Los estudiosos y profesores universitarios franceses tenían que realizar una "thèse d´état" antes de acceder a determinados puestos. Esta investigación está cayendo en desuso desde finales de los años noventa. Solía durar entre veinte y treinta años. Culminaba una carrera. Se basaba en la experiencia adquirida, la reflexión lentamente elaborada. La mayoría de los grandes especialistas en diversos campos de estudio la habían llevado a cabo (Claude Lévi-Strauss, en solo quince años, aunque Jean-Pierre Vernant nunca la redactó definitivamente).
El modelo de tesis doctoral que, por el contrario, se ha impuesto durante estos díez últimos años (incluso, aunque con dificultades, en Francia), es el norteamericano: un artículo de un centenar de páginas, presentado previamente en numerosos congresos.
De este modo, hoy un artículo publicado en una revista llamada científica con un comité de lectura "vale" más ("cuenta" más) que un libro. En los Estados Unidos, se considera que un libro no es sino una recopilación de artículos, o un futil ejercicio de divulgación. Sin interés académico. Los investigadores necesitan publicar una y otra vez breves artículos que, necesariamente, acaban explicando prácticamente el mismo. Más no importa. Lo que más se tiene en cuenta a la hora de juzgarlos son las veces que son citados por otros investigadores. Hallar un tema y explotarlo, exprimirlo con cuenta gotas: la vía recta a los laureles.
Por este motivo, la obra de profesores, escritores y filósofos como Eugenio Trías, con una ingente producción libresca, reconocida con el premio Nietzsche (el "Nobel" de la filosofía), o Félix de Azúa, no "cuenta" en la Universidad, y, desde luego, es menos reconocida que una simple noticia de un arquitecto sobre, por ejemplo, un proyecto de arquitectura o un edificio que acaba de realizar.