Base de una columna quizá aqueménida parcialmente enterrada
Ladrillos de terracota de una construcción, quizá el palacio, del emperador Adad-Nirari I (s. XIV aC)
Posible acceso suroeste, mirando al río, a la ciudadela de Kilizu
Restos de un edificio administrativo helenístico (ss. IV-III aC) -carece de cocina y de estancia de aguas-, en lo alto de un promontorio que mira hacia la entrada principal de la ciudad de Kilizu, construido quizá sobre las ruinas de un edificio neo-asirio (s. VIII aC)
La ciudad de Kilizu, hoy sepultada en el tell de Qasr Shamamok (entre Mosul y Erbil, norte de Iraq), tuvo dos momentos importantes de crecimiento y renovación urbana.
Situada entre las capitales asirias de Assur y Ninive, con un puerto fluvial, controlaba el paso por tierra y por el río, erigiéndose como un centro estratégico, que también debería ofrecer un lugar donde la corte imperial podía detenerse durante los desplazamientos entre las grandes capitales asirias.
Dos ladrillos con textos cuneiformes inscritos a mano hallados el año pasado en dos de los puntos más distantes entre sí, al el suroeste y el noreste del tell, con los nombres de los emperadores que ordenaron la reforma de la ciudad, atestiguan que los emperadores Adad-Nirari I, en el siglo XIV aC, y Senaquerib, siete siglos más tarde (dos de los emperadores más célebres de las épocas medio-asiria y neo-asiria), estuvieron en Kilizu y se preocuparon por esta ciudad.
Hace tres años, durante la primera misión, se encontró, fuera de contexto, sin duda, otro ladrillo de terracota estampillado, indicaba que pertenecía al templo del dios babilónico y asirio de la justicia, Shamash (el Apolo mesopotámico), cuya construcción fue ordenada por el emperador Shalmanazar I, hijo de Adad-Nirari I. Una tablilla inscrita, archivada en en el museo arqueológico y etnológico de Erbil, desenterrada no se sabe cuándo, corrobora que este emperador ordenó la construcción del templo.
El nombre de Shalmanazar significa, literalmente, Shulmanu asharedu que, en asirio, se traduce por "Shulmanu es el primero". Se trataba de un dios semita de la guerra y la fertilidad. El nombre del rey hebreo Salomón también procede del nombre de dicha divinidad.
La presencia de estos dos emperadores medio y neo-asirios sugiere que Kilizu fue una ciudad de gran importancia.
Posiblemente tuviera más importancia que Arbeles (hoy Erbil).
Esta última ciudad era celébre porque acogía un gran templo dedicado a la diosa Ishtar, y aun hoy los historiadores recuerdan la importancia de este santuario.
Sin embargo, nuevas interpretaciones muestran que la Ishtar de Arbeles (al igual que la de Nínive) nada tenía que ver con la Ishtar babilónica (y la Inana sumeria). En el sur de Mesopotamia, Ishtar era la diosa de la guerra y la sexualidad desabrida, asociada al planeta Venus. Por el contrario, en Abeles, Ishtar era una diosa-madre, ligada a la tierra, cuyo culto perduró durante el primer milenio aC, mientras que el ancestral culto a las diosas madre, ligadas al poder fecundante de las aguas matriciales, en la Mesopotamia del sur, decayó.
La Ishtar de Arbeles era una esposa devota y una madre atenta -mientras que la Ishtar babilónica no contaba los amantes, pero no se esposó nunca ni nuca tuvo hijos.
Se rendía un culto muy local a la Ishtar de Arbeles.
Aconteció que los últimos reyes neo-asirios, a partir del siglo VIII aC, sintieron que la tradicional unión entre los poderes religioso y político se resquebrajaba, y que los sacerdotes daban la espalda al emperador. Queriendo asegurar su poder, los emperadores buscaron apoyos al sur de las grandes capitales asirias. Creyeron encontrarlo en Arbales, promoviendo el culto a la Ishtar local, y aduciendo que ésta era la madre y la esposa del emperador, con el que dialogaban en sueños.
Este apoyo contaba también con la administración del imperio. Ésta estaba formada, no por asirios (semitas), sino por medas (indo-europeos), toda vez que Erbil constituía uno de los dos pasos cómodos entre los imperios neo-asirio y meda (o persa).
Lo que no contaron los emperadores neo-asirios es que la promoción de los funcionarios medas llevó a que éstos, de acuerdo con el emperador meda, promovieran un golpe de estado que acabó con el imperio neo-asirio para siempre.
La caída del imperio más poderoso de la tierra, por el aquel entonces, aconteció precisamente aquí, entre Arbales (Erbil) y Kilizu (Qasr Shamamok).
Esta nueva lectura de la historia no convence a ciertos poderes kurdos que no aceptan que se minimice el poder del santuario de la Ishtar de Arbeles, alabada por los medas (indoeuropeos) de los que, queriendo oponerse a los árabes (semitas) -mayoritarios en el resto de Iraq-, se presentan como los descendientes directos.
Un paseo por los límites del alto del extenso tell, como si de un camino de ronda de un castillo almenado se tratara, vertiginosamente erguido sobre un damero de rombos, dorados y verdes, de campos de trigo segados, y de tupidas plantas de patata cubiertas de hoja, en un silencio absoluto, moteado por casas grises lejanas y bosquecillos, y suavizado por hondonadas de tierra que dibujan suaves formas de luna parda en el geométrico reparto de los campos, evoca bien el poder de esta capital asiria que parece escapar aún a la búsqueda de los arqueólogos. Golpes de viento que ascienden por las laderas del tell más expuestas traen el acre olor de la paja recién sesgada.
Se camina lentamente por lo alto del tell con la extraña conciencia de hallarse sobre los restos invisibles de cinco mil años de historia, de muestras en duermevela del ingenio y la tenacidad humanos.
Un pequeño tornado de polvo despunta de pronto en un borde del tell y se cruza velozmente por donde nos hallamos, acurrucados, levantado una columna y una bóveda que vela el solo como una tela tendida, azotada por el viento. Cuando se reabren los ojos, se divida nuevamente ya a lo lejos, girando sobre campos removidos cada vez más distantes.
Datos históricos e interpretación de Maria-Grazia Masetti-Rouault, directora de la misión arqueológica de Qasr Shamamok (Erbil, Kurdistán, Iraq)
Los errores son imputables solo a Tocho