miércoles, 2 de octubre de 2024
GEORGE THOMAS SHAW (1966): PERIFERIAS INGLESAS
lunes, 30 de septiembre de 2024
El artista y la ciudad
Eugenio Trías (1942-2013) fue el mejor filósofo español de la segunda mitad del siglo XX. Obtuvo el premio Nietzsche -el Nobel de filosofía.
Era catedrático de estética en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Junto con Xavier Rubert, Félix de Azúa, Ferrán Lobo y , durante unos años, Josep Quetglas, constituyó la mejor cátedra de estética de España.
Fue unos de los mejores docentes, sino el mejor, junto con Xavier Rubert: atento, abierto, dispuesto a escuchar y a dialogar. Nunca denigró a nadie. Sus clases eran construcciones admirables. Irrepetibles. Cambiaba de temario cada año. Grqcias a Eugenio Trías, descubrimos a pensadores como Scholem, Cassirer y Benjamín.
Lo que no le impidió financiar el bar más desenfadado de Barcelona, el KGB. Un pionero de los años ochenta
Ganó el premio Anagrama de Ensayo con un texto sobre la ciudad como metáfora platónica del alma edificada : El artista y la ciudad.
Posteriormente publicaría Ciudad sobre ciudad, en el que la ciudad volvía a ser considerada como una metáfora de los saberes edificantes bien ordenados.
Dejó la escuela de arquitectura para pasar a humanidades de la universidad Pompeu Fabre (lo que lamentaría dado el nivel de los estudiantes).
Desilusionado -o, mejor dicho, abochornado, indignado - por la corrupción del último gobierno socialista, dedicó un texto al primer Aznar. Un gesto que fue percibido como una traición. La política es como una secta. Pide entrega y sumisión.
Publicó sobre religiones. Filosofía y religión devinieron un tema al que le dedicó varios libros. La religión ya no era el opio del pueblo, sino una creación fantástica, hermosamente imaginaria a través de la cual el ser humano percibe lo que no ve, una droga que invitaba al sueño lúcido, y en lo que únicamente puede creer, es decir, confiar, so pena de la desesperación.
Las críticas, la irritación, el desdén arreciaron. Ya no era un filósofo profundo, sino aburrido. Su pensamiento agudo fue juzgado plomizo, e irrelevante. Fue calificado de extravagante, conservador, retrógrado, por poco, fascista.
Fue cuando publicó sus estudios monumentales. La piedra angular de su visión del mundo, y del papel del ser humano en el mundo, del ser-en-el-mundo:
Se le cerraron las puertas. Ya no se le invitó más. Se hizo el vacío alrededor suyo. Se le consideraba un apestado, un renegado.
Barcelona le echó. Encontró acomodo, un tiempo, en Madrid.
Madrid le ha dedicado una hermosa biblioteca. Que organiza un curso, estos meses, sobre cine y urbanismo, titulado Psicogeografias.
Mientras, en Barcelona….
domingo, 29 de septiembre de 2024
Perdón
Como la palabra lo indica, el perdón no se pide sino que se concede: se da a alguien: per-donare, en latín.
El perdón es una gracia que se otorga. Es una falta pedirlo. Los regalos, las venias no se piden. Dejan de ser gracias. Quien lo concede actúa con plena libertad, desinteresadamente. La concesión bajo demanda o presión anula la bondad de la concesión.
El perdón que se brinda es personal. La persona afectada por una acción hostil, un daño recibido, libra de la culpa a quien lo ha cometido, lavando la falta. Ésta no se anula; son sus efectos los que se consideran pasados. Remiten. Éstos no son irrelevantes. Pero se decretan que ya no nos afectan. Perdonar no conlleva el olvido del daño recibido. Pero anula el efecto pernicioso que enturbia una relación personal. Pues la relación que se había roto se restablece con la absolución gracias a la que remite el alcance del daño recibido.
Solo los dioses pueden perdonar las faltas cometidas por personas que no las han cometido personalmente, sino que son personas herederas de quienes las han causado. Cristo perdonó a quienes le arrestaron, le enjuiciaron, le torturaron y le ejecutaron. Pero este perdón era de alcance limitado: el alcance del perdón humano. La grandeza del perdón divino es que alcanza las faltas no cometidas por quienes reciben el perdón, faltas que cometieron otros, y faltas que otros cometerán; faltas cuyos efectos han pasado o aún no se han producido. El perdón mas grande, magnánimo y magnificente, porque más incomprensible, es que se otorga a las faltas que aún no se han cometido, a sabiendas que se cometerán. Sus efectos se neutralizan de antemano. Quien perdona considera que no será agraviado. Libera de la culpa por el daño que se causará.
El perdón es una gracia. Y la gracia es una manera de mostrarse agradable. La ira, la venganza, el rencor, la agresividad, la mirada torva desaparecen con la gracia -que restablece los contactos. La gracia, la medida de gracia no se suplica. Se otorga. Los recuerdos de los males cometidos ya no enturbiarán las relaciones personales. Pedir perdón es una falta, y una petición sin sentido. Revela cobardía porque implica la no asunción de la falta cometida, que solo puede ser neutraliza por el afectado cuando, graciosamente, otorga el perdón.
El agraviado perdona. Y perdona a quien no pide perdón, puesto que pedirlo es una falta que invalida la gracia de quien lo concede, quien no puede concederlo porque su libertad ha sido coartada.
La perdón es una muestra de generosidad. Permite que el agraciado reviva. Puede regenerarse, volver a levantarse. La generosidad siempre se aplica a contrapelo, cuando no se la espera. Toma por sorpresa y echa luz. La generosidad tampoco se pide. Todo lo más se espera en silencio. Es un acto meritorio. Pero nadie está obligado físicamente a ser generoso. Es una obligación moral que cada uno se impone a sí mismo, y que no puede responder a ninguna petición. La generosidad como respuesta, para acallar la voz que pide, ya no es una muestra de generosidad, sino de transacción comercial.
Quizá pudiéramos perdonar a ciertos representantes porque no saben lo que dicen.
miércoles, 25 de septiembre de 2024
Arqueología y nacionalismo
Recuerdo la decepción de una amiga, a finales de los años setenta del siglo pasado, al llegar a Grecia por primera vez. Esperaba encontrarse con griegos idénticos a los héroes esculpidos en la antigüedad: nariz recta prolongándose la frente, labios carnosos y pelo corto con rizos y caracolas. Según ella, las estatuas clásicas masculinas debían ser retratos de seres de carne y hueso, y éstos indistinguibles de los actuales, como si la ficción del pasado fuera la viva imagen de la realidad del presente; como si ésta hundiera sus raíces en el lejano pasado.
Bruselas acogió, en 1985, una serie de exposiciones organizadas por el gobierno español, para celebrar la entrada de España en la Comunidad Europea. Estas muestras de arte y diseño debían cantar la grandeza del arte español, del pasado y del presente. Destacaba una exposición sobre los iberos. Ésta estaba justificada: las tribus iberas vivieron en la península llamada ibérica y en el sudeste de Francia, y las mejores colecciones de arte ibérico, o de las tribus iberas, se encuentran en colecciones públicas y privadas en España -con algunas escasas excepciones.
Sin embargo, tales no eran las únicas razones que llevaron a organizar esta exposición. Subyacía, en cambio, la creencia en la continuidad entre los iberos y los españoles, como si fuéramos los directos descendientes de aquellos, y las artes iberas fueren las que fueran razón del arte “español” sea cual sea la época.
Sin embargo, los procedimientos actuales en la excavaciones arqueológicas ya nos ofrecen una imagen de la relación entre el pasado y el presente: frente a las maneras de excavar del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, consistentes un abrir tajos profundos que se adentran verticalmente en la tierra, a la búsqueda de la continuidad entre las muestras del presente y las trazas del pasado, hoy se excava horizontalmente, por catas. Este procedimiento pone en evidencia las relaciones entre obras de un mismo nivel o periodo, y las discontinuidades entre distintos estratos, a menudo separados por capas en las que no se hallan ninguna muestra de ocupación. Los sucesivos niveles de ocupación no se asientan, a menudo, sobre nada del pasado. Es como si ocuparan a cada vez una tierra virgen. El pasado yace sepultado y no informa o afecta el presente.
Lo español no es una evidencia que pone en relación lo ibero con el presente, sino que es una construcción de la generación del 98, que miraba con fascinación y amargura las trazas del pasado, trazas de miseria y esplendor, de codicia y desprendimiento, que justificaran la deprimente, amarga y fatalista situación política finisecular y la imposibilidad de sobreponerse. Las razones del malvivir se enraizaban en los males no superados del pasado.
Esta construcción que ahonda en las supuestas conexiones entre pasado y presente, y que son construcciones modernas, se encuentra en diversos países. Hoy los habitantes de países sudamericanos se reivindican como directos herederos de imperios “nativos”, y políticos franceses se proyectan en las andanzas de los galos. Mussolini se consideraba la reencarnación de Julio César, y la derecha conservadora catalana afirma prolongar las heroicas decisiones de un rey imaginario, Wilfredo el Piloso. España, Cataluña, Francia, o Germanis habrían existido incólumes desde la noche de los tiempos.
Esta visión continuista lleva a la sacralidad del pasado que conduce a su adoración o su destrucción si se considera ajeno a las “raíces” del presente. El arte preislámico, pagano, es condenado, en ocasiones, por políticos islamistas, mientras que el arte ibérico, griego o romano ha sido presentado a veces como la muestra de la superioridad y grandeza de España, Grecia o Italia.
La noción de raíz, o de autoctonía , como denunciaba el antropólogo cultural francés Marcel Detienne, ha llevado a las mayores exacciones. Todo está permitido y legitimado si repite manera de hacer del lejano pasado. A la vez, condena a la exclusiones a quienes no pueden probar su enraizamiento inmemorial.
El pasado es cuestión del pasado. Por eso puede ser estudiado. Para aprender del pasado, para estudiar maneras de hacer y pensar del ser humano en el pasado de las que podemos acaso aprender -para no operar ni reflexionar de la misma manera, para romper con el pasado, y que este no sea una losa de la que no podamos desprendernos, sin sentirnos herederos ni culpables.
martes, 24 de septiembre de 2024
Mercé (Mercedes)
Zurbarán: Cristo crucificado ante el fundador de la orden de la Merced
Barcelona amanece silenciosa: Nadie circula de buena mañana. Es fiesta.
Barcelona, hoy, 24 de septiembre, como cada año, celebra su fiesta patronal, es decir, la fiesta de su patrona, la Virgen de las Mercedes.
Mercedes es un nombre común, de origen latino, convertido en un nombre propio. Significa ganancia. Se relaciona con el verbo latino, mereo, que significa merecer. Mercedes es una ganancia merecida o meritoria.
¿A qué mérito se refiere la virgen de las Mercedes -la madre humana del hijo de Dios en su faceta de dispensadora de méritos y beneficios?
Cuenta la leyenda que la Virgen de las Mercedes apareció ante los ojos de tres personas: Pedro de Nolasco, un religioso del ducado de Aquitania, a las órdenes del rey de los Francos; el rey Jaime I llamado El Conquistador (por su afán guerrero y su crueldad tras la toma a sangre y fuego de los reinos de Mallorca y de Valencia con la ayuda de los mercenarios almogávares), y el dominico Raimundo de Peñafort, confesor del rey, educado en el Estudio General de Bolonia, uno de los autores del derecho canónico, e instaurador del tribunal de la Santa Inquisición en los territorios de la Corona de Aragón. Estos hechos acaecieron a principios del siglo XIII.
La aparición divina tenía como fin la transmisión de una orden: la institución de la orden real, militar y religiosa de Nuestra Señora de la Merced y Redención de los Cautivos. Se trataba de una orden extraña, formada por caballeros, aunque no excluyó a las nobles. A los votos habituales de pobreza, castidad y sumisión a los designios divinos, se sumaba el voto de la entrega de la libertad, de la vida incluso, la aceptación del presidio.
En efecto, la orden tenía como misión la liberación o el rescate de prisioneros cristianos en manos de musulmanes, tanto en los territorios árabes de la península, como en el norte de África, donde moraban piratas y se traficaba con prisioneros vendidos como esclavos. La liberación se negociaba a cambio de dinero. El conocimiento del árabe era fundamental, por lo que Pedro de Nolasco creó centros de estudios superiores en árabe tanto en la Península (en Murcia) como en territorios cristianos en el norte de África (en Tánger).
Si las negociaciones fracasaban, los mercedarios -los miembros de la orden de la Merced- debían estar dispuestos, así lo habían jurado, en entregarse a cambio de la libertad de los presos.
Dicha orden actuó hasta el siglo XVIII. Se refundó a finales del siglo XIX y sigue activa hoy, aunque la función por la que se fundó la orden ya no sea de recibo.
Entre los miembros más destacados de la orden no se encuentran militares, sino literatos como Tirso De Molina, autor barroco de la obra o del mito de Don Juan, preso de sus pasiones, y violador confeso. También destaca María de Cervelló, proclamada Santa, que trabajaba en el principal hospital medieval de Barcelona, el hospital de Santa Eulalia, cabe la catedral (hoy sede del museo diocesano), cerrado tras la fundación del hospital de la Santa Cruz a principios del siglo XV. Formó parte de la orden de la Merced y su voto particular le obligaba a rezar por los prisioneros y a proteger a los navegantes para evitarles encuentros con los piratas del norte de África. Su cuerpo incorrupto se halla en la basílica de la Merced de Barcelona.
Así que hoy, Barcelona celebra a una compleja faceta de la madre humana del hijo del dios de los cristianos, por la que se cruza la piedad con la intolerancia, el rechazo y la entrega, el desprendimiento con la violencia, es decir una faceta muy humana de la divinidad, proyectada en la divinidad que nos hemos imaginado.