lunes, 2 de diciembre de 2024

Normal -o no.

 La norma define lo que es normal. 

Norma, en latín, se traduce por regla.

Una regla tiene dos acepciones: un útil que permite trazar líneas rectas, es decir normalizadas, ética y estéticamente “correctas” , aceptables y aceptadas, asumidas como algo “normal”; y un edicto que impone cómo se tiene que proceder o evaluar. 

Una regla, así entendida, regula acciones, comportamientos y mentalidades. Evita desviaciones, salidas de tono, renglones torcidos. Con la regla, figuras y textos cuadran, como si hubieran sido trazados o siguieran trazados a regla y cartabón; en latín, normalitas .

La norma (el útil del arquitecto, por excelencia, del diseñador o del proyectista) evita las anomalías, las extrañezas, las excepciones, y todo aquello que escapa a la mesura y la medida. La desmesura, la falta de medida y de retención, no casan con el uso de la regla. Los trazos, las figuras, las grafías normales no sorprenden. Son trazas y trazos canónicos.

Canon, en latín, significa regla, ley, modelo; en griego, kanon se traduce por linea recta. Designa también la agarradera de un escudo que permite avanzar en línea recta, manteniendo la formación reglada o regulada -la regla, norma o ley implica siempre cierta presión o violencia para evitar desbandadas en todas direcciones, las andadas, que nunca intervienen rectamente-.

El canon determina lo que es aceptable, lo que se tiene que asumir, integrar. Y deja de lado los errores, las imperfecciones, las deficiencias. Todo lo que no cuadra o casa con un modelo considera perfecto y por tanto insuperable, del que no cabe desvío alguno. Todo lo que no encaja con el modelo es percibido como un signo de impericia o de rebeldía.

Perittos, en griego, precisamente, designa lo que no se atañe a la mesura; lo que no está pautado. Perittos es lo exagerado, lo excesivo, que que está fuera (ex-) de cualquier precepto. Es decir, perittos escapa a cualquier definición. Aparece por sorpresa. Sorprende, tomó a desprevenido. Desmonta la cuadrícula (trazada con regla y escuadra). No responde a lo que se espera. De algún modo, deslumbra, y asusta, porque no se la espera.

Perittos, era, en Grecia, la belleza: el paradigma de la belleza, la belleza entendida como lo que excede la vida gris. Excesiva, fuera de toda norma, irrepetible, la belleza no respondía a canon alguno. Por este motivo, entre la belleza y lo monstruoso, ambas cualidades eran dignas de mostrarse. Precisamente porque no responde a nada conocido, porque no es previsible, y desmonta cualquier prejuicio, la belleza es indefinible, indeterminable. Refulge y se extingue, antes de que retorne la normalidad, apagado, extinguido, apocado el brillo, y el mundo ya no nos sorprenda más, ni ofrezca más esperanzas de salir las reglas impuestas o asumidas.

 

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