jueves, 7 de diciembre de 2023

Museo Chiaramonti: Braccio Nuovo, Museos Vaticanos, Ciudad del Vaticano, Roma























 


Fotos: Tocho, Ciudad del Vaticano, diciembre de 2023


Tras años de restauración, el llamado Brazo Nuevo del Museo Chiaramonti de la Ciudad del Vaticano, ha reabierto, dotándose de un gran lucernario cenital que recorre todo el eje central del museo. Enteramente rehabilitado, tanto el pavimento formado por grandes mosaicos bicolores romanos, como las bóvedas de cañón y todas las estatuas clásicas, y aún poco visitado, expone una de las mejores colecciones de esculturas marmóreas  romanas, todas de grandes dimensiones, que representan a dioses y héroes, así como a emperadores y familias imperiales.

Cuenta la arquitecta y novelista española Inés Vidal, que a diferencia de la inexpresividades de la estatuaria Romana provincial, como la que se puede hallar en museos arqueológicos españoles, en las que los rostros son intercambiables, las estatuas desenterradas en Roma, a menudo procedentes de posesiones  imperiales, tienen la capacidad, sin duda paradójica, de dotar de una imagen individual, personal, de unos rasgos propios, muy humanos, a las efigies divinas, por definición distantes y alejadas de los sentimientos humanos. En ocasiones es difícil saber a simple vista si contemplamos la figura de un dios o de un héroe, o la imagen de un humano. 

En cualquier caso la variedad y calidad de las estatuas clásicas expuestas en el museo Chiaramonti remozado contradice el tradicional juicio estético de la estatuaria Romana, considerada pesada y reiterativa. Son figuras modélicas, ajenas a preocupaciones humanas, pero éstas no les son desconocidas. Si se mantienen a distancia no es porque no las conocen ni quieren conocerlas, sino, por el contrario, porque saben que si no se contuvieran o las contuvieran, quedarían anegadas por éstas, puesta en evidencia su muy humana divina condición .





miércoles, 6 de diciembre de 2023

Museo Palatino, Roma




















 Fotos: Tocho, Museo Palatino, Roma, diciembre de 2023


El antiguo y vetusto Museo Anticuario Palatino, cerrado durante años, se puede visitar en su totalidad desde este año. La reforma se inició en 2014, cuando el segundo milenario de la muerte de Augusto.

Localizado en un palacio manierista construido sobre las ruinas del palacio del emperador Domiciano, en El Monte Palatino,  el museo solo acoge obras halladas entre los restos de los palacios imperiales, desde estatuaria hasta frescos y estucados.

Las obras, no muy abundantes, están a menudo rotas. Pero se tratan de obras realizadas para los palacios imperiales. La calidad es altísima, muy por encima del a menudo pesante arte naturalista Romano, repitiendo formas o fórmulas académicas -milenios antes de la creación de este término un tanto despreciativo.

 Obras expresivas, de mirada viva, y soluciones formales en ocasiones novedosas, como unos rostros escultóricos compuestos de tal modo que parecen, desde cierto ángulo completamente tridimensionales cuando son casi planos. Un conocido escultor actual español ha utilizado hasta la náusea este sistema representativo que, por el contrario, aparece fresco y necesario para suscitar expresiones muy humanas en figuras quizá ideales.

Una visita necesaria que completa y da sentido al paseo por las imponentes ruinas, desgarradas, de los palacios imperiales, que se elevan entre pinos, cipreses y amplios parterres, insólitamente verdes por las lluvias que no cesan de bendecir Roma .


KHALED DAWWA (1985): HE AQUÍ MI CORAZÓN (2019-2021)







 

Poliestireno y arcilla, 220 x 500 x 130 cm

Khaled Dawwa, artista sirio formado en Damasco, exiliado en Francia en 2013, tras dos años de guerra civil, ha recreado minuciosamente, durante dos años, su calle destruida por los bombardeos y los coches bomba en la periferia de Damasco .

La obra de expone hoy en una gran exposición sobre ruinas en el Museo de Bellas Artes de la ciudad francesa de Lión.

Las actuales devastaciones en Gaza, Sudán y en Ucrania quizá ni siquiera cabrían en esta muestra.

martes, 5 de diciembre de 2023

Los horrores de la guerra



  P.P. Rubens (1577-1640): Los horrores de la guerra, 1637 (imagen girada), 350 x 210 cm

P.R. Picasso (1881-1973): Guernica, 1937,  775 x 350 cm




P.P. Rubens : cuadro en posición original



https://books.google.com/books/about/Picasso_s_Guernica_After_Rubens_s_Horror.html?hl=es&id=Q8pNjwEACAAJ

Fluye fluye

 Toda época tiene sus mantras, y sus lugares comunes.

Nos reímos de las acartonadas fórmulas de cortesía que, hasta no hace mucho, debían  incluirse, como un pago o una ofrenda necesarios, el perejil de toda receta culinaria, en una carta oficial: vuencía, su seguro servidor, su servidor en Cristo, guarde Dios muchos años , en gracia de…. 


Hoy las fórmulas han cambiado. Pero no han desaparecido. Cualquier texto dirigido a la autoridad, cualquier mensaje divulgado, debe incluir palabras y expresiones tales como : fluye, inclusivo, género, sostenibilidad , resiliencia y empoderamiento, vengan o no a cuento. Su presencia, desgranada a lo largo del texto, otorga credibilidad en eficacia al mensaje, so pena de no ser tenido en cuenta o rechazado.

Todo fluye. Cualquier cosa o tema hoy fluye, sea una opinión, una relación, una obra, un juego, una receta. Los verbos desarrollar, circular, evolucionar, emanar, las expresiones llevar a cabo, evitar problemas, los sustantivos composición, transición, armonía, continuidad, han caído en desuso. O fluye, sea lo que sea que deba fluir, o el atasco se impone.

Mas, ¿qué significa fluir? Fluere, en latín, se traduce, como se puede suponer, por manar o correr, referido a líquidos. Pero no únicamente. Una túnica puede ser fluida, es decir, ligera, flotante, agitada por el viento. 

Pero los casos en los que el verbo fluo (fluere) denota una acción o un movimiento reprobable superan las consideraciones positivas del movimiento de los fluidos. Los líquidos que más habitualmente manan, referidos al ser humano, son el sudor y la sangre. Un cuerpo cubierto por dichos fluidos es desagradable de ver, y denota esfuerzo, enfermedad o heridas. 

El fluir es incontinente. Un líquido no cesa de verterse. Lo que fluye no tiene pausa, no está pautado, carece de ritmo: es un discurrir continuo, sin modulación, sin tono, sin ton ni son, informe, sin estar conformado. El flujo evoca la molicie. Se deja ir, se abandona. Es incapaz de contenerse, de retención, de control sobre su propio discurrir.

 Desde un punto de vista ético, el flujo es una muestra de carencias. Todo escapa, y pasa, como los placeres, que se desvanecen, escribía Cicerón. Y sobre todo, el flujo no tiene fin. Es similar a la palabrería, a la verborrea. A la palabra hueca, que nada dice. 

Alabar el fluir es premiar la falta de orden, de organización, de contención. No es sino una muestra de incapacidad, de poner coto a lo que no tiene sentido, de saber callarse, de reflexionar, en suma. El fluir es la viva imagen de la pérdida, de nuestra incapacidad de retención, de contención, de  aprendizaje. Toda pasa como si nada contara, como si nada tuviera valor.

 Cuando oigamos de nuevo alabar el fluir pensemos que seguramente dicha defensa es un signo de nuestra impotencia para reflexionar sobre lo que ocurre, sobre lo que nos ocurre. 

lunes, 4 de diciembre de 2023

MOHAMMED SAMI QRAIGA (1999): ÚLTIMOS INTERIORES













 Mohammed Sami Qraiga era un joven artista palestino de Gaza que estaba trabajando con otros artistas y arquitectos palestinos también de Gaza en un museo virtual -ya que como comentaba un museo físico en imposible: no se puede garantizar su seguridad.

He utilizado el verbo ser en pretérito imperfecto del indicativo . Podemos intuir porqué 

domingo, 3 de diciembre de 2023

EME BE A

 La palabra negocio lo dice bien a las claras: se trata de lo contrario al ocio. Si éste ofrece un momento de abandono y de apertura a los demás, su negación invita a cerrar las manos ávidas de dinero, a la avaricia.

Mientras, las iniciales eme be a (o, en inglés, que suena más internacional, em bi ei) son un mantra, una palabra bendita, una clave al alcance de pocos, fácil de lograr sin embargo, si se tienen posibles, que abre las puertas del tesoro. Bu si nes scul.

Los llamados másters -un título de origen medieval, en verdad- se abrieron paso en España hace unos veinte o veinticinco años. Se trataba de cursos de postgrado, que daban lugar a una titulación inferior al título de doctor -un máster requiere la elaboración de una tesina, durante un año, y no de una tesis, durante un mínimo de tres, si bien las tesis doctorales, hasta principios del siglo XXI, solían exigir unos cinco años de preparación y hasta veinte, en Francia, para las llamadas tesis de estado-, pero que ampliaba los conocimientos que brindan estudios universitarios y sobre todo, aseguran unos conocimientos específicos no cubiertos por los estudios de grado más generalistas, más amplios pero menos profundos o incisivos.

Recuerdo el alboroto en algunos departamentos de universidades públicas el anuncio de la posibilidad de crear másteres. No eran necesarios académicamente -existían cursos de doctorado serios-, pero parecían una excelente oportunidad de hacer negocio. Del ocio no se vive. La aprobación de la oferta de másters era percibida como una ocasión única -una única ocasión- de poder cobrar unos honorarios, propios de empresas privadas, que los sueldos de instituciones públicas, regulados por ley, y hasta una cantidad muy inferior a la de los sueldos privados, no alcanzaban. Los másters eran vistos como una manera de completar generosamente sueldos que, en el caso de profesores que no son funcionarios, son indignos, y en el caso de profesores titulares empalidecen ante lo que las universidades y los centros privados ofrecen. Cobrar ciento veinte mil euros anuales de sueldo en un centro privado no es singular, un sueldo que dobla el de los más altos cargos de la función pública, salvo que ésta haya logrado crear institutos privados en su seno, no regulados por las normas públicas. Es cierto, nos referimos a másteres, a cursos de radicación superior especializada, y hasta ahora sólo hemos detallado negocios y honorarios. Mas, ¿de que podríamos hablar, sino?

La posesión de un título de máster es casi una condición necesaria para lograr un puesto de trabajo en una empresa privada, y un puesto de profesor en una universidad, pública o privada. Algunas empresas y algunas instituciones públicas abonan los másters de sus empleados, pero en la mayoría de los casos, es el particular quien carga con el coste. Los precios, por altos que sean, se abonan sin problemas y las plazas ofertadas se cubren, gracias al número de jóvenes de padres pudientes de lengua española que, sea cual sea su nivel de conocimiento, pueden pagar los costes que les darán un título, a veces académicamente irrelevante, pero lustrosamente rentable a la hora de acceder a un puesto de responsabilidad en una empresa privada (y no solo privada).

Hoy, tanto las universidades públicas como las privadas ofrecen cursos de másters privados. El precio de éstos es muy superior al de los másters públicos -que sólo ofrecen universidades públicas, y cuyo precio también está regulado por ley, y apenas supera el precio de un curso de grado. Por el contrario, los másters privados no están regulados. Escapan al control presupuestario. Sus contenidos tampoco están supervisados. Las universidades privadas se han multiplicado en España. Hasta algunas empresas multinacionales (de  origen español), y algunas sectas religiosas poderosas, poseen su propia universidad, evidentemente privada. Pero hasta los másters privados de universidades públicas, incluso bien consideradas, no están regulados. Los contenidos, la manera de enseñar, son libres. Y no siempre tiene nivel nivel ni la exigencia que se supone debería tener un curso de especialización superior. Y así como un máster público puede costar unos tres mil euros anuales, se imparten hoy cursos de master privados de hasta ciento treinta mil euros anuales, y los precios entre cincuenta y cien mil euros son habituales, lo que permite “redondear” los sueldos públicos -pero también mejorar las condiciones laborales de centros privados que no siempre pagan las vacaciones de sus docentes.

En estos momentos, montarse un máster exitoso es una vía segura para  poder pagarse finalmente aquel yate por el que tanto soñamos. Aviso a navegantes: en arquitectura cotiza hoy al alza  la sostenibilidad…