Las Treinta Gloriosas es una expresión francesa con la que se nombra al periodo entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la crisis del petróleo del 73, durante el cual Francia, unos de los países vencedores de la Guerra Mundial con derecho a ocupar Berlín, se industrializó, sobre todo en el sector automovilístico, se convirtió en una potencia nuclear, salió de la estructura de la OTAN, devino uno de los cinco países con veto en la ONU, mantuvo (y perdió finalmente) su poder colonial por las armas (con las guerras en Indochina y en Argelia), lanzó la campaña, imitada por las capitales occidentales, de limpieza de monumentos de París, gracias a un ministro de cultura escritor (André Malraux), no perdió la capitalidad cultural “mundial” en favor de Nueva York, sino que la cimentó ya no en las Bellas artes ( pintura y escultura) sino en el cine, con la Nouvelle Vague, la literatura, con Le Nouveau Roman, y el ensayo, con los Nouveaux Philosophes -la sacrosanta trilogía de Barthes, Deleuze y Foucault o Derrida ( de la que hoy sobresale sobremanera Barthes)-, y la moda ( la Alta costura, con la tríada Dior, Chanel, Guivenchy), y lanzó un extenso programa de renovación y reconstrucción urbanas, debido a las destrucciones causadas por los bombardeos alemanes y aliados de la Segunda Guerra Mundial (la mitad de Francia se rindió y fue ocupada por los alemanes, la otra mitad estuvo en manos de un gobierno títere pro-nazi) que aniquilaron ciudades portuarias enteras como Le Havre, y debido a la necesidad de nuevos alojamientos, con la llegada masiva de colonos franceses y de argelinos que trabajaban en la administración francesa, expulsados de Argelia tras la independencia de este país al concluir una espantosa guerra.
sábado, 30 de abril de 2022
RENAUD EPSTEIN (1971): LES GRANDS ENSEMBLES (POLÍGONOS, 1945-1975) (2022)
Las Treinta Gloriosas es una expresión francesa con la que se nombra al periodo entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la crisis del petróleo del 73, durante el cual Francia, unos de los países vencedores de la Guerra Mundial con derecho a ocupar Berlín, se industrializó, sobre todo en el sector automovilístico, se convirtió en una potencia nuclear, salió de la estructura de la OTAN, devino uno de los cinco países con veto en la ONU, mantuvo (y perdió finalmente) su poder colonial por las armas (con las guerras en Indochina y en Argelia), lanzó la campaña, imitada por las capitales occidentales, de limpieza de monumentos de París, gracias a un ministro de cultura escritor (André Malraux), no perdió la capitalidad cultural “mundial” en favor de Nueva York, sino que la cimentó ya no en las Bellas artes ( pintura y escultura) sino en el cine, con la Nouvelle Vague, la literatura, con Le Nouveau Roman, y el ensayo, con los Nouveaux Philosophes -la sacrosanta trilogía de Barthes, Deleuze y Foucault o Derrida ( de la que hoy sobresale sobremanera Barthes)-, y la moda ( la Alta costura, con la tríada Dior, Chanel, Guivenchy), y lanzó un extenso programa de renovación y reconstrucción urbanas, debido a las destrucciones causadas por los bombardeos alemanes y aliados de la Segunda Guerra Mundial (la mitad de Francia se rindió y fue ocupada por los alemanes, la otra mitad estuvo en manos de un gobierno títere pro-nazi) que aniquilaron ciudades portuarias enteras como Le Havre, y debido a la necesidad de nuevos alojamientos, con la llegada masiva de colonos franceses y de argelinos que trabajaban en la administración francesa, expulsados de Argelia tras la independencia de este país al concluir una espantosa guerra.
miércoles, 25 de agosto de 2021
Santo Sepulcro
Fotos: Tocho, agosto 2021
La obra más valiosa, única en Occidente, del nuevo museo arqueológico de Narbona, es una maqueta de gran tamaño, tallada en mármol, del Santo Sepulcro de Jerusalén. Ejecutada en el s. V, apenas un siglo más tarde que el original, reproduce a la perfección el desaparecido santuario que Constantino mandó edificar a los arquitectos imperiales Zenobia y Eustatio, consistente en un edificio de planta circular, cupulado y rodeado de columnas exentas.
Se desconoce el uso de esta maqueta fundamental, si bien se supone que se trataba una obra sacra que debía presidir algún rito cuando la partida a Jerusalén de los peregrinos desde el principal puerto de salida del Mediterráneo occidental, precisamente la colonia de Narbo Martius, o Narbona.
Solo por esta obra, el museo merece la visita.