viernes, 15 de enero de 2021
HÉCTOR BERLIOZ (1803-1869): LA MUERTE DE SARDANAPALO (1830)
jueves, 14 de enero de 2021
Ética, estética y política: el vocabulario de la arquitectura en la antigüedad
1.- ¿Sabemos cómo se decía, en la Grecia antigua, restauración (de un monumento)?
Therapia.Esta palabra significaba cuidado, “cura”, en catalán, y era propio del vocabulario religioso y médico (como hoy).
Un edificio merecía todas las atenciones, como un ser vivo, tras la toma de una ciudad. Se tenía que velar por él.
En latín, también, si atendemos al origen de la palabra política: de polis, ciudad o mejor dicho comunidad.
Corruptus, en latin, era un término arquitectónico: designaba la acción de las aguas que socavan los muros; rompen los muros y las uniones. Estos acaban cayendo; los ciudadanos quedan a la intemperie e indefensos. La corrupción les priva de protección. Ya nada les cuida. Se quiebran los ligámenes.
3.- Vejar es humillar, ningunear, mancillar el buen nombre, hacer caer a alguien.
Vejar, en latín, es otro verbo arquitectónico.
miércoles, 13 de enero de 2021
"Las ciudades están en pie, destinadas a caerse" (Séneca)
"Nada hay estable ni en privado, ni en público; tanto el destino de los hombres como el de las ciudades cambia. En medio de una situación muy tranquila se origina el terror, y los males brotan con violencia donde menos se esperaba, sin que ninguna causa provoque desde fuera la perturbación. Los reinos que habían subsistido ante las guerras civiles y las externas van a la ruina sin que nadie les empuje. ¡Cuán pocas ciudades han mantenido largo tiempo su prosperidad! Así, pues, hay que sopesar todas las posibilidades y fortalecer el espíritu frente a los riesgos que nos puedan venir. .Piensa en los destierros, en los sufrimientos de la enfermedad, en las guerras, en los naufragios. (…) Tomemos en consideración todas las posibilidades del destino humano y anticipémonos mentalmente no sólo a cuantos accidentes suceden con frecuencia, sino a cuantos en el mayor número puedan suceder, si no queremos vernos abatidos y quedar atónitos ante tales acontecimientos insólitos como si fueran excepcionales; hay que sopesar la fortuna en todos sus aspectos. (…)
No sólo se desmoronan las obras de nuestras manos, ni sólo un breve tiempo destruye lo que han producido el arte y la actividad humana: las cumbres de los montes se disgregan, regiones enteras se han hundido, parajes que se hallaban lejos del litoral marítimo se han visto inundados por las olas (…) Las obras de la propia naturaleza se ven maltratadas y por ello debemos soportar con ánimo sereno la ruina de las ciudades. Están en pie destinadas a caerse; a todas aguarda este final."
(Séneca: Epístolas morales a Lucilio, libro XIV, 91, 92)
Para Aurelio Santos y Gemma Serch
martes, 12 de enero de 2021
Parque temático
Mr. y Ms. Adelson
Detrás del extenso parque temático, cabe Tarragona, aún no construido (quién sabe si de construirá), Barcelona World (hoy, Hard Rock Entertainment World, y antes conocido por Eurovegas), un proyecto salpicado de hoteles y casinos, se halla Mr. Sheldon Adelson: un multimillonario norteamericano -fallecido ayer-, conocido por ser uno de los más generosos mecenas de las campañas presidenciales de Mr. Donald Trump.Nos gusta vivir peligrosamente....
BOBBY FEW (1935-2021) & AVRAM FEFER (1965): HEAVENLY PLACES (LUGARES -ARQUITECTURAS- CELESTIALES, 2005)
Teoría e historia
Teoría e historia (dos asignaturas de las carreras de arquitectura y de bellas artes) son dos maneras muy distintas de relacionarse con el mundo. La distinción reside en quién o qué toma el mando de la relación, o decide sobre ésta, y en las consecuencias de dicho contacto.
Teoría, como hemos mencionado en otros textos, en griego (theooria), significa contemplación; también meditación. La teoría se practica con la vista; más precisamente con la vista unida al intelecto -facultad anímica superior activada por la vista. Se produce un golpe de vista, que da lugar a lo que en francés se denomina "un coup de foudre" o "de coeur", es decir un súbito enamoramiento, una entrega, un abandono a lo que nos ha fulminado.
Lo que desencadena la teoría es una aparición inesperada. No es algo que se busca sino que se encuentra o, mejor dicho, que viene a nosotros, se manifiesta, se presenta. El encuentro nos toma por sorpresa. Quien decide mostrarse es el desencadenante de la teoría, una obra de arte que viene a nosotros y se revela.
Teoría significa también procesión: un movimiento hacia algo o alguien a la espera que tenga a bien descubrise, sin que podamos hacer nada para favorecer o forzar el descubrimiento. Un teórico (theooros, en griego) es un espectador. Contempla lo que ocurre, lo que acontece ante su vista. Recibe una impresión. tan solo mira -y reflexiona sobre lo que se produce ante él. Es cierto que sin el espectador, el encuentro no se produce, la obra no se abre, no se expone. Pero incluso si el espectador acude con la esperanza de encontrarse con una aparición, ésta escapa a la voluntad de aquél. Éste no puede hacer nada para que el deslumbramiento se produzca.
Por el contrario, historia, en griego (istoria), significa búsqueda, exploración. La historia también es fruto de un encuentro. Pero éste es iniciado por el historiador. Se trata de un proceso largo y laboioso. Istoreoo se traduce por examinar, buscar, investigar, explorar. La investigación puede o no llegar a buen puerto. Puede dar lugar a una "buen" historia, a un relato, un informe que dé cuenta de los pasos emprendidos y los logros obtenidos.
La teoría es un súbito desvelamiento de lo que son y de lo que significan las cosas. Es una verdadera "revelación". El misterio se disipa de golpe.
La historia, en cambio, es una búsqueda a tientas, un juego de pistas que, poco a poco, construye o reconstruye lo que ocurtió, la vida de lo que se quiere conocer.
Un istor, en griego, es un juez. Llega a una conclusión, solventa un caso, tras estudiar, relacionar y ordenar pruebas, hasta construir un relato coherente. La historia exige esfuerzo, perseverancia, la teoria predisposición a ser golpeado, a dejarse embargar o poseer por lo que uno no se espera pero acepta.
La teoría se produce cuando uno se detiene; la teoría petrifica, la historia necesita de un constante avance. La teoria encuentra -es el fruto de un encuentro-, la historia busca, husmea, levanta; toca las cosas, les da la vuelta. La teoría no manipula ni fuerza; tan solo observa. Se deja seducir por las cosas, seducción que tiene que proscribirse en historia, porque la fascinación detiene la exploración.
La teoria atiende a la imagen, la superficie de las cosas, la manera cómo se muestran. La historia desconfía de las apariencias y hurga. El historiador sospecha de cómo se muestran las cosas; no da nada por sentado, mientras que el teórica acepta lo que las cosas quieren decirnos, acepta su presencia, y se deja embargar por ellas.
Dos maneras de aproximarse al mundo y de entenderlo: escuchando (teoría) o interrogando (historia). Queda por saber si se obtienen las mismas respuestas.
domingo, 10 de enero de 2021
Mesopotamia y Egipto v. Grecia
Grecia tuvo un periodo, hacia el siglo VII aC, que los historiadores llaman Orientalizante, en el que motivos como grifos, esfinges y leones denotaban una influencia neo-asiria e hitita, es decir del Próximo Oriente antiguo. Se ha relacionado la Ilíada con el poema de Gilgamesh, y divinidades como Apolo y Ártemis se han comparado con divinidades anatólicas o del Levante.
Por el contrario, Grecia se presentaba a sí misma, en época clásica, como la antítesis ideológica de "Oriente": una cultura urbana democrática frente a culturas, también urbanas, pero tiránicas; asambleas populares frente a reyes y emperadores.
Pero, más allá de supuestas diferencias ideológicas, existe una diferencia indiscutible: la percepción del tiempo, la relación con el pasado.
Tanto en Egipto como en Mesopotamia, los últimos faraones y los últimos emperadores no se consideraban distintos de los primeros; y no lo eran. Un faraón ptolemaico -incluso, al límite, un emperador romano vestido de faraón egicio- no se distinguía de los faraones constructores de pirámides, dos mil quinientos años antes. Tenían el mismo poder, las mismas prerrogativas, las mismas insignas. Existían, sin duda, diferencias, pero éstas eran mínimas, o de escasa importancia. Los últimos monarcas vivían en el mismo tiempo que los primeros; eran los directos herederos, los continuadores de una manera de ordenar el mundo, de estar en él que se había originado tres milenios antes. Del mismo modo, los emperadores neo-asirios, contemporáneos de las asambleas arcaicas griegas, se consideraban con los mismos poderes que los emperadores acadios y que los reyes sumerios. Y esta concepción no era errónea. El tiempo abatía ciudades, templos y palacios, que se reconstruían una y otra vez. Se podían ampliar o reducir, se inroducían leves cambios estilísticos, pero el tiempo discurría de un modo parecido. En verdad, entre Asurbanipal (s. VII aC) y Sargon I (2400 aC) apenas existían diferencias. Los reyes y emperadores sucesivos continuaban la labor de quienes les precedían. De algún modo el tiempo no pasaba, o era vencido. Las estructuras políticas y culturales, la visión del mundo y de uno mismo, permanecía incólume.
Mas, en Grecia, mediaba un abismo entre la cultura micénica (segundo milenio) y la "propiamente" griega (primer milenio). La llamada Edad Oscura -un periodo de derrumbe del mundo micénico, de crisis económica y cultural, con la desaparición incluso de la escritura, y de replanteo del lugar del ser humano en el mundo, con la "aparición" de la ciudad, lejos de los asentamientos palaciegos minoicos y micénicos- marcó un punto de inflexión. El "renacer" del mundo, tras el siglo IX aC, se basó en postulados o criterios distintos de los que existieron hasta entonces. Esto no significa que las trazas del mundo micénico -incluso del minoico- desaparecieran. Aún hoy, las ruinas de Pilos, Micenas y Tirinto, están en mejor estado y son más legibles que muchas ruinas clásicas. Los restos de los palacios minoicos, en Creta, tienen más entidad que todo el santuario de Olimpia. Si hoy la cultura micénica es bien visible n Grecia, cómo no iba a estarlo hace dos mil quinientos años. Pero esta cultura, los restos de pequeñas ciudades, palacios y tumbas micénicas no eran vistos como muestras de una misma cultura, sino como de otra época, la época de los héroes: no solo otra época, otro tiempo, en el que moraban seres casi inmorales. Desde muy antiguo, las tumbas micénicas, como los restos de lo que ya Alejandro consideraba que eran las ruinas de Troya -una ciudad que, en verdad, solo existía y existe en la Ilíada-, fueron percibidos como tumbas y lugares de culto dedicados a héroes míticos, cuando en la tierra solo existían dioses y héroes.
Los faraones y los emperadores mesopotámicos tardíos nunca consideraron que eran esencualmente distintos de los primeros soberanos. Éstos no eran dioses; tenían la misma entidad que los últimos monarcas. Por el contrario, los gobernantes de la Grecia arcaica y clásica se veían como seres muy distintos que los micénicos, inferiores a ellos o, mejor dicho, sin parangon posible. Eran simples mortales, mientras que la "raza" de los Aquiles, Agamenón, Edipo u Paris estaba en gracia de los dioses; eran hijos de dioses y, cuando fallecían, podían transladarse a la Isla de los Bienaventurados donde proseguirán con su vida no afectada por la decadencia y la decrepitud. Los griegos se veían como seres jóvenes, que habían aparecido tras la desaparición de los héroes con los que sabían no podían compararse, seres admirados y temidos, modelos inalcanzables de comportamiento, modelos éticos inalcanzables. Asi como los egipcios y los mesopotámicos siempre tuvieron conciencia de la fugacidad de la vida, de la condición mortal de los humanos, los griegos se dieron cuenta, de pronto, que la edad de los héros, que había mandado en la tierra, había concluido, acarreando una pérdida irreparable: lo que Hesiodo llamó la edad -la nuestra- de los hombres de hierro que, al revés que los de bronce, pronto se oxidan.