“Ninurta partió a la guerra , de un paso (?) recorrió una legua, fue una tempestad alarmante, y cabalgó sobre los ocho vientos hacia las tierras rebeldes. Sus brazos agarraron la lanza. La maza mágica gruñó a las montañas, el garrote comenzó a devorar a todo el enemigo. Colocó el viento maligno y el siroco en un palo (?), colocó la aljaba en su anzuelo (?). Un enorme huracán, irresistible, iba delante del héroe, levantaba el polvo, hacía que el polvo se asentara, nivelaba alto y bajo, llenaba los agujeros. Causó una lluvia de brasas y llamas de fuego; el fuego consumió a los hombres. Volcó altos árboles por sus troncos, reduciendo a montones los bosques, la Tierra se llevó las manos al corazón y lloró desgarradoramente (…)
El héroe Ninurta encabezó la marcha por las tierras rebeldes. Mató a sus mensajeros en las montañas, aplastó (?) sus ciudades, golpeó a sus pastores en la cabeza como mariposas revoloteando, les ató las manos con lianas, de modo que se estrellaron la cabeza contra las paredes. Las luces de las montañas ya no brillaban a lo lejos. La gente se quedó sin aliento (?); esas personas estaban enfermas, se abrazaban, maldecían la tierra, consideraban el día del nacimiento de Asag como un día de desastre. El señor Ninurta hizo correr veneno bilioso sobre las tierras rebeldes. A medida que avanzaba, la hiel lo siguió, la ira llenó su corazón, y se elevó como un río en crecida y se tragó a todos los enemigos. En su corazón sonrió a su mágica arma con cabeza de león, mientras volaba como un pájaro, pisoteando las montañas. Se alzó sobre sus alas para llevar preso a los desobedientes, dio vueltas por el horizonte del cielo para enterarse de lo que pasaba (…)”
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