Horacio Coppola fue un extraordinario fotógrafo argentino, formado en la Bauhaus, que supo retratar las grandes urbes, Buenos Aires, en particular, en plena expansión en los años treinta y cuarenta del siglo pasado.
Este cortometraje, fruto de su estancia en París durante su regreso a Argentina desde Alemania, es un hermoso testimonio de una parte de la capital francesa raramente mostrada: los muelles, semihundidos, habitados por hombres, que quizá carezcan de hogar, que matan el tiempo jugando a cartas o durmiendo directamente al suelo. Una ciudad más que acuática, aceitosa, vista desde ángulos vertiginosos, enfocando la espesa superficie de las aguas que parecen un decorado barato, la basura flotando, y la gruesa corteza, negra y estriada, de árboles retorcidos, que ocupa casi toda la pantalla, como si fuera la piel arrugada de una ciudad dejada.
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