miércoles, 3 de octubre de 2012

Casas del alma egipcias, o maquetas de arquitectura egipcias (Museo de Bellas Artes de Boston)






Fotos: Tocho, octubre de 2012

Las llamadas "casas del ama" egipcias, de finales del Imperio Antigua (finales del tercer milenio) son unas modestas ofrendas de barro, de tamaño diverso, compuestas por una bandeja, sobre la que se depositaban alimentos, o se reproducían alimentos en barro, que soportaban una pequeña edificación, supuestamente la imagen o el doble de la morada del difunto. Este objeto popular se depositaba en la arena justo encima de la tumba o el enterramiento. Un conducto unía este objeto con el difunto, a través del cual descendían las libaciones vertidas sobre la bandeja.
Estos dobles de las casas eran, a la vez, casas verdaderas pero diminutas, pues el alma (el ba) del difunto se recogía en ellas cuando no moraba en la propia tumba.
Las tres "maquetas" del Museo de Bellas Artes de Boston son piezas destacables. La más grande tiene una base de unos 50x40 cm. Provienen, junto con todas las que se conocen, dispersadas por el mundo, de un hallazgo del arqueólogo Petrie a principios del siglo XX:
Estas piezas suelen permanecer en las reservas de los museos pues se les presta escasa atención, mas son esenciales pues ofrecen una imagen única de las viviendas populares del Egipto antigua, ninguna de las cuáles se ha conservado.

martes, 2 de octubre de 2012

Desaparecidos: Mall of America (2002)



They say it's murder on your folk career
To make a rock record with the disappeared
We'll let the police helicopters
Pull stereos out of the lake
There's not an image that I must defend
There are no art forms now, just capitalism
So send the national guard
To the Mall of America
And they can dress dead bodies up in tight designer jeans
Diesel, Prada, it looks good
It looks good
It looks good
It looks good
Oh, it does

I'm gonna lie down with a common sound
I'm gonna bury my blues, so it's never found
I'm gonna learn to pay attention
To the television sets
And if my sadness needs a catalyst
I'll just uncover my eyes, so much stimulus
And at the shopping epicenter
I have an agoraphobic fit
So buy a fountain soda, put some sugar on my tongue
I'll wake up, write some songs with no soul
With no soul
With no sou

Desaparecidos han reaparecido en 2012


¿Acaso pensaran en la costa española cuando publicaron el álbum?

Peter (1923-2003) y Alison Smithson (1928-1993), y Súmer (Mesopotamia)




Imágenes del panel de Peter y Alison Smithson en el congreso del CIAM IX, en Aix-en-Provence, de 1953.

A principios de los años sesenta, la relación entre la pareja de arquitectos británicos Peter y Alison Smithson, e Iraq -y, particularmente, con Mesopotamia-, era conocida, toda vez que la compañía de aviación iraquí, que por el aquel entonces pertenecía al rey Faisal II, les escargó el proyecto de su sede en Londres, cuya decoración completaron con reproducciones de grandes relieves mesopotámicos (asirios).

Sin embargo, ya en 1953, en el gran congreso de arquitectos, CIAM 9, que tuvo lugar en Aix-en-Provence (Francia), y en el que una nueva generación de arquitectos, que había sufrido la inhumanidad del urbanismo y la arquitectura racionalistas de entre-guerras, sin que su pureza e higienismo, que tenían que renovar al ser humano, hubiera podido detener la barbarie, se levantó contra la "vieja guardia" de Le Corbusier y Sert a fin de defender una nueva manera de proyectar, construir y vivir, que no implicara la desmembración de las tareas humanas (comer, dormir, trabajar, etc.), sino que atendiera a sus complejas relaciones. Entre la nueva generación de arquitectos destacaron de inmediato la pareja de jóvenes británicos Peter y Alison Smithson.
En un panel, muy celebrado, que forma hoy parte de la colección del Centre George Pompidou de París, presentaron un "mapa" de la nueva vida urbana, que ya no seguía por sendas nítidamente diferenciadas. La trama de la nueva ciudad -que se tenía que reconstruir o fundar tras las devastaciones de la segunda guerra mundial- seguía la incierta senda de unos niños jugando (tal como mostraron en el panel izquierdo). Eran sus pasos, sin rumbo fijo, marcados por la emoción, el juego, el azar y una imperiosa necesidad de salir adelante, los que trazaban líneas imaginarias que serían recogidas por los arquitectos y urbanistas a fin que la trama urbana respetara y respondiera a las pulsiones de la vida. La calle no era un conducto vacío, que el ser humano se veía forzado a tomar sino que, como en la ciudades antiguas, serían las idas y venidas de los humanos, en su deambular cotidiano, o con motivo de procesiones, las que dibujarían la planta de la ciudad. Ésta se adaptaría a los movimientos del habitante. Movimientos que respondiesen a los impulsos, contradictorios a veces, pero siempre vitales, y necesarios pues, ya que eran consecuencia de la vida que latía, empujaba y refluía.
El modelo o paradigma de esta nueva traza urbana estaba bien señalado por "los" Smithson: era la trama de la ciudad mesopotámica de Ur. Una trama que recuerda la organización en apariencia caprichosa de las medinas -y de las ciudades medievales- pero que respeta antiguas parcelaciones, fruto, precisamente de los movimientos humanos, animales y naturales: el curso de las aguas, los pasos de los rebaños, salvajes o domesticados, el ritmo hipnótico de las procesiones -que no responden sino a la necesidad de ir más allá de los límites de la vida y la ciudad, movidos por un anhelo de trascendencia que se manifiesta en pasos cercanos a la danza, al juego rítmico.
Así, la trama de la ciudad de Ur bien podría haber estado en la regeneración del urbanismo europeo que, por un momento, pudo haber estado marcado por necesidades vitales y no solo económicas.
Ur, en el origen del urbanismo moderno -que nunca llegó a fraguar- Otra de las aportaciones de Súmer a la edificación de la vida.

Jiří Trnka (1912-1969): Kybernetická Babicka (La abuela cibernética) (1962)



Espléndida sátira polaca de la vida moderna, con marionetas, y la técnica del "stop motion".
Nunca la ciudad moderna pareció tan desolada -y vacía, vana, inútilmente amenazadora.

lunes, 1 de octubre de 2012

Charles (1907–1978) and Ray (1912-1988) Eames (animación) & Leonard Bernstein (música) (1918-1990): Toccata for Toy Trains (1957)

Charles and Ray Eames: Parade, or Here They Come Down Our Street (1952)



Dos cortometrajes escogidos entre el centenar que la pareja de arquitectos Charles y Ray Eames realizaron entre 1950 y 1962.
Dedicados a Carlos Guri y Carolina Casajuana, quienes me hicieron descubrir la obra de "los" Eames, que desconocía, a finales de los años noventa.

ALIGHIERO (E) BOETTI (EN EL MoMA DE NUEVA YORK)







Fotos: Tocho, octubre de 2012

Quienquiera haya visto la muestra antológica del italiano Alighiero Boetti (1940-1989) que el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid organizó hace un tiempo, no querría repetir la experiencia visitando de nuevo la exposición que el Museo deArte Modeno (MoMA) de Nueva York tiene abierta en ese momento (Game Plan) (Plan de Juego).
Recordaría una exposición ininteligible, con obras muy irregulares, dispuestas bien separadas las unas de las otras, en las cuatro paredes de las salas, configurando una muestra mortuoria, a la que la total -y lógica- ausencia de visitantes -ahuyentados- contribuía aún más a la tristeza y el desinterés que despertaba.

Sin embargo, la exposición de Nueva York es muy distinta. Siendo las obras las mismas. Con una distribución que nada tiene que ver con la de Madrid, de pronto, las obras, a las que breves y claros textos explicativos que acompañan, de tanto en tanto, las cartelas, ayudan a entender -salvo los conocedores de la obra de Boetti, que no deben ser una multitud, es imposible, si un texto no lo cuenta, que se sepa, y se aprecie la poesía, que un sobre arrugado enmarcado, contiene siete sobres con los que Boetti hacia viajar mensajes a lugares inexistentes para que volvieran y los pudiera reenviar a otras partes del mundo hasta que, al séptimo envío, anotara una dirección correcta, que constituía el término de un viaje que, por mediación de una carta que transportaba sus palabras, Boetti, de algún modo, había efectuado-, adquieren sentido. Su fragilidad, la ironía, la belleza de los materiales simples, la levedad del gesto, las metáforas que los papeles y los tejidos conforman y, por que no, la quebradiza belleza y poesía de las obras, invisibles en Madrid, se alzan, trastocando obras casi anónimas, imperceptibles, en maravillosas construcciones de papel o de tela. Las obras se vuelven revelaciones.
La casi totalidad de las grandes obras bordadas (por la esposa de Boetti y por ayudantes anónimas, bajo las indicaciones verbales del artista) se muestran separadamente. Los organizadores del MoMA las exponen de tal modo que adquieren un carácter sagrado. En una sala de altísimo techo, bajo un punto de luz que desciende desde lo alto y se posa, encima de las alfombras a la altura de un hombre, se asemejan a las alfombran que tapizan toda la superficie de la sala de oraciones de una mezquita otomana. Este carácter sagrado que las obras bordadas de Boetti adquieren con esa presentación, no se diría que es ajeno a ellas, sino que manifiesta un aspecto latente que, quizá, hasta entonces no se había hecho presente.

No sé si el que esta exposición coincida con una antológica de los hermanos gemelos Quay -Boetti soñaba con desdoblarse, a fin de aminorar la presencia del autor, ahora escindido, o confundido, firmaba como Alighiero e Boetti, como si fuera dos artistas distintos, y se retrataba junto a sí mismo, como un ser doble-, y con una gran exposición sobre el arte para los niños en el siglo XX –que incluye marionetas y autómatas que no desmerecen de las que confeccionan los hermanos Quay, y cuyo espíritu, que ofrece un punto de vista nuevo sobre el mundo, una mirada limpia que no desdeña perder el tiempo, y jugar, resuena en la obra de Boetti- es casual –la presentación de las muestras de Boetti y de los Quay es muy parecida, y el inmenso cartel de la exposición sobre el juego podría haberse utilizado en la de los hermanos Quay-, pero las tres exposiciones se refuerzan, y la mirada del espectador azuzada por una, observa de un modo diverso, y sin duda más agudamente, a las otras dos, como si las tres muestras formaran parte de un tríptico dedicado a maneras de ver y modificar el mundo que pasan por la agudeza del ingenio y la laboriosidad manual, artesanal y anónima, que obvia el virtuosismo evidente.

La tan distinta percepción que las muestras en Madrid y Nueva York suscitan revela que una exposición no consiste solo o tanto en la acertada selección de obras, sino en su puesta en juego. Es el conjunto, los grupos, los contrastes, los que otorgan sentido a la exposición, y a cada pieza. Éstas entran en resonancia las unas con las otras, como si fueran las notas de una composición que nada son por si mismo pero configuran un conjunto en la que cada nota mantiene su individualidad pero trenza, une su sentido al del resto de las piezas, cede su sentido para que juegue con el de las demás, para contar una historia distinta que solo se aprecia y se valora cuando se recorre toda la exposición.

También se verifica una vez más que la actual dirección del Centro Reina Sofía de Madrid logra montar grandes (por su hondura), hermosas exposiciones que, sin embargo, fracasan, porque es incapaz de prestar atención a las obras, de estar a la escucha de lo que cuentan y lo que piden, sino que las utiliza para ilustrar tesis que les son a menudo extrañas, forzándolas a encajar en esquemas que nada tienen que ver, o aportan, a la comprensión, al sentido, al significado o el alcance de las obras. 

Desde luego, el talante de Boetti está a años luz del del director del Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.