, violento, sin duda, que se practicaba en los juegos olímpicos, esto es en los juegos en honor de Zeus, dios de Olimpia, una práctica sagrada a través de la cual los jugadores se sacrificaban, entregando su fuerza, a veces su vida, en honor de la divinidad. Platón tenía un cuerpo hercúleo, tan ancho de espaldas que dicha característica se convertiría en su apodo, con el que se recordaría, sustituyendo a su nombre.
No se sabe a fe cierta si Platón participó en unos juegos olímpicos, ganando en un par de ocasiones. En verdad poco sabemos de su vida. pero sí sabemos que emprendió su "camino a Damasco", cuando tuvo una revelación al encontrarse, subyugado, por Sócrates, a quien convertiría en una figura literaria, teatral el protagonista de muchos de sus diálogos -que eran obras teatrales o tenían la estructura de una obra de teatro.
Antes del encuentro con Sócrates, Platón habría mordido mucho polvo. Quizá por eso, descubrió y apreció la luminosidad de las ideas, la fuerza de las formas capaces de aguantar el envite de la tierra.