El nombre propio de Pilar, cuyo santo se celebra hoy, doce de octubre, es una abreviación de la expresión Virgen del Pilar, que a su vez designa un elemento arquitectónico que la Virgen María entregó al apóstol Santiago cuando se le apareció en Caesar Augusta, reinando Augusto, para ordenarle que edificara un templo desde el cual podría edificar a la humanidad. La labor constructiva gira entorno a la figura del pilar, eje o columna que estructura y da sentido a la labor edilicia.
Pilar, de la Virgen del Pilar, es el sustantivo común, escrito con la letra inicial p en minúscula, pilar.
Pilar viene del latín pila. Esta palabra nombra dos realidades antitéticas aunque relacionadas, curiosamente.
Un pilar se construye apilando elementos : sillares, bloques, ladrillos, unidos a veces con mortero. Apilar: pilare, en latín.
Montero, en latín, se dice con la mismo palabra que designa lo que el mortero permite levantar: pila.
Pilar, por tanto, en latín, apunta a la construcción, el alzamiento, elevación o erección de un pilar, como a la destrucción: el machaque de piedras hasta reducirlas a polvo, a mortero.
Se dibuja así un arco que va del polvo a la piedra, de la reducción al crecimiento, y que revela la complejidad y el simbolismo del pilar: sostén del cosmos, a partir de sus cenizas. Un eterno retorno entre el decaimiento y el alzamiento.
El axis mundi alrededor del cual se ha levantado la delirante noción de patria -la tierra de los padres, supuestamente paternal