Corrían los primeros años de los años 80.
La defensa de una tesis doctoral en una conocida universidad pública iba por mal camino. El tribunal parecía que no atendía a las presiones recibidas del director de tesis, un antiguo rector, para que aprobasen el doctorando.
Fue entonces cuando aquél se levantó y en voz alta amenazó al tribunal con denunciarlo por haber aprobado, tiempo ha, la tesis de un doctorando que no la había escrito. Éste era ministro de defensa.
sábado, 14 de abril de 2018
Supremacía
(Miquel Coll Alentorn: Textos i Estudis de Cultura Catalana. Història / 2, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 1992, p. 135)
Coll Alentorn (1904-1990), miembro de Unió (CiU), fue presidente del Parlamento Catalán entre 1984 y 1988.
"Nuestra" "superioridad" nos viene desde casi la eternidad: compárese Altamira y Cogul. Ya entonces, "a casa nostra"...
"Nuestra" pintura "hace composición", ya era "moderna", no como la de esos -hombres disfrazados de bestias-, que se estancaron, no evolucionaron y desaparecieron...
Y de aquellos polvos...
viernes, 13 de abril de 2018
SÁNDOR BORTNYIK (1893-1976): CIUDADES
Una exposición sobre el. arte de vanguardia húngaro, en una galería de París, en estos momentos, permite descubrir o volver a descubrir a un pintor de temas urbanos -representado, insólitamente, en el Museo Thyssen de Madrid-, poco conocido, marcado por de Chirico (tanto por el carácter desolado de las vistas cuanto por las figuras convertidas en maniquís o marionetas sin rostro), con imágenes de arquitectos y de frías urbes, especialmente de periferias bien representadas por edificios cúbicos, aislados, de formas repetitivas, taladrados por una tramas regular de ventanas o aberturas negras, como si fueran columbarios, en un entorno desestructurado, bajo un cielo nocturno.
Uno de sus mejores cuadros (de la madrileña colección Thyssen, precisamente), titulado El siglo XX, muestra el reflejo de un hombre luchando contra un autómata o un tentetieso, en un espejo en equilibrio inestable en una escalinata en cuyo extremo un hombre parece a punto de tirarse al vacío, mientras un avión sobrevuela sobre su cabeza. Una extraña premonición.
miércoles, 11 de abril de 2018
GRÉGOIRE PIERRE (¿1980?): AKKAD (2005)
http://www.gregoirepierre.com/?pageid=14
(Reproducción legal. El video se puede ver "clicando" sobre el enlace)
Documental multipremiado sobre la ciudad moderna
Akkad es el nombre de la capital perdida del imperio acadio, en Mesopotamia, fundada y destruida a mediados del tercer milenio aC. Habría estado situada cerca de la actual Bagdad
Para más información, ver este enlace
(Reproducción legal. El video se puede ver "clicando" sobre el enlace)
Documental multipremiado sobre la ciudad moderna
Akkad es el nombre de la capital perdida del imperio acadio, en Mesopotamia, fundada y destruida a mediados del tercer milenio aC. Habría estado situada cerca de la actual Bagdad
Para más información, ver este enlace
martes, 10 de abril de 2018
Estudios de arquitectura
Érase un país lejano en el que las escuelas de arquitectura formaban maravillosamente a los estudiantes de arquitectura en cómo construir: las enseñanzas técnicas no tenían secreto.
Mas se dieron cuenta, un día, que los edificios aguantaban una eternidad pero que nadie los aguantaba. Eran invivibles. Las personas enfermaban con solo pensar que debían ocuparlos durante toda una vida -que no era vida. Suscitan rechazo, imágenes de espacios que, por amplios y bien edificados que estuvieran, no acogían ni invitaban al recogimiento (para lo cual, en ocasiones, una modesta esquina puede ser suficiente).
Fue entonces cuando decidieron reformar los planes de estudio. Las asignaturas técnicas no dejaron de enseñarse, pero ya no tenían como fin formar a técnicos. Además de enseñar a construir, se enseñó a pensar para quien se construía y porque se construía. Qué necesidades debían cubrirse. Siquiera si era necesario construir.
Sumaron materias y enseñanzas hasta entonces inexistentes. Recordaron que los antiguos consideraban que un arquitecto o constructor debía ser filósofo y ser poeta, además de ser un ingeniero. Incorporaron cursos de antropología, etnología, sociología, psicología para saber a quien iba destinada la casa; filosofía para valorar la necesidad de construir; ética, estética y teoría de las artes, con el fin de enjuiciar el gesto y la obra (a menudo no se debe construir: no esta "bien"); geografía para insertar la obra -edificio, ciudad- en un territorio; teología, incluso, porque no solo se construye para cuerpos materiales; historia del arte (o de las artes: música, poesía, artes plásticas y literarias, danza, teatro) y de la arquitectura, en especial, para conocer no solo lo que se ha construido, sino ser conscientes que el tiempo es una de las categorías que miden el sentido de la obra, su necesidad; arqueología, para ser conscientes de la fugacidad, y de la importancia de las trazas, las huellas del hombre en la tierra.
Y, a continuación, se dieron cuenta que la arquitectura no está fuera de nosotros, no solo nos envuelve, sino que está en nuestro interior. Los interiores no son solo los que ocupamos, sino que están en nosotros. La arquitectura es una sensación de bienestar que solo se alcanza con la imaginación: imágenes placenteras en las que nos proyectamos. Para hacer arquitectura hay que aprender a cerrar los ojos -y pensar.
Qué es una tarea a la que no estamos formados.
Mas se dieron cuenta, un día, que los edificios aguantaban una eternidad pero que nadie los aguantaba. Eran invivibles. Las personas enfermaban con solo pensar que debían ocuparlos durante toda una vida -que no era vida. Suscitan rechazo, imágenes de espacios que, por amplios y bien edificados que estuvieran, no acogían ni invitaban al recogimiento (para lo cual, en ocasiones, una modesta esquina puede ser suficiente).
Fue entonces cuando decidieron reformar los planes de estudio. Las asignaturas técnicas no dejaron de enseñarse, pero ya no tenían como fin formar a técnicos. Además de enseñar a construir, se enseñó a pensar para quien se construía y porque se construía. Qué necesidades debían cubrirse. Siquiera si era necesario construir.
Sumaron materias y enseñanzas hasta entonces inexistentes. Recordaron que los antiguos consideraban que un arquitecto o constructor debía ser filósofo y ser poeta, además de ser un ingeniero. Incorporaron cursos de antropología, etnología, sociología, psicología para saber a quien iba destinada la casa; filosofía para valorar la necesidad de construir; ética, estética y teoría de las artes, con el fin de enjuiciar el gesto y la obra (a menudo no se debe construir: no esta "bien"); geografía para insertar la obra -edificio, ciudad- en un territorio; teología, incluso, porque no solo se construye para cuerpos materiales; historia del arte (o de las artes: música, poesía, artes plásticas y literarias, danza, teatro) y de la arquitectura, en especial, para conocer no solo lo que se ha construido, sino ser conscientes que el tiempo es una de las categorías que miden el sentido de la obra, su necesidad; arqueología, para ser conscientes de la fugacidad, y de la importancia de las trazas, las huellas del hombre en la tierra.
Y, a continuación, se dieron cuenta que la arquitectura no está fuera de nosotros, no solo nos envuelve, sino que está en nuestro interior. Los interiores no son solo los que ocupamos, sino que están en nosotros. La arquitectura es una sensación de bienestar que solo se alcanza con la imaginación: imágenes placenteras en las que nos proyectamos. Para hacer arquitectura hay que aprender a cerrar los ojos -y pensar.
Qué es una tarea a la que no estamos formados.
lunes, 9 de abril de 2018
... y dos huevos duros (claridad expositiva)
... si alguien entiende este texto...
Es una pena que sea gratuito: no tiene precio.
Aunque después de la "hipermeditación", todo debe de ser posible.
Amén
CECIL TAYLOR (1929-2018): YOU´D BE SO NICE TO COME HOME TO (SERÍAS TAN AMABLE SI VINIERAS A CASA, 1956)
In memoriam....
Sobre el mejor pianista de jazz, fallecido hace tres días, véase, por ejemplo, este enlace
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