Fotos: 1 y 3: Google Images, 2: Tocho, marzo de 2024
Imágenes de la creación del universo, desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, en Europa, a cargo de Yahvé no son extrañas. Mas, que se descubra a la divinidad circunscribiendo los cuerpos siderales con un compás, y trazando el círculo que divide el cielo y la tierra, es menos habitual.
El compás deviene el atributo del Gran Arquitecto, y un emblema de la mediación entre la idea y la materia, de la disposición de la forma sensible para acoger la luz de la idea que el arquitecto pone en práctica.
La hermosa (interiormente) catedral gótica de Manresa (Cataluña, España), acoge una tabla, que forma parte del retablo gótico del Espíritu Santo, del pintor Pere Serra, en la que se plasma, de manera admirablemente clara, la creación del mundo: una creación perfecta, de cuerpos perfectos, gracias al gran compás que el dios padre maneja con soltura. El compás logra que no solo los astros quedan bien siluetados, delimitados por un círculo, sino que la creación sea perfecta: el compás vierte las formas ideales en la materia (la tierra), de la que emanan los cuerpos siderales, fruto del encuentro armonioso entre la idea y la arcilla.
Una de las obras del tardo gótico sureño más sugerentes..