lunes, 25 de abril de 2022

LATIF AL-ANI (1932-2021): BAGDAD “UN LUGAR MODERNO, 1958-1978) ( BARCELONA, 2022)

 




Exposición antológica del fotógrafo iraquí Latif Al-Ani (1932-2021) en el palacio de la Virreina de Barcelona a partir del viernes 29 de abril.

Se trata de la primera exposición de este fotógrafo, fallecido a finales del año pasado, en España, muy conocido en los años 50 y 60 del siglo pasado, y caído en el olvido a partir de la década siguiente cuando el gobierno Iraqi le prohibió seguir tomando fotografías callejeras, un olvido acentuado por la pérdida de una gran parte de sus archivos cuando la invasion de Iraq en 2004.

Desde 2015, tras su inclusión en el pabellón de Iraq en la bienal de Venecia, dos exposiciones internacionales en Londres y en los Emiratos Árabes, lo han vuelto a dar a conocer, una difusión que un próximo documental, que se estrenará después del verano en grandes festivales de cine, se acrecentará. 

Latif Al-Ani reflejó la compleja modernización de la sociedad Iraqi tras la Segunda Guerra Mundial, la pérdida de algunas tradiciones y modos de vida  y la apertura de vías y miras, sobre todo para las mujeres. 

Dirección de las Fábricas de Creación: Eva Soria

Dirección de la Virreina: Valentí Roma

Dirección : Pedro Azara

Coordinación: Ana Jiménez

Documentación: Luis García-Delgado

Diseño del montaje: Pedro Azara y Tiziano Schürch

Diseño gráfico: Luz de la Mora

Difusión: Eulalia Carbonell 

Prestadores: Arab Image Foundation, Biblioteca Universitaria París IV, Embajada de España en Iraq, Fundación Gulbenkian, Marc Marin 

Agradecimientos a Casa Árabe, Pedro Martínez-Alvial, Nuria Medina, Ministerio de Asuntos Exteriores, Ghada Siliq y a todo el personal de la Arab Image Foundation 




MAREK BERGER (1987): PÉRÁK:: STÍN NAD PRAHOU (LA SOMBRA SOBRE PRAGA, 2016)



Marek Berger es uno de los jóvenes renovadores del lenguaje de la maravillosa animación cinematográfica checa. El cortometraje trata del mito judío del Golem, cercado a Frankenstein, una estatua antropomórfica de piedra animada que escapa al control de su creador.

Sobre este cineasta, véase, por ejemplo, este enlace

domingo, 24 de abril de 2022

¿Qué es el espacio?

El espacio está vacío; es el vacío. El espacio se equipara con el cosmos: un mundo oscuro, ilimitado (o infinito) y silencioso, que encoje el ánimo, ante el que nos sentimos empequeñecidos; un mundo que no nos necesita, que existe independientemente de nosotros, que seguirá siendo cuando nos extingamos, que nada tiene que ver con nuestra vida. El espacio aparece como lo que se opone a nuestra vida, en el que nuestra vida peligra, sin apoyos ni referencias. Preexiste a todas los entes y los seres, desde los cuerpos siderales hasta los inmortales y los mortales. El espacio es la condición de la existencia y la presencia de aquéllos. El espacio les ofrece un lugar, los mantiene en el lugar que les corresponde, bien protegidos y aislados, como seres y entes que no se necesitan entre sí.

Spatium, en latín -de donde viene el moderno vocablo de espacio- no designaba en primer lugar un vacío sino una construcción: un estadio -dónde competir: una pista de carreras a pie o en una cuadriga. El estadio es donde la comunidad pasaba mucho tiempo, dónde estaba en días señalados. El estadio invitaba a quedarse para participar de un ritual o un espectáculo, que daba sentido a la vida y la organizaba. Hacia el estadio confluía la muchedumbre que, de pronto, descubría que tenía una meta y un objetivo. El espectáculo llenaba la vida.

Spatium, entonces, nombró la distancia que media entre los seres y los entes. El espacio no preexistía, sino que se determinaba a partir de las cosas y las personas. Éstas fundaban el espacio mientras se hallasen separadas. En cuanto se fundían -en un abrazo o una contienda-, el espacio desaparecía. El espacio se concebía como un intervalo que medía lo que faltaba para ir de un punto a otro. Por el espacio se transitaba, siempre que hubiera una meta, so pena de perderse. El verbo spatiare, en efecto, se traduce por errar, deambular sin rumbo, como si no se supiera dónde ir, no se tuviera ningún objetivo. El espacio se percibía siempre activamente; invitaba al movimiento. El espacio se vivía. Se descubre tras haberlo recorrido. El verso casi tópico del camino que se hace al andar, bien se aplicaría para referirse a lo que el espacio es: un interludio que se descubre -y se crea- a medida que se avanza. El espacio depende del desplazamiento entre cuerpos fijos. El espacio es lo que podemos recorrer; responde a nuestras posibilidades; da la medida de nuestro recorrido por el mundo. El espacio es lo que somos capaces de emprender. Ciertamente, el viaje no debe estar forzado. La caminata debe ser libre, mas sabiendo hacia dónde se va. No se trata de ir de un lado para otro, sino de ser consciente de los pasos que se dan. El espacio tiene una componente ética: es fruto de las decisiones que tomamos, de cómo actuamos, de hacia dónde nos dirigimos en el mundo. Revela nuestra relación con el mundo, nuestro estar en él, no aprisionado o acobardado, sino con una visión de futuro y deseos de llegar a algún “sitio”, de tener un futuro. El espacio es la consecuencia de nuestras expectativas vitales, de nuestros deseos de hallarnos cómodamente en un lugar por el que transitaremos; un lugar que no nos inquieta, sino que azuza la curiosidad. El espacio, literalmente, es el resultado de un proyecto, de una visión de futuro. Depende de que queremos ser, de la huella que pretendemos dejar, de cómo pensamos comportarnos. No vale ir a ciegas. La exploración, el recorrido pretende alcanzar un determinado objetivo. La meta, empero, se halla a cierta distancia. Alcanzarla conlleva tiempo. Y esto es lo que también significa spatium: tiempo, o, mejor dicho, un intervalo, no solo espacial, sino también temporal, toda vez que el espacio solo se entiende como una extensión por la que se debe transitar entre dos puntos que abren y cierran el espacio. El espacio es, por tanto, musical: el tiempo entre dos notas, el espacio por el que transita el sonido que abre un campo sonoro y visual.

 

  

sábado, 23 de abril de 2022

San Jorge y el dragón (San Jorge y la ciudad)

 “Ninurta partió a la guerra , de un paso (?) recorrió una legua, fue una tempestad alarmante, y cabalgó sobre los ocho vientos hacia las tierras rebeldes. Sus brazos agarraron la lanza. La maza mágica gruñó a las montañas, el garrote comenzó a devorar a todo el enemigo. Colocó el viento maligno y el siroco en un palo (?), colocó la aljaba en su anzuelo (?). Un enorme huracán, irresistible, iba delante del héroe, levantaba el polvo, hacía que el polvo se asentara, nivelaba alto y bajo, llenaba los agujeros. Causó una lluvia de brasas y llamas de fuego; el fuego consumió a los hombres. Volcó altos árboles por sus troncos, reduciendo a montones los bosques, la Tierra se llevó las manos al corazón y lloró desgarradoramente (…)

El héroe Ninurta encabezó la marcha por las tierras rebeldes. Mató a sus mensajeros en las montañas, aplastó (?) sus ciudades, golpeó a sus pastores en la cabeza como mariposas revoloteando, les ató las manos con lianas, de modo que se estrellaron la cabeza contra las paredes. Las luces de las montañas ya no brillaban a lo lejos. La gente se quedó sin aliento (?); esas personas estaban enfermas, se abrazaban, maldecían la tierra, consideraban el día del nacimiento de Asag como un día de desastre. El señor Ninurta hizo correr veneno bilioso sobre las tierras rebeldes. A medida que avanzaba, la hiel lo siguió, la ira llenó su corazón, y se elevó como un río en crecida y se tragó a todos los enemigos. En su corazón sonrió a su mágica arma con cabeza de león, mientras volaba como un pájaro, pisoteando las montañas. Se alzó sobre sus alas para llevar preso a los desobedientes, dio vueltas por el horizonte del cielo para enterarse de lo que pasaba (…)”


San Jorge ( y la lucha con el dragón, cuya sangre vertida fecunda la tierra y cuya derrota salva las ciudades ordenadas de su destrucción) es una figura mítica ligada a la salvación de las urbes, construida a partir de un modelo mesopotámico: el dios de las tormentas -y de las tierras fértiles gracias a los beneficios de las lluvias primaverales- Ninurta, hijo del turbulento dios de los vientos Enlil y de la diosa-madre Ninmah, quien, después de que el monstruo de las montañas Asag (la Destrucción personificada) y sus guerreros de piedra atacaran el mundo, partió, con su maza mágica que le aconsejaba y le animaba, a enfrentarse con los rebeldes a quienes derrotó y con cuyos restos pétreos encauzó las aguas que alimentaron los ríos Tigris y Éufrates, unas aguas que se habían perdido causando una sequía mortífera.
Gracias al coraje de Ninurta, la vida aún prosigue en la tierra.

El mito sumerio se cuenta en el Lugal-é ( El Señor), un largo y emocionante poema épico escrito hacia finales del tercer milenio  

AYMAN BAALBAKI (1975): BEIRUT (2006-2022)





























El pintor libanés Baalbaki, formado en Francia, que representa de nuevo al Líbano en la Bienal de Arte de Venecia, este año, retrata el Beirut lacerado por la guerra civil, cuyo frente, inamovible, cruzaba el centro de la ciudad, y que dejó centenares de edificios reducidos a esqueletos, algunos de las cuáles  aún muestran las profundas heridas.
Las pinturas, que recuerdan a Soutine o a Auerbach, retratan edificios malheridos, cuyos tajos , en la pintura, provienen, no solo o no tanto de los bombardeos y la metralla, sino de la manera cómo están pintados, de la materia echada al parecer con furia, de la que emergen vacas siluetas siniestras -amén del siniestradas- que, en ocasiones, recuerdan esqueletos macilentos -como los que pintó Zoran Music- o fauces monstruosas y amenazantes, animales heridos que se revuelven. Edificios convertidos en carne al rojo vivo, destripados, “ deshumanizados”, reducidos a un amasijo informe de muros derribados y estructuras retorcidas -que no son una materia anterior a toda forma, prístina y primigenia, sino una materia que ha perdido lo que la mantenía en pie y le otorgaba dignidad-, pero que, extrañamente, aún se mantienen en pie, inútilmente, y que sugieren las vidas segadas en los interiores expuestos obscenamente. 
Unas imágenes de Beirut que bien podrían ser de Gaza, Alepo, Raqqa o Mariupol

Sobre el pabellón libanés de Venecia véase, por ejemplo:


viernes, 22 de abril de 2022

RACHEL PORTMAN (1960): THE LITTLE PRINCE (EL PEQUEÑO PRÍNCIPE, 2004)

 

 A punto de celebrarse el día del libro en Cataluña, quizá sea útil recordar el libro más vendido -textos religiosos aparte- es el Pequeño Príncipe, del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, con cuyo texto la compositora británica Rachel Portman creó esta opera de bolsillo.

Sobre esta compositora, véase, por ejemplo, su página web

La Universidad y la Santa Inquisición: los certificados de pureza de sangre (en la Universidad de Barcelona)

Las reservas de la Universidad de Barcelona -heredera del Estudio General fundado, tras casi dos siglos de lucha entre la Corona de Aragón y el Consejo de Ciento municipal, a favor y en contra de un estamento de educación superior con sus propias leyes, a mitad del siglo XV- conservan un centenar de certificados de pureza de sangre de la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, relacionados con los estudios superiores de Medicina y de Farmacia, y que reflejan la convulsa historia de España.

Dichos certificados estaban en relación con el Tribunal de la Santa Inquisición que el rey absolutista Fernando VII clausuró a principios del siglo XIX, por lo que fueron los poderes políticos y ya no religiosos, los que mantuvieron la exigencia de dichos certificados hasta 1840.

Éstos eran necesarios para entrar a estudiar en el Estudio General (nombre que por el aquel entonces aún se conocía a la Universidad), para solicitar un traslado de expediente de una a otra Universidad, para obtener el título universitario y para poder ejercer (en los casos que se están estudiando, casi siempre de cirujano). 

Estos certificados eran entregados por un juez, con las intervenciones del cura de la parroquia en la que el solicitante -todos varones, salvo en un caso- fue bautizado, del "bayle" o baile -una figura jurídica- y del Síndico municipal -una figura política o administrativa. Los poderes militares no intervenían.

La obtención del certificado exigía la petición del solicitante, quien declaraba sobre sus orígenes y los testimonios de testigos, presentados por el solicitante. Éstos debían responder a un cuestionario ante el juez quien, tras las consultas con los otros miembros del tribunal, decidía acerca de la entrega de dicho documento imprescindible para acceder a la Universidad.   

 Los certificados de pureza de sangre interrogaban sobre la religión y las creencias, el trabajo y el comportamiento del solicitante, así como su ideología. Las preguntas eran de orden religioso, racial, social y personal. 

Una vez el solicitante hubiera declarado y hubiera entregado una lista de testigos, éstos debían, tras jurar sobre los cuatro evangelios, con una cruz en la mano, corroborar o negar las afirmaciones del solicitante. 

A los testigos se les solían plantear cinco o seis "capítulos". El primer capítulo estaba dedicado a la legitimidad del solicitante, su condición natural o bastarda (los padres debían estar casados -por la iglesia, no hace falta precisarlo). El segundo, sobre la condición del padre; sobre la de la madre se interrogaba en un tercer capítulo. Un cuarto interrogaba sobre la naturaleza de los abuelos paternos y maternos, a veces sobre la de los bisabuelos. Estas preguntas obligaban a presentar testigos ancianos, casi siempre de más de setenta años, que hubieran podido conocer de primera o segunda mano a los abuelos o bisabuelos del solicitante. El quinto capítulo estaba centrado sobre la necesaria condición de cristiano viejo, es decir la ausencia de antecedentes "moros, judíos y de otras malas razas", amén de "negros" y en ocasiones de "mulatos". Moros y judíos eran calificativos tanto religiosos cuanto raciales. Negros y mulatos, particularmente despreciados, eran exclusivamente raciales. Se preguntaba en ocasiones sobre la existencia de antepasados luteranos; también conversos (lo que planteaba un dilema, toda vez que un converso era un "moro" o un "judío" convertido al catolicismo, por lo que su condición religiosa estaba, en principio, libre de "mácula"). Haber sido denunciado o condenado por el Tribunal de la Santa Inquisición -y a veces por otros tribunales- también impedía obtener el certificado de pureza de sangre, así como como haber ejercido trabajos "viles" y no ser de naturaleza quieta o tranquila.

Sin embargo, la convulsa historia española tras la invasión napoleónica, y las deposiciones y reposiciones de la monarquía absoluta, enfrentada a una primera constitución liberal,  llevó a que, a partir de principios del siglo XIX, las preguntas se atuvieran menos a cuestiones religiosas, sociales y raciales y más ideológicas o políticas. Ser adepto fiel de "Su Majestad el Rey (que Dios guarde)", no haber tomado las armas ni haber participado en ninguna rebelión, ni haber formado parte de gobierno constitucional alguno fueron condiciones imprescindibles para ser considerado "un buen Español", si bien, en función de la cambiante situación política, haber jurado la Constitución de Cádiz (temporalmente asumida por el rey Fernando VII) o haber abjurado de ella, determinó la suerte del solicitante quien, dependiendo del tiempo de los estudios y de la situación política, pudo verse obligado a defender al inicio de la carrera lo que condenaría al finalizar los estudios.

Los últimos certificados de pureza de sangre se entregaron en Barcelona a finales del primer tercio del siglo XIX, cuando la desaparición del Tribunal de la Santa Inquisición, si bien la observación política siguió más tiempo. 

(Resumen de un trabajo de investigación aún inédito y por publicar de Ricard Ellis, Oscar Poggi y Pedro Azara, que se lleva a cabo con motivo de la documentación sobre la historia de la Universidad en la Corona de Aragón desde finales del siglo XIII y en particular en Barcelona desde mediados del siglo XV, que dara lugar a un próximo congreso internacional este año y a una exposición en el Museo de Historia de Barcelona en la primera mitad de 2024)