El modesto y pequeño museo Hyacinthe Rigaud de Perpignan, en el sur de Francia (museo bautizado con el nombre del pintor francés más conocido, un pintor barroco que alcanzó la celebridad al “subir” a la corte del rey-sol Luis XIV, originario de esta ciudad) presenta una exposición de teme inédito, provocado por una obra inesperada: una muestra que confronta el arte del escultor franco -español moderno Aristide Maillol, y de Pablo Picasso , escultor pero sobre todo pintor y dibujante. La idea de este encuentro procede de una obra del arquitecto moderno germano-norteamericano Ludwig Mies van der Rohe: un collage de 1948 que recrea el proyecto (utópico) de un museo ideal en el que se encuentran el cuadro Guernica de Picasso y dos esculturas naturalistas, dos desnudos femeninos de Maillol.
No era la primera vez que Mies van der Rohe recurría a imágenes del cuadro de Picasso y a esculturas de Maillol. El collage tampoco era una excepción en la obra del arquitecto. De hecho, los collages constituyen lo mejor de su obra, quizá lo verdaderamente sobresaliente.
Independientemente de si los collages fueron realizados como parte de proyectos que se llevaron a cabo, o fueron meros ejercicios “artísticos” o “arquitectónicos “ sin ulterior traducción espacial y material, todos los collages tratan de evocar espacios interiores sin casi elementos propios del “vocabulario” arquitectónico -pilares, muros, techos, enlosados, aperturas-, sino a través de obras de arte y de su relación espacial -pero también simbólica- entre éstas -las obras bidimensionales actuando de muros, mientras que muebles y esculturas sugieren la tercera dimensión.
El espacio de las estancias, casi vacías, solo se puebla -y se define- a través de las imágenes de obras de arte, que se convierten en elementos arquitectónicos, en creadoras de espacios acotados. Éstos no son receptáculos de obras. No preexisten, sino que se constituyen gracias a las obras de arte que componen lugares que invitan a entrar en ellos, y suscitan impresiones de bienestar -que la fría obra construida del arquitecto no es capaz de causar. El aire gélido de sus construcciones se convierte, en la hoja blanca del papel con apenas trazos y unos pequeños recortes, en silencio, un silencio pleno, que se adivina sabio, que no es ausencia o vacío. El rechazo ante sus estancias de vidrio deshumanizadas se vuelve seducción ante la arquitectura que produjo magistralmente, es decir en y por el collage. Éstos no fueron simples ilustraciones, sino la causa que Mies van der Rohe pudiera ser considerado un arquitecto. Habitar en sueños o imaginariamente -ante imágenes sensibles, sentidas, imágenes contadas, escuchadas, vistas, tocadas incluso-, con y por la imaginación, es la manera de vivir bien, es decir, ensoñadoramente.
https://www.musee-rigaud.fr/actualites/maillol-picasso-defier-lideal-classique
Para GG, estudioso de los collages

















