jueves, 2 de mayo de 2013

JUAN PABLO ETCHEVERRY (1975): MINOTAUROMAQUIA (2004)



Gran corto de animación del uruguayo Etcheverry -realizado con figuras de plastilina y la técnica del "stopmotion"-,  sobre un motivo central de la creación picassiana, de los años treinta,  surrealistas: el tema del Minotauro en el laberinto; en este caso, el laberinto lo constituye la propia obra. La identificación entre Picasso y el monstruo ya se reflejaba explícitamente en la obra del artista.

miércoles, 1 de mayo de 2013

IGOR KOVALYOV (1963): BIRD IN THE WINDOW (PÁJARO EN LA VENTANA, 1996)



Una de las cumbres de la animación contemporánea.
¿Qué relación mantienen los personajes en ese hogar tan extraño? ¿Son acaso una pareja y si hijo?

WOLFGANG MATTHEUER (1927-2204): ARQUITECTURA, MITO Y CIUDAD


 



Sísifo




El Coloso




Prometeo

Wolfgang Mattheueur es uno de los grandes pintores de la antigua Alemania del este, que actualiza las últimas maneras del expresionismo, y de la  Nueva Objetividad, alemanes.
Se le englobó en la llamada Escuela de Liepzig -vaga definición establecida tras la Documenta 6, de Kassel, en 1977-.
Se trata de un pintor quizá poco conocido en España, y que ofrece una visión inquietante de la ciudad moderna, así como del creador actual, a través de figuras míticas como Sísifo o Prometeo. Una obra que debería merecer ser conocida o recordada

martes, 30 de abril de 2013

JOSÉ MANUEL BALLESTER (1961): BOSQUE DE LUZ (TABACALERA, MADRID, MARZO-MAYO DE 2013)





















Imágenes de la muestra de fotografías de José Manuel Ballester, Bosque de luz, con motivo del premio Nacional de Fotografía 2012, en las voluntariamente desvencijadas salas del Centro de Arte La Tabacalera, en Madrid.
Dirección: María & Lorena Corral

Imágenes de la exposición: Tocho, abril de 2013

Versión de un texto del catálogo:


ESPACIOS DISTANTES
Pedro Azara 

El perfil bajo de la ciudad de París se recorta, como la línea del horizonte, bajo el habitual cielo nublado y gris, reflejándose en los húmedos tejados a cuatro aguas de pizarra y de zinc. Una imponente lira áurea refulge como un extraño astro. Alzada en el cielo por un Apolo broncíneo que corona el edificio de la ópera Garnier, cuya estructura se asemeja a la de una cruz latina dorada, flota sobre la ciudad, que domina,  y la eleva a los dominios del dios de las Musas,  metamorfoseándola en una ciudad aérea o celestial, confundida con la traslúcida guata de las nubes. Esta fotografía de gran tamaño (Paris desde Garnier) podría ejemplificar la visión urbana de Ballester.
Sin embargo, paisajes con o sin figuras, bodegones, alguna  pequeña escultura –o maqueta de escultura-, una ocasional instalación e intervención en el espacio, dibujos casi botánicos (estudios de ramas, por ejemplo),  apuntes de viaje (como un arquitecto, con aguadas y acuarelas), unos pocos retratos –de gran tamaño-, incluso, han sido tratados por José Manuel Ballester. Mas, pese a que su pintura ha recorrido, algún día, casi todos los géneros pictóricos, Ballester es conocido principalmente por los temas urbanos y arquitectónicos. Vistas en las que las figuras están casi siempre ausentes, casi como si se tratara de una manera de ver o de representar el mundo, un filtro o un modo de enfocar el mundo, del mismo modo que otros artistas grafían hendiduras en la materia, exhiben las figuras boca abajo, o las muestran siempre rientes –con una mueca que no se sabe si expresa dolor o hilaridad-, o utilizan una misma técnica que les representa.

La Fortuna de la urbe


Las ciudades de la antigüedad estaban bajo la égida de una divinidad. Ésta las había fundado y moraba en el templo principal. Nada se emprendía sin su consentimiento. Mantenía el orden y, cuando la abandonaba a su suerte, insatisfecha por el rumbo que la urbe tomaba, ésta quedada desamparada, a la merced de los enemigos. La identificación entre la divinidad llamada políada (propia de una polis o ciudad) y la ciudad que le pertenecía era tal que en ocasiones ambas llevaban el mismo nombre. Así ocurría, por ejemplo con Atenas, bajo la sombra protectora de Atenea.
Fue durante la cultura helenística que amaneció una nueva divinidad: la ciudad personificada. Una misma diosa que protegía a todas y a cada ciudad. Se llamaba Tiqué (que significaba suerte)  en griego, Fortuna, en latín. Encarnaba la buena suerte de la urbe, su fortuna favorable. Se la representaba bajo los rasgos de una diosa, cuya tiara representaba los muros de la urbe, portando el cuerno de la abundancia (o cornucopia): el cuerno que Hércules arrancó de la testa del toro bramando en el que se había transformado el dios de los ríos Aqueloo, cuando descendía encabritado,, y del que manaban sin cesar frutos y flores en abundancia, que alimentaban a la ciudad y auguraban una prosperidad constante. Fortuna estaba emparentada con la diosa Peito -la Persuasión-, quien, con buenas palabras, brindaba bienes a la urbe. En ocasiones Fortuna se identificaba con Némesis, la diosa de la justicia implacable, de la fortuna bien distribuida –lo que acontecía no sin levantar suspicacias por parte de quienes consideraban que hubieran tenido que recibir una mejor parte, despertando el resentimiento-, favorable o cruel, según cómo la diosa considerara el destino de la ciudad; destino trágico, en ocasiones: según el orador Demóstenes, la ciudad griega –ateniense, en particular- era digna de ser considerada el sujeto de la historia; se asemejaba a un héroe libre que luchaba a favor de su permanencia en la memoria, en contra de un hado aciago.  

The Stooges: L.A. Blues (1970)

lunes, 29 de abril de 2013

SALLA TYKKÄ (1973): LASSO (2001)



Véase la página web deesta videoartista finlandesa.

Lasso es su mejor, más fascinante obra. Un juego entre espacios, interior y exterior, privado y público, artistico -el escenario- y prosaico,  conectados y separados, a la vez.