Mucho antes que en Grecia, para quienes los bárbaros (esto es, los que no sabían hablar griego o lo balbuceaban -bárbaro significa el que no sabe hablar griego correctamente) eran seres que no tenían hogares o no sabían hacer fuego, desconocían la agricultura, y comían, necesariamente, alimentos crudos -incluso la carne-, los sumerios ya asociaban vida en común, tierras cultivadas y alimentos cocidos.
Así, en el Poema de Gilgamesh, el salvaje Enkidu, convertido, tras su educación, en escudero del mítico o legendario Gilgamesh, rey de Uruk, es presentado, en sus inicios, como el que ramonea hierbas o pace.
La alimentación del ser civilizado tenía que haber sido procesada. Lo natural se asociaba con la barbarie. Por el contrario, todo lo que el hombre de bien ingería había sido transformado: desde productos fermentados como el vino y la cerveza, la mantequilla y el queso, hasta alimentos cocinados. Los animales y los bárbaros bebían agua de un estanque: los humanos, civilizados, tomaban vino de dátil, o cerveza de centeno.
En los inicios de los tiempos, los humanos comían hierbas puesto que los dioses no les habían enseñado a cultivar y recolectar cereales; mas los inicios, para los mesopotámicos, no eran una época añorada. El edén mesopotámico, al contrario que el bíblico, era una tierra de miserias en las que los humanos, que aún no eran humanos, se confundían con las bestias.
Nadie hubiera ofrecido a los dioses alimentos crudos. Éstos tenían que haber sido cocinados lentamente en el fuego. La carne de cordero (de buey o de toro) se preparaba en una pira, y las libaciones tenían que efectuarse con líquidos procesados. Ofrendar a las divinidades con primicias crudas hubiera sido una terrible ofensa.
La educación del ser humano, su alejamiento del mundo natural, primitivo, denostado, acontecía en la ciudad. Mientras en Grecia, era el hogar doméstico el espacio donde se producía la conversión del animal (o del bárbaro) en humano, ésta acontecía en la ciudad, y no en poblados, en la cultura mesopotámica.
Los bárbaros desconocían la domesticacón de los animales. No podían, por tanto, esquilar cabras y ovejas, obtener lana y tejerla para producir telas con las que confeccionar ropa. Los bárbaros iban desnudos, al igual que aquéllos que erean desterrados, o los habitantes cuyas ciudades eran arrasadas. La desnudez no era signo de pureza, sino de bestialidad.
De algún modo, los dioses dejaron el mundo a medio hacer. Fueron los hombres los que le dieron sentido.
lunes, 22 de agosto de 2011
Black Lips: Modern Art (2011)
K-hole at the Dalí
Seeing the unknown
Well it might have been a molly
'Cause my mind's being blown
Take the escalator to the next floor
Such a strong sedator, now I can't find the door
Seeing the unknown
Well it might have been a molly
'Cause my mind's being blown
Take the escalator to the next floor
Such a strong sedator, now I can't find the door
You turn around and you don't know where you've been
You look up at the glass dome and the room beings to spin
Let's go out and find the ocean 'cause I think we need a swim
Turn around, start it over, let's begin
You look up at the glass dome and the room beings to spin
Let's go out and find the ocean 'cause I think we need a swim
Turn around, start it over, let's begin
Like the minis at the Louvre
Spinning down the aisle
And the paintings of the Louvre
Now i'm feeling very smart
Like a 3-D picture, stereo's gone
It's a total light picture, kaleidoscope
Spinning down the aisle
And the paintings of the Louvre
Now i'm feeling very smart
Like a 3-D picture, stereo's gone
It's a total light picture, kaleidoscope
You turn around and you don't know where you've been
You look up at the glass dome and the room beings to spin
Let's go out and find the ocean 'cause I think we need a swim
Turn around, start it over, let's begin
You look up at the glass dome and the room beings to spin
Let's go out and find the ocean 'cause I think we need a swim
Turn around, start it over, let's begin
And the k-hole at the Dalí
Seeing the unknown
Well it might have been a molly
'Cause my mind's being blown
Seeing the unknown
Well it might have been a molly
'Cause my mind's being blown
You turn around and you don't know where you've been
You look up at the glass dome and the room beings to spin
Let's go out and find the ocean 'cause I think we need a swim
Turn around, start it over, let's begin
You look up at the glass dome and the room beings to spin
Let's go out and find the ocean 'cause I think we need a swim
Turn around, start it over, let's begin
sábado, 20 de agosto de 2011
Pinzas de oro
Imaginemos una delegación de alto rango de un país asiático llegada para entablar conversaciones con representantes políticos de otra nación. Viene encabezada por un personaje del gabinete de asesores de un importante ministro de su país; es un miembro de la familia de aquél. La familia cuenta. Vuela, como es lógico, en clase "business". No hacía falta ni que lo hubiera solicitado.
No bien aterriza, exige coche oficial con chófer, día y noche. Las comidas y las cenas pueden haber sido reservadas en los mejores restaurantes de las ciudades que acogen la delegación; exige, a cualquier hora, comida de su país, se esté dónde se esté.
Protesta porque en las reuniones oficiales no mariposean señoritas, delgadas y con curvas. Exige reserva y dinero para barras americanas, clubs de alterne, espectáculos pornográficos duros. Se tiene que prever un coche, pagar a un chófer, un vigilante, un guardia, discretos, pues se trata de un representante oficial de un país importante. Pero se descubre, con admiración, que hoteles, agencias y taxis están curtidos en este tipo de exigencias. Es necesario, no obstante, estudiar qué se tiene que hacer si pide la compañía de menores. La suerte de las negociaciones puede depender del acierto en la respuesta rápida y eficaz, a actividades nocturnas, lícitas o no tanto.
Las reuniones de trabajo, diurnas, tienen que durar lo mínimo y empezar muy tarde; o no tener lugar. Imaginemos que se trata de un encuentro sobre una cultura de secano: esto no es óbice para que pida a gritar un billete para desplazarse, por ejemplo, a unas islas paradisiacas, todos los gastos pagados.
En un viaje en tren, ya en marcha, en medio de una meseta, puede, de pronto, exigir desplazarse en avión, so pena de negarse a firmar los posibles acuerdos. Bien puede ocurrir que se le tenga que entregar un billete a otra hora de la acordada aún sabiendo que ya no hay billetes. El problema de la absoluta imposibilidad de modificar horarios, trayectos o medios de locomoción, no es de su incumbencia. La suerte de un acuerdo, de nuevo, está en juego.
Puede pedir ingentes cantidades de comida en restaurantes de su gusto que no tome, o a los que posiblemente no acuda; todo a cargo del organismo receptor.
Tras su partida, la factura adicional del hotel -ya pagado previamente- llega inexorablemente. Todas las botellas más caras del bar de la habitación han sido ingeridas, aunque las leyes de su país solo le permitan beber tila.
Esta instructiva semana, me comentan, puede ayudar a vislumbrar lo que hubo que hacer para lograr que los Juegos Olímpicos fueran, en su día, concedidos a Barcelona.
El poder es maravilloso.
domingo, 14 de agosto de 2011
Escrito en las estrellas
La primera escotara de la historia fue inventada quizá en el sur de Mesopotamia a mediados del cuarto milenio aC, poco antes que en el Egipto faraónico.
Se componía, inicialmente, de pictogramas: cada signo reproducía los rasgos más característicos de la cosa o persona designada. No se sabe en qué lengua estaban escritos, ni se se referían a una lengua en concreto: un signo, como una señal de tráfico, puede ser leído en cualquier lengua.
Parece que, pronto, la escritura designó palabras en sumerio. Se trataba de una lengua en la que los términos más habituales eran monosilábicos. En el caso de palabras provenientes de otras lenguas, de realidades o acciones complejas, las palabras eran polisilábicas. Pero no se podían escribir con un dibujo que se refiriera claramente a aquéllas. Lo mismo ocurría con los sinónimos ¿Cómo distinguir, mediante un dibujo, entre, por ejemplo, "construir", "edificar", "levantar", etc.? Así pues, hubo signos que se utilizaron por su valor fonético, no por lo que representaban, como en un moderno jeroglífico.
¿Para qué se inventó la escritura? La mayoría de los estudiosos sostienen que la razón fue contable, administraiva. La escritura y los números permitían o facilitaban llevar las cuentas de los bienes almacenados, distribuidos, vendidos o adquiridos. Dado que las ciudades-estado estaban bajo el mando de poderes reales o religiosos fuertes, éstos necesitaban de mecanismos eficaces para el control de la actividad económica o mercantil. Hoy se sabe, sin embargo, que las primeras ciudades no estaban necesariamente bajo el yugo de poderes fuertes, religiosos o no.
Glassner emitió la hipótesis que la escritura no tiene una razón funcional o funcionarial, sino que sirvió para interrogar a las divinidades implorándolas, poniendo por escrito súplicas y respuestas. La escritura tenía una función comunicativa con los poderes invisibles. Servía para conocer o prever el futuro, para interrogar sobre el destino.
Esta explicación quizá no sea descabellada.
Los mesopotámicos tenían a una diosa, llamada Nisaba, que era la divinidad de las cosechas y de la escritura. Hija de la diosa de la tierra, Ninhursag y, en según que mitos, de Enki, dios ordenador del mundo, Nisaba o Nidaba llevaba las cuentas del cielo. El cálamo que utilizaba para inscribir los signos en una tablilla de arcilla - o de lapislázuli- era el tallo de una espiga. La tabilla, cubierta de rectas líneas de fina escritura, se parecía a un campo cultivado.
Esta función podía justificar la interpretación de la escritura como un mecanismo notarial.
Sin embargo, el sueño de Gudea introduce un matiz. Gudea era rey de la ciudad de Lagash (finales del tercer milenio aC). Escribió -o dictó- una autobiografía, conservada en dos grandes cilindros de arcilla, hoy en el Museo del Louvre. En ésta cuenta un sueño: se le apareció su dios protector, Ningirsu, por orden de Enlil, el dios de los aires o las tormentas, de las aguas del cielo. Le ordenó que le construyera un templo. A continuación, se le mostraron diversas divinidades que le ilustraron cómo tenía que operar. El dios guerrero Nin-dub le mostró el plano del templo. Antes, la diosa Nisaba (hermana de la madre, una diosa, de Gudea), le trazó, con un cálamo de plata, un plano celestial: le marcó la posición de las estrellas del día propicio para el inicio de las obras. Es posible, incluso, que entre el plano del cielo y el plano del templo existieran correspondencias.
En este caso, Nisaba "escribió" -trazó o dibujó- un plano sideral. Las estrellas eran signos, dispuestos en el cielo -o en la superficie de la tablilla- que anunciaban una buena nueva.
Esta visión no era extraña a la cultura mesopotámica. Las estrellas eran señales aparecidas en el cielo. Eran advertencias, proclamas. Los autores, los dioses. El cielo era como una tablilla gigantesca en la que los dioses, a través de signos siderales, anunciaban a los humanos sus decisiones. Éstos tuvieron, entonces, que aprender a descifrarlos, a leerlos. Y, luego, a fijarlos en tablillas manejables, ya fueran de piedra o de arcilla.
La escritura, entonces, se habría originado a imitación de las constelaciones. Habría sido un medio de comunicación con el más allá. Lo que los dioses proclamaban por medio de signos celestiales visibles, los hombres lo reflejaban en signos pictográficos. Los hombres llevaban las cuentas de lo que les ocurría y de lo que les iba a acontecer, ciertamente; tenían cuentas que saldar; no con la tierra, sino con el cielo.
Se componía, inicialmente, de pictogramas: cada signo reproducía los rasgos más característicos de la cosa o persona designada. No se sabe en qué lengua estaban escritos, ni se se referían a una lengua en concreto: un signo, como una señal de tráfico, puede ser leído en cualquier lengua.
Parece que, pronto, la escritura designó palabras en sumerio. Se trataba de una lengua en la que los términos más habituales eran monosilábicos. En el caso de palabras provenientes de otras lenguas, de realidades o acciones complejas, las palabras eran polisilábicas. Pero no se podían escribir con un dibujo que se refiriera claramente a aquéllas. Lo mismo ocurría con los sinónimos ¿Cómo distinguir, mediante un dibujo, entre, por ejemplo, "construir", "edificar", "levantar", etc.? Así pues, hubo signos que se utilizaron por su valor fonético, no por lo que representaban, como en un moderno jeroglífico.
¿Para qué se inventó la escritura? La mayoría de los estudiosos sostienen que la razón fue contable, administraiva. La escritura y los números permitían o facilitaban llevar las cuentas de los bienes almacenados, distribuidos, vendidos o adquiridos. Dado que las ciudades-estado estaban bajo el mando de poderes reales o religiosos fuertes, éstos necesitaban de mecanismos eficaces para el control de la actividad económica o mercantil. Hoy se sabe, sin embargo, que las primeras ciudades no estaban necesariamente bajo el yugo de poderes fuertes, religiosos o no.
Glassner emitió la hipótesis que la escritura no tiene una razón funcional o funcionarial, sino que sirvió para interrogar a las divinidades implorándolas, poniendo por escrito súplicas y respuestas. La escritura tenía una función comunicativa con los poderes invisibles. Servía para conocer o prever el futuro, para interrogar sobre el destino.
Esta explicación quizá no sea descabellada.
Los mesopotámicos tenían a una diosa, llamada Nisaba, que era la divinidad de las cosechas y de la escritura. Hija de la diosa de la tierra, Ninhursag y, en según que mitos, de Enki, dios ordenador del mundo, Nisaba o Nidaba llevaba las cuentas del cielo. El cálamo que utilizaba para inscribir los signos en una tablilla de arcilla - o de lapislázuli- era el tallo de una espiga. La tabilla, cubierta de rectas líneas de fina escritura, se parecía a un campo cultivado.
Esta función podía justificar la interpretación de la escritura como un mecanismo notarial.
Sin embargo, el sueño de Gudea introduce un matiz. Gudea era rey de la ciudad de Lagash (finales del tercer milenio aC). Escribió -o dictó- una autobiografía, conservada en dos grandes cilindros de arcilla, hoy en el Museo del Louvre. En ésta cuenta un sueño: se le apareció su dios protector, Ningirsu, por orden de Enlil, el dios de los aires o las tormentas, de las aguas del cielo. Le ordenó que le construyera un templo. A continuación, se le mostraron diversas divinidades que le ilustraron cómo tenía que operar. El dios guerrero Nin-dub le mostró el plano del templo. Antes, la diosa Nisaba (hermana de la madre, una diosa, de Gudea), le trazó, con un cálamo de plata, un plano celestial: le marcó la posición de las estrellas del día propicio para el inicio de las obras. Es posible, incluso, que entre el plano del cielo y el plano del templo existieran correspondencias.
En este caso, Nisaba "escribió" -trazó o dibujó- un plano sideral. Las estrellas eran signos, dispuestos en el cielo -o en la superficie de la tablilla- que anunciaban una buena nueva.
Esta visión no era extraña a la cultura mesopotámica. Las estrellas eran señales aparecidas en el cielo. Eran advertencias, proclamas. Los autores, los dioses. El cielo era como una tablilla gigantesca en la que los dioses, a través de signos siderales, anunciaban a los humanos sus decisiones. Éstos tuvieron, entonces, que aprender a descifrarlos, a leerlos. Y, luego, a fijarlos en tablillas manejables, ya fueran de piedra o de arcilla.
La escritura, entonces, se habría originado a imitación de las constelaciones. Habría sido un medio de comunicación con el más allá. Lo que los dioses proclamaban por medio de signos celestiales visibles, los hombres lo reflejaban en signos pictográficos. Los hombres llevaban las cuentas de lo que les ocurría y de lo que les iba a acontecer, ciertamente; tenían cuentas que saldar; no con la tierra, sino con el cielo.
The Stone Roses: Made of Stone (1989)
"Sometimes I fantasise
When the streets are cold and lonely
And the cars they burn below me
Don’t these times fill your eyes
When the streets are cold and lonely
And the cars they burn below me
Are you all alone
Is anybody home?"
Labels:
Arquitectura verdadera,
Ciudades,
Modern Art
sábado, 13 de agosto de 2011
Priit Pärn (1946): Hotel E (1991)
La obra maestra de uno de los mejores y más experimentales animadores europeos, el estoniano Priit Pärn.
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