domingo, 6 de abril de 2025
GERMAINE DULAC (1882-1942): LE DIABLE DANS LA VILLE (EL DIABLO EN LA CIUDAD, 1925)
Cuando el cine era una de las bellas artes
Un texto, escrito en 1925, sobre el estado de las bellas artes en occidente, destacaba la mirada nueva y la nueva e innovadora manera de contar y de retratar la realidad del cine. La imagen en movimiento y el montaje eran los pilares que sustentaban la recreación del mundo y la creación de un mundo que solo existía por y en el cine. El sonido aún no existía. El cine era mudo. Y, sin embargo, era el lenguaje más expresivo.
El artículo destacaba las aportaciones del cine norteamericano, sueco, alemán y francés. Películas que podían contar historias durante siete horas, como en La rueda, de Abel Gance -la rueda del destino protagonizada por un personaje llamado Sísifo- o sustentarse en la inexistencia de historias, como algunas de la películas de Germaine Dulac, en las que la realidad y el sueño, la realidad y las pesadillas, los vivientes y los aparecidos, como en La mujer de ningún lugar, de Louis Delluc y Germaine Dulac, componen un fresco casi inabarcable e inaudito que revela la potencia del cine para componer mundos que echan luz sobre los más recónditos y oscuros aspectos de nuestro mundo profano. Aún cuando faltase la palabra. O quizá porque ésta no existía -y ante la cual el mundo enmudecía y se exponía.
En sucesivas entradas, mostraremos algunas de estas películas que han sido recuperadas y restauradas .
domingo, 9 de marzo de 2025
PIERRE DESCAMPS (1975): MONUMENTOS
martes, 25 de febrero de 2025
AMY SILLMAN (1955): AFTER METAMORPHOSES (2015-2016)
https://www.amysillman.com/video/
martes, 4 de febrero de 2025
HANS RICHTER (1888-1976): VORMITTAGSSPUK (GHOSTS BEFORE BREAKFAST (1927)
Cuando Marcel Duchamp creó su obra Boîte-à-valise, consistente en una caja de madera con pequeñas reproducciones a escala de sus obras, diluyó, por un lado, la diferencia “ontológica” o esencial entre la obra de arte “mayor” y la obra decorativa o útil, y por otro, la que existe entre el arte sacro y el arte profano.
Las obras de arte son estáticas. Organizan y dominan el espacio. Las estatuas, de pie, hieráticas, petrificadas, se nos imponen desde las alturas, al igual que las figuras en lo alto de los frescos y desde los cuadros que cuelgan en las estancias.
Las obras útiles y decorativas, por el contrario, incluso los muebles, son, como la palabra mueble indica, son mudables, móviles. Nos acompañan en nuestros desplazamientos. Los transportamos, los guardamos, los apartamos o los ponemos en evidencia. Están cerca de nosotros. Al contrario que las obras de arte, distantes, y que nos mantienen a distancia, las obras menores están al alcance de la mano, se dejen coger, existen para prolongar y mejorar nuestros gestos. No están ligadas a ninguna lugar. Son de todos los lugares. Objetos libres.
Por el contrario, el arte sacro, guardado en sagrarios, se compone de objetos al servicio del ritual. Permanecen ocultos la mayor parte del tiempo, cercanos y sin embargo inalcanzables, nos acompañan pero solo se descubren en determinadas ocasiones. El resto del tiempo, profano, no están a la vista. Son amuletos que deben ser manejados con cuidado, no porque sean frágiles, sino porque lo somos y no podemos estar en contacto impunemente, sin los debidos cuidados, con ellos. La maleta sacraliza las imágenes que contiene al mismo tiempo que les extrae la pesada seriedad que los lastra. Humor y admiración: dos sentimientos o sensaciones que suscitan los objetos rituales, fuertes y frágiles, conjuntamente.
El cortometraje de animación del pintor y cineasta alemán Hans Richter, emigrado a los Estados Unidos, cuando el poder hitleriano, es un canto a la libertad de los objetos. Se mueven libremente o esto nos lo parece. Los fantasmas, los espectros, invisibles, podrían estar utilizándolos -el cine es el arte fantasmagórico por excelencia: permite que los fantasmas cobren vida y se hagan visibles: incorpóreos, intangibles, sin luces y sombras inaprensibles y, sin embargo, se perciben a simple vista, siempre desde cierta distancia. En este cortometraje, sin embargo, Richter mantiene su misterio. Están ante nosotros, es “evidente” que se desplazan, pero no se ven, aunque a su paso, los objetos se alcen y se muevan-.
Los objetos, escapan a nuestro control. No se dejen atrapar. Se burlan de nosotros o juegan con nosotros. Son como un premio inalcanzable, juguetón, burlón, que pone en evidencia nuestras limitaciones y nuestras necesidades. Sin ellos no somos nada. Complican, enriquecen, ponen en jaque, y dotan de vida nuestra vida. Tienen vida propia y aceptan entrar en contacto con nosotros sin perder su independencia. Su vida es misteriosa. Entes vivientes, con una vida distinta de nosotros, nos guíen y nos llevan por donde quieren, mientras tratamos vanamente de alcanzarlos. Hermosos, vitales, humanos objetos que nos sacan de nuestras costumbres, limitaciones y, sí, de quicio, sin que podamos dar nada por sentado. Nos mantienen despiertos, en alerta, y dotan de complejidad nuestras vidas. Nos superan pero también se apiadan de nosotros, sin dejen de míranos, de juzgarnos con ironía.
Una obra maestra de la animación.