domingo, 31 de octubre de 2021

Todos Los Santos

 Esta noche, como cada noche un treinta y uno de octubre, deberían encenderse las velas hasta la madrugada del primero de noviembre en honor de todos los santos, celebración que precede el día de los difuntos que acontece el día dos (y no el uno) de noviembre.

La celebración del día ( o, más adecuadamente, de la noche) de Todos los Santos tiene una estrecha relación con la arquitectura. Conmemora el día en que el Panteón de Roma, dedicado originariamente a todos los dioses -o al dios supremo sol que desciende por el óculo abierto en lo alto de la cúpula-, fue instituido como monumento a todos los santos, en el siglo VI: a quienes gozan o gozarán de la beatitud en la cercanía de la divinidad. 

Esta fiesta se remonta, empero, a las Lemuria romanas (celebradas, sin embargo, durante el mes de mayo). Los lémures son los espectros de quienes han tenido una muerte violenta (accidente, atentado, asesinato), cuyo cuerpo desaparecido no ha podido ser enterrado. Los lémures, almas en pena, rondan los vivos, sus familias y sus descendientes, ante todo, exigiendo los honores que no se les pudo dar en su momento. Es por eso que, cuando la celebración de los Lemuria, el pater familias, al tiempo que invocaba a los espíritus,  se levantaba del lecho a medianoche y, tras haberse purificado las manos en una fuente doméstica, echaba nueve veces habas negras, el alimento de los difuntos, por detrás de la espalda, cuyos espectros las recogían. Así, satisfechos, éstos desaparecían de los hogares, tras el tañido de una campaña golpeada por el padre de la familia.

Esta ceremonia se completaba con las Parentalia, en febrero: doméstica, y al mismo tiempo pública, dirigida por una vestal, celebrada tras amortajar la vida, con los templos cerrados y las piras de los altares apagadas, agasajada a los antepasados.

Los Lemuria eran una ceremonia de protección de los hogares que rendían culto a los manes, unos espíritus domésticos cuyas sus intenciones eran desconocidas, pues al morir, los espíritus se convertían en benéficos lares o en maléficas larvas, recibiendo el nombre de manes aquellos sobre los que cabía la duda acerca de su verdadera naturaleza. Por esto, era necesario contentarlos no fuera que larvas, que no lares, fueran.

La fiesta de Todos los Santos, antesala del día de los muertos, es una celebración privada con una repetición pública, que revela nuestro desconcierto - o nuestro temor- ante lo invisible, así como nuestra capacidad práctica y vital de sobreponernos y de protegernos de nuestras limitaciones. 

Aguárdenos esta medianoche, entonces….

viernes, 29 de octubre de 2021

Meta

El nuevo nombre que una empresa de tecnología ha recibido ha puesto el acento en una palabra de origen griego que se utiliza para designar lo que se halla fuera de nuestros límites espaciales y temporales, y apunta a un futuro difícilmente imaginable que podría abrir perspectivas y posibilidades insospechadas, lejos de las conocidas y con escasa o nula relación con aquéllas. Meta designaría lo que sobrepasa lo imaginable y perceptible,  un tiempo y un espacio aún inconcebible, de cuya existencia o concreción puede depender, paradójicamente, el día a día humano. Un mundo intangible que aparece como una posibilidad de romper con un presente caduco. Meta es un portazo, y una cuchillada.

Sin embargo, tales no son los significados de la palabra, en griego. Éstos designan, por el contrario, un mundo mucho más humano y cercano.

En efecto, meta no significa más allá sino en medio. Se refiere a lo que está envuelto por lo que se halla presente. Meta está inserto en el presente, forma parte de él. No tiene nada que ver con lo infinito ni con lo ilimitado, más allá del horizonte. Ahonda en el mundo terrenal, físico. Incluso depende de lo que está cerca: meta señala lo que viene a continuación, lo que sigue nuestros pasos, como un discípulo aplicado, que no rompe con lo que le precede ni trata de superarlo sino de entenderlo. Quien sigue a alguien se halla, se decía en griego antiguo, meta, una preposición y también un adverbio. Meta : algo próximo y prudente. Nunca abre vida; no encabeza ningún desfile sino que sigue los pasos de los que le preceden y aprende de ellos.

Meta se puede traducir por en comunidad. Meta destaca acuerdos, pactos alcanzados y sellados . Meta exige dialogar, y darse las manos. Destaca el concierto de voces y puntos de vista. Dicha palabra sortea recelos y desactiva enfrentamientos que acaban con un bando huyendo, si, más allá, forzado a romper amarrar, a dar la espalda con lo que le ha dado vida. Nadie actúa solo o contra de alguien cuando ronda la palabra meta. Una traducción sencilla es la conjunción con: con alguien, en compañía de alguien, entre conocidos, en el seno de una comunidad. Mas no es lo que modernamente se persigue con esta palabra a la que se le ha dado la vuelta. Meta es -o era, originariamente, antes de haber sido forzada a abjurar- una preposición plenamente humana. Gracias a ésta no nos sentimos a la intemperie, en un universo deshumanizado, lejos, muy lejos de la concepción actual de esta preposición.

Tra-tra


 


















Fotos: Tocho, octubre de 2021


A las puertas de un puente, una tarde por el centro de Barcelona.

El reconfortante tra-tra de las maletas con ruedas arrastradas por turistas vuelve a retumbar por la ciudad como un disco rayado.

Todo ha vuelto 

jueves, 28 de octubre de 2021

La escultura moderna

 De entrada, en la entrada, el director advertía: no se trata de una exposición histórica, sino poética. 

Una exposición sobre esculturas modernas occidentales que no quieren ser esculturas, que no buscan ser consideradas ni apreciadas como esculturas. Esculturas que se despojan de su condición escultórica junto con obras hasta entonces percibidas como no escultóricas que quieren cambiar de género. Esculturas de artistas nacionales e internacionales que son dibujos, fotografías, objetos de uso diario, elementos naturales, que no pretenden o se contentan con ser confundidas con dibujos, fotografías, objetos de uso diario ni elementos naturales, sino que quieren ser esculturas siendo al mismo tiempo lo contrario, obras bidimensionales, o materiales no tocados por la acción humana, que buscan mostrar que un dibujo o una fotografías puede ser una escultura porque así lo desea, lo afirma y así se presenta, sin que éste deseo implique renuncia alguna sino que enriquezca su naturaleza, su naturaleza doble.

La exposición, por tanto, es un acto de fe. Está pensada para conversos, y para quienes tienen fe en que estas dobles naturalezas existan y puedan ser apreciadas. Fuera de la iglesia, solo cabe el escepticismo o la indiferencia.

Los textos explicativos también producen cortocircuitos, como insólitas revelaciones que van en contra de los lugares comunes, las acepciones convencionales. Yuxtaponen y enlazan frases, conceptos sin solución de continuidad, que chocan y desconciertan buscando el fulgor del encuentro inesperado. Se pasa, en un abrir y cerrar de ojos, del espacio que abraza la escultura y en la que la escultura se ubica, el espacio que la escultura crea o modifica, a las vistas de la tierra desde el espacio, a la escultura minimalista que no quiere ser sino lo que es, un cuerpo en el espacio concreto, tangible, cercano, sin perderse por el espacio imaginario y de los sueños, para concluir con esculturas minimalistas que se oponen al minimalismo, que lo desmontan desde dentro, sabiendo lo que hacen y lo que exponen porque son minimalistas.

Los textos desconciertan, sacuden porque toman la realidad a contrapelo. La estatuaria de terracota y de bronce sólo se puede realizar mediante moldes. La casi totalidad de la estatuaria antigua, anterior al siglo XIX, así como la estatuaria moderna no occidental, nace, como un ser vivo, del vientre de un molde que imprime sus rasgos en el rostro y el cuerpo de la estatua. La retratística escultórica a menudo ha recurrido a máscaras mortuorias para reproducir la faz de la persona figurada o duplicada, el doble de la persona multiplicada a través y por sus imágenes petrificadas. Las máscaras mortuorias se moldean directamente sobre el rostro del difunto, una técnica inmemorial. Pero la exposición parte del presupuesto que la escultura moderna asume como propio, como rasgo característico, distintivo, para afirmar su singularidad, un rasgo o una técnica comúnmente utilizada por la estatuaria no moderna; una técnica que se asumía como inevitable -no se podían fundir esculturas de bronce sin moldes, ni se podían reproducir los más mínimos rasgos de un rostro cansado o envejecido, arrugado, plegado, doblado, vencido por el tiempo, sin el recurso de la máscara mortuoria- y que ahora la escultura moderna reivindica como una elección, una opción, el uso de moldes que se supone eran denostados (pero que se utilizaban comúnmente, quizá con vergüenza, sin afirmarlo) entre otras opciones, un gesto que denota libertad  y no sometimiento a la técnica.

Una exposición que desmonta asunciones, afirmaciones que se daban por sentadas, que proclama la fe en otras maneras de crear esculturas, que defiende la voluntad de escultura de dejar de serlo, y de obras -que hasta hoy no eran esculturas- de serlo (de ser din dejar de ser escultura), y que concluye, tras esta singular metamorfosis, ante y con un dibujo, un dibujo de trazo fino que sugiere rostros o máscaras mortuorias, un dibujo de Lorca que nunca realizó ninguna escultura .

Una exposición iniciática sobre la paradójica, trágica condición de la escultura moderna, desgarrada entre lo que es y quiere ser, sobre los enigmáticos sentidos de la escultura moderna, que exige amplitud de miras y buena fe. 

https://www.fmirobcn.org/es/exposiciones/5772/el-sentido-de-la-escultura




Obras de On Kawara, Beuys y Garcia Lorca en la muestra sobre escultura moderna 



martes, 26 de octubre de 2021

WES ANDERSON (1969) & JAVI AZNAREZ (1979): THE FRENCH DISPATCH (LA CRÓNICA FRANCESA, 2021)



Sobre el dibujante Javier Aznarez, véase, por ejemplo, su página web.

Yeso (el imaginario del yeso)

Un proyecto de investigación universitario vigente, financiado por el Ministerio de Universidades, encabezado por la profesora doctora Carolina Garcia Estévez, de la Universidad Politécnica de Cataluña, consistente en una catalogación de copias de yeso decimonónicas de elementos arquitectónicos españoles -un procedimiento y un tipo de objetos educativos y estéticos, útiles en centros de estudio y museos en Europa, la selección de cuyos elementos reproducidos dice mucho del gusto de une época- ha llevado a preguntarse por la imagen del material básico, el yeso.

Así como la palabra yeso deriva, a través del latín gypsum, del acadio gassu -el yeso era un material de construcción común en Mesopotamia-, el francés plâtre o el inglés plaster viene del griego emplastron (a través del latín emplastrum) que significa embadurnado, cubrición: se refiere a un acabado que permite dar por terminado un objeto. El yeso envuelve y expone, bajo un manto liso, blanco y brillante, un objeto. El yeso pule, alisa, camufla imperfecciones e individualiza. El objeto enyesado deja de estar en construcción. Ya puede ser contemplado o usado. Ya tiene vida. 

Dicho sustantivo griego estaba relacionado con el verbo plasoo que se traduce por formar, moldear.

Esas dos palabras de una misma familia disparan dos imágenes antitéticas (pero relacionadas) del yeso. Por un lado el yeso es un molde, una forma, en latín, como ya vimos en una entrada anterior: un productor o generador de “formas”, que en latín se decían figurae (figuras extraídas de un molde, formas positivadas). De hecho, el verbo griego emplasso asume ambos significados de enlucir y moldear.

El yeso es tanto un creador como una criatura, un modelo y una imagen ( moldeada), un prototipo y un ejemplar. La plasticidad del yeso le permite asumir el papel del padre y del hijo, de la matriz y del ser engendrado. 

Dicha propiedad también  la posee la arcilla: moldes y figuras se realizan en barro crudo o cocido (terracota). Mas el barro produce la impresión de una forma y una figura abocetada. Se diría que el barro es un material básico, sin la perfección y la luminosidad que el yeso concede. 

En efecto, el verbo latino emplastro no se traduce por enyesar sino por blasonar: adherir o añadir un blasón o escudo que testimonia de la nobleza del ente enlucido o moldeado que luce sus insignias o medallas. El yeso devuelve la pureza, la luz y la lisura a lo que el tiempo ha oscurecido, devuelve una nueva juventud, renueva la imagen de las cosas y los espacios. El yeso tiene que ver con el cosmos que, en griego significa orden: el yeso es la cosmética de la arquitectura.


 

ALAIN DE LILLE (ATRIBUIDO A, 1128-1208): OMNIS MUNDI CREATURA

 Toda criatura del mundo,

es para nosotros como un libro, como un cuadro, también como un espejo.

Es un símbolo fidedigno

de nuestra vida, de nuestra muerte,

de nuestra condición, de nuestro destino.

Una rosa representa nuestra situación, constituye una bella glosa de nuestra condición, una lección de nuestra vida.

Ella florece con el alborear del día, y con el crepúsculo vespertino

la flor marchita resplandece.

Por lo tanto una flor exhalando fragancia expira, hasta la palidez delirando,

muriendo para renacer.

Vieja a la vez que joven,

anciana y niña a la vez,

la rosa se marchita al nacer.

En el amanecer de la juventud, vuelve a florecer muy poco.

Y este amanecer lo elimina

el atardecer de la vida, al concluir el crepúsculo vital.

Cuya belleza mientras se ensalza, su atractivo enseguida lo marchita la edad, en la cual se desvanece.

La flor se convierte en heno, y la yema en cieno. El hombre se convierte en cenizas, cuando

rinde tributo a la muerte.

Su vida, su existencia,

son pena, son trabajo; y concluye la vida con la muerte inevitable.

Como la muerte a la vida y el llanto a la risa, como la oscuridad al día y las olas al puerto: así el atardecer cierra el amanecer.

El trabajo, histrión de la muerte,

pena que lleva el semblante de la muerte, contra nosotros profiere el primer insulto.

Nos lleva al esfuerzo, nos sume en el dolor; la muerte es el final.

Por tanto, confinado bajo esta ley, asume, ¡Oh hombre!, tu condición, considera cuál es tu existir.

Qué fuiste antes de nacer,

qué eres ahora, qué serás después: examínalo con diligencia.

Llora la pena, lamenta la culpa, frena el impulso, doblega el orgullo, desecha la arrogancia.

Rector y auriga del alma,

guía la mente, controla los caudales,

para que no fluyan por fuera de sus cauces.


.

De la misma manera la primavera de la vida humana

lunes, 25 de octubre de 2021

Los ingresos del arquitecto

 


Algunos arquitectos consideran que estas cantidades son bajas -comparadas con las de estudios extranjeros- quizá porque se confunden facturaciones y beneficios. Otra razón podría residir en que a veces los ingresos llegan a través de sociedades limitadas que vuelven a facturar parcialmente a los estudios.

Algunos de estos estudios tienen más de un centenar de trabajadores. El estudio que aparece en primer lugar es una ingeniería y no un taller de arquitectura, pero que recibe encargos arquitectónicos.


Nota: los datos  y el contenido de los comentarios no son propios, sí lo es su redacción. 

TACITA DEAN (1965): DANTE, COMEDIA (THE DANTE PROJECT, 2021)

 INFIERNO






PURGATORIO





PARAISO








Con motivo del setecientos aniversario de la muerte de Dante Alighieri, se acaba de estrenar en Londres un ballet que recrea el camino, a  mitad de la vida, del poeta, guiado por su admirado Virgilio, antes de que Beatriz tome el relevo, por los siete círculos infernales, del Purgatorio y del Paraíso, de la noche y el fuego hacia la luz deslumbrante, con telones de fondo de la artista británica Tacita Dean, cuyas imágenes, montañas convulsionadas, imágenes entre dos estados, y círculos de luz, evocan el paisaje cósmico, descendente y ascendente, que Dante recorre en pos de Beatriz. 

SALVADOR DALÍ (1904-1989): DANTE, COMEDIA (1954)

 



















Fotos: Tocho, octubre 2021, salvo unas pocas imágenes de internet. 

Nota: Una luz azulada reflejada sobre el vidrio protector, que no molesta en sala, distorsiona sin embargo las fotografías que no revelan por tanto a la perfección cómo los grabados se muestran.


El museo Dalí sigue siendo una atracción de feria, las obras, muy irregulares, presentadas en estrechos pasillos y en esquinas, con escasa información, para no ser contempladas serenamente, y, sin embargo, acoge, en la ultima sala, al final del recorrido, en una estancia por la que los visitantes pasan de largo -llevan ya veintidós salas de esperpentos, y la broma ha dejado de tener gracia-, una exposición temporal, con obras de la propia colección del museo, que presenta el centenar de grabados, basados en acuarelas perdidas, que Dalí, en los años cincuenta, cuando hacía ya tiempo que su tiempo había pasado, realizó para ilustrar una edición de bibliófilo de la Comedia de Dante. Salvo por algunos “tics” -caras blandas, cuerpos cajones, vientres apoyados en cayados, forzadas perspectivas hacia un punto de fuga-, las imágenes, raramente mostradas, ilustran poderosamente los círculos dantescos y constituyen una de las más inesperadas, sorprendentes y hermosas, nada efectistas,  creaciones de un artista que parecía haberse convertido en una caricatura en sí mismo. 

La excelente disposición de los grabados, tan solo lastrada por una información insuficiente, constituye un alto tecolero en medio del circo del museo. Una exposición fascinante.