sábado, 13 de abril de 2019

JEAN-DANIEL POLLET (1936-2004): L´ORDRE (1973)



Duro y veraz documental sobre la exclusión.
Sobre este deslumbrante, irritante, enigmático, fascinante y lúcido cineasta, poco conocido, véase por ejemplo, este enlace

Rumor

Murió asesinado. Había cometido demasiados crímenes (¿cuántos son "demasiados"?).
Previamente se le había acusado de haber ordenado la ejecución de su madre con quien había practicado incesto, al igual que con su hermana. Se rumoreaba que había eliminado a los cristianos tras haberles acusado de un incendio devastador de la capital, o "se decía" que  habría mandado el incendio para disponer de suficientes terrenos para erigirse un palacio descomunal.
Circulaban toda clase de rumores sobre su figura y sus acciones. Nadie quiso recordar que el incendio fue causado por la pésima construcción de las casas de madera, tan juntas, en callejuelas tan estrechas que un simple brasero podía devastar un barrio -tras lo cual creó el primer cuerpo de bomberos de la historia. Que hubiera tenido a un filósofo de preceptor, cuyos consejos siguió hasta casi el final de su vida, tampoco fue tenido en cuenta.
Tenía gustos "extranjeros", "extraños", orientales; estaba fascinado por Grecia. Se burlaba de la moral estrecha republícana, atenta al qué dirán. Adoraba al sol y no a los espíritus del lugar. No casaba con las creencias de la época.
La Roma de Nerón no nos cae demasiado lejos. Los rumores hoy no circulan solo de boca en boca. Nos olvidamos que red, que implica conexiones en todas las direcciones, de las que nada escapa, es un arma, una cárcel, para prender desde luego a quien se queda prendado, prendido. Una red neutraliza, inmoviliza, elimina fácilmente a quíen se le ha tendido una red, una trampa. Las redes tienen la misma función que los rumores: son un vehículo de propagación de verdades y mentiras no filtradas. Solo cuenta la velocidad de circulación. No hay pausa ni reflexión. Socavar reputaciones -cuando las personas a las que se quiere hundir no han cometido delito alguno.
Ayer, como ocurre centeneras de veces al día en cualquier país, se procedió a retirar una obra de arte de donde se exponía, prestada a una muestra temporal. En su lugar una cartela indicaría dónde ha sido transportada la obra, por qué motivos, y por cuánto tiempo. Al concluir la exposición, la obra se devolverá al lugar de donde procedía. Dicha operación de préstamo conlleva la firma de acuerdos, permisos de aduanas, seguros y el cumplimiento de requisitos que salvaguarden la integridad de la obra, transportada por tierra o aire en cajas fabricadas para la ocasión, adaptadas a la obra,y vehículos especiales, a veces acompañados de guardas, que se suele restaurar y que, desde luego, se estudia cuando la devolución para asegurar su buena conservación y que no haya sufrido daños durante la manipulación y el transporte. Son operaciones habituales, bien establecidas, que siguen unas pautas o "protocolos" establecidos y reconocidos.
Sin embargo, tales ausencias temporales de obras pueden ser la ocasión perfecta para que adversarios políticos, que sabiendo cuáles son las reglas y leyes que regulan los préstamos nacionales e internacionales, propaguen rumores sobre las verdaderas -y necesariamente malignas, ocultas, inconfesables- intenciones de los mandatarios que han autorizado el préstamo.
Y nosotros, crédulos y ciegos, haciendo oídos sordos a lo verosímil,  no nos damos cuenta de la manipulación. El rumor, sabiendo la falsedad de lo que comunica, ha sido siempre un arma de destrucción masiva -tan bien retratado, por ejemplo, por Thackaray en la Feria de las vanidades.  Aún hoy, Helena de Troya encarna a la mujer adúltera, cuya falta habría desencadenado una guerra "mundial", cuando, en verdad, ni siquiera fue secuestrada por su aparente raptor, sino entregada por los dioses a un pobre hombre, víctima de los tejemanejes divinos, demasiado perversos o humanos, para poder ser divulgados. Era mucho mejor convertir a Helena en un chivo expiatorio.

"Na na
Na na na na 
Na na na na na na na na
Rumore
Rumore
Na na 
Na na na na 
Na na na na 
Non mi sento sicura 
Sicura",

cantaba la gran Rafaella Carrá.  

jueves, 11 de abril de 2019

Ritmo y "Swing" (Ritmo y Cadencia, según Barthes)

"Una distinción: el ritmo no es el rhutmos (palabra griega que se traduce, más que por ritmo, por cadencia). El rhutmos debe protegerse. Es un ritmo ágil, disponible, móvil; una forma pasajera, que aún es una forma. En la música, el ritmo metronómico se opone al rhutmos, que se puede definir como el "swing". El ritmo no es cualitativamente musical.  Rhutmos: es el ritmo que admite un más y un menos, una imperfección, un suplemento, una falta, un sujeto creador: es lo que no cabe en una estructura, o que solo entraría forzado. El rhutmos o swing es un ritmo con una ligera precipitación." (R. Barthes: Cómo vivir juntos)

Quizá podríamos decir que la arquitectura griega tiene swing (cada columna, con una modulación variable pero apenas perceptible, vibre de un modo propio y único), la romana, ritmo (la columna, seriada, indiferente al lugar que ocupa en el edificio que ciñe); una oposición semejante quizá se habría dado entre la arquitectura mesopotámica y la egipcia; o entre el racionalismo y el estilo internacional; entre la piedra y el hormigón.

martes, 9 de abril de 2019

ELLIOTT CARTER (1908-2012): MORE´S UTOPIA (THREE ILLUSIONS FOR AN ORCHESTRA, 2004)



Sobre este compositor norteamericano, véase su página web

Perder la cabeza (ídolos) / To Lose Your Head (Idols): Pabellón catalán, Bienal de Arte de Venecia, 2019





lunes, 8 de abril de 2019

Perder la cabeza (Ídolos): presentación de la exposición del próximo pabellón catalán en la Bienal de Arte de Venecia, mayo-noviembre de 2019






























Video: Quim Pintó y Montse Fabregat (pfp disseny)

Fotos: Tocho, 2018-2019, Depósito municipal de la Via Favencia, Barcelona
Agradecimientos a Carmen Hosta y a Aureli Santos (Ayuntamiento de Barcelona), sin los que este proyecto no habría sido posible



¿Alguno de nosotros ha podido o podría borrar para siempre o romper las fotografías de amigos íntimos o familiares cercanos recientemente fallecidos?

Ésa es precisamente la pregunta que plantea y a la que intenta responder la exposición del pabellón catalán de la próxima Bienal de Arte de Venecia (mayo-noviembre de 2019)


TEXTO INTRODUCTORIO DE LA MUESTRA

PERDER LA CABEZA….

Primera versión:

“Para destruir un ídolo, se debe moler y echar el polvo al mar. No se debe lanzarlo al viento porque podría fertilizar la tierra. Nada prohibido debe quedar en las manos (Lo Yidbak b'Yadcha Me'umah Min ha'Cherem). Hasta los fragmentos deben desaparecer.” (Avodaz Zarah –Adoración extralña-, 44)

 Había una pequeña Virgen que le gustaba mucho, y de pronto, delante de la Virgen, se enterneció y empezó a hacer una especie de oración, y después, sin ninguna clase de intermedio, escupió a la Virgen y empezó a insultarla.” (Salvador Dalí sobre Luis Buñuel, 1969)

Lejos de la reflexiva actitud ante las imágenes que se debería de tener, según la teoría del arte occidental, heredera del Siglo de las Luces -guardando las formas, manteniendo las distancias, desde este lado del espejo-, ayer como hoy, las estatuas naturalistas, expuestas al público, suscitan reacciones apasionadas, que van del acercamiento al rechazo, de las caricias a la mutilación. Las estatuas se “exponen” a provocar enconados movimientos, se arriesgan a mostrarse, a revelar su cara, al careo, al enfrentamiento; buscan el encuentro, retan, rozan a los espectadores. Las estatuas organizan y disuelven comunidades, muestran lo que se quiere ver –y no puede verse si nos es por la mediación de la imagen-, y lo que se rechaza. Las imágenes son seres vivos que no dejan a nadie indiferente.
Los retos, los riesgos que la manifestación de las estatuas acarrea se dan en todas las épocas y culturas. Son testimonios adorados o molestos. Ponen en juego su vida y la vida de quienes viven pendientes de aquéllas. La buena o mala fortuna de un individuo o de una colectividad depende del buen o del mal de ojo de la imagen.
Una comunidad como Cataluña no escapa a esas reacciones humanas ante la presencia de imágenes. Se hace cola para adorarlas, o se las ciega, se las decapita. Pero la cabeza que pierden también simboliza la cabeza que perdemos, una pérdida que es una ganancia, pues es la prueba que la imagen ha logrado su objetivo: sacarnos de nuestras casillas, despertarnos y enfrentarnos a nuestros temores y a nuestras esperanzas. Devolvernos a una vida plena y contradictoria. Una estatua adorada o destruida es una estatua colmada, que ha alcanzado el fin.
La exposición presenta la biografía de una quincena de estatuas públicas que, en los últimos años, durante y años después de la dictadura, han suscitado reacciones apasionadas, viscerales o extáticas, y expone algunas cuya vida más las ha marcado, junto con interpretaciones contemporáneas, desde diversos géneros artísticos, del fervor, del dolor o el temor con el que las afrontamos. Los propios visitantes podrán confrontarse con ellas, dentro y fuera del pabellón, o podrán “ver” como algunas se les acercan…Cuidado con las estatuas.

“… invadieron la Grecia sin perdonar del saqueo las estatuas de los dioses, ni del incendio los templos. ¡Los altares, suprimidos; las estelas de los dioses, arrancadas de raíz de sus bases, por el suelo en confusión, arrojadas! Por el daño que han causado digno castigo sufrieron, y aún habrán de sufrir más, que el cimiento de sus penas acaba de ser echado, y se encuentra aún en la infancia. Que tal será el amasijo de sangre y degüello que sufrirán…” (Esquilo: Los Persas)

“Lasciate ogni speranza o voi che entrate"

(Dante Alighieri: “Inferno”, III, La Commedia)


Segunda versión:

“…ces images nous ignorent; elles sont d´un autre monde…”
(Chris Maker: …Et les statues meurent aussi)

“... à peine entassés les uns sur les autres, ces morceaux de matière informe arrachés à la matière iront reprendre tout doucement leur lente dérivation à travers le règne minéral qui pas un instant n´a cessé d´être le leur”
(Jean-Daniel Pollet: Bassae)

Si el barro que somos retorna al barro, la piedra que son las estatuas también pide volver a su condición originaria. La estatua es un artificio:  tallada, moldeada o fundida, materia violentada. La estatua es un cuerpo extraño. No somos de piedra: su aparición desencadena reacciones apasionadas en el seno de las comunidades que, como un tótem, ha estructurado y centrado. Se las adora o se las decapita, se las necesita o se las oculta. Son espejos que desvelan nuestros prejuicios y nuestras inseguridades. La estatua nos saca de nuestras casillas. Nos descoloca. Reaccionamos a la desesperada. La estatua nos domina y nos reta. Se nos encara. Somos marionetas que maneja. Pero su ruina no es un final sino un principio. La piedra se desprende de la forma que la enjaula, lista para ser nuevamente manipulada. Atada al ciclo eterno de creaciones y destrucciones.
Perder la cabeza (Ídolos) es una muestra que documenta la compleja vida de estatuas, que algunos artistas, hoy, recrean y sobre las que reflexionan. Ante las estatuas, nuestros ídolos, perdemos las formas –y las desfiguramos–, para que no nos miren más, para no vernos más reflejados en sus ojos).


De: Kerman Arranz, Pedro Azara, Llorenç Bonet, Marcel Borràs, Joan Borrell, Olga Díaz, Montse Fabregat, Albert García Alzórriz, Anabel Labrador, Dolors Magallón, Favio Monza, Quim Pintó, Tiziano Schürch, Eva Soria, Joana Teixidor




DOCUMENTO DE PRENSA

Presentació de Catalonia In Venice_To Lose Your Head (Idols), Evento Collaterale della 58. Esposizione Internazionale d’Arte La Biennale di Venezia