Eugenio Trías (1942-2013) fue el mejor filósofo español de la segunda mitad del siglo XX. Obtuvo el premio Nietzsche -el Nobel de filosofía.
Era catedrático de estética en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Junto con Xavier Rubert, Félix de Azúa, Ferrán Lobo y , durante unos años, Josep Quetglas, constituyó la mejor cátedra de estética de España.
Fue unos de los mejores docentes, sino el mejor, junto con Xavier Rubert: atento, abierto, dispuesto a escuchar y a dialogar. Nunca denigró a nadie. Sus clases eran construcciones admirables. Irrepetibles. Cambiaba de temario cada año. Grqcias a Eugenio Trías, descubrimos a pensadores como Scholem, Cassirer y Benjamín.
Lo que no le impidió financiar el bar más desenfadado de Barcelona, el KGB. Un pionero de los años ochenta
Ganó el premio Anagrama de Ensayo con un texto sobre la ciudad como metáfora platónica del alma edificada : El artista y la ciudad.
Posteriormente publicaría Ciudad sobre ciudad, en el que la ciudad volvía a ser considerada como una metáfora de los saberes edificantes bien ordenados.
Dejó la escuela de arquitectura para pasar a humanidades de la universidad Pompeu Fabre (lo que lamentaría dado el nivel de los estudiantes).
Desilusionado -o, mejor dicho, abochornado, indignado - por la corrupción del último gobierno socialista, dedicó un texto al primer Aznar. Un gesto que fue percibido como una traición. La política es como una secta. Pide entrega y sumisión.
Publicó sobre religiones. Filosofía y religión devinieron un tema al que le dedicó varios libros. La religión ya no era el opio del pueblo, sino una creación fantástica, hermosamente imaginaria a través de la cual el ser humano percibe lo que no ve, una droga que invitaba al sueño lúcido, y en lo que únicamente puede creer, es decir, confiar, so pena de la desesperación.
Las críticas, la irritación, el desdén arreciaron. Ya no era un filósofo profundo, sino aburrido. Su pensamiento agudo fue juzgado plomizo, e irrelevante. Fue calificado de extravagante, conservador, retrógrado, por poco, fascista.
Fue cuando publicó sus estudios monumentales. La piedra angular de su visión del mundo, y del papel del ser humano en el mundo, del ser-en-el-mundo:
Se le cerraron las puertas. Ya no se le invitó más. Se hizo el vacío alrededor suyo. Se le consideraba un apestado, un renegado.
Barcelona le echó. Encontró acomodo, un tiempo, en Madrid.
Madrid le ha dedicado una hermosa biblioteca. Que organiza un curso, estos meses, sobre cine y urbanismo, titulado Psicogeografias.
Mientras, en Barcelona….
Recuerdo las inolvidables clases de Eugenio Trías en su seminario de doctorado o máster -no recuerdo- allá en 1989 o 1991 cuando él escribía el libro "La lógica del límite" sobre la poesía de Suhrawardi -poeta persa del siglo XII d.C.-. En sus clases disfruté la oculta imaginación de la ETSAB de aquellos años. Saludos desde Bogotá. Jorge Raedó
ResponderEliminarTiempos pasado mucho mejores que los actuales. La manera cómo construida sus clases, pitillo en mano, dando vueltas sobre la tarima, la cabeza gacha, ensimismado, era fascinante; su discurso era en espiral, constituido por variaciones sobre un mismo tema que iba despejando y construyendo lenta y pausadamente. Muchas gracias por el comentario
EliminarTuve la enorme fortuna de ser uno de sus alumnos. Tengo los apuntes de Estética guardados como oro en paño y sus clases grabadas en mi memoria. Magnífico maestro, me cautivó su reflexión sobre la filosofía de los límites.
ResponderEliminarMuchas gracias por traerlo aquí.
Saludos.
Me indigné que Barcelona, tan dada a celebrar personas sin mucha trascendencia, no le hubiera dedicado ni siquiera unas palabras, solo porque un día redactó un texto no muy afortunado, de mucho menor alcance que los que han exaltado la gracia de Mao o de Stalin sin consecuencias . Me alegro que haya podido disfrutar de sus clases magnéticas . Un atento saludo
Eliminar