jueves, 8 de diciembre de 2022

(In)maculada Concepción

 8 de diciembre: día de la Inmaculada Concepción para los creyentes católicos.

El tema de la Inmaculada Concepción constituye un problema físico y metafísico, un acicate intelectual.
Desde los padres de la Iglesia se ha debatido el estatuto de María. Es una humana. Por tanto, pecadora. Solo la divinidad está libre de mancha.
Más, María es su madre.
Una figura ambigua: humana, pero madre de una divinidad -lo que la acerca a heroínas griegas madres de dioses, como Semele, fecundada por Zeus, madre de Dionisios- o, mejor dicho, madre de un humano en el que se encarnó una divinidad, lo que dio nacimiento a un ser al tiempo mortal e inmortal, humano, plenamente humano, y divino, sin que ls divinidad se viera menguada por la humanidad que la divinidad asumió.
¿Cómo conjugar la marcha y la pureza, buscar el origen de la pureza en la mancha? Solo a mitad del siglo XIX, como se sabe,  se enunció que María nació Inmaculada, un edicto o dogma (los dogmas son edictos inspirados y por tanto, incuestionables, que deben de ser asumidos sin cuestionarlos, dogmas de fe en los que se basa la confianza en la existencia y efectividad de la divinidad) no aceptado por todos los Cristianos. Hasta entonces se sostenía -y aún se sostiene- que si María no estaba maculada, en el momento de ascender a los cielos, era porque las máculas con las que había nacido, como toda humana, habían sido lavadas tras la Resurrección de su hijo. Nació maculada y murió inmaculada, sin perder su condición humana ni alcanzar la divina (aunque la mariología es ambigua), una  teoría teológica muy distinta de la que Impera en el catolicismo desde hace siglo y medio.
La purificación -que no la pureza congénita- de María ya se enunció en el Corán, un texto cercano a los escritos de los Padres de la Iglesia, en una célebre Sura sobre los primeros profetas, anteriores a Mahoma:

“Y cuando dijeron los ángeles: ¡Maryam! Allah te ha elegido, te ha purificado y te ha escogido entre todas las mujeres de la creación.”

(Sura 3, 45)

La elección exigió la eliminación del pecado original que manchada a Maryam, lo que permitió que ésta adquiriera una una condición cercana a la de Eva, la primera humana.

Cariátides










Fotos: Tocho, diciembre de 2022



No lejos de Esparta se hallaba la ciudad de Carias. Un bosque de robles o de nogales (karua; karuon es nuez, en griego) la rodeaba. La ciudad era conocida por albergar el santuario de la diosa Cariatis, una virgen equiparada con ls diosa Ártemis. Las muchachas de Carias rendían culto a la diosa danzando alrededor de su estatua de culto tallada en madera de nogal. Entre las jóvenes destacaba la hija del rey de la región (la región de Laconia), llamada Caria, perseguida por el dios Dionisios, quien la metamorfoseó en un nogal para tenerla siempre cerca.

El peligro rondaba a las mujeres de Carias. Tal era su entrega a Dionisios que, enloquecidas, fuera de sí, se suicidaron colgando del de las ramas de los robles cercanos.

Mas, esta tortura no fue nada comparada con la que sufrieron cuando la ciudad de Carias cambió de bando durante la guerra entre Grecia y Persia, y se puso del lado de los Persas. La venganza griega, tras la derrota persa, fue terrible. Tras degollar a los hombres y arrasar la ciudad, las mujeres de Carias fueron esclavizadas, y un peso insoportable recayó sobre sus cabezas. Quedaron fijas, tiesas, petrificadas. Desde entonces, cuando admíremos a las hermosas y silenciosas Cariátides, que velan la tumba del rey fundador de Atenas, Erecteo, en el Erecteion en lo alto del acrópolis de Atenas, no dejemos de pensar en el sufrimiento de las mujeres de Carias, que pagaron con su cuerpo momificado en vida y sometido al atroz aguante de una losa la traición de sus esposos. Las cariátides son efigies de prisioneras, cargando el peso de la falta de sus esposos, obligadas a contemplar para siempre al fundador y protector de la ciudad, Atenas, victoriosa de los Persas, a la que sus esposos traicionaron. Las cariátides son una obra política.

Que los censores de las estatuas no lo descubran. 


A menos que esté familiarizado con la Historia, {el arquitecto} será incapaz de justificar el uso de aquellos ornamentos que tenga ocasión de introducir. Si, por ejemplo, en vez de columnas se colocan estatuas de mármol de mujeres vestidas con estola — que se llaman cariátides— y si superpone modillones y cornisas, deberá saber dar explicaciones a quienes pregunten; veamos: Caria, ciudad del Peloponeso, conspiró contra los griegos con ayuda de los persas, enemigos de los griegos. Posteriormente estos, como respuesta a su traición, y al verse libres de los persas tras una gloriosa victoria, de común acuerdo declararon la guerra a los habitantes de Caria. Una vez conquistada la ciudad y pasados a cuchillo sus habitantes, se llevaron como esclavas a sus matronas. Para que estas circunstancias fuesen mejor recordadas, y la naturaleza de su triunfo perpetuada, los vencedores las representaron con sus túnicas, aparentemente sufriendo por el peso de la carga asignada, como expiación del crimen de su ciudad natal. Así, en sus edificios, los arquitectos antiguos, mediante el uso de estatuas, legaron a la posteridad un memorial del crimen de los carios.” (Vitruvio: Acerca de la arquitectura, I, 7)




miércoles, 7 de diciembre de 2022

“Hater”

 “Hater” es una palabra inglesa que nombra a quien odia, una persona definida o caracterizada por su permanente sentimiento de odio hacia las personas ajenas. “Hater” es también un anglicismo,  utilizado sobre todo para designar a un tipo de usuario de las llamadas redes sociales. Los “haters” están especialmente  asociados a éstas. Son quienes vierten insultos y amenazas contra figuras públicas cuyas acciones e imágenes reprueban, desprecian y condenan (a menudo sin justificación, ni sin que medie reto alguno).

Mas, así como el inglés posee dicha palabra, no existe un equivalente en las lenguas latinas. Odiador no es correcto; solo se puede utilizar la expresión verbal “el o la que odia”.  Existe lo odioso pero no el odiador. El odio emana del ser o el ente rechazado, no del que rechaza.

Esta diferencia revela una distinta concepción de las cualidades humanas en el protestantismo y el catolicismo. El odio es un pecado. Va en contra de la caridad. No se puede odiar. Quien odia es odioso. El odio acarrea el oprobio. Se tiene que amar al prójimo.

El odio, por el contrario, es una virtud en el protestantismo. Expresa el rechazo del mal. Manifiesta la superioridad moral. Odiar es un bien pues aparta de la tentación. Es un deber para “purificar” el mundo.  El odio excluye a quien causa un daño. 

Los justicieros son figuras propias del protestantismo. Rechazan, neutralizan y eliminan.. Los conquistadores ( en todos los sentidos de la palabra), en cambio, son católicos. Se acercan, rompen barreras, poseen y fusionan. Kurtz frente a Don Juan. El primero mata físicamente, el segundo produce placer. La humillación no está causada por el conquistador, sino por la “moral casquivana” de la seducida, de quien se entrega, de quien, en todo caso, ha suscitado la pasión violenta. Y si las víctimas sienten odio por sus conquistadores, el mal recae en ellas no en sus poseedores.

Las religiones aún marcan el paso.


martes, 6 de diciembre de 2022

HANAA MALALLAH (1958): DRONE HITS THE ZIGGURAT OF UR (UN DRON CHOCA CON EL ZIGURAT DE UR, IRAQ, 2018)

 

 Hanaa Malallah es una artista iraquí, formada en Iraq, exiliada en Londres. Su trabajo refleja un mundo de ruinas. 
Bajo un ensordecedor zumbido -que recuerda el de los helicópteros que sobrevuelan el yacimiento de Ur, cerca del cual se ubica una base militar norteamericana-, un dron, un símbolo casi invisible de modernidad, que parece dominar el paisaje desde las alturas, acaba estrellándose contra el grueso muro de adobe del zigurat mesopotámico de Ur, en el sur de Iraq, de finales del tercer milenio.

domingo, 4 de diciembre de 2022

La filosofía y la buena vida

 “Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en filosofar ( en griego: philosophein), ni, al llegar a viejo, de filosofar se canse. Porque, para alcanzar la salud del alma, nunca se es demasiado viejo ni demasiado joven.

Quien afirma que aún no le ha llegado la hora o que ya le pasó la edad, es como si dijera que para la felicidad no le ha llegado aún el momento, o que ya lo dejó atrás. Así pues, practiquen la filosofía tanto el joven como el viejo; uno, para que aún envejeciendo, pueda mantenerse joven en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez mostrando su serenidad frente al porvenir. Debemos meditar, por tanto, sobre las cosas que nos reportan felicidad, porque, si disfrutamos de ella, lo poseemos todo y, si nos falta, hacemos todo lo posible para obtenerla.”

(Epicúreo: Carta a Meneceo, s. IV aC)

Nota: Epicuro utiliza los términos filosofía y teoría (theooria) en la carta de la que aquí se ofrece solo el inicio 

sábado, 3 de diciembre de 2022

ERWIN BLUMENFELD (1897-1969): LA CIUDAD COMO ESCENARIO





















 

Destacar vistas urbanas de un fotógrafo célebre por sus fotografías de moda, publicadas en las mejores revistas de la época (Life, Vogue, Harper Bazaar), puede parecer absurdo o irrelevante.
Pero, precisamente porque no fue un fotógrafo dedicado a retratar la ciudad, las imágenes de Manhattan (y de París) del fotógrafo judío alemán, adscrito al dadaísmo y luego al surrealismo, conocido también por sus “collages” que denunciaban o caricaturizaban el nazismo, Erwin Blumenfeld (1897-1969), exiliado a los Estados Unidos tras haber sido internado en un campo de concentración, ofrecen una imagen singular de la ciudad, vista como un impoluto, perfectamente organizado, casi cuadriculado escenario, del que se ofrece una imagen parcial, encuadrada, abstracta, que parece un telón de fondo a la espera de personajes que bien posar, como estatuas, o muñecos, desprovistos de vida, como un símbolo irónico y fascinante por su irrealidad de la ciudad que los acoge, quizá una visión más aguda de la inhumanidad o, mejor dicho, de la indiferencia de las piedras ante las historias humanas, que no hacen sino posar vanamente antes de desaparecer.

Una gran exposición en París, hoy, recuerda a este fotógrafo:




La ciudad eterna



Dos cuadros con imágenes sarcásticas de la ciudad celeste, ideal o eterna, una del pintor Peter Blume (1906-1992), realizada en Roma entre 1934 y 1937, en plena subida del fascismo en Italia, y otra reciente, de 2016, de la pintora iraní Nazanin Pouyandeh (1981).

En ambas imágenes, la ciudad maldita ofrece la imagen de la ciudad celestial, en una intencionada confusión, denostando la visión idílica, irreal o imposible de la ciudad celestial o eterna, reducida a un muy humano campo de batalla devastado, en el que campa lo grotesco. Las ruinas hacen las veces de la ciudad celestial, como si la ciudad soñada fuera una ilusión hecha añicos.