jueves, 2 de septiembre de 2021

MASSIMO CAMPIGLI (1895-1971): LOS CONSTRUCTORES & LOS ARQUEÓLOGOS (1934, 1940)


Massimo Campigli: la familia de Gio Ponti (1934)





Gio Ponti y Massimo Campigli: escalera del Palacio Bo (Padua, 1938)








 Los arqueólogos (Palacio Liviano, 1940)




Los Constructores: cuadro (1928), fresco (1934)


Massimo Campigli fue también un pintor de grandes frescos. Su primera obra, titulada Los Constructores, de 1934, quizá influida por obras de un tema similar de Ferdinand Léger, se basaba en un óleo suyo de 1928, y se despliega en el edificio de la Sociedad de las Naciones en Ginebra.

Poco tiempo después, empezó a colaborar con el arquitecto Gio Ponti (cuya familia retrató). Dos grandes frescos, unos de los más importantes realizados en la Italia del siglo XX, se hallan en dos edificios en Padua: el manierista Palacio Bo, rehabilitado por Ponti en 1938, cuya gran escalera está envuelta por un fresco de Campigli, y el nuevo palacio Liviano, de Ponti, sede del rectorado de la universidad de Padua, cuya sala central expone el fresco sobre la arqueología, de Campigli, que une, en un movimiento ascendente continuo, la arquitectura del presente y del pasado que el arqueólogo saca a la luz, a los constructores romanos y del siglo XX (incluido a Ponti):

“Preferí tratar la arqueología como una fuente de conocimiento del pensamiento histórico, artístico y político. De hecho, el fresco representa una idealización del subsuelo de Italia, hecho de elementos antiguos, obras de arte, monumentos e incluso, de combatientes apilados en desorden” (el fresco se ejecutó en plena Segunda Guerra Mundial)






miércoles, 1 de septiembre de 2021

MASSIMO CAMPIGLI (MAX IHLENFELD, 1895-1971): LA CIUDAD DE LOS MUERTOS




































 



Fotos: obras etruscas y algún retrato, Tocho, septiembre de 2021

Wilhem de Kooning y Joan Miró y el arte Sumerio, Alberto Giacometti y el arte egipcio, Henri Moore y el arte maya, Picasso y el arte ibérico…. Después de la muy criticada exposición sobre cubismo y arte africano, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en 1980 -polémica muestra que reducía el arte mágico (entre otras funciones en relación al mundo invisible) de algunas culturas centroafricanas a elementos decorativos o a juegos compositivos o formales, desde hace unos años exposiciones europeas y norteamericanas sobre la mirada de ciertos artistas modernos, que habrían hecho en apariencia tabula rasa con la tradición, sobre la creación humana de algunas culturas antiguas, se han ido sucediendo, marcando bien parecidos formales (no siempre significativos) y diferencias ideológicas, funcionales, esenciales. El arte antiguo no era un autoconsciente ejercicio reflexivo sobre lo que constituye el propio arte.

Massimo Campigli no es un artista desconocido en Italia, mas queda la duda de si se trata de un artista popular fuera de este país.
En todo caso, merece serlo. Aunque alemán, se educó en Italia y en Paris. Se relacionó con los futuristas (de Chirico, Carrá, Savinio) y estuvo influido por Picasso.
Pero su camino de Damasco pasó por el el arte egipcio del Museo del Louvre, y sobre todo el arte etrusco del Museo De la Villa Giulia de Roma en los años veinte, como lo recuerda hoy una excelente exposición en el palacio Franchetti de Venecia que conjuga obras etruscas y de Campigli:  un descubrimiento.

 Campigli era consciente que el arte etrusco no reflejaba el siglo XX. Precisamente por esta razón, el arte etrusco, y de otras culturas antiguas mediterráneas, le fascinaba: le permitía evadirse hacia el mundo de los sueños. Sus ciudades de los muertos le permitían obviar al ser humano común, prosaico, y poblarlas de figuras poéticas, libres del peso deformante de la realidad. Su mundo de figuras totémicas, en palabras del artista, daban peso a las sombras del presente al mismo tiempo que ofrecían una mirada irónica sobre su irrelevancia (o su excesiva humanidad). El pasado era un espejo, ligeramente deformante, que ponía el acento sobre nuestras pasiones y nuestras limitaciones.