sábado, 30 de abril de 2022

RENAUD EPSTEIN (1971): LES GRANDS ENSEMBLES (POLÍGONOS, 1945-1975) (2022)




















  Las Treinta Gloriosas es una expresión francesa con la que se nombra al periodo entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la crisis del petróleo del 73, durante el cual Francia, unos de los países vencedores de la Guerra Mundial con derecho a ocupar Berlín, se industrializó, sobre todo en el sector automovilístico, se convirtió en una potencia nuclear, salió de la estructura de la OTAN, devino uno de los cinco países con veto en la ONU, mantuvo (y perdió finalmente) su poder colonial por las armas (con las guerras en Indochina y en Argelia), lanzó la campaña, imitada por las capitales occidentales, de limpieza de monumentos de París, gracias a un ministro de cultura escritor (André Malraux), no perdió la capitalidad cultural “mundial” en favor de Nueva York, sino que la cimentó ya no en las Bellas artes ( pintura y escultura) sino en el cine, con la Nouvelle Vague, la literatura, con Le Nouveau Roman, y el ensayo, con los Nouveaux Philosophes -la sacrosanta trilogía de Barthes, Deleuze y Foucault o Derrida ( de la que hoy sobresale sobremanera Barthes)-,  y la moda ( la Alta costura, con la tríada Dior, Chanel, Guivenchy), y lanzó un extenso programa de renovación y reconstrucción urbanas, debido a las destrucciones causadas por los bombardeos alemanes y aliados de la Segunda  Guerra Mundial (la mitad de Francia se rindió y fue ocupada por los alemanes, la otra mitad estuvo en manos de un gobierno títere pro-nazi) que aniquilaron ciudades portuarias enteras como Le Havre, y debido a la necesidad de nuevos alojamientos, con la llegada masiva de colonos franceses y de argelinos que trabajaban en la administración francesa, expulsados de Argelia tras la independencia de este país al concluir una espantosa guerra.
El sociólogo Renaud Epstein acaba de publicar un libro basado en una selección de postales que colecciona desde hace años y que cuenta con miles de ejemplares, postales con una imagen que se quería moderna y atractiva -y hoy despiertan una mezcla de fascinación, incredulidad y depresión- de los llamados Grands Ensembles, o barrios periféricos de nuevo cuño y nueva planta, construidos por los arquitectos más en boga en aquellos años, que seguían los dictados urbanísticos y arquitectónicos enunciados por Le Corbusier, entre otros, en los congresos del CIAM o congresos internacionales de Arquitectura moderna que se celebraban desde los años 30 hasta finales de los años 50, congresos programáticos sobre construcción de barrios que enunciaban las reglas compositivas de las que ningún arquitecto moderno podía apartarse, y que dieron lugar a ciudades o barrios descosidos, de nombres “poéticos” o edulcorados que diluían o suavizaban el duro impacto visual de los barrios, con bloques aislados, rectilíneos u ondulando como las procesionarias, descomunales en horizontal o en vertical, sin calles, ubicados en extensas zonas verdes despobladas, más desoladas e inquietantes que atractivas, que obligaban a que todo se encontrara lejos de todo, carentes de servicios y comercios y mal comunicadas con los centros urbanos, con sistemas y materiales de construcciones de corta vida y de difícil o imposible restauración -el hormigón estalla o se desagrega, dejando las armaduras metálicas a la vista y oxidándose, lo que acelera la degradación de las estructuras que se debilitan, afectando la estabilidad y seguridad de las construcciones-, barrios y ciudades que se degradaron rápidamente y que se han tenido que destruir parcial o totalmente, si bien una corriente actual tiende a defender su vigencia y su restauración y preservación en detrimento de la tabula rasa, no tanto por sus valores humanos sino artísticos, como ejemplos de una concepción de la vida y la arquitectura que reflejaba la fe en el progreso y la ilusión de un futuro mejor, que hoy solo despierta cierta nostalgia, admiración e irritación, sobre todo porque las construcciones y los barrios que han sustituido a los Grands Ensembles a veces han empeorado las condiciones de vida, en parte por el descreimiento en la capacidad redentora de los grandes proyectos urbanos.
El novelista Georges Simenon retrato certera, clínicamente la vida en una de estas llamadas ciudades nuevas en la periferia de París, en La Mudanza, de lectura necesaria.











KLAUS SCHULZE (1947-2022): BABEL (1987)


 In memoriam….

La fascinación por la Torre de Babel y la ciudad de Babilonia denostada por la Biblia no tiene fin.

Sobre este compositor alemán de música electrónica popular véase, por ejemplo: 

https://www.klaus-schulze.com/

viernes, 29 de abril de 2022

LATIF AL-ANI, BAGDAD "UN LUGAR MODERNO" (1958-1978) (LA VIRREINA. CENTRO DE LA IMAGEN, BARCELONA, 29 DE ABRIL- 10 DE JULIO DE 2022)

 























































Fotos: Tocho, abril de 2022


Dirección de La Virreina. Centre de la Imatge: Valentí Roma

Producción: Ayuntamiento de Barcelona y Ministerio de Educación y Cultura

Comisariado: Pedro Azara

Coordinación: Ana Jiménez

Diseño y dirección del montaje: Pedro Azara y Tiziano Schürch, con la colaboración de Luis García-Delgado

Diseño gráfico: Luz de la Mora

Comunicación: Eulalia Carbonell

Montaje: Estudio Framis

Con la colaboración de la Arab Image Foundation, Beirut


Primera exposición en España (segunda en Europa) dedicada al olvidado fotógrafo iraquí Latif Al-Ani, quien documentó los bruscos cambios económicos, sociales, políticos y mentales en Iraq, en particular en la capital, Bagdad (hasta entonces, una desasistida ciudad de provincias en el Imperio otomano), en los años cincuenta y sesenta, tras la independencia del país, antigua colonia británica y, anteriormente, otomana, antes de ser silenciado por Saddam Hussein y perder sus archivos cuando la invasión de Iraq en 2003.

Latif Al-Ani falleció hace cinco meses

Su legado fue parcialmente recuperado por el pabellón de Iraq en la Bienal de Venecia en 2015.

La presente muestra es la más importante llevada a cabo en el mundo hasta ahora. 

miércoles, 27 de abril de 2022

Desmesura (Hybris)

El himno homérico a Apolo, el himno religioso más largo de la historia, es una composición, seguramente del siglo VII aC, anónima, y tradicionalmente atribuida, ya desde la antigüedad, a Homero, haya existido o no este poeta.

El final del poema, que canta las excelencias de la divinidad, destaca el abismo entre la ceguera humana y la luminosa previsión divina.

El mundo de los dioses es justo. Lo preside, o lo organiza, y lo otorga valor, la themis. Esta palabra común, emparentada con un nombre propio, el nombre de la diosa Themis, nodriza de Apolo, significa justicia o, mejor dicho, fundamento, solidez, valor, criterio lúcido y fundado, y solo está al alcance de los dioses. La themis es lo que otorga "razón" a las acciones y decisiones divinas, les da "peso" -no son decisiones tomadas a la ligera-, es la cualidad de todo lo que emprenden, que redunda en beneficio del mundo. A los mortales, solo les cabe las nomoi -las normas-, que son mudables, manejables, manipulables. Carecen del peso de las leyes divinas, inmemoriales, y están siempre sometidas a juicio y a posibles cambios.

Las normas humanas, sin embargo, no son despreciables. Gracias a ellas, los hombres logran poner coto, al menos temporalmente, a la desmesura: la hybris, un complejo concepto que se traduce por exceso -siendo el exceso condenable en la Grecia antigua-, orgullo, insolencia, falta de "piedad" (actuando despiadadamente, insensible al dolor ajeno que se causa: la  hybris solo se manifiesta a través del daño, o la tortura incluso, que se inflige. La hybris es el "vicio" o el "pecado" humano. La tentativa, siempre posible, de salirse de los límites asignados a los mortales, desafiando normas y convenciones, tratando de emular a los dioses y a los héroes, pisoteando derechos ajenos, persiguiendo la vanagloria, causando desgracias sin número y sin compasión alguna. La hybris siempre acecha; tienta a los humanos, y les hace caer, anulándose la capacidad de contención y de reflexión, y llevándolos a la pérdida de sí. 

Homero -o Apolo- no contrapone la hybris y la themis, sino que, sarcástica (y diríamos que certeramente) considera que la desmesura es la norma humana. La desmesura -la falta de medida- es la mesura que rige el comportamiento humano. Los hombres no se contienen, no escuchan ni atienen; la soberbia les invade; solo se guían por la ambición, el deseo de dominar al otro, de conquistar nuevos territorios, de causar el mayor de los males, embebidos por un sentimiento de superioridad que los dioses, ocasionalmente, abaten sin contemplaciones. 

 "ὕβρις θ᾽ θέμις ἐστὶ καταθνητῶν ἀνθρώπων"

(Himno homérico a Apolo, v. 541)

Así concluye, pues, el hermoso himno a Apolo: 

"Hombres necios, desdichadísimos, que estáis ávidos de inquietudes, de graves pesares y de angustias en vuestro corazón: os diré unas gratas palabras que grabaréis en vuestra mente. Teniendo cada uno de vosotros un cuchillo en la diestra, degollad continuamente ovejas y tendréis en abundancia cuanto me traigan las gloriosas familias de los hombres; custodiad el templo y recibid las familias de los hombres que aquí se reúnan, y sobre todo cumplid mi voluntad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . sea que fuere una vana palabra o alguna obra, o una injuria, como es costumbre entre los mortales hombres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . luego tendréis por señores otros hombres por los cuales estaréis fatalmente subyugados todos los días. Todas las cosas te han sido reveladas: guárdalas en tu mente. Y así, salve, hijo de Zeus y de Leto; y yo me acordaré de ti y de otro canto." 

Pocas veces, un dios ha sido tan lúcido -y tan poco escuchado.

martes, 26 de abril de 2022

HORACIO COPPOLA (1906-2012): UN MUELLE EN EL SENA (1934)


 Horacio Coppola fue un extraordinario fotógrafo argentino, formado en la Bauhaus, que supo retratar las grandes urbes, Buenos Aires, en particular, en plena expansión en los años treinta y cuarenta del siglo pasado.

Este cortometraje, fruto de su estancia en París durante su regreso a Argentina desde Alemania, es un hermoso testimonio de una parte de la capital francesa raramente mostrada: los muelles, semihundidos, habitados por hombres, que quizá carezcan de hogar, que matan el tiempo jugando a cartas o durmiendo directamente al suelo. Una ciudad más que acuática, aceitosa, vista desde ángulos vertiginosos, enfocando la espesa superficie de las aguas que parecen un decorado barato, la basura flotando, y la gruesa corteza, negra y estriada, de árboles retorcidos, que ocupa casi toda la pantalla, como si fuera la piel arrugada de una ciudad dejada.