La nueva ley universitaria española trata de resolver la precariedad laboral de los profesores asociados.
Quienes sea doctores podrán optar a un concurso de méritos para pasar a ser ayudantes de doctor con dedicación plena y sueldo acorde, quien no sea doctor pero quiere y confía serlo, podrá optar por ser profesor sustituto por tres años sin limitación de horas contratadas, cobrando por las horas contratadas, y quién quiera seguir teniendo una doble actividad, externa e interna, podrá seguir teniéndola, indefinidamente, con una reducción horaria, pero evitando tener que impartir clases en los primeros cursos, más exigentes y duras, para concentrarse en talleres, en grupos pequeños en los últimos cursos y en master.
La ley, sin embargo, sólo podrá aplicarse si se obtiene suficiente financiación para dotar de plazas necesarias y sueldos acordes, y si las comunidades destinan a educación los fondos recibidos.
Pero no se trata de defender o condenar la ley. Sabios tiene la ley.
Las asignaturas de proyectos son centrales en los estudios de arquitectura.
Proyectar implica cierta decisión, y fuerza. Es un acto violento. Significa lanzar un ente a cierta distancia , que atrae, ordena (un verbo que conlleva una imposición, cierto sometimiento), organiza, y subordina el espacio alrededor suyo. Un proyecto es un proyectil que modifica el entorno. Un proyecto acarrea consecuencias. Y éstas deberían medirse. Con comedimiento. Medir conlleva contención, y suspensión. Detenimiento, para detener, quizá, una acción cuyas consecuencias pueden ser irreversibles.
El plan de estudios de arquitectura de 1972 incluía una asignatura titulada deontología -que algunos estudiantes considerábamos prescindible y tratábamos de superar sin ir a clases y copiando, una prueba de la perspicacia que teníamos entonces. Deontología significa el estudio (logos) de los deberes (deontoi) que acarrea toda acción. La deontología estudia lo que falta, lo que se tiene que emprender para cubrir las faltas, sobre las faltas que se tienen que solventar, las necesidades que atender, la importancia, alcance y consecuencias de lo que llevamos a cabo para responder a lo que nos falta. La deontología tiene que ver con el deseo, y con la creación. Esta asignatura desapareció.
Aprender a proyectar es necesario. Pero aprender a valorar porque se proyecta, y qué consecuencias implica nuestra acto, también lo es. Posiblemente tenga igual importancia. La reflexión exige la suspensión de la acción. Saber no solo cómo proyectar sino si se debe proyectar y a qué precio.
Abrir los ojos sobre el impacto de nuestra acción, una tarea que incumbe tanto a la estética, que ayuda a percibir lo que nos rodea, y lo que hemos obrado, cuanto a la ética, que conlleva la valoración -su necesidad, oportunidad, finalidad- del acto que vamos a llevar a cabo o que hemos realizado: tales deberían ser las finalidades u objetivos de unos estudios sobre la “creación” arquitectónica, sobre su oportunidad y su impunidad, sus fines y sus consecuencias.
Deberíamos aprender y enseñar a obrar y a reflexionar sobre el obrar. Quizá ante todo.
La reflexión debería ser previa a la acción, o consustancial con ésta. La teoría no es posterior sino posiblemente previa a la acción. ¿Proyectar es necesario? A esta pregunta no hemos sabido -o no hemos querido, no nos hemos atrevido quizá- responder. Hacer arquitectura podría ser reflexionar sobre los valores y consecuencias de la construcción. Enseñar si se tiene que proyectar. Aunque puede que temamos la respuesta