El tribunal de la Santa Inquisición fue una institución europea, un contrapoder al poder monárquico o imperial, fundado en la Corona de Aragón en el siglo XIII, que actuó sobre todo en el centro de Europa, hasta bien entrado el siglo XIX. Su función era velar por la ortodoxia del dogma cristiano, católico en particular -más que por las buenas costumbre-, debido a las numerosas herejías causadas por las reformas protestantes, y la presencia de judíos y musulmanes, incluso tras su a menudo forzada conversión al cristianismo, tras los primeros pogromos en el siglo XIV -iniciados en varias ciudades españolas, particularmente en Barcelona, buscando algún chivo expiatorio ante la expansión de la peste negra-, y la caída del reino de Granada a finales del siglo XV.
Aunque en la península ibérica, su presencia se generalizó a finales del siglo XV y su periodo de mayor control aconteció bajo el reinado de Felipe II, en el siglo XVI, los tribunales del Santo Oficio no fueron abolidos antes de la primera mitad del siglo XIX, si bien, el cambio de dinastía, de los Hausburgo a los Borbones, menguó la influencia de los tribunales de la Santa Inquisición.
Se conserva abundante documentación sobre los distintos tribunales en el reino o los reinos de España en el Archivo histórico Nacional. El Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, así como el Archivo Histórico de la Universidad de Barcelona, también poseen documentación.
Un estudio de la misma revela qué faltas eran juzgadas: religiosas (Judaísmo, Islamismo, Protestantismo; Proposiciones, o palabras en contra del dogma católico; Celebraciones religiosas sin la debida autorización; No respeto de los votos: religiosos casados; atentados contra el dogma como comer carne en días prohibidos; Superstición; Masonería; Blasfemia), y de buenas costumbres o sociales en general en relación a prácticas sexuales (Bigamia, Bestialismo, Fornicarios, Sodomía; pero también Falsas Testificaciones).
Se conservan listas de procesados, a veces con su profesión, y de penas: desde la ejecución o la cárcel perpetua, hasta la reconciliación (el juzgado abraza la fe católica) y la absolución, pasando por azotes, galeras, y, sobre todo en Barcelona, la "estatua": dicha condena se ejecutaba gracias a una efigie (una estatua) del procesado, que era expuesta y quemada. Dicha condena por delegación se aplicaba en el caso de personas ya fallecidas o huidas, pero también de personas vivas, quemadas por sustitución, cuyo futuro estaba así marcado para siempre.
Raramente personas de alto rango eran juzgadas, aunque algún miembro del propio Tribunal del Santo Oficio sufrió el proceso. Casi ningún aristócrata fue enjuiciado, sí algunos militares. Un ministro de Justicia, Jaume Maseras, fue enjuiciado en Barcelona en 1633: su condena no se especifica. Un gobernador, de Tragó, Matías Aguilar fue reprendido, por asesinato, en 1627.
Pero fueron sobre todo artesanos y comerciantes los más afectados. La lista de profesiones es sorprendente, y fascinante, a ojos del siglo XXI; denotan la riqueza, diversidad y precisión de las labores artesanas. Todo un mundo, un pequeño mundo se despliga en un listado casi desconcertante. Algunas profesiones han desaparecido (incluso de nuestro vocabulario), y son casi inimaginables. La lista suena casi como una incantación:
Estanquero, joyero, curtidor, mercader, tintorero, tejedor, pintor, barbero, coralero, sedero, tendero, sastre, tornero, curtidor, jubonero, ropavejero, peletero, portero, médico, zapatero, librero (hasta a finales del siglo XV, como Bartomeu Sastre en 1488: una profesión sin duda nueva), lencero, hornero, cotamallero, chatarrero, médico, revendedor, chapinero, escribano, calcetero, cocinero, herrero, fustero, cerrajero, pelaire, trajinero, cardador, cordonero, torcedor de lana, afilador de tijeras, serrador, ¡músico!, boyero, naipero, estampero, molinero, carnicero, picapedrero, botero, lapidario, cirujano, vidriero, sombrerero, boticario, mesonero, blanquero, escritor de libros (uno, en Perelada, en 1564), abogado, vaquero, pedreñalero, platero, terciopelero, calcetero, papelero, molinero, escribiente (un caso), arriero, fundidor, serrador, mercero, espadero, bandolero (desconozco si era una profesión "reglada"), relojero, colchonero, asmolador de tijeras, ayudante de verdugo (un caso), minero, cochero, hortelano, escultor (un caso: azotado y desterrado, en 1570), polvorero, corredor, iluminador, óptico, mesonero, maestro (varios casos de denuncia por Sodomía), bastero, peluquero (también una acusación por Sodomía), cantante, marinero, hornero, cestillero, botifollero, cintero, guardarropa de teatro, buhonero, relojero, ermitaño (otra "profesión" singular), yesero, comediante (un caso), panadero, cubero, albeitar, aduanero, receptor de limosnas (?), peinador, velero, procurador, taponero, pedralero, campanero, palafranero, ligador, mozo de caballos, regador, droguero, guantero, encuadernador, mozo de espuelas, ganadero, pasamanero, toquero, salmista, barrinolero, medidor de trigo, nuncio de baile, escopetero, verdugo (un caso, azotado en Barcelona en 1596)), chapinero, tintorero, farmacéutico, galonero, herbolario, ropero, ahechador de trigo, cortador de papel, picador de limas, lavandero, calcetero, arcabucero, apotecario, zurrador, torcedor de sedas, ferrero, espadero, corredor de oreja (?). Y, sobre todo, albañil; se diría que la profesión de albañil -quizá por insultos y juramentos mientras se construía- estaba condenada a estar siempre bajo el ojo del tribunal del Santo oficio, al menos en Barcelona.
Todas las profesiones eran practicadas por varones. Eso no significa que ninguna mujer fuese enjuiciada. Muchas lo fueron junto a sus esposos, y del resto no se indica profesión alguna -ninguna condena por brujería-; tan solo se precisa, en varios caso, que eran gitanas: no queda claro si fueron perseguidas por serlo. En ningún caso se señala a ningún gitano
Los juicios por Islamismo afectaban sobre todo a trabajadores del mar: esclavos, marineros y galeotes, raramente a artesanos. Las denuncias por Bestialismo recaían sobre todo sobre pastores -ya fuere porque eran propensos a estas prácticas, o porque tenían una profesión que daba pie a murmuraciones y denuncias. La Incontinencia Sexual afectaba sobre todo a comisarios (?).
El Tribunal del Santo Oficio ¿afectó al Estudio General (la Universidad), al menos en Barcelona?. Conocido y comentado ha sido y es el procesamiento y encarcelamiento de de Fray Luis de León, de la Universidad de Salamanca, en el siglo XVI.
Amén de la prohibición de libros, la Universidad 8el Estudio General), marcada por dicho tribunal inquisitorial, exigía un certificado de pureza de sangre. Una exigencia que estuvo en vigor en Barcelona hasta 1870, cuando el Tribunal del Santo Oficio llevaba ya cincuenta años desmantelado. Este certificado, que probaba la inexistencia de antecesores herejes (conversos, judíos, musulmanes, protestantes), era entregado por sacerdotes parroquiales, y era necesario para poder ingresar, como alumno y como docente, en la Universidad.
Así como se encuentran varios casos de estudiantes llamados a juicio, los casos de docentes perseguidos, al menos en Barcelona, fueron muy raros. Si bien hubo maestros, a lo largo de tres siglos, perseguidos, solo un catedrático universitario fue enjuiciado: Antoni Serra, reprendido en Barcelona en 1680, y un profesor Sebastiá Villagret, desterrado de Barcelona en 1629.
Nota: toda la documentación se halla en el Archivo histórico Nacional. Sección Inquisición, y ha sido estudiada por el catedrático Juan Blázquez Miguel. Suyo enteramente es el esfuerzo y el mérito del hallazgo y del estudio de dichos documentos. Me he limitado a seguir sus investigaciones.