Dibujos: Proyecto de Luciano Baldessari para una muestra de Lucio Fontana
Todo museo de arte moderno debe tener "un" Fontana: un cuadro monocromo limpiamente rajado por la mitad, de modo que la tela tensada se abre y se curva ligeramente. Todas esas obras llevan el mismo título: Concepto espacial.
Sin embargo no son representativas del arte de Fontana, o al menos solo cubren los últimos años de su vida.
Fontana fui un artista argentino, que creó y dirigió una taller en Buenos Aires, llamado Altamira, en los años cuarenta 81946-1947).
Era escultor, y no pintor; y trabajaba sobre todo con la cerámica. Fui un artista "expresionista" antes que abstracto.
Y trabajó con arquitectos, especialmente con el italiano Luciano Baldessari. Las destrucciones urbanas de la Segunda Guerra Mundial, en Italia, invitaban a imaginar nuevos espacios y a animarlos -más que a decorarlos- a fin de hacer olvidar el pasado reciente. Es significativo que el primer interior devuelta a la vida fuera un cine -cinema Arlecchino en Milán, una caja de luz, animada por juegos de luces en movimiento, el lugar más adecuado para evadirse de la tristeza de la posguerra.
Su obra consistía en dar vida a las estancias públicas que Baldessari proyectaba y construía. las animaba con juego de luces. El espacio estaba definido, y caracterizado -adaptado al ser humano- más por la iluminación que por los planos.
Entre sus obras destacan grandes esculturas de neón, casi treinta años que artistas norteamericanos como Dan Flavin utilizaran este tipo de luz o de material para formalizar obras abstractas. Estas "lámparas", de grandes dimensiones simulaban nubes colgadas en lo alto de grandes estancias. Dividían éstas en dos zonas: una terrenal, necesitada de luz, pero acotada por líneas y planos, y una segunda, informe, pletórica de luz -era luz-, que recuerda el caos nebuloso de los orígenes, o un universo aún no constreñido por la materia. Las estancias, siempre de gran altura, conducían la mirada hacia lo alto, en el que flotaban estos arabescos luminosos, cuyas lineas vibrantes se desdibujaban por la intensidad lumínica y creaban un halo suspendido, inalcanzable y ensoñador.
Una exposición antológica de Lucio Fontana en el Museo de Arte moderno de París, recuerda, hasta agosto, la contribución de Fontana a la concepción de la arquitectura como un lugar donde soñar.
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