Aforismos y "tuits" tienen en común la brevedad. Son frases o expresiones cortas y sentenciosas, que expresan una visión o una opinión sobre el mundo.
Un aforismo es , literalmente, una definición: acota un tema, que aclara. El aforismo, una palabra compuesta a partir del griego horos (mojón, señal), pone orden un la confusión o la algarabía de puntos de vista. Constituye un alto en el camino, y permite ver mejor; ordena la reflexión, y aporta un punto de vista pertinente, es decir, que puede ser asumido y compartido, tomado como punto de referencia al que acudir en cuando se pierde de vista lo que se tiene qué hacer y cómo operar. Un aforismo es una guía, y en tanto que tal, señala la mejor manera de operar, la que enriquece o agrada más el espíritu. Un aforismo es, por tanto, un compendio de sabiduría. Aporta más de lo que dice sucintamente. Sobre los aforismos cabe debatir. No son palabras divinas sino aportaciones al debate, ejemplos de cómo pensar y operar, sobre qué pensar u operar, sobre los fines y las consecuencias de nuestros actos y nuestros dichos. Los aforismos nos hacen más sabios porque nos enseñan que lo que hacemos y decimos afecta a la vida de los demás, aportándoles beneficios o dañándolos. El aforismo, por tanto, nos facilita ver y medir el alcance de nuestro estar en el mundo.
Los aforismos no son unívocos. Nos descubren la complejidad del mundo. Deben ser interpretados y su lectura es multiforme. Enriquecen la visión y la comprensión, nos enriquecen porque nos enseñan que no existe un punto de vista único, no reduce la visión, no constituye orejeras. El aforismo guía, y, como los buenos guías, aconseja pero no impone, dejando que cada uno pueda seguir su ritmo; el buen guía se adapta a las capacidades o limitaciones de quienes le siguen. A menudo, los textos sagrados se componen de aforismos: Conócete a ti mismo, nada en exceso, carpe diem, amaos los unos a los otros, si la montaña no viene a ti....
Un tuit, es, literalmente, el breve y agudo piar. El tuit es un sonido agudo, doloroso. Se acerca al grito, al exabrupto. Se pronuncia sin pensar. No se cuece. el tuit es profano, prosaico. Un tuit no se interpreta. no tiene nada que pueda ser modulado. No resulta de la destilación de una serie de pensamientos o visiones. No es un condensado, con cuerpo, con cierta profundidad, a veces insondable, que obliga una y otra vez a asomarse a él, sino que el tuit es plano. No expresa o aporta ninguna reflexión. Es una palabra o una expresión visceral, es decir irreflexiva, y casi siempre dañina, porque no mide las consecuencias del grito, que es un ruido lacerante, que hace daño, un daño físico que repercute violenta y agudamente. Un tuit taladra. Pero, quizá inevitablemente, su efecto se apaga apenas se ha pronunciado. Un tuit se olvida. Es un sonido mecánico, percutante y olvidable. Un tuit no aclara sino que ensombrece. su hiriente sonido obliga a encogerse, a cerrar los ojos. La escritura del tuit, como todo aullido, requiere el acompañamiento de toda clase de signos de puntuación y gráficos para matizar o modular mínimamente, para otorgarle cierto sentido que vaya más allá del simple enunciado. Un tuit es una interjección. No forma parte de la estructura gramatical de una frase, con la salvedad que, en el caso del tuit, al contrario que con la verdadera interjección, no existe frase alguna. Las interjecciones son prescindibles. Su eliminación no afecta el sentido de la frase. Son más bien un ruido que dificulta la lectura o la comprensión. En el caso del tuit, su eliminación deja un vacío. No queda nada. Solo cierto silencio embarazoso, un carraspeo, quizá el bochorno ante la vacuidad.
¿Hemos pasado de los meditados aforismos a la algarabía de los tuits? No cabe pensar en figuras públicas o políticas que no suelten tuits. y., así se reduce el mundo, y nos empequeñecemos.
Agradecimientos a Pedro Martínez-Avial por sus reflexiones
Y a Gregorio Luri