martes, 13 de agosto de 2024

De brazos caídos: la deposición




























 Funerales de Héctor, frente de un sarcófago romano, 120 dC, mármol. París, Museo del Louvre, Departamento de Antigüedades Griegas, Etruscas y Romanas

Diversas representaciones pintadas y talladas del Entierro de Cristo: Botticelli, El Greco, Caravaggio, Tiziano, tallas anónimas tardo-medievales y renacentistas.


Una mediocre exposición sobre Aquiles y la guerra de Troya, ahogada por proyecciones de gran tamaño inspiradas en las películas norteamericanas de súper héroes, en el Museo de la Romanidad en la ciudad francesa de Nimes, incluye, entre numerosas obras prescindibles y no siempre relacionadas directamente con el tema, un hermoso relieve funerario romano, del siglo II: un frente esculpido en perfecto estado, de un sarcófago de mármol, con una escena del enterramiento de Héctor, el príncipe troyano, gran rival del griego Aquiles, y muerto por éste.

La muerte de Héctor sucede como un acto de venganza tras la muerte del amigo, escudero y quizá amante de Aquiles, Patroclo, a manos de Héctor -una flecha lanzada por Héctor, y guiada por Apolo, que defendía a Troya cuya muralla había edificado, acabó con Patroclo.

La devastación de Aquiles se tradujo en la devastación que causó en la familia real troyana, matando a Héctor y mutilando su cuerpo dejado pudrirse al sol, si bien, por fin, tras la patético súplica del anciano rey Príamo, padre de Héctor, a los pies de Aquiles, éste permitió que el cadáver fuera retirado y se le diera sepultura.

El relieve muestra el momento en que el cuerpo inane de Héctor es levantado y transportado hacia la tumba, precedido por la dramática escena del anciano Príamo, con un gorro frigio, a los pies de Aquiles -del que el relieve fragmentado solo guarda el detalle de un bastón, en el extremo izquierdo-, y sucedido por la desesperación de Andrómaca, esposa de Héctor, la desorientación del pequeño Astianactes o Astianax , su hijo, y la desolación de la anciana reina Hécuba, madre de Héctor.

La muerte de Héctor se sugiere a través de un cuerpo inerte, aún hermoso, pero con el brazo izquierdo colgando, sin fuerza ni tensión, dejado ir, hacia el suelo, una imagen que evoca bien la falta de control del cuerpo, el brazo caído signo de entrega ante la victoria de la muerte. El cuerpo derrotado solo es un peso muerto, aunque su magnificencia aún impresiona.

Esta iconografía que compone derrota y esplendor, lo que acrecienta el patetismo de la escena por lo que pudo ser y se ha perdido para siempre, que pone ante los ojos, la inmensa pérdida irreparable, se repite en la iconografía del entierro de Jesús. 

La referencia a la iconografía fúnebre de Héctor salta a la vista, si bien se requerirían estudios para desvelar si esta relación es directa o es fruto solo de una misma consideración sobre los efectos de una muerte heroica o divina en el ánimo de los hombres, la conciencia que la historia ha dado un giro. 

La pérdida de Héctor que acarreó la caída de Troya, como la muerte de Jesús que llevó a la destrucción de Jerusalén pocos años después, fueron el germen de la nueva capital imperial, la nueva Troya, la nueva sede del poder imperial y religioso: Roma.


https://museedelaromanite.fr/exposition-temporaire/archives/achille-et-la-guerre-de-troie/lexposition

lunes, 12 de agosto de 2024

ATENEO & LIMENIO : HINMOS DÉLFICOS A APOLO (132-128 AC)

 

 


La ceremonia de clausura de los juegos olímpicos en París en 2024, ayer noche, incluyó la interpretación del Himno Délfico a Apolo.

Puede sorprender que unos juegos olímpicos, dedicados originalmente en Olimpia en honor al padre de los dioses Zeus, incluyera un himno dedicado a su hijo a Apolo, que se interpretó por vez primera en la Pitaida o fiesta dedicada al dios oracular Apolo -cuya sacerdotisa o pitonisa recibía el nombre de Pitia, en referencia a la primera divinidad de Delfos, Pitón, una divinidad en forma de serpiente contra que que Apolo tuvo que luchar, vencer y matar para poder asentarse en Delfos y fundar su santuario. Los restos de Pitón, como si fueren los restos de un sacrificio, se hallaban enterados bajo el gran templo de Apolo.

Las relaciones entre Olimpia y Delfos no eran inexistentes. Un oráculo de Apolo ya anunció que en Olimpia se fundarían unos juegos.

Estos eran unos juegos fúnebres. Estaban dedicados a la memoria de Oenomaos, un héroe, el desgraciado ( en todos los sentidos de la palabra) padre de Hipodamia. Éste no aceptaba que su hija se esposara. Todo pretendiente debía competir con él en una carrera de carros que Oenomaos ganaba siempre, ordenado entonces la ejecución del incauto pretendiente perdedor.

Entonces, llegó Pelops, padre de los  habitantes del Peloponeso. Era amante del dios de los mares Poseidón. Éste le había regalado unos caballos alados, más veloces que el viento.

Pelops tenía todas las de ganar. Para asegurar su victoria y la obtención de la mano de Hipodamia, empero, sobornó a un esclavo del rey para que alterara el eje del carro. Éste se quebró. El rey murió aplastado. 

Pelops mandó ejecutar al esclavo para evitar que cantara, pero no pudo evitar que maldijera a sus descendientes, los Átridas, encabezados por Agamenón, y sus hijos Orestes y Electra. Las vengativas Erinias, sedientas de sangre, los perseguían con su furia, tras la cadena camorrista de asesinatos que asolaron la familia: el sacrificio de Ifigenia ejecutado por Agamenón para suplicar la victoria en la guerra de Troya , la ejecución de éste ordenada por su esposa Clitemnestra para vengar la muerte de su hija, y la venganza de Orestes, instigado por su hermana Electra, asesinando a su madre. 

Fue Apolo quien salvó a Orestes de una muerte segura -las Erinias no le perdonaban el asesinato de su madre- cuando el joven, huyendo de palacio, se refugió en el templo délfico del dios.


En honor de Oenomaos, Pelops, avergonzado (más que cínico), fundó los juegos olímpicos.

El himno delfico a Apolo es una composición tardía, del siglo I AC. Consta de dos partes, de dos autores distintos, un cantante y un compositor.

No se conserva entero. Pero se trata de la composición musical con partitura más antigua conservada, aunque no la más entera, con anotaciones musicales legibles e interpretables.

La obra fue descubierta grabada en unas placas en las ruinas del edificio que acogía las ofrendas de la ciudad de Atenas a Apolo. El descubridor fue un arqueólogo francés, quien estudió, transcribió la letra y la interpretó.

Fue tocada en los primeros juegos olímpicos modernos, en Atenas en 1896, en una versión armonizada por el compositor francés Gabriel Fauré

Esta es la versión que se cantó ayer noche en el estadio de Francia en París.

Recordemos que Apolo es el dios que ordenó el mundo, fundó el primer templo y transmitió a los humanos las técnicas edilicias.

Sin Apolo seríamos aún unas bestias.

Dejemos la duda de si logró su propósito 


 Escuchad, vosotras, cuyos dominios son el Helicón de los bosques profundos, hijas de Zeus de armas hermosas, venid con cantos a celebrar a vuestro hermano Febo, el de los cabellos de oro, que sobre las cumbres gemelas de esta montaña, el Parnaso, acompañado por las famosas doncellas de Delfos, acude a las corrientes del manantial de Castalia cuando visita su oráculo en la montaña


He aquí que el Ática con su gran ciudad (Atenas) está en oración, moradores de la tierra no conquistada de la diosa armada Tritoniana (Atenea); y en los altares sagrados Hefesto (es decir, el fuego) consume los muslos de los terneros de toro; y junto con el humo, el incienso árabe se eleva a los cielos. Y el aulós, estridente y sonoro, teje una melodía con notas revoloteantes, y la kithara, dorada y de voz dulce, se mezcla con el canto de alabanza.


Venid a esta ladera de picos gemelos del Parnaso con vistas lejanas, (donde los bailarines son bienvenidos), y (guiadme en mis canciones), diosas Piérides que moráis en los peñascos nevados del Helicón. Cantad en honor de Febo Pitio, de cabellos dorados, hábil arquero y músico, a quien la bendita Leto dio a luz junto al célebre pantano, agarrando con sus manos una robusta rama del olivo verde grisáceo en su tiempo de parto.



sábado, 10 de agosto de 2024

Cercanía

 “Rogamos apaguen su micro y desconecten la cámara”. Este doble indicación ha sido una de las frases más pronunciadas en el mundo académico y laboral desde 2020 y su vigencia no ha cesado. Si bien las clases telemáticas ya no son tan habituales, sí lo son las reuniones de trabajo, y siguen precedidas por el enunciado de la recomendación o de la orden antes citadas. Se evitan así interferencias que confunden, una mezcla desordenada de imágenes y sonidos, hasta la interrupción de la comunicación. La clase cesa.

Durante dos años al menos, durante dos cursos completos, las clases se han impartido a ciegas. Los estudiantes veían al profesor en pantalla, pero éste solo veía letras mayúsculas inscritas en un círculo en su ordenador. No sabía qué cara teniendo los estudiantes, no podía, como se dice popularmente, poner una cara a un nombre. Hablaba sin saber si lo que contaba llegaba a los estudiantes, ni podía ver y valorar la reacción ante sus palabras. El contacto visual estaba impedido. De algún modo, prohibido, pues una cámara encendida podía dificultar o interrumpir la conexión.

Las clases telemáticas, como las conferencias, reuniones, presentaciones y evaluaciones de trabajos, concursos y oposiciones, es decir, toda clases de reuniones laborables y académicas que recurren al medios telefónicos o, más habitualmente, telemáticos, a través de cámaras y micrófonos de o en ordenadores y teléfonos móviles, posiblemente ya no cesen nunca. 

Esta modalidad de reunión presenta una diferencia con respecto a clases y reuniones llamadas presenciales caracterizadas por la presencia en un mismo lugar de todos los asistentes, por la cercanía de los mismos.

La cercanía define una clase. El desarrollo de la misma sigue un esquema conocido. Una clase es una actuación en directo. La sala, en ocasiones, es un anfiteatro. El nombre no es caprichoso o gratuito. La sala comprende unas gradas en las que se disponen los asistentes, y una tarima o estrada a la que sube quien imparte la clase, profesor o conferenciante. Delante suyo, una mesa con o sin un ordenador, una cámara, un proyector, o un atril.  A su lado, o detrás suyo, una pizarra, una pantalla. Es decir, el espacio del aula es el propio de un teatro con un escenario ocupado por quien interviene, y unos asientos en los que se disponen los asistentes, detrás de la invisible -pero existente- pared, que debe ser cruzada para facilitar una aproximación entre alumnos y profesor. Una clase es una acción o, mejor dicho, una actuación, en directo: un acto que se desarrolla ante los estudiantes, a la vista de los asistentes.

La vista juega un papel destacado en el desarrollo de una clase. La “buena” marcha de una lección en una aula  requiere lo que la clase telemática niega: el contacto visual.

La efectividad del cruce de miradas requiere que ambos bandos, los asistentes y el docente, estén cerca en uno de los otros. Pese a que ambos ocupen su propio espacio, separados por una pared invisible, la cercanía es indispensable. Disminuye o se anula efectividad, la “bondad” de una clase impartida por un profesor que apenas se reconoce cuando una clase o una conferencia se imparte en un anfiteatro excesivamente amplio, y que requiere el uso de pantallas. para acercar su imagen a los asistentes.

La cercanía bienvenida acerca aún más una clase a un espectáculo teatral. Aún más, a un ritual durante el que todos los asistentes comparten conocimientos, beben las palabras del predicador (el docente) y comulgan con lo que les ofrece. La cercanía exige una disposición en círculo. La comunión, sin embargo, se opone a una ingesta en una sola dirección. El estudiante no se limite a abrir la boca para recibir lo que el docente le suministra, una imagen próxima de la ganadería. Ambos, por el contrario, comparten alimentos, conocimientos. Una clase es un espacio de intercambio de valores, saberes y puntos de vista. Una clase se basa en el equilibrio, sin que nada ni nadie domine. Reprima, desautorice. 

Estar cerca no solo designa una ubicación espacial, sino también jerárquica y social. Lo que se encuentra cerca de nosotros se dispone alrededor nuestro. La buena relación elimina la exigencia del censo o del recuento , el cálculo, del listado.  La aproximación es de recibo -la proximidad y la aceptación de un cálculo a ojos vista, porque la confianza no requiere el cálculo puntilloso que expresa suspicacia o desconfianza. No se requiere la enumeración de los asistentes para excluir quienes no pueden formar parte del círculo. 

Todos son bienvenidos, sea cual sea su número, porque todos son próximos. Se han convertido en seres próximos, como si formaran parte o si hubieren entrado a formar parte de nuestro círculo íntimo de amistades o, incluso, de nuestra familia directa. Son cercanos, nos son cercanos. Los conocemos, no manifestamos reticencia ni recelo ante su presencia. Los dejamos acercarse y asentarse en torno a nosotros.

La calificación espacial -la proximidad- conlleva la clasificación social: atienden, asisten a una clase son nuestros prójimos.

El prójimo: una palabra densamente moral. Requiere la afinidad, el compartir espacios, valores y fines, el trabajo, la vida incluso, conjuntos. La particular adverbial con establece relaciones de complicidad. Las barreras, las defensas caen. El prójimo es el cónyuge, que no designa exclusivamente al esposo o la esposa, sino a toda persona con la que estamos uncidos. El yugo implica una atadura física pero sobre todo espiritual. El yugo une. Los uncidos están juntos, bien juntos, muy cerca el uno del otro. Se entienden, se ayudan. Forman una pareja que solo pares, es decir iguales, sin diferencias jerárquicas impuestas, pueden formar.

La cercanía es lo que caracteriza a una gran familia. Comparten maneras de ser, de percibir el mundo, de estar en el mundo. Las diferencias no han lugar. Saben solventar sus diferencias sin enfrentamientos. La indiferencia, la distancia no rige. Una clase no permite, no entiende que el asistente, el docente o el estudiante, se muestre distante, altivo. Todos están a la misma altura. 

La cercanía permite la inmediata comprensión. Los miembros de una familia intuyen lo que los demás saben y sienten, presientes sus reacciones, sus sentimientos. Brindan consuelo, actúen desinteresadamente. Buscan el bien común. Los lazos son estrechos. Se preocupen los unos de los otros. Piensan más en los demás que en sí mismos. Se desvelan para que la armonía reine. Las opiniones, la percepción del mundo, las decisiones se contrastan, se completan, se compenetran, sin abolir el libre arbitrio, el libre pensamiento. Todos los miembros tienen voz. Nadie debe ser acallado. A nadie se le ningunea. No es necesario poner a nadie en su sitio, pues todos pueden actuar en nombre de todos, y los puestos y voces son intercambiables, igualmente válidas y respetables. El respeto, que implica el reconocimiento de lo que el otro es, debe reinar. Todos tienen un nombre y se les llama por su nombre.

El reconocimiento, la aceptación de la singularidad, de la presencia y entidad, del valor de cada miembro exige que todos nos mostremos y desvelemos nuestra cara. Nada puede estar oculto. No se puede actuar a escondidas o a espaldas, no se puede practicar nada que vaya en contra de la vida y del bienestar del colectivo. 

Una clase es una lección moral. Requiere la aceptación, el verse las caras. Nada debe callarse. Nadie debe tener decir lo que piensa. Por otra parte, la callada por respuesta expresa desprecio. 

El diálogo entre pares es lo que funda un grupo de seres que se sientes partícipes de un mismo proyecto (vital). Una clase no puede estar formada por extraños, seres que no se reconocen ni se aceptan o soportan. La diferencia no es un obstáculo. La igualdad no implica impersonalidad. La indiferencia ante las opiniones, actuaciones, maneras de ser y vidas ajenas si está proscrita, pues disuelve los lazos que ligan a los prójimos. 

Las pantallas son cristales. Las jaulas de cristal impiden la comunicación, más allá de la visual. Un muro invisible se interpone al acercamiento. Tender la mano no lleva a ningún sitio. El contacto físico está impedido. La cercanía es ilusoria. El engaño se asienta, y destruye la comunidad de principios.

Una clase debe desarrollarse a la vista de todos, lo que implica confianza mutua, cercanía. Una conferencia reciente se interrumpió porque los asistentes, pese al número limitado e éstos, la cercanía del conferencia y el tamaño comedido de la sala, no veían la cara del ponente, sentado, sin tarima, tapado por los asistentes de la primera fila. Lo asistentes oían. Pero no veían. Por tanto, no podían prestar atención. Era como si charla no tuviera lugar, o fuera una intervención callada, inaudible. La clase es el espacio ejemplar donde los valores humanos, que nos definen como humanos, se crean, se manifiestan y se comparten. Sin lecciones que nos aleccionen, sin lecciones de vida, seremos unos extraños, aislados o encerrados, incomprendidos, sin nada que contar ni que ofrecer ni compartir. Objetos y ya no sujetos. Una clase nos hace humanos. Siempre que podamos estar cerca los unos de los otros, viéndonos las caras. Los ojos bien abiertos, apagando las cámaras. 



 

miércoles, 7 de agosto de 2024

IVAN ARGOTE (1983): ABRIENDO CAMINOS (2024)


 

Sobre este artista colombiano afincado en París, véase, por ejemplo, su página web: https://ivanargote.com/home

El MACBA de Barcelona atesora varias obras de Iván Argote

El presente documental filma a un curandero de la cultura Misak, de la cordillera andina colombiana, ante obras babilónicas y asirias de gran tamaño (desde el código de Hanmurabi hasta Lamassu o toros alados), guardianas de los umbrales de espacios interiores, extraídas de sus contextos en el siglo XIX, en los dominios árabes del imperio otomano, y llevadas en el departamento de antigüedades orientales del museo del Louvre, rivalizando  con operaciones similares llevada a cabo, también legalmente o no, por Museo Británico de Londres .

martes, 6 de agosto de 2024

HENRY ORLIK (1947): ARQUITECTURA









 

Algunos títulos hacen una referencia directa a la arquitectura o a ciudades: Nueva York, Beverly Hills, Grand Central Station. Una arquitectura que podría entroncar con las construcciones comestibles de Dalí, todo y las diferencias técnicas. Son fachadas, fragmentos de edificios de los que no se sabe nada, ruinas pobladas de figuras amorfas. Figuras y entornos no han llegado a término o han decaído. Nada está en su momento álgido. Todo es blando o excesivamente rígido, pintado con colores algodonosos. 
Las figuras sin rostro recordarían más a las testas enlutadas de Magritte. Referencias surrealizantes que Orlik niega o de las que se desdice. Pinta, solo pinta, aduce.
Otros son elusivos.
Como elusivo es el artista. Polaco, refugiado en Inglaterra tras la Segunda Guerra Mundial, pasó su infancia en una sucesión de campos de refugiados británicos para polacos.
Su primera exposición personal a principios de los años setenta fue un triunfo. Todos los cuadros se vendieron a precios estratosféricos -aunque solo una mínima parte de la venta recayó en el artista. Críticos, galeristas y coleccionistas lo cortejaron ávidamente.
Y Orlik se asustó y se retiró. Ha vivido con unos pocos ingresos como docente. No ha dejado de pintar, pero no exponía. Los cuadros se fueron acumulando. La pintura, por otra parte, había desaparecido de la actualidad. Eran tiempos del arte conceptual. 
Pero no quiso reaparecer cuando la transvanguardia pictórica que asoló el arte de los años 80 le hubiera devuelto a las portadas. Se recluyó aún más. Cayó en el olvido que anhelaba.
La lentitud debido a una peculiar técnica -sucesivas capas pequeñas pinceladas curvas aplicadamente puntadas que componen imágenes ensoñadoras y vagamente inquietantes, atractivas y repulsivas a la vez- no ha jugado a su favor. Encerrado, Orlik ha huido de la fama y del mundo (mercantil) del arte.
Solo ahora, necesitado de unos mínimos ingresos, ha aceptado exponer y vender a unos precios modestos.
Un reconocimiento tan tardío que ya no le asusta. Sabe que, inevitablemente, pronto la fama será póstuma.

lunes, 5 de agosto de 2024

¡Fuera!

 Nota : En agosto, sin clases, quizá podamos echar la vista atrás pensando en lo que ha ocurrido, y prepararse por lo que puede ocurrir o para evitar que lo que aconteció vuelva a ocurrir.


De pronto, el profesor se calla. Interrumpe la explicación. Se queda quieto y tenso. Desciende a veces de la tarima y se dirige, casi siempre hacia las últimas filas de un aula atestada.

¡Fuera! ¡Fuera de clase! Y el alumno, nervioso o condescendiente, recoge sus cosas y sale. La clase reemprende. Ya no es la misma. Algo se ha quebrado. Quizá la confianza.

El grito puede también apuntar en dirección contraria: ¡No entre! ¡Ha pasado la hora! Algún profesor, incluso, atranca la puerta para impedir el acceso de un estudiante una vez la clase ha empezado -a la hora o a destiempo.

Fuera, fuera: ¿qué implica esta expresión pronunciada de malos modos, con cara severa, irritada o agria?

Fuera, en latín fuoris, es un adverbio que denota no una posición, sino un movimiento. No se está fuera, como si el no estar dentro designará un espacio propio, consustancial con quien está fuera, sino que se va fuera, nunca libremente,  sino por una orden de obligado cumplimiento. Fuera implica una expulsión. Se expele a quien no se acepta. La expulsión se logra mediante el ejerció de la fuerza: se empuja a quien se resiste a irse. Un atropello. El expulsado pierde sus derechos. Se le condena.

Las expulsiones acontecen, necesariamente en espacios acotados. La cota o el límite cualifica el espacio. Lo escinde entre el espacio de la bienaventuranza y el exterior, ilimitado, desordenado, en el que es inevitable perderse, perdiendo también los beneficios que aporta el estar dentro: la protección, la salvación, la redención de la presencia y el verbo de quien puede ordenarse que te alejes, amputándote del colección. La expulsión es siempre hacia un lugar sombrío. La luz, en efecto, solo brilla en ls iglesia. La calidez que impera dentro contrasta con el frío, la frialdad fuera. Uno queda desvalido, sin la validez que otorga la pertenencia a un grupo. Quien sufre una expulsión ha cruzado los límites de lo que se acepta o tolera en el seno de la comunidad o la iglesia.

Los espacios acotados y cerrados definen espacios segregados, separados del espacio no cualificado convencional. Se trata de un lugar especial, con unas leyes o reglas de comportamiento, de juego propias que no rigen fuera del nicho o del nido. Son unas leyes de obligado acatamiento. Quién es expulsado ha faltado a dichas leyes o las ha cuestionado. Ha desobedecido al mandato y, por tanto, ya no puede permanecer en el seno de la comunidad.

Tales lugares pertenecen a comunidades cerradas y, por tanto, excluyentes: áreas de juego, espacios sagrados, ejércitos, misiones, órdenes sectarias. Dentro, los miembros deben atender a las palabras del árbitro, el sacerdote, o el profesor. Literalmente, lo enunciado va a misa. Es incuestionable. Se escucha, se asume, se asiente, se obedece. La escucha puede no darse en realidad. Lo que cuenta es la imagen sumisa y devota. No es de recibo cualquier gesto no regulado, que no entra en la lista de movimientos que deben ejecutarse conjuntamente -levantarse, sentarse, arrodillarse, juntar u darse las manos, moverse rítmicamente, etc-, como buscar un teléfono móvil, teclear en un aparato electrónico, girar la cabeza para hablar en voz baja, cuando el silencio debe imperar al servicio de la voz del profeta, del mandamás, conlleva el alejamiento del grupo. Son gestos inaceptables, manifestaciones de ingratitud, cuendo deberíamos alabar incesantemente al buen pastor. La oveja negra -el color es simbólico, al igual que el animal escogido, símbolo de mansedumbre, salvo cuando adquiere un tono sombrío- es arrinconada, desestimada -pierde la estima, el aprecio, la honra, convirtiéndose en un don nadie-, y finalmente echada “fuera”. Al vacío, a las tinieblas, donde solo cabe la disolución, la pérdida de ligámenes , la desaparición.

Una secta está compuesta por seguidores -es lo que literalmente significa el verbo sequor, en latín: seguir-. Se sigue, se está de parte de quien lleva la voz cantante. Solo el líder tiene voz. Solo él o ella puede hablar. Los seguidores callan y asientes. Son todo oídos. Las palabras del líder son sagradas. De obligado cumplimiento. No se discuten. No hay discusión posible en el seno de una secta. 

¿Es lo que debería ser una clase? Un espacio acotado donde puede ocurrir lo que no tiene lugar “fuera”; un lugar de calma y reflexión, ajeno al ruido externo, a las prisas, las presiones que rigen fuera de las paredes del aula. Un lugar donde el profesor plantea dudas y preguntas, habla y escucha, invita al diálogo, y, necesariamente, para no acallar las voces distintas, discordantes, debe reflexionar sobre lo que dice y hace, debe “cuestionarse”.  Una clase es el lugar donde se plantean cuestiones, se abordan soluciones, se someten a juicio afirmaciones y dogmas, y donde la diferencia, que no puede ser atendida “fuera” merece -o debe ser- recibida y estudiada. El aula es un centro de estudio; la aplicación, el celo, el esfuerzo, la concentración son gestos y actitudes que definen el comportamiento en una clase, sin que se excluyan distracciones y ensimismamientos, que facilitan el regreso a la atención: el movimiento siempre es un avance y un retroceso, y el gesto una toma en consideración, un agarre de un problema, y el abandono para abordarlo desde otro punto de vista, o para dejarlo descansar. En clase se descansa de las visicitudes externas; es el lugar adecuado para olvidarse de lo que nos afecta fuera. Es un lugar mágico, donde todo puede ocurrir, todo lo que es imposible que acontezca fuera. El aula es donde todo puede ser, donde el ser amanece y se fragua. El adoctrinamiento, el seguidismo, la mansedumbre no tienen cabida. Una clase es un espacio donde voces distintas resuenan, una orquesta, donde las voces se conjugan, se alzan, discrepan, se callan, regresan, bajo la dirección de un director que rige y atiende. 

La expulsión conlleva una ruptura. La fe, o la confianza -que es lo mismo- se quiebran.  Recuperarlas se convierte, entonces, en una tarea quizá ya imposible. 



jueves, 1 de agosto de 2024

Història de la universidad en Barcelona (ss. XV -XX), parte 12 y fin





1. Elias Rogent: variante de la sede de la Universidad Literaria de Barcelona (Museo del Prado, Madrid) 

2. Josep González y Francesc Perales, nuevos laboratorios de la Universidad Literaria de Barcelona, 1934 (Archivo Histórico de la UB, Barcelona)

3 y 4. Francisco de Paula Nebot, proyecto del campus de Pedralbes, 1946 (Archivo Histórico del COAC, Barcelona)


 Nota: el relato se detiene a las puertas del siglo XXI y, por tanto, no incluye la continua creación hoy de  numerosos estamentos universitarios privados, muchos dedicados a la dirección de empresas, en la órbita de órdenes religiosas.


El relato tampoco se centra exclusivamente en la historia de la universidad de, sino en, Barcelona, por lo que engloba la historia de estamentos no propiamente universitarios pero que han dispensado estudios superiores, como el Colegio de los Cordellas, en el Barroco, o negocios que han favorecido dichos estudios, como las primeras imprentas, en el siglo XVI, de las que Barcelona estaba bien surtida, y que lograron a veces burlar la censura eclesiástica.



La Universidad Literaria de Barcelona, proyectada por Elias Rogent, y ubicada finalmente en el emplazamiento que aún posee, tenía, hasta la Guerra civil, una vida distinta a la actual.

Elias Rogent realizó variantes del proyecto inicial. La misma ubicación inicial, tras el abandono del solar del derribado convento del Carmen, estaba centrada con respecto a la plaza abierta ante la fachada. Hoy, el edificio aparece descentrado. Por otra parte, una calle perpendicular, propia de la trama Cerda, ascendía directamente desde la misma fachada posterior. Esta calle existe solo parcialmente. Un gran edificio educativo, del mismo arquitecto, se interpone en el trazado de la calle y lo interrumpe: el Seminario, rodeado de jardines, impide que la calle Enrique Granados concluya ante la fachada posterior de la universidad. 

Un alto y esbelto pináculo neo gótico, catedralicio, hubiera tenido que coronar la sede universitaria. Nunca se construyó.

El edificio no solo acogía aulas, biblioteca, paraninfo y despachos, como hoy, sino que también hacía las veces de residencia universitaria, e incluía viviendas, en el segundo piso, para el personal de la universidad. La soprano Victoria de los Ángeles, hija de un conserje, nació y vivió de pequeña en la universidad. Aún se conservan las argollas, clavadas en los muros exteriores que delimitan la parte superior de uno de los claustros, en las que se ataban a los animales -perros, burros (sin segundas intenciones)- que poblaban la universidad. Incluso en los años treinta, los profesores se quejaban de la gallinas que andaban sueltas por los jardines.

Pese al nombre de universidad literaria, el edificio acogía también la escuela de arquitectura hasta 1962, después que unos desacuerdos entre el arquitecto académico  Domenech Montaner y el arquitecto político Puig Cadafalch impidieron que la escuela de arquitectura, tras el abandono de la sede de la Lonja de Mar, se asentara en la proyectada -aunque nunca construida- Escuela de Artes y Oficios, un gran edificio ideado por Domenech Montaner, de principios del siglo XX, que se hubiera tenido que construir ocupando varias manzanas cerda de la Ronda de San Pedro. 

La Escuela de Artes y Oficios siguió en la Lonja, ya liberada de los estudios de Arquitectura, hasta su traslado, al concluir la Guerra Civil, al edificio de la Cámara de Comercio, llamado El Borsi, en la calle Avinyó, abandonado de nuevo y a toda prisa puesto que amenazaba ruina a principios del siglo XX -su rehabilitación está en proceso hoy en día, un cuarto de siglo más tarde-, instalándose en dos nuevas sedes en los barrios de Sant Andreu de de Sant Gervasi donde aún sigue.

La sede de la Universidad Literaria tenía que haber sido ampliaba a finales de los años veinte con dos edificios ubicados a lado y lado, en los jardines posteriores. Éstos hubieren acogido un instituto de secundaria, y nuevas aulas. El mediocre proyecto de Domenech Menssns nunca se llevó a cabo..

Por el contrario, dos jóvenes arquitectos adscritos a la sociedad de arquitectos racionalistas GATCPAC, Josep González y Francesc Perales, pudieron introducir mejoras en el edificio ya vetusto, poco antes de la Guerra Civil, con reformas en el aulario, laboratorios, y el bar, amén de unos nuevos jardines, junto con el jardinero Artur Rigol, y que hoy constituyen los mejores jardines urbanos de Barcelona.

Los bombardeos de Barcelona durante la Guerra Civil, en 1937, afectaron el edificio hasta tal punto, que las clases tuvieron que desplazarse al Colegio privado de los jesuitas en la parte de la ciudad.

Tras la guerra, la universidad volvió a abrir sus puertas. Ls apertura casi coincidió con la inauguración de una exposición (de un par de semanas de duración, con escaso eco en la prensa, pero simbólicamente significativa) sobre la edición de libros alemanes, presidida por gigantescas banderolas estampilladas con cruces gamadas.

La sede de la universidad era cada más incapaz de acoger nuevos estudios y el creciente número de universitarios. El jefe del Estado ordenó, en 1946, que la universidad se dotará de un extenso campus universitario.

 Dos emplazamientos estuvieron en liza. Uno, en las cercanías de la montaña de Montjuic, desechado en favor de extensos terrenos en la periferia occidental de la ciudad, atravesada por la avenida que aún hoy une Barcelona hacia el centro de la península. 

Dichos solares pertenecían en su mayoría a dos familias acauladadas : las familias Güell y Girona. Los poderes públicos pagaron a precio de oro dichos terrenos, en una de las operaciones urbanísticas más rentables para los vendedores que jamás s haya llevado a cabo. En cambio, los numerosos pequeños solares en manos de modesta propietarios fueron adquiridos a precio de saldo so pena de una expropiación sin compensación económica. Aunque los propietarios recibieron una exigua cantidad de dinero, el abono por parte de los poderes públicos fue considerable. La diferencia acabó en los bolsillos de los arquitectos municipales, una especulación tan escandalosa, incluso para los niveles que se daban  en época del estraperlo, que varias fueron las detenciones y las condenas a presidio en los años 50.

El arquitecto escogido para el proyecto del nuevo campus, Francisco de Paula Nebot, también fue acusado pero inocentado. El juicio puso fin al proyecto que nunca se llevó a cabo. La universidad se libró de un gigantesco proyecto unitario que combinada imágenes de construcciones cupulares vaticanas con austeros edificios neoclásicos  de cariz soviético. 

Pero, a cambio, el campus se fue lentamente poblándose de facultades y residencias universitarias desparejadas y de calidad muy desigual, algunas aún en construcción, desde obras maestras como las facultades de derecho y de economía, ambas de los arquitectos Giráldez, López Íñigo y Subías, a finales de los años cincuenta, hasta mediocridades con la escuela de arquitectura de José Antonio Coderch en los años ochenta o la elefantesca ampliación reciente de la facultad de derecho, cuya calidad se acrecienta aún más en comparación con aquélla.

La construcción y la historia de la universidad en Barcelona no ha llegado a término. Se han construido nuevos -demasiados- campus, se siguen abriendo nuevas universidades privadas, se construyen nuevas sedes, y la crónica deuda económica universitaria, por impago de los poderes públicos, sigue, uniendo pasado y presente, en un puente que debería haberse roto hace siglos. 

La pobreza del Estudio General en las Ramblas, incluso antes, de la sede de las Escuelas Mayores en la Fonda del Lleó, se mira en las estrecheces económicas de la universidad pública actual, tan distintas de los dispendios de las privadas, si bien el empeño de los estudiantes de ayer, y de muchos docentes, alimenta aún, quizá más que nunca, la vibrante vida universitaria, que cada año alumbra nuevos brillantes estudiantes -que prosiguen sus estudios o emprenden su vida profesional a menudo fuera de la península, dadas las escasas posibilidades que la vida civil y los poderes públicos pueden ( o tratan de ) ofrecerles.

Y la historia continúa…