viernes, 10 de enero de 2025
¿Surrealismo antes de hora? José de Ribera (1591-1652): murciélago y orejas (1620)
sábado, 28 de diciembre de 2024
Incienso
Foto libre de derechos
La leyenda o el cuento de unos sabios orientales que ofrendaron al hijo humano de la divinidad, nacido en un belén, se apoya en un hecho real cuya importancia se acrecienta de año en año: las extensas y continuadas relaciones económicas y comerciales entre grandes potencias, a veces enfrentadas, a partir del cuatro milenio -relaciones ya presentes en el neolítico en algunos casos. La necesidad de metales, de piedras preciosas, de materiales suntuarios, desde la seda a perfumes, el marfil o resinas medicinales fue satisfecha gracias al tránsito por vías de comunicación entre regiones distintas entre sí.
China y Arabia intercambiaban bienes ya en el tercer milenio. Se han encontrado cerámica y estatuillas chinas en Omán, por ejemplo. Éstas piezas, seguramente, se intercambiaban por materiales que solo se encontraban en la península arábiga, como es el incienso: una resina olorosa cuya quema lenta provocaba un humo de intenso olor. Dicha sustancia solo se obtenía y se obtiene en las costas de la península arábiga, hoy en el sultanato de Omán, y el desgarrado paisaje de Yemen. Su perturbador perfume se utilizaba en rituales religiosos. Era una sustancia asociada a divinidades.
Su ofrecimiento por parte de los llamados reyes magos era lógica. Y la lógica implica que dichas figuras venidas de un inconcreto “Oriente” obtuvieron esta costosa materia grqcias al comercio entre Mesopotamia y el llamado reino de Magan, hoy ocupado por Emiratos y sultanatos árabes de la península arábiga. Dicha ofrenda destacaba el carácter divino del recién nacido humano. La escasez del incienso -una resina que se enciende y se incendia, que tal es el significado de dicha sustancia arbórea- lo convertía en un elemento indigno de los mortales, que solo los inmortales podían acoger. La viveza de la llama casi inextinguible en una materia traslúcida del color del sol o del oro simbolizaba la perenidad de las potencias superiores.
La leyenda de los reyes magos se teje y se sustenta así en las redes comerciales entre el el próximo oriente, centro Asia, India y el imperio chino, a las que da sentido. El poder y las ofrendas que ensalzaban el poder estaban en el origen de las transacciones comerciales entre comunidades incluso -o sobre todo- lejanas.
viernes, 6 de septiembre de 2024
El imaginario urbano medieval
Tomaso de Modena: ciclo de frescos dedicados a la leyenda de Santa Úrsula, siglo XIV.
miércoles, 4 de septiembre de 2024
Entre Oriente y Occidente en Aquilea: obras en el Museo Arqueológico Nacional de Aquilea (Italia)
Testa de Apolo (Dios de la arquitectura en Grecia) - máscara de teatro - estela funeraria romanos, s. I dC
Retratos romanos, ss. I aC - II dC
Gemas (4-5 mm) y camafeos (2-4 cm) tallados romanos, s. I dC
Fotos: Tocho, Museo Arqueológico Nacional, Aquilea (Italia), septiembre de 2024
Aquilea tenía cien mil habitantes en el siglo tercero. Hoy apenas llegan a tres mil.
Fue capital del imperio. La destrucción por Atila fue tan sistemática que la planimetria de Aquilea se ha perdido para siempre. Solo se conocen y se reconocen fragmentos urbanos inconexos.
Aquilea fue fundada a principios del siglo II aC, como un puesto de defensa de la República romana, débil en este lugar debido a la confluencia de ríos que facilitaba la llegada rápida de tribus enfrentadas a los romanos.
Esta misma facilidad de acceso contribuyó a la prosperidad de Aquilea tras la consolidación de la República y su posterior conversión en imperio.
Aquileia jugó el papel que posteriormente tendría Venecia -fundada por habitantes de Aquiles huidos tras la destrucción de Atila: una centro de comercio internacional conectada con el norte de Europa y con el este del Mediterráneo y el próximo oriente. Artesanos y comerciantes norteños, sirios, judíos y egipcios se instalaron en Aquilea, comerciaban con esta ciudad y desde esta ciudad, y controlaban las redes comerciales sobre todo con el este del Mediterráneo.
La mayor prosperidad de Aquiles vino del debilitamiento de Roma en favor de Constantinopla. Aquilea actuaba de ciudad bisagra. Constantino residió en la ciudad, dispuso de un palacio imperial, y Aquilea llegó a ser capital del imperio romano occidental tras las destrucciones sufridas por Roma, hasta la llegada de Atila.
Los mejores tallistas de gemas de metales preciosos (Aquilea poseía una mina de oro cercana) y de ámbar (llegado de los países bálticos), venidos de Siria y de Judea trabajaban en la ciudad.
Los bustos revelan la confluencia del realismo etrusco y latino con la estilización más propia del imperio oriental: un insólito encuentro de realismo e idealismo, de naturalismo y de simplificación.
El hermoso y nuevo museo arqueológico nacional de Aquilea, el mejor museo arqueológico italiano desde el punto de vista de la museología y la museografía y la cualidad de los materiales de los soportes, da cuenta de la peculiar ubicación de Aquilea y del papel que jugó en el encuentro entre Oriente y Occidente.
No es casual que el arte paleocristiano más brillante, anterior al siglo V, se encuentre en ciudades de Judea (hoy Jordania) y de Siria, y en Aquilea, donde el arte del mosaico cristiano ha dejado extensas muestras, halladas a principios del siglo XX, debajo de intervenciones medievales y de ruinas, que no desmerecen de los mosaicos jordanos. Los motivos de los mosaicos imperiales paganos tardíos pudieron ponerse al servicio de la iconografía cristiana sin dificultades ni alteraciones.
Hoy, Aquilea queda fuera de los circuitos turísticos y culturales.