Fotos: Tocho, noviembre 2024
Thomas Schütte no sería considerado un arquitecto en España, al no tener el título que le habilitaría para edificar.
Mas, no lo necesita. Piensa y construye como algunos arquitectos lo hacen. Realiza maquetas de abrigos; sin promesas de espacios protectores y acogedores, refugios desde los que intentar imaginar una vida nueva, o lugares en los que uno puede quedar encerrado en si mismo, sin poder salir de uno mismo, preso de angustia, sin vislumbrar una salida.
La puerta de algunas construcciones está siempre cerrada; es imposible abrirla. Otros refugios tienen una obertura excesiva, demasiado abierta para no recordar unas fauces. Los abrigos pueden ser trampas, sobre todo cuando se doran de una imagen coloreada, excesivamente pintadas para no sé un señuelo.
Las maquetas expresan una visión del mundo: una mirada que desvela lo que la realidad esconde a veces. Entre la casa y el búnker, la maqueta denota cómo nos ubicamos y cómo sentimos en el mundo, protegidos o desprotegidos, qué relación mantenemos con él, , un mundo que nos acoge, nos atrapa o nos encierra. La maqueta advierte de las bondades y de los peligros que nos esperan.
Abrigos para refugiarnos y meditar o para no ver lo que acontece.
Una gran exposición antológica, dedicada a Thomas Schütte, en el Museo de Arte Moderno (MoMA), de Nueva York, muy bien montada, revela los claroscuros de los colores demasiado luminosos para ser siempre verdaderos.