viernes, 11 de diciembre de 2020

Típicos retratos. Una historia del rostro en quince representaciones (Fundación March, Madrid, 2020)

Exposición virtual sobre la historia del retrato, abierta hoy por la fundación March de Madrid. Esta exposición no tiene ni tendrá una “presencia real”.

https://www.march.es/arte/exposiciones-digitales/tipicos-retratos/


https://www.march.es/arte/exposiciones-digitales/tipicos-retratos/retrato-de-irene/



jueves, 10 de diciembre de 2020

LYND WARD (1905-1985): GODS MAN (EL HOMBRE DIVINO, 1929)


Gods Man (God, Dios, en plural) es la primera novela gráfica de la historia, obra del dibujante expresionista norteamericano Lynd Ward. 

Narra, solo con viñetas o dibujos grabados en madera, con tinta negra, la historia de un pintor que, como Fausto, vende su alma al diablo para lograr una obra de arte insuperable, semejante a una creación divina, trato del que intenta escapar huyendo de la ciudad: la obra debía ser un retrato, el retrato de quien le ofrece el poder creativo omnipotente que, cuando reaparece reclamando la obra, mientras posa, alza la máscara que recubre -o es- su rostro y descubre.... 










Gabinetes de curiosidades

 Barcelona posee el gabinete de curiosidades más completo de Europa: el gabinete alvador, en el Instituto Botánico de Barcelona, datado del siglo XVII.

Pero, ¿qué es un gabinete de curiosidades?

Se trata de una institución europea que existió entre los siglos XVI y XVIII en cortes nobles y reales. Consistía en unas estancias dedicadas a exponer maravillas, casi siempre naturales, del mundo, en vitrinas y armarios: esqueletos, conchas, piedras, gemas, minerales, plantas, maderas pulidas por el tiempo, etc., casi siempre inhabituales. En algunos casos, los gabinetes acogían obras manufacturadas como pinturas sobre soportes extraños -piedras, placas metálicas-, y obras de arqueología.

¿Por qué se coleccionaban y se mostraban?

Estas colecciones no eran públicas. Solo se abrían para visitantes prestigiosos. Se consideraban que estos objetos eran una muestra singular de la inventiva, la omnipotencia creativa divina, insuperable, fuera del alance de la habilidad artística, y servían tanto como modelo como de advertencia sobre la vanagloria humana. Por ingenioso y talentoso que fuera el artista, nunca podría rivalizar con la o las divinidades.

La inclusión de obras humanas tenía como fin mostrar que la creación estaba sujeta a la inventiva divina -que podría trazar formar reconocibles en las vetas del mármol, lo que llevaba al pintor a siluetar las figuras que las vetas sugerían, par compensar la debilidad de la imaginación humana en captar las imágenes sobrenaturales-, o la torpeza de los humanos primitivos, manifestada en piezas arqueológicas, rotas o desgastadas, alejados de la presencia o la iluminación divinas. 

Los gabinetes de curiosidades, al contrario que los posteriores museos establecidos a finales del siglo XVIII, sobre todo tras la Revolución Francesa, no proclamaban la grandeza creativa humana sino divina. Eran maravillas insuperables.

Estas obras singulares, al mismo tiempo, podían ser consideradas como un lenguaje secreto, codificado, utilizado por la divinidad, que se podía intentar descifrar, conscientes de las limitaciones humanas. En las extrañas figuras -esqueletos, conchas, caparazones, momias, animales disecados naturalmente, huesos de especies desaparecidas, piedras con formas antropomórficas, etc.- se intuían avisos, advertencias, sobre el futuro, que se debían descifrar, y que eran un testimonio del poder real o aristocrático de captar y acoger dichos mensajes.

La desacralización de las sociedades europeas, la caída de las monarquías europeas y el mayor control del poder de la iglesia, puso fin a las gabinetes de curiosidades en favor de las colecciones de las maravillas humanas que las obras de arte, de las bellas artes, expresaban.

martes, 8 de diciembre de 2020

Ocho de diciembre (o: La Inmaculada Concepción)

El dogma de la inmaculada concepción, que se celebra hoy, ocho de diciembre, como cada año, en el mundo cristiano, es interesante por sus implicaciones culturales.
Recordemos brevemente qué sostiene dicho dogma, instaurado en el siglo XIX, pero ya concebido en el cristianismo primitivo y central, aunque no sea un dogma, en el luteranismo: la madre (humana) del hijo de dios habría sido concebida incontaminada por el pecado original. Éste, una mancha, se habría originado por la desobediencia del primer ser humano quien habría actuado incumpliendo una orden (una prohibición) divina. Dicha falta habría repercutido sobre toda la humanidad (venidera), definiendo así lo que es el ser humano: un ser en falta.

Un pecado, originariamente, era un tropiezo. Pecado y pie podrían tener una misma razón. Mas un tropiezo, que implica que a partir de entonces, y para siempre o un tiempo, se anda "mal" -no se anda en línea recta, ni rectamente, quizá-, era una falta menor en el mundo romano, salvo en religiones mistéricas, como el culto a Mitra, para las que uno no se reponía de un pecado ni volvía a caminar ágilmente si no intervenía un sacerdote quién mediaba entre el celo y la tierra, y otorgaba el perdón. Un perdón es un don que se ofrece, es una gracia que se concede. Ésta evitaba las consecuencias del pecado que se manifestaban en toda su extensión tras la muerte, condenando el alma del difunto a tormentos eternos.

La Virgen María es concebida sin mancha. Literalmente, expulsa ésta, como se expulsa un elemento molesto. Concebir significa contener o acoger. Si se muestra inmune a la mancha es debido a su futura condición de madre del hijo de la divinidad. Es decir, está predestinada a ser madre de un dios.
Esta concepción tiene curiosas implicaciones. Si la madre del dios es inmaculada no es propiamente una humana -salvo que se acepte que, al igual que cualquier ser humano, iba a nacer maculada, mas dicha mácula fue eliminada por la divinidad. Sin embargo, la mácula no fue borrada sino que nunca fue impuesta, lo que contradice tano la condición humana de la Virgen María como haber sido agraciada -la Virgen está en gracia, está llena de gracia, se proclama-, pues para haber estado agraciada era necesaria el haber sido desgraciada previamente. La mancha, empero, nunca la maculó, pues fue concebida, y no dada a luz, inmaculada.

La dudosa o imposible condición humana de la madre del hijo de dios tiene también consecuencias cristológicas que afectan la condición del propio hijo de dios. Éste se define como un ser humano, amén de como una divinidad. Ambas naturalezas o condiciones no se mezclan ni se molestan. El hijo de dios es un humano a parte entera, así como es un dios supremo. El que sea un humano se demuestra por el hecho que nace y muere. Estos dos momentos de su vida, que abren y cierran su vida, son la prueba de su humana condición. Y como humano, el hijo de dios sí nació maculado, si bien su resurrección lavó la mácula, y dicha eliminación, en tanto que el hijo de dios era el prototipo humano, el ser humano por excelencia, también se extendió por toda la humanidad venidera -eliminación de la que también habría gozado su madre, si no hubiera nacido inmaculada.

Si todo ser humano, incluso el prototipo, nace maculado, la inmaculada condición de María contradice su humanidad, lo que pone en jaque la humanidad de su hijo, que es un humano porque nace de una humana. La inmaculada condición de la madre de dios condiciona y contradice la doble naturaleza de su hijo. Si éste no es humano, no puede morir. Su supuesta muerte es ficticia y, por tanto, no puede redimirse ni redimir la humanidad de la mácula, por lo que su nacimiento, su encarnación, no tiene sentido.

La única justificación de la naturaleza inmaculada es que se trata de un misterio. Mas, los misterios rehúyen explicaciones claras, escapan a la humana comprensión, una situación que el nacimiento del hijo de dios trataba de solucionar, disolviendo las oscuridades de la existencia.
La inmaculada condición de lo que por necesidad tiene que estar maculado, so pena que el mito del origen del ser humano se derrumbe, es un enigma, un problema lógico que la palabra no puede resolver. Queda, así, el silencio. 
Mas la divinidad es el Verbo.
Y....


¿El final de la universidad? (o: el vuelo -nocturno- de la lechuza)

 Agoreros o profetas auguran el final de la universidad (tal como la conocemos)

Una institución, que se remonta a la India en el siglo V aC, con etapas que pasan por Constantinopla, con la primera universidad occidental en el s. IV, el imperio árabe a partir del s. IX, y Bolonia, la primera universidad lo más parecida a lo que aún hoy es la universidad, en el siglo XI, podría tener los días contados, según brujos o visionarios.

La universidad, sostienen, funda su poder, y su razón de ser, en su capacidad, su autoridad en extender títulos válidos y reconocidos, que facultan a los agraciados el obtener determinados puestos de trabajo, toda vez que los títulos certifican la adquisición de conocimientos, o la superación de pruebas que ponen en jaque saberes y conocimientos adquiridos. 

Sin embargo, un título ya no sería necesario o imprescindible. La probada capacidad de trabajo, fuera de la universidad, se impondría como criterio a la hora de valorar y contratar a una persona. Tan solo medicina e ingeniería escaparían a esta valoración de la práctica en detrimento de la teoría, del saber hacer sobre el saber, del hacer sobre el pensar que dichas consideraciones establecerían.

Corporaciones que adquirirían universidades, o que crearían universidades al servicio de dichas empresas, que formarían en la práctica de toma de decisiones y de la habilidad en solventar problemas, o en plantearlos, basándose más en la intuición que el la probada experiencia del pasado. En verdad, el pasado dejaría de ser una fuente indispensable de conocimientos.

La fundación de la "no-universidad" Minerva, en Silicon Valley, una exclusiva institución sin clases, conferencias, aulas ni programas, sería, según algunos, la piedra contra la que chocaría la vieja nave universitaria, hundiéndose o convirtiéndose en un bote irrelevante, incapaz de levantar el ancla y afrontar nuevas tormentas.

En todo caso, un futuro incierto y quizá oscuro, que no podemos obviar.

¿La universidad se dirige ciegamente hacia los escollos?

¿Falsa alarma, alarma improcedente o irrelevante, o alarma cierta? Ciertamente, llegan avisos....

No lo sé, pero querría saberlo. O no.

lunes, 7 de diciembre de 2020

Las voces del pasado: la representación moderna de obras de teatro antiguas

Una nueva puesta en escena "modernizada", adaptada a los tiempos actuales y a la moderna sensibilidad suscita de nuevo la pregunta acerca de cómo representamos, hoy, textos clásicos -tanto greco-latinos, como manieristas y barrocos?

La pregunta tiene más sentido en España que, por ejemplo, en Francia o en Inglaterra, donde los textos suelen representarse íntegros, a partir de traducciones canónicas -que, en ocasiones, se mejoran atendiendo a los últimos estudios filológicos y las últimas interpretaciones textuales

¿Por qué no se representa una obra de Aristófanes, como Los pájaros, como acontece hoy en Barcelona, tal como se la conoce? ¿Por qué no podemos enfrentarnos a los textos clásicos con las palabras con las que fueron escritos? ¿No somos suficientemente adultos para escucharlas? Si hacen falta aclaraciones para seguir la obra, el texto del programa puede aportarlas. 

Nos enfrentamos a tablas medievales con crípticas imágenes crísticas, pero no podemos juzgar textos teatrales sin “adaptaciones”, a menudo simplificaciones, empobrecimientos como si fuéramos simples de espíritu, incapaces de valorar textos que siempre valoraremos a partir de lo que sabemos y sentimos hoy, es decir, que siempre “modernizamos” el texto inevitablemente, sin necesidad que nos lo “modernicen”. 
Por otra parte, la extrañeza y la incomprensión parcial no son males sino el signo de que estamos vivos, y que asumimos y reconocemos  las diferencias entre el ayer y el hoy, respetando lo que se decía y nuestra capacidad interpretativa. 
Obviamente no podemos ver ni juzgar un texto clásico como lo hacían en la Atenas de Pericles o en una corte real o imperial barroca. Nuestra interpretación es tan valida como la de hace dos mil quinientos años, y es un signo de la vitalidad del texto. Asumir que no podemos entender todo, ni entender el texto como se entendía es un signo de respeto por la integridad, la potencia del texto y de su capacidad de suscitar múltiples y diversas lecturas, todas ellas válidas, porque demuestran que el texto llega a nosotros y se nos abre según cómo podemos abrirlo. 
Pero para eso tenemos que tener un texto no manipulado. No todo tendrá sentido. Habrán partes enigmáticas, otras sin sentido o prescindibles, pero también descubriremos significados que no se alcanzaron a encontrar en su momento. No somos mejores o peores espectadores de la obra que los atenienses de otrora. Reaccionamos de manera distinta, el texto nos reta o nos apela de manera distinta porque nuestras armas interpretativas son distintas. Si el texto que escuchamos nos llega de manera distinta, si está conformado por lo que somos hoy, quiero decir, si las palabras que entendemos están marcadas, filtradas por nuestra sensibilidad y conocimientos de hoy, ¿para qué cambiar el texto y adaptarlo, si inevitable y felizmente esta adaptación ya tiene lugar cuando interpretemos lo que Aristófanes escribió con el “bagaje” intelectual que hoy tenemos? El texto suena distinto, ayer y hoy, es distinto, pero para que provoque estas reacciones distintas, para que la distinción la establezca el espectador, a quien va dirigido el texto -el espectador que da sentido al texto-, es necesario que el texto no se modifique. Hay que respetar las palabras. No hacerlo es no respetar la libertad del espectador ni su capacidad para interpretar y disfrutar de lo que escucha con los conocimientos que posee.

Estas adaptaciones, esos cortes, esas expurgaciones de textos clásicos son maneras de abordar el texto distintas de la que se practicaba en el siglo XVII. Racine no adaptaba a Sófocles. Tenía en cuenta la versión del mito que Sófocles escribió, para ofrecer la suya, como Sófocles tuvo en cuenta a Esquilo para escribir su obra. Cada obra con un tema de mitología griega reescribe el mito, teniendo en cuenta escrituras precedentes. En verdad, ¿son versiones de un mito? No, son el mito contado en un determinado momento, de una determinada manera o formo. El mito, "en sí", no existe, fuera de las narraciones orales o escritas. No existe un "mito originario", del que se ofrecen "versiones", sino que el mito se compone a medida que se cuenta, se escribe y se escenifica, en un ritual, una imagen, una obra de teatro. El mito "está" en los textos, vive o revive en éstos. El mito es un relato intemporal pero que solo conocemos a través de las narraciones temporales. En este caso, cada época, cada cultura cuenta el mito a su manera, y esta manera personal o peculiar es el mito, forma parte del mito que no existe fuera de la narración, en un hipotético lugar ideal. No existe un "primer" mito. Cada narración, cada puesta en escena es "el" mito. 
Por el contrario, las adaptaciones modernas de textos clásicos se refieren a éstos, cuando deberían referirse al mito, es decir, a la suma de narraciones anteriores a las que se sumaría, con igual legitimidad, una nueva manera de contarlo, otra manera, inevitablemente distinta. Pero es obvio que Los pájaros de Aristófanes, como la mayoría de las comedias de este autor, se nutren de referentes míticos, sin duda, pero no interpretan ningún mito en concreto. Por tanto, no se puede prescindir del texto de Aristófanes a la hora de interpretarlo -si se pone en escena una obra titulada Los pájaros, o con cualquier título idéntico al de una obra clásica a la que obviamente se remite. Hay que atender a lo que dice, respetarlo, aportando cuantos datos, cuantas notas sean necesarias para entenderlo. Pero no se pueden alterar las palabras ni la densidad y textura del texto, pues no existe, al igual que el mito, un relato ideal del que Aristófanes ofrece una versión, sino que el relato es lo que Aristófanes escribió. Si queremos poner en escena su texto, se tiene que contar tal como se escribió -en traducción, sin embargo, traicionándolo, inevitable pero aun mesuradamente-. Si, por el contrario, se quieren trasmitir unas determinadas ideas, el texto debe escribirse de nuevo, mas ya no se trata de un determinado texto clásico, ni se tiene que anunciar así, sino un texto de un autor moderno. Que tenga o no interés, es otro "tema".   

domingo, 6 de diciembre de 2020

La pandemia y el coleccionismo (Fundación Ramón Plá Armengol, Barcelona)

 





























































Fotos: Tocho, Barcelona, diciembre de 2020

Los beneficios que produjeron el descubrimiento y la fabricación de la vacuna contra la tuberculosis, a principios del siglo XX, distribuida en todo el mundo, en Barcelona, permitió que una de las herederas del laboratorio farmacéutico barcelonés del doctor Ramón Pla Armengol y del veterinario Joaquín Ravetllat, activo hasta 1980, fuera configurando la primera colección privada europea de muebles antiguos, tanto de lujo como populares, sobre todo barrocos, que desde este año se expone en la gran sede palaciega de los antiguos laboratorios que se están rehabilitando, situados en medio de la finca de los mismos, convertida hoy en el último jardín público y seguramente el más hermoso, abierto, en una ladra de una de las siete colinas de Barcelona.
La colección privada se visita con reserva.
Aquí sólo se muestran algunos detalles ornamentales de los muebles.