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lunes, 30 de diciembre de 2024

Piedra como porcelana (Península arábiga, IV milenio AC)














 

Cuencos de piedra, cuarto y tercer milenios, península arábiga, Museo Nacional de Omán, Muscat

Fotos: Tocho, diciembre de 2024


Tallar figuras de piedra dura con instrumentos de piedra, cuerdas  y varillas de madera, en la Edad de Bronce, era una proeza. Crear objetos cóncavos de piedra, tales como cuencos y cajas, a veces con compartimentos interiores, con instrumentos de piedra, se nos antoja una tarea manual imposible. Las paredes de los objetos tienen el grosor de la porcelana o de la cáscara de huevo, aún más fragilizadas por la ornamentación grabada: líneas paralelas y círculos, a los que menos de medio milímetro de piedra separa del vacío n interior.

Estas ofrendas funerarias de la península arábiga, ejecutados entre el 3500 y el 1600 AC, de diseños y trabajo perfectos, constituyen algunos de los objetos más hermosos y técnicamente más logrados de la Edad de Bronce. Unos objetos por un lado útiles (recipientes, vasijas, cajas con tapa, también de piedra), y por otra lado sagrados, que acompañaban y honraban a los difuntos. La modestia, el cuidado, la atención se combinan en una piezas cuyo mayor lujo consiste en en la sencillez de las formas y de la ornamentación, que seguramente remite a la cestería -y al trabajo de orfebre en láminas de plata o de oro. 

jueves, 25 de noviembre de 2021

ABANTOS. HOMENAJE A PALOMA CABRERA BONET (2021)

 


https://www.libreria.culturaydeporte.gob.es/ebook/5236/free_download/


Paloma Cabrera fue la gran conservadora de cerámica griega del Museo Arqueológico Nacional en Madrid. Erudita, generosa y discreta, logró que dicha colección fuera la segunda más importante de Europa y ls cuarta del mundo. Accedía con generosidad a préstamos y siempre estaba dispuesta a echar una mano y a comunicar todo lo que sabía sobre Grecia.

Nadie se ha repuesto de tan inesperada y súbita pérdida (al menos para los que no teníamos  un trato habitual).

El museo ha editado un grueso libro homenaje con artículos redactados para la ocasión, en el que se incluye un texto nuestro, amablemente invitado por los responsables de ls publicación. Versa sobre los viajes del dios Apolo, una figura bien representada en la extraordinaria colección de cerámica griega del museo.

Un recuerdo para tan destacada figura humanista, Paloma Cabrera.



miércoles, 25 de agosto de 2021

SIR NORMAN FOSTER (1935): NARBOVIA (MUSEO ARQUEOLÓGICO, NARBONA, 2021)











































Fotos: Tocho, agosto de 2021


Pese al poco afortunado nombre -NarboVia-, se trata del museo de arqueología más recientemente inaugurado en Francia, y uno de los últimos nuevos museos en general abiertos en Europa.
La obra concluyó hace un año; la pandemia retrasó la apertura al pasado mes de julio.
El proyecto del arquitecto británico Norman Foster se ha levantado con piezas prefabricadas de hormigón en la periferia de Narbona, y se asemeja a un hangar industrial que preserva o rescata piezas mutilaras, devolviéndoles prestancia, sin camuflar las heridas.

Narbona, uno de los puertos romanos más importantes en el Mediterráneo Occidental -hoy en medio de las tierras debido a la acumulación de los sedimentos. 
Cuesta hoy creer que Narbo Martius, una colonia Romana, bajo la advocation del dios de la guerra Marte, fundada a finales del s. II aC a partir de un asentamiento íbero, llegó a ser la capital de la Galia Romana, cuando se contemplan los restos romanos; apenas nada: mármoles rotos, columnas fragmentadas que formaban parte del Capitolio más grande en Galia, estatuas derribadas y destruidas, frescos de mansiones hechos añicos, tras los saqueos bárbaros y la ocupación visigótico en el s. V.

El museo es un hermoso  contenedor, vasto y de gran altura, casi un relicario de fragmentos a los que en ocasiones es imposible asignarles un origen, y que en ocasiones se exponen revueltos en el suelo, la viva imagen de la devastación. 
Pero el museo, sobrio, perfectamente estructurado logra que fragmentos evoquen, sin nostalgia sino con admiración, el esplendor de la arquitectura religiosa y civil  y del espacio privado romanos. A partir de unos pocos restos -testas partidas, relieves gastados, hojas de acanto rotas que componían capiteles perdidos-, el museo es el espacio que mejor permite encontrarse con Roma, siendo testigos de la incuria del tiempo y sobre todo de los hombres: una lección ética y estética.