Il silenzio di Corviale from Marco Danieli on Vimeo.
El complejo residencial popular de Corviale, en Roma, proyectado y dirigido por el arquitecto italiano Mario Fiorentino (1918-1982) entre los años 1975 y 1984, es uno de los grupos residenciales (un barrio, en verdad) más polémicos de Italia, muy degradado desde el momento de su inauguración, tras la quiebra de la empresa constructora.
Inspirado en las Unidades Habitacionales de Le Corbusier, de los años 50, acentúa los defectos de éstas: dos bloques interminables (parecidos a los que configuran el barrio de la Mina en Barcelona), muy cercanos, paralelos, de casi un quilómetro de largo cada uno, y once plantas de alto, al pie de una vía que los separa de un tercer bloque ubicado en diagonal, y de un conjunto de bloques más bajos, mezcla viviendas, comercios y espacios públicos y de encuentro, y los segrega del tráfico, pero ofrece una imagen de muralla carcelaria, con pasillos inquietantes, en la que los usuarios viven encerrados temiendo lo que pueda ocurrir en los espacios públicos vacíos.
Agradezco esta comunicación al arquitecto y profesor de teoría de la UPC-ETSAB, Tiziano Schürch.
miércoles, 8 de agosto de 2018
LIONEL ROGOSIN (1924-2000): ON THE BOWERY (1956)
Visión legal del documental en: https://www.fandor.com/films/on_the_bowery
Agradecimientos al arquitecto David Capellas por esta comunicación.
Bowery (nombre de la Tercera Avenida en la parte baja de la isla de Manhattan) es hoy la sede del Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York, y de tiendas, bares y restaurantes "a la última", guardando apenas trazas -la sede del Ejército de Salvación, por ejemplo- de lo que, hasta finales de los años noventa, fue esta avenida y el barrio circundante: una área de tráfico de drogas, terrenos baldíos poblados de ratas, comercios insalubres, y batidas policíacas cada noche, en la que los taxistas no se aventuraban. También acogía también clubs musicales como el sombrío y vital CBGB -hoy desmantelado y ....expuesto en un Museo.
martes, 7 de agosto de 2018
MIGUEL ÁNGEL CAMPANO (1948-2018): OMPHALOS I-IV (DELFOS, 1984-1985)
La breve serie compuesta por una decena de cuadros que el pintor Miguel Ángel Campano -uno de los mejores artistas españoles de la segunda mitad del siglo XX, con estudios de arquitectura-, fallecido ayer, dedicó al centro del mundo -el ónfalo (omphalos significa ombligo, en griego), una piedra tallada y pulida en forma de ombligo grávido, situada en el centro del templo de Apolo en su santuario de Delfos (que significa matriz), considerado el centro del mundo, en la Grecia antigua- no solo es su mejor serie sino una de las más cultas y sensibles de la reciente pintura española: interpreta el yacimiento a partir de la obra de Cézanne, pero también de Poussin -una filiación lógica, ya establecida por Cézanne-, conjugando la cultura visual y literaria clásica europea con la desmadejada pintura "gestual" norteamericana, buscando traducir la sensación de armonía y devastación que Delfos, un campo de ruinas entre cipreses bajo la amenaza del vertiginoso acantilado del Monte Parnaso, hoy suscita.
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Arqueologia y arte moderno,
Modern Art
LEO McCAREY (1898-1969): LIBERTY (1929)
No sé si freudiano, pero un cortometraje (con el Gordo y el Flaco, o Stan Laurel y Oliver Hardy) muy aconsejable para enseñantes y estudiantes de arquitectura.
Y con ¡Jean Harlow!
Cortometraje recientemente recuperado por el festival de Locarno (Suiza)
Ante la imagen (Blancanieves y la Bella Durmiente)
La imagen naturalista (cuyo tema o contenido se reconoce visualmente, por parte de observadores familiarizados con este tipo de representaciones) suscita emociones, reacciones amigables o de rechazo.
Una imagen se halla entre dos mundos. Ni enteramente terrenal, ni perteneciente totalmente al mundo ideal, la imagen se asoma a nuestro mundo visible desde ese "otro mundo", sorteando o neutralizando las barreras entre ambos universos. La imagen media entre ellos. Permite explorar, otear, desde la tierra, desde nuestro punto de vista, qué ocurre en el mundo invisible. Una imagen emana y se asoma a nuestro mundo.
Una imagen desdibuja los límites que trazamos alrededor de nuestro mundo; limites que definen y emplazan lo que nos rodea, los entes y los seres con los que nos rodeamos. La imagen trastoca nuestro mundo conocido. La imagen es familiar, pero, al mismo tiempo, encarna o trae a colación lo extraño, lo desconocido, que se inserta entre lo que estamos acostumbrados. Una imagen causa extrañeza. Desorienta. Rompe las convenciones. Complica el mundo conocido.
Ante ella, por tanto, cierto estupor. Y el deseo de hacerse con ella y con lo que aporta, como si encerrara un tesoro del que solo disponemos una "imagen", o el deseo de borrarla, para evitar hallarnos, desde entonces, en un terreno en el que perdemos todas nuestras referencias, abocados a mundos de los que nada queremos saber.
La imagen nos mueve y nos conmueve. Suscita atracción o rechazo; suscita, posiblemente, un doble movimiento, temeroso, de avance y retroceso, como si quisiéramos simultáneamente apoderarnos de la imagen y borrarla de nuestra vista. La vista que aporta nos abre los ojos y nos deslumbra.
Los cuentos populares, a menudo, tratan de la extrañeza, la extraña familiaridad que la imagen despierta. Así, el drama de la Blancanieves gira en torno a un espejo. Los espejos cuentan la verdad. La narran o la muestran. Los espejos nunca mienten. Y revelan lo que quizá no queremos ver. Nos traen noticias de lo que acontece a lo lejos. Los espejos son catalejos que nos acercan a realidades que no querríamos que ocurrieran, que, al menos, no querríamos que nos afectaran. Espejito, espejito: ¿quíén es la mujer más hermosa?, preguntaba, día tras día, la Reina a su espejo. Un día, éste le respondió de manera inesperada; le respondió con una frase que la reina temía (y aguardaba). La realidad, crudamente comunicada por el espejo, sin filtros, causó el fin de Blancanieves (y de la Reina, en verdad, muerta abrasada por los celos).
La maldición de un hada despechada sumió a la Bella Durmiente en el sueño eterno. Un rey vino a pasar cerca de su lecho. Fascinado por la pálida joven yaciente, semejante a una hermosa estatua de mármol, movido como Pigmalión, la violó. La joven alumbró a gemelos, el Sol y la Luna, que años más tarde, se acercarían al palacio.
El rey se acerca a la joven, no porque esté muerta -no se asemeja a un cadáver-, sino porque parece viva, viva como una estatua naturalista. Evoca la vida aletargada. El rey intuye que la joven petrificada no podrá despertarse. Pero se comporta como si ésta pudiera acceder a sus deseos. La joven, como una imagen, se halla entre dos mundos: el mundo de los vivos y el de los muertos; el mundo de los seres animados y el de los entes inanimados. Y, como toda imagen, no pertenece enteramente a ninguno. Cada lado mira hacia los dos mundo antitéticos, que comulgan gracias a la imagen.
Los muertos parecen revivir, y los vivos parecen estar poseídos por la paz de los cementerios. El mundo se aquieta; y un imperceptible rubor tiñe a los muertos. No cobrarán vida, ciertamente, y los vivos nunca podrán entrar en el mundo de los muertos pero, por una vez, la barrera infranqueable no parece un obstáculo definitivo. La imagen permite soñar (que el conocimiento de lo que se halla detrás de ella es posible).
La imagen es el medio que los hombres nos hemos dado para figurarnos lo que desconocemos, sin caer en la desesperación o el terror, pero guardando el respeto ante lo desconocido. La imagen un una puerta entreabierta e infranqueable, que suscita toda clase de temores y de deseos.
Una imagen se halla entre dos mundos. Ni enteramente terrenal, ni perteneciente totalmente al mundo ideal, la imagen se asoma a nuestro mundo visible desde ese "otro mundo", sorteando o neutralizando las barreras entre ambos universos. La imagen media entre ellos. Permite explorar, otear, desde la tierra, desde nuestro punto de vista, qué ocurre en el mundo invisible. Una imagen emana y se asoma a nuestro mundo.
Una imagen desdibuja los límites que trazamos alrededor de nuestro mundo; limites que definen y emplazan lo que nos rodea, los entes y los seres con los que nos rodeamos. La imagen trastoca nuestro mundo conocido. La imagen es familiar, pero, al mismo tiempo, encarna o trae a colación lo extraño, lo desconocido, que se inserta entre lo que estamos acostumbrados. Una imagen causa extrañeza. Desorienta. Rompe las convenciones. Complica el mundo conocido.
Ante ella, por tanto, cierto estupor. Y el deseo de hacerse con ella y con lo que aporta, como si encerrara un tesoro del que solo disponemos una "imagen", o el deseo de borrarla, para evitar hallarnos, desde entonces, en un terreno en el que perdemos todas nuestras referencias, abocados a mundos de los que nada queremos saber.
La imagen nos mueve y nos conmueve. Suscita atracción o rechazo; suscita, posiblemente, un doble movimiento, temeroso, de avance y retroceso, como si quisiéramos simultáneamente apoderarnos de la imagen y borrarla de nuestra vista. La vista que aporta nos abre los ojos y nos deslumbra.
Los cuentos populares, a menudo, tratan de la extrañeza, la extraña familiaridad que la imagen despierta. Así, el drama de la Blancanieves gira en torno a un espejo. Los espejos cuentan la verdad. La narran o la muestran. Los espejos nunca mienten. Y revelan lo que quizá no queremos ver. Nos traen noticias de lo que acontece a lo lejos. Los espejos son catalejos que nos acercan a realidades que no querríamos que ocurrieran, que, al menos, no querríamos que nos afectaran. Espejito, espejito: ¿quíén es la mujer más hermosa?, preguntaba, día tras día, la Reina a su espejo. Un día, éste le respondió de manera inesperada; le respondió con una frase que la reina temía (y aguardaba). La realidad, crudamente comunicada por el espejo, sin filtros, causó el fin de Blancanieves (y de la Reina, en verdad, muerta abrasada por los celos).
La maldición de un hada despechada sumió a la Bella Durmiente en el sueño eterno. Un rey vino a pasar cerca de su lecho. Fascinado por la pálida joven yaciente, semejante a una hermosa estatua de mármol, movido como Pigmalión, la violó. La joven alumbró a gemelos, el Sol y la Luna, que años más tarde, se acercarían al palacio.
El rey se acerca a la joven, no porque esté muerta -no se asemeja a un cadáver-, sino porque parece viva, viva como una estatua naturalista. Evoca la vida aletargada. El rey intuye que la joven petrificada no podrá despertarse. Pero se comporta como si ésta pudiera acceder a sus deseos. La joven, como una imagen, se halla entre dos mundos: el mundo de los vivos y el de los muertos; el mundo de los seres animados y el de los entes inanimados. Y, como toda imagen, no pertenece enteramente a ninguno. Cada lado mira hacia los dos mundo antitéticos, que comulgan gracias a la imagen.
Los muertos parecen revivir, y los vivos parecen estar poseídos por la paz de los cementerios. El mundo se aquieta; y un imperceptible rubor tiñe a los muertos. No cobrarán vida, ciertamente, y los vivos nunca podrán entrar en el mundo de los muertos pero, por una vez, la barrera infranqueable no parece un obstáculo definitivo. La imagen permite soñar (que el conocimiento de lo que se halla detrás de ella es posible).
La imagen es el medio que los hombres nos hemos dado para figurarnos lo que desconocemos, sin caer en la desesperación o el terror, pero guardando el respeto ante lo desconocido. La imagen un una puerta entreabierta e infranqueable, que suscita toda clase de temores y de deseos.
lunes, 6 de agosto de 2018
NICOLAS WADIMOFF (1964): EL APOLO DE GAZA (2018)
Sobre este director de cine suizo, véase este enlace
Un pescador palestino halló en 2013,entre las redes con las que pescaba ante Gaza, una hermosa estatua bronce de Apolo, de tamaño natural, que bien pudiera ser una obra del siglo V aC -quizá incluso del escultor griego o helenístico Praxíteles-, o una copia romana del siglo II dC, o... un fraude.
Nadie puede confirmar la autenticidad de la obra, una de las escasas estatuas de bronce griegas llegadas hasta nosotros, y la tercera efigie de Apolo. Ha desaparecido. ¿Vendida? ¿Moneda de cambio del grupo Hamás -para negociar con algún país occidental que lo reconozca como el gobierno en Gaza? ¿Fundida? ¿Existió algún día -solo se conoce a través de fotografías?
¿Podría convertirse en un símbolo palestino? ¿Sería aceptada -se trata de una figura antropomórfica naturalista desnuda?
¡Una alegoría de la fugacidad de la belleza, y del abismo entre estética y política?
El documental ha sido presentado hace unos días en el Festival de Locarno (Suiza).
Agradezco al arquitecto y profesor de arquitectura Tiziano Schürch la información sobre este sugerente documental, y su recomendación.
De la utilidad de la historia
"No sé qué objetivo podría tener, hoy en día, la filología clásica si no fuera el de actuar de manera inactual, es decir, contra el tiempo y, por lo tanto, sobre el tiempo, en favor, espero, de un tiempo por venir."
(F. Nietzsche: Sobre la utilidad y los inconvenientes de los estudios históricos sobre la vida)
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