sábado, 25 de mayo de 2013

HOTEL EN NASIRIYAH (IRAQ), MAYO DE 2013










Fotos: 1: Internet (Google Images)

2-8: Pedro Azara, Marcel Borràs, Albert Imperial &  Marc Marín (noviembre 2011)

Nasiriyah es una ciudad de tamaño medio (80000 habitantes) situada a la orilla del Éufrates, en el sur de Iraq, no lejos de los yacimientos de Ur, Uruk y Eridu, y a unos cien quilómetros del límite de las marismas del delta del Tigris y el Éufrates.
Está considerada como una ciudad tranquila, que escapó a los bombardeos de la coalición occidental que han desfigurado  a la vecina ciudad portuaria de Basora, otrora, un vergel -por lo que se cuenta-, en un caótico escenario de hierros retorcidos, y de edificios rehabilitados apresuradamente, sin orden ni concierto, y con materiales de tercera.
El paseo fluvial de Nasiriyah es conocido en Iraq. Amplias terrazas ajardinadas cabe al río son un espacio seguro y acogedor, donde se puede fumar "arguiles" o pipas de agua y tomar bebidas no alcohólicas, de noche, hasta las diez, por el que se aventuran algunos jóvenes. Su zoco es uno de los más preservados y más dinámicos de Iraq.
Cuenta con un hotel de primera, el hotel al-Janoob, construido hace unos tres años (pese a que la decoración interior, con muebles de estilo "valenciano", sugiere lo contrario), ocupado regularmente por ingenieros y financieros del sector petrolero.  Tenía un restaurante excelente.
Estaba considerado uno de los hoteles más seguros de Iraq.
Hace unos pocos meses un coche bomba explotó ante la fachada matando a dos ocupantes.
Nasiriyah vuelve a ser una ciudad inhóspita para el (demasiado) ocasional visitante.

CONCHA TEJEDOR: "MESOPOTAMIA YACE EN EL SUR DE IRAK BAJO LAS BOMBAS SUCIAS" (AGENCIA EFE, MAYO DE 2013)


Nasiriya
Foto: Pedro Azara, Marcel Borràs, Albert imperial, Marc Marín

Mesopotamia yace 

en el Sur de Irak bajo 

las bombas sucias


EFE - 24/05/2013

Concha Tejedor.

Madrid, 25 may (EFE).-

La antigua Mesopotamia, en el sur de Irak, donde hace mas de cinco mil años comenzaron la civilización y la cultura moderna con la primera ciudad y la primera escritura, yace bajo la enorme contaminación de las bombas sucias de las últimas guerras.
"Los restos mesopotámicos están condenados a desaparecer" explica en una entrevista con Efe Pedro Azara, arquitecto y comisario de la exposición "Antes de Diluvio. Mesopotamia 3.500-2.100 a.C.", la primera que se dedica a este espacio cultural en este período, que es hoy motivo de preocupación para los investigadores.
La gran cantidad de asistentes a la exposición y al ciclo de conferencias, organizados por la Obra Social La Caixa en Barcelona y Madrid, es una prueba de que el misterio de la antigua Mesopotamia, en las marismas del delta de los ríos Tigris y Éufrates, hoy convertidas en desierto por el desplazamiento de la costa, sigue vivo desde que fue descubierta a finales del siglo XIX.
Pedro Azara señala las guerras, la falta de cuidado, el expolio y las excavaciones legales e ilegales entre los factores que han acabado con lo poco que quedaba de unas ciudades construidas con adobe.
"El barro no cocido -dice- retorna al barro, se disgrega una vez que las construcciones son desenterradas o estas son sepultadas nuevamente por las tormentas de arena, que el traqueteo de los tanques ha aumentado al remover la tierra".
"Las bombas de uranio empobrecido -dice Pedro Azara- fueron utilizadas por Sadam Husein en la guerra Irán-Irak en las zonas en las qu
e había opositores y por la coalición encabezada por los norteamericanos en 2003. No dañan directamente los restos, pero las misiones arqueológicas se lo piensan dos veces antes de trasladarse a una de las zonas más contaminadas del mundo".
Estas bombas, lanzadas a las marismas, desprenden radiactividad, que dura decenas de miles de años. "Emponzoñan las aguas y la pesca -continúa Azara-, la agricultura y los animales resultan afectados. El noventa por ciento de los habitantes de Nasiriya, la ciudad más cercana a los yacimientos, tiene problemas de salud, y la zona registra la mayor tasa de cáncer del mundo".
Pedro Azara, profesor de Estética en la Escuela Superior de Arquitectura de Cataluña, visitó a finales de 2011, en el primer viaje autorizado a un equipo investigador extranjero desde la guerra de 1980, los cinco yacimientos más importantes de la antigua Mesopotamia, el Museo de Bagdad y el de Nasiriya, con una beca de la fundación alemana Gerda Henkel.
Le acompañaron desde España los también arquitectos Albert Imperial y Marc Marín y el autor dramático, actor y cineasta Marcel Borrás.
Las imágenes, siete horas de película de los dos museos y de los yacimientos de las ciudades de Uruk, Ur, Tello, Eridu y Kis, le servirán al director de cine ruso Alekxandr Sokúrov, que obtuvo el éxito con "El arca rusa", en 2002, para un documental que se presentará en Bruselas en septiembre con motivo del X aniversario del saqueo del Museo de Bagdad en 2003.
"El saqueo lo fue a un museo que ya estaba vacío -confirma Pedro Azara-. Las obras maestras de las colecciones habían sido guardadas en reservas por los conservadores o por iraquíes que las devolvieron pasado el peligro".
Entre las 15.000 piezas desaparecidas, precisa, había pocas obras relevantes: 7.000 se han recuperado y hay 8.000 buscadas por Interpol, hallazgos recientes en principio poco importantes, aunque muchos no estaban todavía documentados.
Sabemos muy poco de estos pueblos sumerios y acadios, mucho menos que de Egipto o de Grecia, ya que las excavaciones comenzaron mucho después.
¿Qué queda? El equipo español viajó con fotografías, planos y los archivos de las misiones arqueológicas de hace un siglo, consultados en los museos norteamericanos y británicos.
No queda mucho de Uruk, la primera ciudad de la historia, construida, según la Epopeya de Gilgamesh, por orden de este legendario rey, en donde surgió el desarrollo urbanístico, el derecho, la primera escritura (sumeria) y se ha encontrado el primer texto mítico sobre el Diluvio (2.650 a.C.), luego trasladado a la Biblia.
Ur, donde algunos sostienen que nació Abraham, una gran ciudad que llegó a tener 200.000 habitantes, es la mejor conservada. Su zigurat se eleva 21 metros en la llanura desértica, con el templo en la cima. Fue restaurado en 1960 con técnicas y materiales como los utilizados por los sumerios, lo que no ha sido la norma. Y conserva en buen estado las únicas tumbas del sur de Mesopotamia.
En el zigurat de Kis los soldados norteamericanos abrieron un foso profundo para protegerse y ha quedado dañado para siempre.
Tello, el primer yacimiento sumerio excavado hacia 1880 por una misión francesa, es hoy un conjunto de ruinas irrecuperables, fue mal documentado y no trazaron un plano preciso.
La única solución para preservar estas construcciones sería proteger los restos. "Se ha hecho colocando una capa de ladrillo cocido en el zigurat de Ur y en algunos otros edificios. Pero la solución pasaría por invertir grandes cantidades de dinero en unas técnicas que no son todavía seguras", concluye Pedro Azara. EFE

viernes, 24 de mayo de 2013

(Algunas pocas, y poco conocidas) "maquetas de arquitectura" del Próximo oriente antiguo





Museo de las Civilizaciones Anatólicas, Ankara (Turquía)



Museo de la Civilización, Erbil (Iraq)

1: Maqueta de casa o santuario hitita (segundo milenio aC)
2, 3: taza en forma de maqueta desantuario hitita (segundo milenio aC)
4: Ornamentación en forma de maqueta de torre hitita (Segundo milenio aC)
5, 6: Incienciario asirio en forma de maqueta de torre

Fotos: Tocho, mayo de 2013

El Museo de las Civilizaciones Anatólicas, en Ankara, lleva más de dos años cerrado parcialmente por reformas. Hoy solo mantiene dos salas abiertas, en las que se acumulan relieves y estatuas de piedra de gran tamaño,  mayoritariamente neo-hititas, aunque también expone objetos más pequeños como estas tres conocidas "maquetas": en verdad, altares domésticos en forma de maqueta de santuario, y un ornamento en forma de edificio, útil para saber qué aspecto podían tener las torres defensivas hititas.
El Museo de la Civilización, en Erbil, alberga una modesta colección arqueológica, así como piezas islámicas. Entre las piezas arqueológicas destaca esta espléndida y poco conocida "maqueta" -un quema-perfumes en forma de edificio: las torres solían, como el humo ascendente, unir la tierra al cielo.

miércoles, 22 de mayo de 2013

El sacrificio de Kilizu: a la vuelta de la segunda misión arqueológica en Qasr Shemamok (Erbil, Iraq) (mayo de 2013)












Gozne de puerta













Ladrillos fundacionales del palacio del rey medio-asirio Adad-Nirari I (s. XIV aC)



Restos de un barrio parto en la cima norte del tell (ss. II aC-II dC)


Cráter abierto por una bomba lanzada por orden de Saddam Hussein (años 90) en la cima norte del tell. parte del nivel parto saltó, y los niveles inferiores quedaron aplastados.




Tumba de un recién nacido hallada cerca de la rampa de acceso a la ciudad en tiempos del rey neo-asirio Senaquerib (s. VIII aC); se trata seguramente de un sacrificio humano fundacional.



Hipotética reconstrucción del juego de plataformas y de rampas en la fachada sur de la ciudad en tiempos del rey Senaquerib.






Acueducto subterráneo, atravesando una montaña, construido por los reyes neo-asirios y que alimentaba en agua las ciudades de Arbales (Erbil) a cuarenta quilómetros de distancia y, más lejos aún, de Kilizu (hoy Qasr Shemamok)




Piezas halladas en esta campaña, expuestas a la prensa en el Museo arqueológico de Erbil




Fragmentos de cerámica de la época de Uruk (hacia 4500 aC, última foto) y de Nínive V (hacia 3200 aC)

Fotos: Eric Rusiñol, Catherine Burge, Tocho
3-D: Eric Rusiñol

Misión francesa de Qasr Shemamok, dirigida por los profesores Maria-Grazia Masetti-Rouault (École Pratique des Hautes Études, Sorbonne, París) y Olivier Rouault (Universidad de Lyon 2)

Miembros de la Univeridad Politécnica de Cataluña, Barcelona: Pedro Azara, Joan Borrell, Mireia Durán, Marc Marín, Eric Rusiñol.


El último día de trabajo en la primera campaña en el gigantesco tell de Qasr Shemamok, a veinte quilómetros de Erbil (Kurdistán, Iraq), en mayo de 2012, se hallaron unos ladrillos cocidos estampillados, insertados en una rampa de acceso a la ciudad neo-asiria que se empezaba a excavar, que dieron el nombre del rey fundador: Senaquerib, uno de los reyes neo-asirios (s. VIII aC) más importantes.

La campaña de la misión del 2013 estaba a punto de cerrarse, hace cinco días, cuando uno de los estudiantes franceses, rodeando el tell, tras un día de lluvia, cansado y meditabundo, después de semanas sin hallar nada destacable, observó una pequeña cueva que el agua había despejado o abierto, en cuyo fondo se descubrían unos ladrillos, perfectamente dispuestos.
Rápidamente, se trató de sacar la tierra que los cubría. Unos marcas, que recordaban vagamente a unos signos cuneiformes, se descubrían en la gastada superficie de los ladrillos. sin duda, el pico habría producido las hendiduras.
Al día siguiente, a las seis de la mañana -hora a la que, cada día, se inicia la excavación-, una nueva ojeada a los ladrillos reveló que las marcas eran posiblemente signos; se despejó a toda prisa los ladrillos. El texto era bastante claro. Indicaba que se trataba del palacio de un rey, Adad-Nirari, tan importante o más que Senaquerib, seis siglos anterior, y daba el nombre de la ciudad: Kilizu, presente en numerosos textos asirios.
Se confirmaba así que, como se intuía, se había descubierto una de las grandes ciudades del Próximo Oriente antiguo, entre Nimrud, Nínive y Dur Sharrunkin (hoy, Khorsabad), y se ponía de manifiesto, con sorpresa, que esta ciudad no fue fundada por Senaquerib, sino medio milenio antes.

El posterior hallazgo, en varias áreas cercanas a la base del tell, de cerámicas de Uruk, del quinto milenio aC, revelaba también que esta ciudad se asentaba quizá sobre el emplazamiento de lo que podría ser una colonia de la ciudad sumeria (o "pre-sumeria") de Uruk, y, por tanto, una de las primeras colonias de la historia, y una de las más alejadas de Sumer, junto con otras, halladas en los años noventa al sur de Anatolia.

Sondeos geológicos emprendidos este año han revelado que Kilizu podría haber sido un puerto fluvial. Hoy, al norte del tell, serpentea un riachuelo de aguas sucias.
Hace dos mil setecientos años, dos muros de contención, hincados en el río Shiwazor, crearon una gran balsa de agua en la que quizá atracarán barcos. El río quizá fuera navegable. Los neo-sirios podrían haber conocido la técnica de las compuertas en canales.
El canal del río tuvo que crecer gracias a un prodigioso trabajo hidráulico, a unos sesenta quilómetros de Kiluzu. Un canal artificial, con un fondo de piedra, recogía el agua de tres afluentes, y las llevaba, a través de un acueducto de piedra subterráneo, perfectamente tallado, que atravesaba -por medio de una boca en la clave de cuyo arco de entrada, una inscripción (robada hace unos años) señalaba que se trataba de una obra del rey Senaquerib-, una montaña, hasta Arbales y Kilizu por medio de una pendiente suave y continua perfectamente calculada. Este canal, enterrado y a cielo abierto, tras la montaña,  se complementaba con otros más sencillos, que recogían el curso de varios riachuelos para llevarlos a depósitos subterréneos, que habrían elevado el nivel freático, contribuyendo a la navegabilidad del río.
De este modo, Kilizu se habría convertido en una ciudad clave para el transporte de mercancias desde Anatolia hasta el centro y el sur de Mesopotamia, por un lado, y Centro Asia, por otro.

Sin duda, la próxima campaña, de aquí a un año, ayudará a tener una visión más clara del papel estratégico de Kilizu en la economía y las comunicaciones del imperio neo-asirio, antes de su derrumbe definitivo en manos babilónicas y persas.

Notas a partir de las interpretaciones de Maria-Grazia Masetti Rouault