jueves, 2 de marzo de 2023

WAYNE SHORTER (1933-2023): HOUSE OF JADE (1964)



Sobre este compositor e intérprete de jazz y música sinfónica  norteamericano, véase su página web:  https://wayneshorterofficial.com/

In memoriam…

¿Qué es una universidad?

 La palabra universidad era una palabra poco usada antes del Renacimiento, en beneficio de la palabra Estudio (Studium) o de la expresión Estudio General (Studium Generale), y que nombraba, en su origen, un estamento gremial, no necesariamente “universitario”: una agrupación de personas unidas por saberes o prácticas comunes, sean estos “escolares” o “universitarios”. En plural, las universidades, en nada tenían relación con lo que el sustantivo designa hoy, sino que se refería a pueblos, unidos entre sí por lazos de amistad y que forman una confederación, según las distintas definiciones del diccionario de la Lengua Castellana del primer tercio del siglo XVIII[1]. En todos los casos, sin embargo, la palabra universidad designaba a una comunidad, un colectivo unido por lazos o intereses -objetivos perseguidos conjuntamente-, entre el que se encontraba, aunque no era el primer significado, el conjunto que hoy consideramos propiamente universitario: 

“se llama asimismo el cuerpo , compuesto de los Maestros , y  discípulos , que enseñan , y estudian en algún lugar determinado variedad de ciencias , y forman en él comunidad , con subordinación a un Superior, que llaman Rector o Maestre-Escuela”. 

Como se comprueba, el componente “universitario”, no escolar, no está puesto necesariamente en evidencia, salvo por el uso de la palabra Rector -un sustantivo relacionado con el adjetivo recto que, en este caso, designa una cualidad moral y no matemática o geométrica. Por fin, dada la necesaria unidad de los miembros de dicha comunidad al servicio de un oficio común, un convento -que, ciertamente, era un centro de estudios y una comunidad- es el ejemplo de universidad que se destaca en dicho diccionario.



[1] Diccionario de la lengua castellana en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o rephranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua / Compuesto por la Real Academia Española... [Texto impreso]. - Madrid: en la imprenta de Francisco del Hierro, impressor de la Real Academia Española, 1726-1739, vol. 6, p. 4251

martes, 28 de febrero de 2023

Clases prácticas y lectivas

 Los estudios universitarios comprenden clases magistrales, lectivas o “de pizarra” -una palabra en desuso-, impartidas entre grupos numerosos, y clases prácticas con pequeños grupos de estudiantes.

Las clases prácticas suelen comprenden una lectura comentada de textos, por parte del estudiante y del docente (palabra derivada del verbo latín docere (enseñar, hacer ver: mostrar, revelar, echar luz son actividades docentes emparentadas con la estética que busca desvelar lo enigmático, lo que no se entiende), emparentada con decencia -la actitud o comportamiento de quien sabe, a quien se le han enseñado las reglas de comportamiento en comunidad, una actitud digna, que, a su vez, es un adjetivo relacionado con el sustantivo docencia, una actividad que implica (por lo que se hace y se dice) y causa respeto; un docente es un doctor (ambas palabras tienen un mismo origen)-

Mas, la lectura de textos, que conforma una clase práctica, es, literalmente, una clase lectiva.

En efecto, en la Edad Media, cuando la creación de la institución universitaria -la palabra universidad designaba inicialmente a un gremio de personas dedicadas al ejercicio de un mismo oficio; no se refería a ninguna labor intelectual, sino práctica o manual-, las clases magistrales o lectivas consistían en la lectura y un comentario de un texto por parte de un magister o docente. 

Dichos comentarios, escritos o enunciados verbalmente y luego recogidos por escrito por un estacionario ( un encargado de la copia y venta de escritos en una estación o parada de libros), se copiaban manualmente (y se imprimieron desde finales del siglo XV) dando lugar a un libro de texto que se vendía o se alquilaba.

Las prácticas se inspiraban en la actividad lectiva. Consistían en lecturas comentadas por parte de los estudiantes, quienes debían analizar un texto siguiendo unas pautas fijadas. 

lunes, 27 de febrero de 2023

DORA MAAR ,HENRIETTE THEODORA MARKOVITCH, 1907-1997) & PABLO PICASSO (1881-1973): FACTEUR CHEVAL (FERDINAND CHEVAL, 1836-1924), PALACIO IDEAL ( 1879-1912)














 

La fantástica construcción que un cartero, llamado Fernando Cheval,   levantó, una vez jubilado, cerca de Lión, en Francia, en sus horas libres, sin tener conocimientos técnicos y, por tanto, sin temer equivocarse o faltar al gusto común, a finales del siglo XIX, no podía escapar al escrutinio de los surrealistas, Dora Maar y Picasso, entre otros, quienes visitaron el lugar en los años treinta y fotografiaron y dibujaron el mundo soñado que Cheval edificó. Las fotos de Maar y los dibujos de Picasso han sido recientemente descubiertos o redescubiertos.

Una ocasión para visitar esta edificación que pone en jaque cualquier consideración estética y constructiva, una visión proyectada y petrificada.  





sábado, 25 de febrero de 2023

VINCENT ALBERT, NEIL DIEU & MALO DOUCET: HOTEL NUIT NOIRE (2022)

 


PABLO PALAZUELO (1915-2007), ARQUITECTO




















 

Fotos: Tocho, Fundación ICO, Madrid, febrero 2023. 

Lamento los reflejos.


El texto de presentación de pared de la exposición sobre Pablo Palazuelo, conocido por sus esculturas y sobre todo sus pinturas, y su relación con la arquitectura (y los arquitectos), que la fundación ICO en Madrid presenta -absorbente, fascinante exposición, a la que el intenso, extraño color de las paredes no favorece- se inicia con una frase contundente: la Segunda Guerra Mundial hizo que se perdiera a un arquitecto (Palazuelo estudiaba arquitectura en Oxford y tuvo que interrumpir su formación), pero se ganara a un pintor, una afirmación que no solo la exposición desmonta -Palazuelo trabajó con su hermano que sí tenía el título de arquitectura, como se comprueba en los planos que ambos firmaban-, sino que pone en evidencia la limitada concepción de la arquitectura que traduce. Palazuelo no fue un arquitecto porque dibujara planos (de escaso interés) o concibiera y ejecutara proyectos de rehabilitación, o de espacio público (una hermosa fuente pública en Madrid), sino porque su obra pictórica, escultórica, escenográfica, de muralista y de autor de vidrieras, refleja una búsqueda, una interrogación, una interpretación, de y sobre espacios habitables. Espacios donde morar y donde estar; espacios que invitar al ser humano a quedarse y simbolizar la presencia del hombre en la tierra, una presencia asentada, confiada, pero no entregada, una presencia que no rehuye la búsqueda, la exploración de los límites, siempre ampliados, y que implica abandono, sino quietud e inquietud, movimiento, tránsito, y reposo también, sabiendo que el espacio que se recorre, se estudia, es el espacio propio por donde transita la vida. La obra y la actitud de Palazuelo revela que el arquitecto es el que construye o habilita espacios para la vida, físicos e imaginarios, tangibles y soñados, en los que lo que nos constituye como humanos, la imaginación -la facultad creadora por excelencia, que nos iguala con los dioses, con la que los dioses han sido alumbrados e iluminados-, puede actuar en libertad, concibiendo y recreando mundos en los que proyectarse, soñando un día habitarlos. Son mundos que se presentan como modelos gracias a los que habilitamos, conformamos nuestro propio espacio, sin conformarnos nunca con lo que vemos y tenemos a nuestro alcance, buscando siempre ir más lejos, y más hacia dentro. Palazuelo fue un arquitecto porque  inventó, trazo, exploró, y mostró los espacios que los humanos, en tanto que humanos, son capaces de dotarse y de ofrecer a los demás, invitándoles, invitándonos a compartirlos.

A M.D.







viernes, 24 de febrero de 2023

Viernes, ante el Cristo de Medinaceli






 

Fotos: Tocho, viernes 24 de febrero de 2023.


Viernes.

El día de las plegarias y de las ofrendas al imponente Cristo de Medinaceli, al que se permite contemplar su faz en lo alto de una torre.

Miles de personas, ancianos, niños, parejas, hacen una cola de centenares de metros que no avanza y  tuerce por la calle Lope de Vega y desciende hasta el paseo del Prado, y aguardan  en silencio. 

Llevan una flor quienes agradecen el cumplimiento de un deseo, y las manos vacías quienes las juntarán implorando un favor. A la salida, dos puestos de mercadillo ofrecen estampas, velas, medallas y rosarios. Unos mendigos, sentados en la acera al pie de la iglesia, piden, por separado. Delante de la basílica, una cerería vende ex-votos. 

El Cristo, se cuenta, casi siempre responde, misteriosamente.

Las curaciones se multiplican.

Y la cola, cada viernes, desde hace siglos se alarga, como el hilo de Ariadna, cada vez más.