sábado, 13 de abril de 2019

Rumor

Murió asesinado. Había cometido demasiados crímenes (¿cuántos son "demasiados"?).
Previamente se le había acusado de haber ordenado la ejecución de su madre con quien había practicado incesto, al igual que con su hermana. Se rumoreaba que había eliminado a los cristianos tras haberles acusado de un incendio devastador de la capital, o "se decía" que  habría mandado el incendio para disponer de suficientes terrenos para erigirse un palacio descomunal.
Circulaban toda clase de rumores sobre su figura y sus acciones. Nadie quiso recordar que el incendio fue causado por la pésima construcción de las casas de madera, tan juntas, en callejuelas tan estrechas que un simple brasero podía devastar un barrio -tras lo cual creó el primer cuerpo de bomberos de la historia. Que hubiera tenido a un filósofo de preceptor, cuyos consejos siguió hasta casi el final de su vida, tampoco fue tenido en cuenta.
Tenía gustos "extranjeros", "extraños", orientales; estaba fascinado por Grecia. Se burlaba de la moral estrecha republícana, atenta al qué dirán. Adoraba al sol y no a los espíritus del lugar. No casaba con las creencias de la época.
La Roma de Nerón no nos cae demasiado lejos. Los rumores hoy no circulan solo de boca en boca. Nos olvidamos que red, que implica conexiones en todas las direcciones, de las que nada escapa, es un arma, una cárcel, para prender desde luego a quien se queda prendado, prendido. Una red neutraliza, inmoviliza, elimina fácilmente a quíen se le ha tendido una red, una trampa. Las redes tienen la misma función que los rumores: son un vehículo de propagación de verdades y mentiras no filtradas. Solo cuenta la velocidad de circulación. No hay pausa ni reflexión. Socavar reputaciones -cuando las personas a las que se quiere hundir no han cometido delito alguno.
Ayer, como ocurre centeneras de veces al día en cualquier país, se procedió a retirar una obra de arte de donde se exponía, prestada a una muestra temporal. En su lugar una cartela indicaría dónde ha sido transportada la obra, por qué motivos, y por cuánto tiempo. Al concluir la exposición, la obra se devolverá al lugar de donde procedía. Dicha operación de préstamo conlleva la firma de acuerdos, permisos de aduanas, seguros y el cumplimiento de requisitos que salvaguarden la integridad de la obra, transportada por tierra o aire en cajas fabricadas para la ocasión, adaptadas a la obra,y vehículos especiales, a veces acompañados de guardas, que se suele restaurar y que, desde luego, se estudia cuando la devolución para asegurar su buena conservación y que no haya sufrido daños durante la manipulación y el transporte. Son operaciones habituales, bien establecidas, que siguen unas pautas o "protocolos" establecidos y reconocidos.
Sin embargo, tales ausencias temporales de obras pueden ser la ocasión perfecta para que adversarios políticos, que sabiendo cuáles son las reglas y leyes que regulan los préstamos nacionales e internacionales, propaguen rumores sobre las verdaderas -y necesariamente malignas, ocultas, inconfesables- intenciones de los mandatarios que han autorizado el préstamo.
Y nosotros, crédulos y ciegos, haciendo oídos sordos a lo verosímil,  no nos damos cuenta de la manipulación. El rumor, sabiendo la falsedad de lo que comunica, ha sido siempre un arma de destrucción masiva -tan bien retratado, por ejemplo, por Thackaray en la Feria de las vanidades.  Aún hoy, Helena de Troya encarna a la mujer adúltera, cuya falta habría desencadenado una guerra "mundial", cuando, en verdad, ni siquiera fue secuestrada por su aparente raptor, sino entregada por los dioses a un pobre hombre, víctima de los tejemanejes divinos, demasiado perversos o humanos, para poder ser divulgados. Era mucho mejor convertir a Helena en un chivo expiatorio.

"Na na
Na na na na 
Na na na na na na na na
Rumore
Rumore
Na na 
Na na na na 
Na na na na 
Non mi sento sicura 
Sicura",

cantaba la gran Rafaella Carrá.  

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