Sonata para violín, n.1
Sobre este compositor catalán, véase su página web:
Todos los encargos, fuera de España.
Sobre este compositor catalán, véase su página web:
Todos los encargos, fuera de España.
La ceremonia de clausura de los juegos olímpicos en París en 2024, ayer noche, incluyó la interpretación del Himno Délfico a Apolo.
Puede sorprender que unos juegos olímpicos, dedicados originalmente en Olimpia en honor al padre de los dioses Zeus, incluyera un himno dedicado a su hijo a Apolo, que se interpretó por vez primera en la Pitaida o fiesta dedicada al dios oracular Apolo -cuya sacerdotisa o pitonisa recibía el nombre de Pitia, en referencia a la primera divinidad de Delfos, Pitón, una divinidad en forma de serpiente contra que que Apolo tuvo que luchar, vencer y matar para poder asentarse en Delfos y fundar su santuario. Los restos de Pitón, como si fueren los restos de un sacrificio, se hallaban enterados bajo el gran templo de Apolo.
Las relaciones entre Olimpia y Delfos no eran inexistentes. Un oráculo de Apolo ya anunció que en Olimpia se fundarían unos juegos.
Estos eran unos juegos fúnebres. Estaban dedicados a la memoria de Oenomaos, un héroe, el desgraciado ( en todos los sentidos de la palabra) padre de Hipodamia. Éste no aceptaba que su hija se esposara. Todo pretendiente debía competir con él en una carrera de carros que Oenomaos ganaba siempre, ordenado entonces la ejecución del incauto pretendiente perdedor.
Entonces, llegó Pelops, padre de los habitantes del Peloponeso. Era amante del dios de los mares Poseidón. Éste le había regalado unos caballos alados, más veloces que el viento.
Pelops tenía todas las de ganar. Para asegurar su victoria y la obtención de la mano de Hipodamia, empero, sobornó a un esclavo del rey para que alterara el eje del carro. Éste se quebró. El rey murió aplastado.
Pelops mandó ejecutar al esclavo para evitar que cantara, pero no pudo evitar que maldijera a sus descendientes, los Átridas, encabezados por Agamenón, y sus hijos Orestes y Electra. Las vengativas Erinias, sedientas de sangre, los perseguían con su furia, tras la cadena camorrista de asesinatos que asolaron la familia: el sacrificio de Ifigenia ejecutado por Agamenón para suplicar la victoria en la guerra de Troya , la ejecución de éste ordenada por su esposa Clitemnestra para vengar la muerte de su hija, y la venganza de Orestes, instigado por su hermana Electra, asesinando a su madre.
Fue Apolo quien salvó a Orestes de una muerte segura -las Erinias no le perdonaban el asesinato de su madre- cuando el joven, huyendo de palacio, se refugió en el templo délfico del dios.
En honor de Oenomaos, Pelops, avergonzado (más que cínico), fundó los juegos olímpicos.
El himno delfico a Apolo es una composición tardía, del siglo I AC. Consta de dos partes, de dos autores distintos, un cantante y un compositor.
No se conserva entero. Pero se trata de la composición musical con partitura más antigua conservada, aunque no la más entera, con anotaciones musicales legibles e interpretables.
La obra fue descubierta grabada en unas placas en las ruinas del edificio que acogía las ofrendas de la ciudad de Atenas a Apolo. El descubridor fue un arqueólogo francés, quien estudió, transcribió la letra y la interpretó.
Fue tocada en los primeros juegos olímpicos modernos, en Atenas en 1896, en una versión armonizada por el compositor francés Gabriel Fauré
Esta es la versión que se cantó ayer noche en el estadio de Francia en París.
Recordemos que Apolo es el dios que ordenó el mundo, fundó el primer templo y transmitió a los humanos las técnicas edilicias.
Sin Apolo seríamos aún unas bestias.
Dejemos la duda de si logró su propósito
Escuchad, vosotras, cuyos dominios son el Helicón de los bosques profundos, hijas de Zeus de armas hermosas, venid con cantos a celebrar a vuestro hermano Febo, el de los cabellos de oro, que sobre las cumbres gemelas de esta montaña, el Parnaso, acompañado por las famosas doncellas de Delfos, acude a las corrientes del manantial de Castalia cuando visita su oráculo en la montaña
He aquí que el Ática con su gran ciudad (Atenas) está en oración, moradores de la tierra no conquistada de la diosa armada Tritoniana (Atenea); y en los altares sagrados Hefesto (es decir, el fuego) consume los muslos de los terneros de toro; y junto con el humo, el incienso árabe se eleva a los cielos. Y el aulós, estridente y sonoro, teje una melodía con notas revoloteantes, y la kithara, dorada y de voz dulce, se mezcla con el canto de alabanza.
Venid a esta ladera de picos gemelos del Parnaso con vistas lejanas, (donde los bailarines son bienvenidos), y (guiadme en mis canciones), diosas Piérides que moráis en los peñascos nevados del Helicón. Cantad en honor de Febo Pitio, de cabellos dorados, hábil arquero y músico, a quien la bendita Leto dio a luz junto al célebre pantano, agarrando con sus manos una robusta rama del olivo verde grisáceo en su tiempo de parto.
En la grabación original participaron dos músicos, Jimmy Page y John Paul Jones, del que sería el grupo Led Zeppelin, fundado cuatro años más tarde, y el guitarrista de jazz-rock, por entonces músico de estudio, John McLaughlin.
La canción, originariamente en inglés, pero célebre gracias a la interpretación de la cantante italiana Mina, se ha recuperado recientemente gracias a una película de dibujos animados Luca, estrenada solo por internet.
Rosalía & Rawl Alejandro: Vampiro, 2023
En el inquietante, metafísico, castillo del escultor/arquitecto (en esta ocasión) Corberó
El Cairo puede con todo….
Y no digamos las tres imperturbables pirámides…