viernes, 12 de enero de 2018

SIRINE FATTOUH (1980): ENTRE LES RUINES (ENTRE LAS RUINAS, 2014)

Entre les ruines (Musique originale de Sharif Sehnaoui) from Sirine Fattouh on Vimeo.

Este video, filmado entre las ruinas de un pueblo cercano a Beirut, tras la última guerra civil, desdibuja las barreras y las fronteras que la guerra civil levantó -barreras entre géneros, placeres y comunidades-, y muestra como, a través de la música y la danza, rebrota, siquiera fugazmente, la vida entre las ruinas.
La obra, de la artista libanesa Sirine Fattouh, se incluye en la presente exposición Home Beirut en el Museo de Arte Contemporáneo de Roma, MAXXI. -o como crear un hogar, o una sensación de hogar en medio de la desolación.

Pompeya (o la ciudad dormida)





























Fotos: Tocho, enero de 2018

Pompeya: ciudad de un o unos pueblos de la Italia central (oscos, samnitas, pero no romanos) sepultada por las cenizas cuando la erupción del volcán Vesubio en 79 aC.
Desaparecida hasta finales del siglo XVIII.
Aún parcialmente excavada, dejada a la intemperie, degradada por la incuria, los visitantes y las inclemencias, aunque las restauraciones han empezado en serio recientemente.
Vacía en un frío día de invierno.
y, sin embargo, extrañamente vital. Pompeya está más viva que ciudades modernas arruinadas, que ciudades de vacaciones degradadas apenas se acaban de construir, como tantas que asolan la costa levantina y mediterránea en general.
La casi totalidad de los habitantes murieron sepultados. Pero era una ciudad de intercambios, negocios, cultos y comunidades: una ciudad pensada y levantada para acoger vidas, en la que se encontraban comercios, mansiones y tabernas, templos, anfiteatros dedicados a espectáculos lúdicos, crueles y religiosos.
Las cenizas no solo preservaron las estructuras, sino, de algún modo extraño modo, algo del bullicio de las calles -a la que se abrían un sinfín de tabernas y de lupanares-, de la vital imperfección humana, en la que se cruza el ingenio, las soluciones prácticas -como las  altas piedras plantadas en la calzada que permitían cruzar la calle sin mojarse cuando las riadas, dejando pasar el tránsito de carros-, las adaptaciones a las necesidades y los caprichos, y cierta veneración temerosa o supersticiosa en los poderes del cielo, los bosques y la tierra.
Pompeya no es una ciudad muerta, sino temporalmente vacía a la espera del retorno ineludible de los muertos a la vida; una ciudad en suspenso por un tiempo, en la que la vida, en sueños, puede retornar.

martes, 9 de enero de 2018

La imagen de la mujer en la antigüedad










Bronces latinos: mujeres veladas, Museo de la Villa Giulia, Roma
Foto: Tocho, enero de 2018


Bronces y terracotas griegos y helenísticos, Museo del Louvre (París)


Contrariamente a lo que ocurría en Etruria e Iberia, la mujer en la Grecia antigua no tenía ningún estatuto. No existía. No formaba parte de la ciudad. No tenía derechos cívicos. Vivía recluida en casa del padre hasta que se esposaba. En este momento, transitaba de la casa del padre a la del esposo (o de los padres del esposo). En esta ocasión, mientras se hallaba al aire libre, a la vista de todo el mundo, debía taparse de pies a la cabeza, cubrirse la testa y esconder el rostro con un velo que solo dejaba a la vista los ojos. Una vez esposada, ya en su casa, podía descubrirse. En tanto que no eran ciudadanas y que la persona se identificaba por el rostro (persona, en latín, significaba rostro o, más precisamente, máscara, un tipo de rostro que definía lo que uno era y el papel que cumplía en la sociedad), su no-adscripción a las normas sociales se significaba por la ausencia de rostro, literalmente escondido.
La vestimenta nupcial era similar a la funeraria. Las difuntas también se tapaban el rostro. En este caso, la conexión nupcial no andaba lejos. Una difunta se esposaba con el dios de la muerte. Dejaba la morada del padre o del primer esposo para partir hacia la última morada, la morada de Hades. De algún modo, la mujer en la Grecia antigua estaba enterrada en vida.

Nota: Todas esas estatuillas se expondrían en la muestra Habitar el Mediterráneo que el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) de Valencia, a partir de finales del próximo mes de noviembre.

Agradecimientos a Françoise Gaultier, conservadora-en-jefe del Departamento de Antigüedades Griegas, Etruscas y Romanas, Museo del louvre (París)

domingo, 7 de enero de 2018

FRANCE GALL (1947-2018): MONOPOLIS (1976-1979)


France Gall - Monopolis (1979) from Claude1943 on Vimeo.

Sacrée France Gall....

In memoriam.

EVERYTHING EVERYTHING: IVORY TOWER (2017)



Sobre este grupo inglés, véase su página web

PETER DOIG (1959) Y LE CORBUSIER










Cabría preguntarse si el estudio de la arquitectura no debería detenerse allí dónde se despliega el imaginario arquitectónico. Éste comprende planos, dibujos, bocetos y maquetas, además de textos o memorias, pero sobre todo, se manifiesta en pinturas, poesías y composiciones musicales, que traducen lo que el edificio es, su razón de ser, su sentido.

Las llamadas Unités d´Habitation que el arquitecto suizo Le Corbusier construyó en los años 50 y 60, son ciudades en altura: aglomeraciones de moradas, servicios y espacios de comunicación, aisladas del mundo, en contacto más con el cielo que con la tierra. Siempre alejadas del tejido urbano, altivas, cabe preguntarse si no formarían más bien parte de lo que no es ciudad, el espacio ordenado por el hombre, sino de lo que se opone a este reducto de civilización: la selva.

La serie de cuadros que el pintor británico Peter Doig -recientemente expuesto en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga- dedicó, entre 1991 y 1999,  a esta estructura arquitectónica, ubicada, en la realidad, en Briey-en-Forêt (Francia) -un nombre significativo: forêt, en francés, es bosque-, y abandonada, en estado ruinoso, entre los años setenta y noventa, muestra fragmentos de fachadas entrevistas entre troncos, lianas, hojas y matorrales, como si se alzara en un claro en el bosque, pero asediada por él , al igual que una ruina maya o del sudeste asiático en la selva, o que la casita del ogro, también pintada de colores, en que creen ponerse a salvo Hansel y Gretel.
  

sábado, 6 de enero de 2018

Baltasar (Baltazar)

Baltasar: el nombre de uno de los tres (o doce) míticos o imaginarios Reyes Magos quienes, siguiendo la estela de una estrella fugaz,  acudieron, desde la región de Caldea (Babilonía o el sur de Mesopotamia) hasta el recién nacido Jesús para ofrendarle mirra.
Baltasar era un nombre propio babilónico. Baltasar se escribía: Bel-sharra-ussur, o balat-sar-usur.

La primera expresión se traduce por Bel protege (ussur) al rey , mientras que la segunda significa protector (usur) de la vida (balat) del rey (sar).

Bel es un nombre propio al mismo tiempo que común. significa Señor y designa cualquier divinidad superior. Se aplicaba particularmente al dios supremo babilónico, Marduk, nieto de Enki, el dios de la sabiduría, las artes y la arquitectura en Mesopotamia. Pero también es una variante del nombre del dios supremo cananeo, Baal, reconocido por Yahvé como divinidad (inferior a él, pero con la que luchará durante toda la historia antigua de Israel, y del que subirá la influencia, cuando adopte el nombre del padre de Baal, el dios de El, bajo la forma de Elohim).

Baltasar era, por tanto, el protector del hijo de Dios. Vino para cuidarlo.

La cultivo de la diferencia, como se manifestó ayer en un discurso del rey en una ciudad catalana, no solo recurre a la diferencia que siempre se ha querido establecer entre este rey, por ser negro, y sus compañeros, sino porque Baltasar preconizaba la inclusión, protegiendo a quien creaba y simbolizaba a la comunidad.
Somos humanos, esto es, seres sociales gracias a la bendición de Baltasar