lunes, 30 de mayo de 2011

Mark Bradford (1961): ciudades













http://blog.art21.org/2008/03/13/mark-bradford-super-8-movies/

http://www.pinocchioisonfire.org/


El Museo de Arte Contemporáneo de Chicago presenta el último proyecto del artista negro Mark Bradford: una coleccion de telas apaisadas, casi todas de gran tamaño (unos diez por tres metros), en las que casi todo el mundo reconoce el mapa de una ciudad, interpretación que el artista no niega ni sostiene.

No se trata, sin embargo de una representación urbana, sino del translado de fragmentos de la ciudad sobre la tela. Badford recorta un sin fin de carteles, anuncios, escritos, papeles hallados y recogidos en su recorrido por determinadas calles o ciertos barrios. Produce estrechas tiras en las que los colores y las letras apenas sobresalen. Son estas tiras ls que construyen la imagen de la ciudad, del mismo modo que, según Bradford, son los anuncios los que definen las calles, la estructura urbana. Carteles abandonados, reescritos, dejados, raídos por los paseantes y la intemperie: la historia de la ciudad, y de sus habitantes, los movimientos, pacíficos o convulsos, voluntarios o no, se "leen" en la superficie de carteles, logotipos, papeles de todo tipo que, literamente empapelan o envuelven fachadas y mobiliario urbano. Fachadas que son en ocasiones lo único que queda de un edificio abandonado, fachadas que ya no se distinguen de un cartel agitado por el viento. Son esas capas las que Bradford translada al cuadro para trazar mapas de la vida y las vivencias de los habitantes. Mapas y estratos, trazas horizontales y geológicos, a través de los cuáles se percibe cómo la historia se construye y se deposita. Papel, plástico, maderas, metales, marcados por el tiempo y los tiempos, casi siempre convulsos, recrean la historia, no física, sino vital, de la ciudad. Sus mapas son esquemas de la vitalidad, de los conflictos y acuerdos entre comunidades. La propia distribución de las tiras evoca los temblores, las palpitaciones, o los desórdenes de la ciudad. De tanto en tanto, una palabra entera sobrevive, o sílabas de palabras cortadas al azar se componen para dotar a una zona con un nuevo sentido. Son como notas o exclamaciones atrapadas por la tupida red de calles o arterias, que se ensanchan o se estrechan en función de los movimientos, físicos y de las emociones que la vida urbana genera o constriñe.
Son hermosos y desconcertantes mapas, incomprensibles y cercanos, de la pulsíón urbana, casi siempre destructiva. Son la historia de una ciudad.

Midday Sunday in Chicago

























Son las doce del mediodía. Los huracanes cercanos empujan niebla y lluvia hacia Chicago. La ciudad está vacía

Sunday in Chicago













Fotos: Tocho

(Imágenes de maquetas urbanas de cartón abandonadas en la Escuela de Arquitectura de Chicago -Crowned Hall, IIT, Chicago, de Mies van der Rohe)

domingo, 29 de mayo de 2011

Bárbaros, fuera de la ciudad



Dos de las estatuillas de bronce mesopotámicas (sumerias o elamitas, de hace unos cinco mil años) más extrañas que se conozcan(de unos doce centímetros de alto), casi idénticas, hoy en el Museo Metropolitano de Nueva York , la primera y, desde el año pasado, en el Art Institute de Chicago, la segunda, representan a un ser humano (quizá un sacerdote o un brujo) o a un demonio, con un casco astado y, lo más característico, un calzado con la punta tan exageradamente curvada como los cuernos de ibex que coronan la testa.
No se sabe bien qué figura representan ni que simbolizan; al parecer evocarían a seres de las montañas.
En Mesopotamia, la palabra acadia edena -de donde deriva nuestro Edén- significaba tierra plana. Las llanuras eran tierras fértiles, aptas para la vida, pletóricas de vida. Las altas montañas, por el contrario, abiertas por profundas gargantas, daban paso a los nómadas allende las planicies, venidos de Centro Asia, y atraidos por las riquezas de la región entre los ríos Tigris y Eúfrates. Descendían y saqueaban, poniendo en jaque a los estados que se sucedían en las tierras bajas. Por ese motivo, el mundo de los muertos no se localizaba en el subsuelo, sino más allá de las cumbres. Montaña, en sumerio, se decía kur; y kur-kur, significaba infierno.
Los nómadas, los demonios y los muertos no conocían la cultura urbana.No estaban asentados en ciudad alguno, sino que organizaban razzias que acababan con la vida reglada de la ciudad. Su vida nómada se simbolizaba por su calzado extremado (apto, por otra pate, para caminar por la nieve), y sus andares desviados, fuera de la legalidad y el orden que la ciudad imponía, se manifestaban por la forma exageradamente curva del calzado. Andaban mal, pero tenían que andar siempre. No podían asentarse y descansar. Eran genios cuya llegada anunciaba el fin de la vida urbana, humana.

sábado, 28 de mayo de 2011

Tocho goes to America




























(Fotos: Tocho, mayo de 2011)

Viaje a Chicago de  una parte de la Sección de Estética al Oriental Institute de Chicago en busca de la documentación original de las primeras expediciones arqueológicas a yacimientos sumerios en el sur de Irak.

Alojamiento en un piso dúplex en 1209 N. Street Parkway (mucho más económico que siquiera un motel de carretera).

Se trata de un bloque de pisos de alquiler construido en 1936 y que, desde 2000, forma parte del patrimonio arquitectónico moderno de Chicago.

Responde a un encargo de un conocido industrial, Frank J. Fisher, de Marshall Field: viviendas con acceso independiente que pudieran ser alquiladas, conocidas como Fisher Studio Houses . El arquitecto Andrew Ribori (1886-1966) contrató al el artesano vidriero y muralista Edgar Miller(1899-1993), llamada "The Renaissance Man",  para lograr, mediante la luz, que invade los apartamentos a traves de grandes murales de "pavés" y estrechas ventanas, por las que la luz entra y es distribuida a través de un doble espacio, aperturas interiores y el hueco de la escalera de caracol, y gracias al redondeo de las esquinas que difuminan los límites espaciales, que el interior parezca mucho más grande de lo que es. Pequeños mosaícos abstractos, de teselas vidriedas de colores y doradas -que Miller instalaba personalmente a mano-, atraen la luz que reverberea y centra la atención en espacios como la chimenea, adosada a la escalera de caracol, alrededor de la cual se organiza el espacio.

La característica más singular del conjunto, sin embargo, reside en la manera de ubicarlo en la ciudad. Se escogió una parcela muy alargada perpendicular a la calle. Las viviendas (en planta baja, y en el piso superior, a las que se accede a través de un corredor al aire libre) no miran a la calle sino a un patio ajardinado. Desde la calle solo se percibe la fachada lateral del bloque, compuesta como si se tratara de la fachada principal de una vivienda unifamiliar. El bloque es "amable" con la ciudad: le evita una ristra de fachadas idénticas -como un espacio muerto, una interrupción en la vida urbana, una nota inútilmente repetida-, que son las de casas "pareadas" que han destrozado la forma de la ciudad española. Le ofrece un único y contundente rostro. Su carácter repetitivo se esconde: solo se descubre cuando se accede al patio (patio que, al mismo tiempo se presenta como un espacio comunitario, y de acceso a las viviendas, un lugar de encuentro, poblado de mesitas y sillas, y de dispersión). La entrada, desde la calle, simula el acceso a una vivienda de dos plantas; en verdad, da entrada al núcleo de acceso de un conjunto de viviendas idénticas.
Una operación magistral, que, sin duda, responde a razones tanto económicas cuanto estéticas o urbanísticas, que no altera la compleja armonía de bloques dispares que definen y animan las calles (cada edificio es distinto, posee una fachada y un volumen únicos, como las notas, agudas y graves, que componen una melodía), un logro de las mejores ciudades norteamericanas densamente tejidas.

jueves, 26 de mayo de 2011

miércoles, 25 de mayo de 2011

Yvon Mallette (1947): The Family that Dwelt Apart (la familia que moraba alejada) (1974)

Joan Valent (1964): Ínsula poética (2006)

Espacio público

Plazas públicas en el centro de varias ciudades españolas están siendo ocupadas permanentemente, desde hace más de una semana, por manifestantes, que viven, duermen, debaten y comercian. Por ahora, el fin de la ocupación no se vislumbra en un fturo inmediato.
Las autoridades debaten si expulsarlos pese a que la ley lo permite.

Una plaza público es un espacio abierto. En tanto que público, no pertenece a nadie en particular, ni a ningún colectivo, sino a la colectividad. Se trata de un lugar de tránsito donde se acude a intercambiar bienes e ideas.El mismo vacío de una plaza pública ya simboliza que nadie ha podido plantar algún signo e pertenencia.

La ocupación de una plaza siempre está regulada: dura un tiempo limitado. Mercados, mercadillos, ferias, actividades "lúdicas", conciertos y actuaciones diversas pueden tener cabida, habitualmente o de manera ocasional en este espacio, siempre que los poderes públicos, de acuerdo con todos los ciudadanos, a quienes representan tanto a los que han votado a los representantes políticos como a los que les han dado la espalda, lo hayan estipulado de manera clara, sin que el edicto dé lugar a interpretaciones conflictivas.

En todos los casos, quienes se instalan en el espacio público saben que deberán dejarlo al cabo del tiempo fijado. A diferencia de un espacio privado, nadie puede echar raíces en un espacio público. Solo se puede pasar, pasear; la interrupción del tránsito es momentánea. Un espacio público siempre está vacío; es decir, disponible para cualquiera que quiere exponer una opinión o una mercancia, que quiera incluso exponerse (en el foro romano, los juegos y el teatro estaban autorizados, no así en el ágora griega). La gran aportación a la convivencia que el ágora introdujo en la vida urbana es precisamente la definición o delimitación de un espacio, bien acotado, al que nadie, ciudadanos y representantes, podían echarle el guante. Todas las voces, todas las decisiones tenían cabida, siempre y cuando ninguna se impusiera. Uno de los grandes conflictos de la historia, la renuncia de Aquiles a guerrear junto a sus compañeros de armas en la toma de Troya fue debido a que Agamenón tomó, por unos momentos, el mando en el ágora, o mejor dicho, impuso su voz cuando no debía. Ya que en el ágora, todo el mundo intervenía o actuaba, por orden, de manera ordenada.

Bien es cierto que las plazas públicas son tomadas por manifestantes, en ocasiones durante un tiempo casi indefinido. Recordemos la ocupación de la plaza de Tianamen en Pekín. En la mayoría de esos casos, lo que se pretende es la abolición no solo de un gobierno sino de todo un sistema político, casi siempre dictatorial, en favor de otro democrático. El cambio es sustancial. El orden, la ley ya no es aceptada. La ocupación, entonces, no es ilegal, ya que la legalidad no es reconocida. En el caso de las manifestaciones españolas, empero, no se busca denunciar un sistema político, sino exaltarlo, depurándolo de imperfecciones, deformaciones, corrupciones. Todos asumen el sistema democrático, tanto que cualquier decisión no se asume si nos votada (a mano o manos alzadas), El corazón del sistema se quiere preservar. Por tanto, no se trata de anular o abolir la ley, ni enfrentarse a ella, sino de afinarla. Pero esta misma ley que se enzalza, devolviéndole su pureza, es, al mismo tiempo, cuestionada, cuando se ocupa un espacio que no se puede ocupar sino compartir.

La presencia de manifestantes en las plazas públicas da lugar a interesantes casos jurídicos. Instalados de manera indefinida, constituyen lo que algunos manifestantes llaman una ciudad. Ciudad que responde a unas reglas; dividida por barrios o actividades, con zonas de comida, descanso, debates, comercio, zonas de ocio. Quizá no ea una ciudad sino un campamento, pero se trata, desde luego, de un área regulada. Regulada, empero por unas reglas que no son las de la ciudad, ya que por ley, el espacio público no puede ser ocupado de manera permanente. En caso de conflicto, entonces, ¿qué ley se aplica? ¿La ley aprobada por la ciudad, o la que los manifestantes han dictado para un espacio que pertenece a todos pero en el que todos no tienen cabida, al menos físicamente? Esto no debería de ser un problema. Los que ocupan la plaza podrían ser representantes de todos los ciudadanos o colectivos. Mas, ¿lo son? ¿qué derecho les ampara? ¿quiénes los han nombrado?  Es posible que hayan sido elegidos, mas la elección no se ha hecho visible. Por otra parte, quienes circulan en la plaza pero no son manifestantes o quienes asisten a lo que acontece sin ser agentes, ¿a qué ley tienen que acogerse? ¿La ley pública, o la ley que impera en la plaza?

Los debates son públicos. Tienen lugar a la vista de quién quiera asistir o mirar. Son, por tanto, espectáculos. Lo que importa es lo que se dice o se debate, pero también que el debate tenga lugar a la vista de todos, no para ser oído o discutido por todos, sino para ser visto, simbolizando un "estado" de protesta. Cuenta tanto lo que se dice como el que se escenifique que se habla. Que se discuta y que la imagen del acto se publique en primera página. Estamos  en l mundo de la imagen, en medio de un acto representativo. La plaza es un gran escenario donde se se discute siempre ante el público. Los manifestantes son representantes o actúan como representantes. Asumen un papel. Se les conoce como representantes. Mas, posiblemente, se representen a sí mismo, se representan en tanto que que ciudadanos que debaten. Mientras que, habitualmente, quienes debaten en los foros lo hacen porque son representantes (elegidos), en este caso, al debatir se convierten en representantes. La acción les da sentido. Por eso, las manifestaciones deberían durar siempre.

La protesta es justa o no; ésta no es la cuestión, ya que la cuestión radica en el "espacio" que ocupa. El debate, entonces, acontece a modo de espectáculo. Quienes intervienen asumen un papel. Los verdaderos debates siempre son públicos. Tienen lugar en espacios dispuestos como en un teatro. Las salas de debate, los congresos, las asambleas presentan gradas y un escenario. Los oradores "suben" a la tarima. Y lo que acontece tiene la verdad que el arte encierra: imita o representa la vida. Mas, para que eso ocurra, quienes intervienen tienen que haber sido elegidos. Tienen que estar reconocidos por todos los espectadores, es decir por los ciudadanos. En un debate que tiene lugar a la vista de todos, la ciudad, por medio de sus representantes, se ofrece en espectáculo; y la obra, es la ciudad que debate.

¿Acontece exactamente así en el caso de las manifestaciones presentes?

Un ocupante se apropia de un espacio. Lo hace suyo. Lo "roba" o escamotea, entonces, del disfrute de los demás. Esta acción es legítima si el ocupante ha sido designado para el papel o la función que asume. ¿Lo es en estos casos?

Desde luego, las manifestaciones simbolizan una quiebra del derecho público. La crisis no solo es económica sino moral. Las leyes quedan en entredicho. No se aplican. No pueden aplicarse. Son sustituidas por otras. La culpa. quizá, incumbe a quienes nos representan; es decir, nos incube a todos cuando los elegimos, eligiendo a representantes que temen aplicar la ley -temen el conflicto, es decir, el debate-, pero tampoco osan cambiarla. Dejando hacer, la ciudad se disuelve; y disuelta ésta ya no caben imágenes de algo que ya no existe. La "ciudad" en la plaza pública solo tiene entido si la ciudad existe. Negando su existencia, se niega a si misma; aunque, paradíjicamente, el que la plaza esté ocupada por una pequeña ciudad sería una prueba de la bondad de la vida urbana, bondad ante la cual la ocupación de la plaza no tendría sentido.

martes, 24 de mayo de 2011

John & Faith Hubley: The Hole (El agujero) (1962) -o los albañiles, o el fin de la ciudad-



Seleccionado para el Oscar al mejor cortometraje de animación, 1962

Moteles de carretera sumerios








Maquetas de carros sumerios, de mediados y finales del III milenio ac, de los museos arqueológicos de Amsterdam (Allard Pierson Museum), Ginebra, Damasco, y Chicago (Field Museum, y Oriental Institute)
(Fotos: Archivo de los museos -la primera-, y Tocho)


Numerosas maquetas de carros, en terracota (o, quizá, juguetes), halladas en tumbas mesopotámicas, junto con imágenes de vehículos en relieves, descritos también en textos, muestran que eran útiles habituales, que necesitaban una eficaz red viaria.

Las primeras ciudades se instituyeron en Sumer (en el sur de Mesopotamia, en los valles fluviales del Tigris y el Eúfrates, hoy en el sur de Irak, hacia finales del quinto milenio aC. Éstas, tales como Ur, Uruk, Eridu, Larsa, Lagash, etc. se componían no solo de un centro religioso y político, y de barrios residenciales en los que se asentaban talleres artesanos y comercios, sino que estaban unidas por una doble red, viaria y de canales, naturales y artificiales, próximos a las urbes o insertados en ellas -convirtiendo las ciudades casi en espacios lacustres-,utilizados tanto para el regadío cuanto para desplazamientos fluviales. Maquetas de barcas (o juguetes, nuevamente), en terracota y en metal, también ofrecen una precisa imagen de otros medios de circulación.

Shulgi (2111-2003 aC) fue uno de los reyes más antiguos y poderosos. Gobernó, desde la gran ciudad de Ur (en el sur de Irak), a finales del tercer milenio aC sobre territorios que se extendían más allá de la estrecha franja fertil entre los ríos. Fue unos de los pocos monarcas del Próximo Oriente antiguo que se atrevió a ser representado con atributos divinos -aunque no se consideraba como unas divinidad pero sí como un mediador entre el cielo y la tierra-. Lo que le distinguía sobre todo en sus conocimientos: buen letrado (afirmaba saber leer y escribir -pese a las dificultades que implicaba el diestro manejo de la escritura cuneiforme-, lo que día ser cierto), dominaba varias lenguas, por lo que le fueron dedicadas, posiblemente por orden suya, varias loas cuyos textos han llegado hasta nosotros ya que fueron consideradas poemas memorables, dignos de ser preservados, copiados una y otra vez durante centenares de años; entre sus logros más importantes no se encontraban solo o tanto batallas victoriosas, sino una perfecta planificación del territorio. En efecto, Shulgi mandó crear una red de "kaskal" dotadas de "e2-gal". El primer término significa vías o "carreteras" principales; también caravanas y días o etapas de viaje: el espacio se medía gracias al, o por medio del, tiempo necesario para recorrerlo. La unidad de medida espacial era la misma que mide el tiempo: jornadas.
En cuanto a e2-gal, significa literalmente casa (e2) grande (gal), o palacio. Los especialistas, en este contexto, traducen: postas. Unas postas en las que se debía de repostar y descansar; algo así como los muy posteriores caravanserai. No hace falta precisar que no se han encontrado trazas de estas instalaciones. Pero el texto describe lo que sin duda Shulgi mandó construir: una red de comunicaciones dotadas de los servicios necesarios para el descanso de los animales y de las personas: muy posiblemente el primer sistema de ordenación y ocupación del territorio de la historia, que enlazaba ciudades y estaba pensado o planificado en función de las necesidades del viaje de personas y bienes. Otro término con el que se denominaban estas construcciones era ekas (e2-kas4): casa para mensajeros, lo que denota que la red viaria servía para controlar el espacio, manteniendo informado a los centros de poder. Habrá que esperar dos mil años para hallar una red de comunicaciones, romana, semejante.

Agradezco a Lluis Feliu (IPOA, UB) el recordatorio de la Loa a Shulgi A

sábado, 21 de mayo de 2011

Dave Hand : Building a Building (1933)



Seleccionado para el Oscar al mejor corto de animación, 1933

Pensar y construir

"La Cátedra pretende superar una formación teórica, a menudo excesiva....": tal es el ideario de la Cátedra Blanca, esta insólita colaboración entre una asociación privada y universidades públicas, que favorece el uso del hormigón en la construcción, llevando a los alumnos de arquitectura a escoger este material en sus proyectos y enseñándoles cómo utilizarlo.
La teoría, según el ideario de la Cátedra Blanca, es excesiva en los estudios de arquitectura, y actúa en detrimento de la formación práctica. Ideario que se suele seguir en estas escuelas. El arquitecto no debe pensar sino actuar. Pasó el tiempo de la reflexión.

La "teoría del arte" mesopotámica aporta algunos datos curiosos.

Dim2 es un verbo sumerio común. Designa una acción habitual, material. Se traduce por hacer u obrar. Entra en la composición del sustantivo sidim, que significa "arquitecto", constructor, maestro de obras. Su traducción acadio es el verbo banû, que también significa edificar u obrar, y que se halla, a través del árabe, en el origen de nuestro moderno término albañil.

Pero dim2 tiene más significados -o matices.

En, por ejemplo, la epopeya de Gilgamesh y Aga, dos reyes enfrentados, la contienda se plantea en términos "sicológicos" antes que físicos. Ambos reyes tratan vencer al otro haciéndole perder la cabeza, buscando que razone de manera equivocada, tenga una percepción errónea de la situación y calcule o maquine mal un plan de ataque o de réplica. Dos términos son reiteradamente utilizados: galga, que se suele traducir por razón, juicio, decisión, y que es precisamente la facultad que se busca turbar (con noticias falsas, e invocando a los poderes sobrenaturales para que  ofusque al enemigo), y dim2-ma: esta expresión se suele traducir por razonamiento, sin que quede claro que diferencia tenía que existir entre galga y dim2-ma. Quizá un buen dim2-ma (capacidad de razonar) permitía prestar atención a los debidos galga (consejos, advertencias).
Como vemos dim2-ma se compone del verbo dim2: el razonamiento o, según algunos autores, el entendimiento (una facultad "anímica" superior) era la capacidad de planificar bien, de articular "bien" conceptos o ideas adecuados, de construir argumentos convincentes. La edificación física se instituía como una imagen de la edificación mental. Construir era una buena imagen del pensar. No debe de ser casualidad si galga se escribía ga2-al-ga, significando ga2 casa o emplazamiento. Pensar era pensar cómo estar en la tierra; el "verdadero" pensamiento era arquitectónico, no solo porque discernía u otorgaba estructuras en el mundo, sino porque instauraba un "espacio de reflexión"; reflexión que solo puede tener "lugar", y validez, si se produce cuando uno se halla o se siente seguro, es decir protegido, cuando habita "bien" -y el bien le habita- , cuando posee un lugar donde pensar.
Solo los "buenos" constructores podían pensar "bien": tener un punto de vista adecuado, y la capacidad de razonar, sobre el mundo. La práctica no se oponía a la teoría. La daba paso. Entre planear o idear y trazar planos, entre los planes y los planos, no cabía diferencia alguna. Un buen plan se visualizaba a través de un plano correctamente trazado. El proyecto y la construcción ilustraban sobre el "pensamiento" del constructor u arquitecto.

Curiosamente, cinco mil años más tarde, se diría que esta relación se ha roto. Y así ha quedado el nivel medio de la construcción en España.

Agradezco a Jordi Abadal y Lluis Feliu las correctas traducciones.

(Alegoría arquitectónica). Co Hoedeman: The Sand Castle (Castillo de arena) (1977)



Oscar al mejor corto de animación, 1977

jueves, 19 de mayo de 2011

Michel Dudok de Wit (1953): Father and Daughter (Padre e hija) (2000)



Oscar al mejor corto de animación, 2000

(Guggenheim, Guggenheimcito...). Otro cuento de fantasmas arquitectónico


Museo de Tito Bustillo, Ribadesella

Las villas marineras de Asturias no iban a ser menos (hermosas) que las del País Vasco.
La bajada a remo de una ría, y familiares plebeyos de una futura reina dan lustre a un villorrio de mansiones de veraneo decimonónicas.
Pero es una cueva prehistórica cabe el pueblo, con algunas de las mejores pinturas que se conocen, su tesoro más preciado. Los turistas, empero, se desplazan, en verano, para contemplar esta maravilla, más no pernoctan. Apenas gastan en el pueblo.

Hace años, la consejería de cultura asturiana decidió construir un pequeño museo y centro de interpretación del arte paleolítico. El alcalde el pueblo, empero, de un partido rival, rechazó con desdeño la propuesta y los fondos brindados: aquélla era pequeña, no tenía ambición. Si Bilbao tenía el museo Guggenheim, el tamaño  del museo de la prehistoria tenía que estar, cuanto menos, a la altura de aquél.
El alcalde contaba con un arma secreta. La promesa de fondos sin fondo para el nuevo museo del por el aquel entonces Ministro de Fomento. Ante maná semejante, calderilla era la ayuda de la consejería autonómica.

El alcalde organizó un concurso. de arquitectura para edificar el museo.  El solar se hallaba cerca de unos terrenos que el alcalde había adquirido para edificar un hotel ante la previsión de hordas de turistas. Éstos se quedarían dos días, al menos.
Ni forrando la fachada de oro se lograba gastar el presupuesto destinado al museo.

El Ministro de Fomento cayó en desgracia por un lío de faldas. Pocos meses después, todo el gobierno español se derrumbó. Estábamos en marzo de 2004.
Se descubrió entonces que el antiguo Ministro de Fomento había prometido fondos por doquier a todos los pueblos afines a su partido. Fondos que nunca habían existido.

Pero el alcalde ya había firmado el contrato con el equipo de arquitectos ganador del concurso. Se dirigió entonces a la consejería autonómica. Ésta, entretanto, había destinado los fondos previstos para el museo prehistórico a otro museo, también prehistórico -cuyo programa era tan parecido que incluía incluso una réplica de la cueva paleolítica de la villa marítima-, que se estaba construyendo a muy pocos quilómetros.

¿Dos museos idénticos, financiados con ingentes fondos públicos, distantes unos pocos quilómetros? Parece imposible.

La Consejería acabó ofreciendo fondos modestos para un museo que ya no era necesario. El alcalde los volvió a rechazar. Exigía las decenas de millones de euros que pensaba destinar a "su" museo.
Tras años de negociaciones, se rindió. La sombra de un proceso por incumplimiento de contrato acechaba. Aceptó que el coste del museo se redujera sustancialmente.

Convocó un segundo concurso para escoger al arquitecto que dirigiría la obra. Quién fallaba está hoy enjuiciado. Cobró una importante comisión. Escogió, no a los autores del proyecto, sino a un arquitecto conocido no por sus obras.

El museo se ha inaugurado tras casi diez años de obras y un pozo de fondos públicos gastados. 

Y el antiguo Ministro de Fomento vuelve a rondar por Asturias.

Josh Raskin : I Met the Walrus (2006-2007)



Seleccionado para el Oscar al Mejor Corto de Animación, 2008
Premio Emmy a una obra que ofrece "Nuevos Acercamientos" al arte, 2009

martes, 17 de mayo de 2011

Ante Zaninovic: Zid (El muro ) (1966)

Guggenheim, Guggenheimcito: dime qué museo es más grande







 Museo Balenciaga, Guetaria. Estado de la obra en el momento de la destitución del arquitecto. La obra estaba, según los promotores, terminada, lista para el interiorismo.



Érase una hermosa villa del País Vasco. Tenía un ciudadano ilustre: un célebre sastre de alta costura; para muchos, el mejor de la historia, y maestro de todos los grandes sastres, franceses incluso, del siglo XX.

Se decidió abrir un museo en su honor con una buena colección representativa de sus trajes femeninos. Una gran mansión fue puesta a disposición de la fundación recién creada. El presidente era el alcalde. Éste encargó directamente a un arquitecto cubano, amigo suyo (en lenguaje tabernario, la palabra es otra) el proyecto del museo. Su título no estaba homologado, por lo que no podía ejercer de arquitecto. Pero pretendía construir un museo que iba a  revolucionar la historia de la arquitectura.

Doce millones de euros públicos más tarde, y un inmenso edificio de vidrio oscuro "limousine" -techo incluido- a medio hacer, sostenido por una estructura metálica blanca inclinada, en forma de ondulante molde de plum-cake (o de mastaba egipcia), de paredes curvas en pendiente, que aplasta visualmente al caserón existente, el arquitecto fue destituido: no se sabía cómo terminar la obra. No se podía acceder a las plantas: no existían escaleras. No existía proyecto de iluninación. Los paneles de vidrio entregaban directamente a tierra. No siquiera se sabía cómo concluir la fachada.

Mientras, trajes desaparecieron de la fundación; valiosos dibujos fueron regalados a esposas de políticos del partido mayoritario.

Se convocó un concurso de interiorismo. Lo ganó legalmente uno de los mejores estudios de arquitectura de España. Por interiorismo los organizadores entendían completar la fachada, o rehacerla, disponer núcleos de comunicación, resolver la unión del edificio con las construcciones vecinas, y con el suelo.

La dirección de obra respondió a un tercer concurso. Obtuvo el primer premio, contra todo pronóstico, una pequeña empresa fundada por familiares de un influyente obispo de la región, un pilar de la iglesia católica. No pudo llevar a cabo la obra. Contrató, primeramente, a todo el equipo asesor y técnico de los arquitectos del proyecto de "interiorismo" -que, por lógica y economía, hubieran tenido que dirigir la obra de reforma interior y exterior que habían proyectado-. Los trabajos tampoco avanzaron. Aquéllos acabaron siendo subcontratados para salvar los muebles.

La obra habrá costado diecisiete millones de euros. Se ha construido prácticamente dos veces.

El arquitecto y el alcalde están procesados. Nadie más. Como si nadie fuera responsable.