lunes, 30 de noviembre de 2020
Recortables de teatro (Museo Marés, Barcelona)
domingo, 29 de noviembre de 2020
Casa de muñecas
Fotos: Tocho, Museo Marés, Barcelona, noviembre de 2020
Hace dos días, abrió de nuevo, tras años de cierre por restauración, la última planta del Museo Marés, dedicada, al igual que la planta inferior, a un descomunal Gabinete de curiosidades, con obras de arte decorativo, entre los siglos XIII y XIX, coleccionada febrilmente por el escultor español Frederic Marés (1893-1991).
De cada tipo de objeto, Marés adquiría, tras búsquedas por toda España, decenas o centenares de ejemplares casi idénticos, tipos de objetos a punto de desaparecer, a menudo desechados, a los que nadie concedía valor alguno.
Hoy, las vitrinas, semejantes a las de un museo de ciencias naturales victoriano, llenas de objetos perfectamente ordenados y clasificados, componiendo archivos alucinados, fascinan por el carácter absurdo, inútil y obsesivo del incesante coleccionismo que revelan.
Entre las obras más singulares, que se descubren después de tanto tiempo, una colección de muñecas de porcelana, del siglo XIX, que miran con ojos de cristal bien abiertos y que, en la débil luz de la sala, saturada de vitrinas cargadas de obras, parecen aguardar al visitante, atentas y sin moverse, como pequeños fantasmas al acecho, poblando un universo digno de A través del espejo que Lewis Carroll escribiera.
viernes, 27 de noviembre de 2020
Patas para arriba
TED CRONER (1922-2005): NUEVA YORK (1940-1950)
jueves, 26 de noviembre de 2020
El origen del museo
Las Musas
El museo es una institución -y una tipología arquitectónica- aparecida en Europa como consecuencia de la Revolución Francesa y el desmantelamiento de las monarquías absolutas -y en algunos casos del poder eclesiástico- tras las invasiones napoleónicas. Tenía como fin poner a disposición del público bienes y tesoros cuya contemplación, hasta entonces, solo estaba al alcance de la corte.
La creación del museo se sustentaba en un nuevo concepto creado a mediados del siglo XVIII: la obra de arte, entendida como una creación humana que se ofrecía para el disfrute o el deleite, pero también la reflexión de quienes la contemplaban, algo así como un mensaje cifrado, presentado bajo una forma sensible, que debía ser interpretado.
Esta noción de obra de arte -formalmente semejante a un amuleto, una obra sagrada o un útil, pero conceptualmente muy distinta, ya que la obra de arte no pretende ni educar o aleccionar, influir mágicamente en el mundo ni ser el receptáculo de ninguna fuerza sobrenatural invisible-, a su vez, se apoyaba en la noción de genio, determinada un siglo antes (aunque ya en el helenismo se creía en la existencia del genio, no necesariamente dedicado a actividades artísticas, sin embargo), entendido como un creador capaz de producir obras innovadoras, sorprendentes e inigualables -aunque más cercanas a obras mágicas, capaces de incidir en el mundo pero no necesariamente placenteras, que a obras de arte tal como se definieron un siglo más tarde.
Que un museo sea una institución relativamente reciente no significa que no existieran colecciones anteriormente. Éstas, hasta el siglo XVIII, formaban lo que se denominó gabinetes de curiosidades (Barcelona posee el gabinete completo más antiguo de Europa, el Gabinete Salvador). Los museos de Oxford y el Museo Británico, nacieron, precisamente, como Gabinetes de Curiosidades a mediados del siglo XVIII, antes de la moderna conceptualización de la noción de arte y de obra de arte. Un gabinete d curiosidades, en efecto, no atesoraba tanto pinturas, esculturas y objetos decorativos -que constituyen la mayor parte de las colecciones museísticas, tanto clásicas cuanto contemporáneas-, como maravillas naturales, tales como piedras, fósiles, esqueletos, cristales, etc., que se coleccionaban porque eran testimonios de la inventiva divina, de la omnipotencia creativa sobrenatural, muy superior a la humana. Eran maravillas (mirabilia, en latín, designa a un objeto sorprendente, digno de mirarse)
Los gabinetes de curiosidades nacieron con el Renacimiento. Antes, en Europa, también se coleccionaban creaciones humanas: pinturas, esculturas, objetos, telas, etc.: eran ofrendas para los santuarios y las tumbas. Eran obras sagradas o funerarias. No se creaban para el disfrute humano sino como mediación con los poderes sobrenaturales o para acompañar el tránsito de los difuntos al más allá. Eran obras creadas para no ser contempladas por los humanos.
Estas obras, en Grecia, se depositaban en los llamados Tesoros, edificios destinados a albergar las ofrendas a una divinidad. Entre éstos, seguramente el Tesoro más conocido, sea el Partenón en Atenas. Del mismo modo, el Arca de la Alianza contenía todos los objetos del culto a Yahvé.
La primera institución que recibió el nombre ce Museo no se dio en la Europa ilustrada sino en África, en el Egipto faraónico bajo dominio alejandrino. El Museion, en efecto, se construyó en Alejandría en el siglo IV aC. Sin embargo, poco tenía que ver con un museo tal como lo entendemos desde finales del siglo XVIII. El Museion albergaba todo tipo de ofrendas a las Musas, las diosas, hijas de la diosa de la Memoria (la diosa Mnemósine), que velaban por la excelencia creativa humana, que inspiraban y alentaban a los humanos para producir obras, cantos, poemas que honraran dignamente a las divinidades. Las Musas, eran, en verdad, las inspiradoras de la creación humana. Y las creaciones modélicas, dignas de verse, se atesoraban en el Museion, que también acogía a pensadores y creadores que quisieran intercambiar conocimientos bajo la protección divina. El Museo era, por tanto, un espacio sagrado, un Tesoro y un taller de producción de ofrendas.
Hoy, el Museo protege y expone manifestaciones sensibles de la intuición humana, de su percepción del mundo, que el artista tiene a bien comunicar a la comunidad. Pero, al mismo tiempo, el museo mantiene una de las funciones del Museion de Alejandría, aunque de manera profana: se trata también de un lugar desde el cual reflexionar sobre el mundo, produciendo obras o realizando acciones que muestran dichas reflexiones que se consideran dignas de ser tenidas en cuenta. Esta función se apoya en la moderna noción de genio que no existía en el mundo helenístico, ya que entre los morales y los inmortales mediaba un abismo que las ofrendas a los dioses apenas salvaban.
El Museo como un lugar de creación y de reflexión entronca con el Museo helenístico, mas éste reflejaba la creencia en la existencia de las Musas y su devoción por estas, mientras que, desde el siglo XVIII, las Musas invisibles han cedido el paso al artista genial muy visible en la sociedad actual, especialmente en la Occidental -los magos y los chamanes, en cambio, productores de amuletos y sobre todo, figuras capaces de utilizarlos para entrar en contacto con las fuerzas sobrenaturales, siguen activos en otras sociedades.