miércoles, 9 de abril de 2014

SARAH LUCAS (1962): MUEBLES E INTERIORES MODERNOS (1992-2014)















































Esculturas e instalaciones (1992-2014)






Mobiliario (Milán, 2014)

Una de las peores -y refinadas - torturas consiste en recibir una invitación a la casa de un arquitecto moderno, y no poder renunciar. Uno ya sabe que tendrá que sentarse en una butaca de Le Corbusier -si tiene suerte, sino la "chaisse-longue" aguarda hambrienta- y, luego, ¡ay!, luego...

Es conveniente unas sesiones de gimnasio, danza contemporánea y equilibrismo para levantarse -olvidándose del decoro y la dignidad personal- de las míticas butacas de Le Corbusier, Mies van der Rohe o Breuer. Los brazos quedan a la altura de los hombros, como una gallina clueca tratando inútilmente de levantar el vuelo, o pegados al cuerpo constreñidos por el muro almohadillado de duro cuero negro, en la butaca de Le Corbusier cuyos apoya-brazos está al mismo nivel que el dosel. La silla Barcelona, de Mies van der Rohe, demasiado baja, profunda e inclinada hacia atrás, exige ponerse primero de rodillas antes de erguirse; el problema es otro en la también excesivamente profunda e inclinada silla de Breuer: los pies apenas tocan el suelo, como los de un niño sentado en el sillón de un adulto. Son esculturas, y como obras de arte tienen que tratarse: mirarlas solo, sin tocarlas.

La escultora inglesa Sarah Lucas, recientemente escogida para representar a Gran Bretaña en la próxima Bienal de Arte de Venecia (2015) -desde el "mítico" sucio colchón con una objeto erecto y dos bolas pegadas a los lados sobresaliendo de la tela-, ha dedicado casi toda su obra a ironizar sobre la penosa relación entre el cuerpo y los muebles: sencillos, anónimos sillas, mesas, colchones, lámparas y sanitarios, producidos en serie, principalmente. Desvencijados, marchitos y maculados, sirven de triste soporte de cuerpos deformes; son cuerpos deformes, deformados por los muebles. Forman ya parte del cuerpo.

Lucas acaba de presentar una línea de muebles, de asientos y mesas. Construidos con madera y bloques de hormigón, son fríos, duros, pesados; es imposible desplazarlos. Muebles inmuebles, inmovilizados. Son monumentos.
Una astuta sátira de la supuesta ligereza y liviandad del mobiliario moderno, que quiere ser anatómico -o ergonómico- sin saber, como bien decía Xavier Rubert de Ventós, que no hay nada peor o más molesto que un mueble que se adapta perfectamente a las curvas del cuerpo: uno ya no se puede mover, ni levantarse. El desajuste que se produce entre el mueble y el cuerpo, en cuanto uno de desplaza ligeramente, clava las protuberancias de la silla o del lecho en el costado amoratado.

martes, 8 de abril de 2014

ADAM KAMMELING: BUILDINGS ARE MORE THAN BRICKS (EDIFICIOS SON ALGO MÁS QUE LADRILLOS, POEMA, 2014)






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HANNE DARBOVEN (1941-2009): MAQUETAS CUADRADAS (2007)

























Fotos: Tocho, MNCARS (Madrid, Abril 2014)

Una de las últimas obras de la artista alemana Darboven, que se expone actualmente en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) de Madrid, ocupando una inmensa sala abovedada, consiste en una serie de "maquetas arquitectónicas" que ideó y que fueron construidas en chapa de madera por un carpintero.
Cada maqueta se compone de celdas cúbicas idénticas, unas juntas a otras, sin conexiones internas. No tienen techo. Se disponen sobre una tabla de madera. Se asemejan a un molde de cubitos de hielo. Cada maqueta comprende una celda más que la anterior. La primera maqueta se compone de una simple celda. Las últimas ocupan casi toda la base. Pero ésta tiene siempre el mismo tamaño. Se exponen horizontalmente sobre largos estantes dispuestos en varios niveles sobre un mueble escalonado.
Unos dibujos o "planos" con la planta de la trama que estructura las maquetas se exponen en las paredes.
El conjunto recuerda a una serie del dibujante y escultor minimalista norteamericana Sol Lewitt.
Los números de celdas responden a un juego de cifras que solo la artista conoce.
Su obra juega con números. Los números, como las letras, plantean una cuestión acerca de su estatuto gráfico, a la que ya Platón respondió. Un número y su imagen gráfica son en principio idénticos. Imagen y modelo coinciden. O, mejor dicho, son entes sin imagen, o entes que solo son imágenes, sin que su "reducción" a una imagen implique que su entidad quede minusvalorada.
Son entes abstractos, convencionales, arbitrarios. No varían de una lengua a otra. Perduran a través del tiempo. Y ordenan el mundo.
Esas maquetas compuestas de celdas parecen los receptáculos, o los moldes del mundo. Están dispuestos a dar cabida, o salida, a todas las formas posibles, todos los juegos formales con los que el mundo se ha creado. Miden tanto el tiempo como el espacio. Son prototipos de formas, y calendarios. Se puede medir el paso del tiempo, personal y universal -los números que las maquetas traducen responden a fechas importantes para la artista, o que solo ella conoce-, y la "extensión" del mundo, el número de posibles combinaciones formales con las que el universo ha sido creado.
Son, en sentido literal, "modelos". formas modélicas o paradigmáticas gracias a las que se puede alumbrar el tiempo, el espacio y los entes que se disponen en el tiempo y el espacio.
Juntas, crean un universo fantástico y obsesivo..