martes, 10 de diciembre de 2019

MICHAEL RAKOWITZ (1973): LAMMASU (2019)























Fotos: Tocho, Trafalgar Square, Londres, diciembre de 2019


Michael Rakowitz es un escultor iraquí-norteamericano, que vive en Chicago -ya presentado en este blog-, una de cuyas series (aún en proceso) más renombradas, desde 2003, consiste en la recreación de obras maestras mesopotámicas robadas o destruidas durante el asalto al Museo Nacional de Iraq, en Bagdad, en 2003, cuando la Segunda Guerra del Golfo. Las réplicas están hechas con envases de plástico, cartón y metal desechables, de productos de uso diario adquiridos en colmados y supermercados de Iraq, que acaban siempre en la basura. La basura, en estos casos, permite reconstruir obras maltratadas, robadas o mutiladas, como si fueran residuos.

En el caso presente, la estatua, realizada según los mismos criterios antes enunciados, reproduce a tamaño natural una gran estatua neo-asiria: un Lammasu, o divinidad protectora de los accesos y los espacios interiores de palacios neo-asirios, destruido por el Estado Islámico, en Nimrud, cabe Kirkuk, en Iraq, en 2015.

Esta obra se expone temporalmente sobre una gran peana de Trafalgar Square, en Londres, concebida como soporte de estatuas que se refieren críticamente a hechos dolorosos del presente.

Tocho8 ya informó de la maqueta de dicha obra hace un año.

ROBIN HATCH (1992): TORONTO (2019)



Apenas existe información sobre esta compositora y pianista canadiense.

lunes, 9 de diciembre de 2019

De hombres y dioses

“Para los dioses somos lo que las moscas para los niños: nos matan para su deporte."

 “As flies to wanton boys are we to the gods; They kill us for their sport.”

 (W. Shakespeare: El Rey Lear)

viernes, 6 de diciembre de 2019

jueves, 5 de diciembre de 2019

PIERRE CHENAL (PIERRE COHEN, 1904-1990): L´ARCHITECTURE D´AUJOURD´HUI (ARQUITECTURA DE HOY, 1930)



Pierre Cohen -apellido judío que cambió por Chenal- fue un cineasta belga.

Sus primeras filmaciones fueron tres documentales sobre arquitectura y urbanismo modernos financiados por la revista L´Architecture d´Aujourd´hui.

Este documental, con un guión de, entre otros Le Corbusier, está en parte dedicado al Plan Voisin.
Dicho plan urbanístico de Le Corbusier, de 1925, no estaba dedicado a la buena vecindad ni era un plan "cercano" -voisin es vecino en francés- sino que era un proyecto monstruoso de destrucción masiva del centro de París -que nunca se llevó a cabo-, financiado por Gabriel Voisin, fabricante francés de aviones y de coches (en la España de la postguerra, del Biscuter, lo que constituía una cierta ironía dada las ambiciones del desmesurado proyecto urbanístico y la pequeñez del coche, casi un juguete), quien hubiera incrementado extraordinariamente la venta de sus vehículos gracias a la red de autopistas que hubieran asaeteado la ciudad de París.

LAWRENCE ABU HAMDAN (1985): LOS NOVENTA Y NUEVE NOMBRES DE ALÁ A TUS PIES (2016)














Fotos: Tocho, Líbano, febrero de 2019


El artista libanés, formado en el Reino Unido, Lawrence Abu Hamdan, es uno de los cuatro ganadores de la última convocatoria del Premio Turner de Arte Contemporáneo que el Museo Tate Britain de Londres otorga anualmente.
Músico, trabaja con sonidos callejeros, y compone obras que permiten intuir determinadas situaciones -conflictivas o no- a través de sonidos -captados en ocasiones a través de muros, y analizados por especialistas policiales.

Entre sus obras destaca una pieza sorprendente: una tupida moqueta para una nueva mezquita, Amir Shakib Arslan (2016), de FELF Architects, en el Líbano.
Dicha moqueta presenta un motivo anicónico, "abstracto": líneas zigzagueantes blancas sobre un fondo azul, que se asemejan a transcripciones de pulsaciones. La asociación no es gratuita ni inconsecuente. El artista grabó una lectura del Corán y plasmó el gráfico sonoro en un plano. Modificó algo la secuencia. Borró la frecuencia que correspondía a la lectura de la palabra Alá.
De este modo, nadie podría pisar a la divinidad (Dios "es" el Verbo, la palabra que lo designa), al mismo tiempo que anulada cualquier referencia verbal a la divinidad.
Ésta posee noventa y nueve nombres, conocidos, y uno último, el número cien, desconocido por los mortales; la enunciación de los noventa y nueve nombres de los atributos de la divinidad abre las puertas del paraíso del que la mezquita es la antesala.

La obra, sugerente, manifiesta, una vez más, la difícil relación entre la arquitectura y el arte contemporáneo, no sujeto a nada: la alfombra reduce visualmente el espacio de la mezquita y acapara todas las miradas, anulando el complejo juego espacial. La vista no se despega del suelo (aunque es cierto que en la oración musulmana el fiel baja la mirada cuando se arrodilla y se prosterna). Parece una obra en el lugar equivocado.

martes, 3 de diciembre de 2019

Arte y política (la fama)

Resultado de imagen de pintura de Casp Ayuntamiento Salon Sant Jordi




Retirar obras de arte, o cubrirlas con otras obras, no es una práctica infrecuente. No debemos ni siquiera sorprendernos que el ayuntamiento de Florencia (el Palazzo Vecchio) cubriera, en el siglo XVI, frescos que Miguel Ángel (La Batalla de Cascina) y Leonardo (La Batalla de Anghiari) realizaron en este edificio público  -ciertamente no terminados o deteriorados-, con frescos mediocres de un mediocre artista, Giorgio Vasari.

El Ayuntamiento de Barcelona ha decidido retirar unas pinturas murales sin ningún interés estético, y reemplazarlos por obras de mayor calidad (de Torres García), que han podido ser recuperadas después que hubieran sido cubiertas por los frescos que ahora se van a retirar.

Los criterios que justifican la retirada, sin embargo, no son propios de la teoría ni de la crítica del arte. Se condena dichas obras porque están muy "connotadas ideológicamente", lo que no constituye un criterio estético sino político. Un criterio que, si se aplicara siempre, llevaría a esconder cuadros como Guernica de Picasso -cuya reproducción se expone en la reproducción del Pabellón de la República Española construido para la Exposición Internacional de París de 1937, instalada en el Valle Hebrón  en los años ochenta.

Otra razón se basa en que la escasa fama de los artistas, considerados secundarios. Entre éstos se halla Dionis Baixeras, conocido pintor noucentista catalán. El resto no son, efectivamente, muy conocidos del gran público. La cuestión, de nuevo, no reside en la escasa valía o fama de dichos artistas, sin duda olvidables, sino en que se condena una obra por el escaso (re)conocimiento del artista. La mediocridad de una obra no depende del nombre de un artista. La pintura de gran tamaño Segador que Miró realizó para el Pabellón de la República -que solo se puede juzgar por fotografías en blanco y negro- debería ser una obra maestra si atendemos al nombre del artista; pero solo si atendemos a este criterio.
Por otra parte, con este criterio en mano, se deberían almacenar en las reservas la casi totalidad de los frescos románicos del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), pintados por artistas cuyo nombre no ha trascendido. ¿Cuántas obras pueblan las colecciones permanentes de museos cuyos nombres solo son recordados por algunos especialistas? Las pinturas murales del Salón Sant Jordi del Ayuntamiento de Barcelona, no tienen interés estético, pero las razones no son políticas.

Sorprende que la (absurda) retirada de una escultura connotada políticamente, de unos artistas casi desconocidos, de una exposición temporal del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) suscitara hace tres años tantos comentarios y llevara al despido de varios responsables, cuando las razones de su exclusión eran las mismas que se aducen para retirar los mediocres frescos del Ayuntamiento, cuyo desmontaje, en cambio no provoca ningún arqueo de cejas.
Desde luego, tantos estos frescos como aquella escultura podían ser retirados si se enjuiciaban estéticamente; pero cuando se recurre a criterios no artísticos, forjados desde el siglo XVIII, se puede llegar a tener que condenar la casi totalidad de las obras de arte del pasado y del presente