jueves, 14 de julio de 2016

El palacio del mundo: arquitectura pre- "vikinga" (Upsala -Suecia-s. V dC)



Fotos: Tocho, Julio de 2016

Dos terrazas cubiertas de hierba se levantan aun unos veinte metros por encima de la planicie. Parecen naturales y no albergan nada.
Fueron levantadas en el siglo V dC por tribus nórdicas cuando Europa, tras la caída del Imperio Romano Occidental, cayó en manos de diversas tribus germánicas con las que pueblos nórdicos, lejos del Imperio desaparecido, compitieron para el dominio del norte de Europa.
Cerca de Upsala instalaron un cementerio real -véase entrada siguiente mañana- y un juego de terrazas sobre la que los reyes de la dinastía de Ynglingar construyeron un palacio real de madera labrada e incrustaciones de hierro, de unos setenta metros de largo, una decena de ancho y alto.
Esta construcción, visible desde lejos, se ornaba con grandes espirales de hierro clavadas paralelamente a los muros y sobre la cumbre del tejado a dos aguas. Estas espirales recuerdan a los dragones que se enredan en la proa de las naves nórdicas -anteriores incluso a las más conocidas naves vikingas dos siglos más tarde.
El mundo, en la cosmología nórdica, estaba rodeado por dos serpientes enroscadas. Las espirales evocaban al o a los dragones primigenios, por lo que el palacio se convertía en la imagen del universo. Dragones creadores, protectores (de los Gigantes), y sometidos (a los Grandes dioses).
La puerta principal de acceso poseía una reja cuyos vanos estaban formados por flechas dispuestas en abanico que, al cerrarse, se interpenetraban. Este motivo defensivo y decorativo no era nuevo. Replicaba la puerta del palacio del dios Odín, creador del Universo.
El palacio real se convertía así en el equivalente del palacio del dios supremo, imagen del universo, y las terrazas evocaban la altura celestial. De este modo, el rey se presentaba como la imagen de Odin en la tierra sobre la que velaba.
 La ideología real se igualaba con la divina. Solo en China y en Roma se dio una equivalencia tan estricta.
De esta imagen del universo, solo quedan, hoy, las terrazas y las espirales: los motivos propiamente celestiales.

El poema épico anglo-sajón y nórdico Beowulf (s. VIII dC) guarda un eco de este palacio celestial a través de una construcción del héroe Beowulf -pacificador del norte tras su victoria sobre un dragón:

"Vino a su mente
Que ordenaría la construcción
de una gran sala comunal, una casa más grande
que las que los hombres de la tierra han podido tener noticia...."


Agradecimientos al profesor Neal Price (Universidad de Upsala)

miércoles, 13 de julio de 2016

MICHÈLE LEMIEUX (1955): HERE AND THE GREAT ELSEWHERE/LA GRAND AILLEURS ET LE PETIT ICI (EL GRAN LEJANO Y LO CERCANO MÁS PEQUEÑO. CUATRO MEDITACIONES SOBRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO, 2012)



Quizá una vida entre cuatro paredes, de lo inmensamente grande al olvido, de Pascal

Más allá de los límites del Imperio romano...











Fotos: Tocho, Museo de Historia, Estocolmo (Suecia), Julio de 2016

Los anchurosos ríos Rin y el Danubio constituían el límite norteño del Imperio Romano en el momento de su máxima extensión a finales del siglo II dC. El límite se extendía también por Gran Bretaña. Murallas y fuertes constituían bastiones de vigilancia y defensa. en ocasiones huestes romanas se asentaban cruzados los ríos.
Más allá se hallaban territorios de poblaciones celtas y anglo-sajonas, entre otras, que no constituían aun una severa amenaza.
Los países nórdicos -Suecia, especialmente- se hallaban a centenares de quilómetros de la frontera.
Sin embargo, en el bajo Imperio, soldados escandinavos se alistaron en el ejército romano. El modo de vida "clásico" debía ser apreciado. Vestidos, ajuares, objetos de culto traídos de Roma o creados en el Gran Norte a imitación de los modelos clásicos, que testimoniaban del gusto y la cultura romanos no eran extraños en parajes en los que faltaban cuatrocientos años para que aparecieran primeros asentamientos -¿ciudades?- de madera, planificados, con una población que podía llegar a dos mil habitantes.
Entre las piezas más sorprendentes -y poco conocidas- halladas -o modeladas- en el norte de Europa, más allá del Báltico, que retoman modelos clásicos, se hallan estas figuritas de bronce (datadas entre... los siglos I y V dC), una articulada incluso, que muestran como el naturalismo sureño se unió a la abstracción o estilización norteña, si retomanos la teoría del arte (superada, quizá errónea -como demuestran estas estatuillas- pero eficaz) de Worringer a principios del siglo XX.

"CASAS DEL ALMA" (URNAS CINERARIAS EN FORMA DE CHOZA) ESCANDINAVAS (1100-500 aC)


 




Fotos: Tocho, Museo de Historia, Estocolmo (Suecia), Julio de 2016


Las urnas cinerarias de terracota en forma de choza no son exclusivas del mundo itálico -aunque son éstas las más conocidas-. Se encuentran por toda Europa.
El museo de Historia de Estocolmo (Suecia) expone dos ejemplos contemporáneas de las "casas del alma" etruscas -modeladas en "impasto" o tierra negra como éstas- y que cumplen sin duda la misma función. Albergar las cenizos del difunto en "su" casa depositada en una tumba.
No se sabe si responden a unas creencias parecidas.

martes, 12 de julio de 2016

ALFRED SEILAND (1952): IMPERIUM ROMANUM (2006-2016)






























La destrucción de las ruinas romanas de Palmira, en Siria, han provocado indignación general. Es causa y consecuencia de una guerra civil.
Pero las ruinas romanas hace tiempo que están muertas. Por el abandono o por su conversión en un parque temático.
Y quizá no puede ser de otro modo.
El fotógrafo austríaco Seiland ha documentado durante años yacimientos romanos a lo largo del antiguo Imperio.
Las imágenes son devastadoras, por un lado -la indiferencia ante ellas sobrecoge- pero también manifiestan una extraña esperanza: las ruinas todavía cohabitan con el presente y pueden dar pie a insólitas reutilizaciones. De algún modo, mientras son ocupadas no se convierten en fósiles dignos tan solo de la mirada cansada de nosotros, turistas.

Véase, por ejemplo, este enlace

METRONOMY: MY HOUSE (2016)

lunes, 11 de julio de 2016

MAJD ABDEL HAMID (1988): PACIFIER (LLAVES DEL RETORNO, 2014)




Una llave es una clave. Abre y cierra puertas. Convierte un espacio en un lugar de acogida o una cárcel. Una llave es necesaria para habitar. Las puertas que dan a la calle -y las que guardan secretos y tesoros- tienen un cerrojo. Las casas se entregan "llaves en mano". La llave es el signo de la posesión, para bien y para mal. Los guardas poseen siempre un manojo de llaves. La llave el medio gracias al cual nos establecemos.
Una llave robada nos mueve al momento al cambio de cerradura. Los ocupas también se apresan a cambiar la cerradura. La llave nos une a un hogar.
En cuanto una llave se pierde, se pierde el espacio propio. El pánico se apodera cuando la llave desaparece. Ya no se podrá regresar de donde venimos.
Somos -habitamos- si poseemos la llave adecuada

La instalación Pacifier consiste en llaves añejas hechas de caramelo de unos doce centímetros de largo. Reproducen llaves de los años cuarenta. Del año 1948, exactamente, cuando habitantes palestinos fueron desposeídos de sus hogares. Se les quitó la llave.
Desde entonces, sueñan con recuperarlas. La llave de los sueños. Es una golosina siempre prometida. Inalcanzable. Que se deshace a poco de tocarla.

Sobre este artista palestino véase, por ejemplo, este enlace