Fotos: Tocho, Fundación ICO, Madrid. Febrero de 2023
Destaca, de la exposición sobre el arquitecto y escultor Pablo Palazuelo, hoy en la fundación ICO en Madrid, una pequeña obra en aluminio. Se trata de una escultura, y al mismo tiempo de la maqueta de una puerta o un umbral, que no se construyó. Una puerta abierta, encuadrada por un amplio marco, por la que la luz se cuela. La puerta no es un simple plano. No es un limite ni un cierre, sino un espacio de tránsito. Se abre, se prolonga hacia ambas direcciones a través de las hojas, permanentemente abiertas. Palazuelo estaba fascinado por el dios Romano Jano, protector de los umbrales, con dos rostros unidos por la testa, mirando en direcciones contrapuestas, vigilando pero también invitando a acercarse y cruzar el umbral. Las formas que sobresalen están mutiladas. Mas, formas de luz las completan. La luz forma parte de la puerta (de toda puerta: ¿acaso no denominamos el archivo que la puerta cubre con la palabra luz? La luz es una medida, da la medida del sentido, la razón de ser de las cosas, y la puerta de Palazuelo existe para que la luz se cuele; es una invitación, un mecanismo eficaz para disolver las sombras que siempre se temen tras una puerta cerrada. En este caso, la puerta conduce la luz, y la manifiesta, proyectada en rectángulos y triángulos de luz que se alargan en el suelo, creando claros en los que el paseante, el visitante o el habitante se encuentra a gusto. Lejos de detener el avance de la luz, la luz lo invita. Una puerta deslumbrante.